Décimo Mes
1er. Concilio – Inicio del segundo viaje
Las razones dominantes por las que los misioneros regresaron a cada una de las ciudades donde habían trabajado son:
1. Confirmar los ánimos de los discípulos.
2. Exhortarlos a que permanezcan en la fe.
3. Prepararlos para enfrentar las pruebas.
4. Constituir ancianos en las iglesias.
5. Orar con ayunos.
6. Encomendarlos al Señor, en quién habían creído.
Lucas lo expresó de esta manera: “Al llegar, reunieron a la iglesia y les refirieron cuán grandes cosas había hecho Dios con ellos y cómo había abierto la puerta de la fe a los gentiles. “Ellos se quedaron allí mucho tiempo con los discípulos” (Hechos 14:27-28). Luego, los judaizantes provocaron una contienda doctrinal que amenazaba dividir a la congregación de Antioquia diciendo: "Si no os circuncidáis conforme al rito de Moisés no podéis ser salvos" (Hechos 15:1).
Pablo, Bernabé y algunos otros de ellos subieron a Jerusalén, a los apóstoles y a los ancianos, quienes los recibieron y contaron lo que Dios hizo con ellos. Entonces Santiago que era pastor en Jerusalén, condujo al concilio para fijar el rumbo a seguir. Ahí se decidió no imponer cargas a los cristianos, exonerándolos de toda carga legalista. Se redactó una carta cuyos puntos sobresalientes, afirmaban “pues ha parecido bien al Espíritu Santo y a nosotros no imponeros ninguna carga más”. Lo único que se les exigió a los creyentes gentiles fue que se abstuvieran “de lo sacrificado a ídolos, de sangre, de ahogado y de fornicación” (Hechos 15:28- 29).
Los enviados descendieron a Antioquía y, reuniendo a la congregación, entregaron la carta y produjo gran regocijo a todos por la consolación (Hechos 15:31). Silas decidió quedarse en Antioquía. De esa manera para la creciente iglesia en Antioquía, fue lo mejor que podía haber sucedido a una congregación fructífera.
Después, Pablo dijo a Bernabé de volver a visitar a los hermanos en todas las ciudades que anunciaron la Palabra de Dios (Hechos 15:36). Esta segunda gira misionera tenía dos propósitos definidos: fortalecer a los que se habían convertido en el primer viaje por Chipre y el sur central del Asia Menor; y llevar el evangelio a lugares que no habían alcanzado en aquellas regiones. Haciendo honor a su sobrenombre, “hijo de consolación”, Bernabé quería que Juan Marcos volviera a acompañarlos en esta segunda ocasión. Pero, su pariente no cumplió su promesa de realizar todo el recorrido con ellos porque los abandonó y regresó a Jerusalén. Esto disgustó a Pablo que, pese a su compañerismo con Bernabé, para el segundo viaje no quiso que Marcos los acompañara. “Entonces se separaron y Bernabé, tomando a Marcos, navegó a Chipre” (Hch 15:39). Más tarde, Pablo mostró que no había ningún resentimiento entre él y Bernabé (1 Corintios 9:6), y también reconoció los valores que el joven evangelista Juan Marcos había desarrollado. Eso se deduce de su petición de que este viniera a Roma para que estuviera a su lado (Colosenses 4:10, Filipenses 24:2; 1 Timoteo 4:11). Además, Juan Marcos fue compañero del apóstol Pedro (1 Pedro 5:13). El nivel espiritual de estos dos evangelistas no aumentó los esfuerzos para llevar el evangelio a muchos más lugares. Como Pablo no cedió a la petición de Bernabé, se separaron.
Bernabé tomó al joven y se embarcó con él de nuevo a la isla de Chipre, donde la familia había residido antes de vivir en Jerusalén (Hechos 15:39). Mientras que el apóstol Pablo decidió escoger como su nuevo compañero de viaje a Silas (Hechos 15:40). Esta vez el viaje misionero iba a realizarse por Galacia, Asia, Macedonia y Grecia. Hay poca información acerca del trabajo realizado. Tanto en Hechos 15:41 como en Gálatas 1:21, lo que se dice acerca del ministerio desarrollado en Siria y Cilicia es tan escaso que no se puede formar un criterio explicativo al respecto. No se sabe si la ausencia de información de Pablo se debe a que él no las comunicó a Lucas, ni las quiso revelar a los gálatas. En ambas citas solo se mencionan escuetamente los nombres de las dos provincias mencionadas.