Breve Introducción al libro de Nehemías

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Breve Introducción al libro de Nehemías

Una vez un prominente industrialista señaló que la historia de la humanidad es el recuento de los logros obtenidos por las masas humanas bajo la dirección de sus líderes. Sabemos que existen muchas “recetas” para tener éxito en el liderazgo, porque cada persona parece tener una propia. Uno aprende que si tiene la intención de crecer espiritualmente, necesitaba estudiar la Biblia por sí mismo. Uno necesita aprender que la Biblia tiene un propósito específico, por ejemplo, Dios explica el lugar y la importancia que tienen las relaciones humanas en el libro de los Proverbios. También nos proporciona un plan detallado para el entendimiento mutuo dentro del matrimonio, a través del libro del Cantar de los Cantares. Además nos proporciona varias instrucciones de cómo podemos vivir mejor a través de los requisitos espirituales que muestra la epístola de Pablo al joven ministro Timoteo. Asimismo, nos enseña a cómo mantenernos en intimidad con Dios en la primera epístola de Juan. También sorprende saber que en la Biblia podemos encontrar uno de los ejemplos más vívidos de cómo debe actuar un dirigente o líder. Por supuesto que en este caso nos referimos a Nehemías, porque su vida y los principios que defendió, nos sirven como guía para afrontar los problemas más difíciles de la vida.

Se trata de un estudio clásico acerca de cómo dirigir con éxito, tal como Dios manda: dando un ejemplo de fe en él. En el libro que lleva su nombre, Nehemías cuenta sus memorias. En su relato nos habla de cómo pudo superar enormes obstáculos para realizar una empresa increíblemente difícil. Pero, ¿qué podemos decir acerca de Nehemías? ¿Quién era y que hizo? Él era parte de la tribu de Judá. Nehemías se presenta a sí mismo como de Hacalías. Nada sabemos de su padre y hasta podríamos decir que tal vez fue tomado en cautividad, cuando Jerusalén cayó en manos de los babilonios. En medio de estas dificultades, aparece Nehemías aceptando el reto de reconstruir a Jerusalén. Este hecho implicaba volver a edificar sus muros y, con sus nuevos habitantes, establecer para Judá un gobierno sólido basado en el temor de Dios.

La historia de Nehemías comienza alrededor del año 445 a.C., aproximadamente 90 años después de que los primeros judíos habían regresado a Jerusalén bajo el liderazgo de Zorobabel. En el momento que conocemos a Nehemías, él está sirviendo de copero del rey Artajerjes (1:11), en la ciudad de Susa, la cual era una de las tres ciudades reales del Imperio Persa. Los persas habían gobernado aquella parte del mundo poco más de un siglo (538 al 423 a.C.). Como copero del rey, disfruta de una posición privilegiada. Estaba en posesión de los cargos de probador y maestro de ceremonias. El temor a las intrigas y la constante amenaza de morir asesinado hacían que el rey llevara una vida relativamente solitaria. Por ello, era muy natural que buscara una persona de mucha confianza que además tenga sabiduría, discreción y capacidad. Un copero que tuviera en el corazón los intereses del monarca y se mantuviera informado de los acontecimientos de su tiempo, podía ejercer una gran influencia en el soberano.

Además de probar el vino del rey, tenía también la responsabilidad de custodiar los dormitorios reales. El copero guardaba la copa del rey, por la posibilidad de envenenamiento, por eso en diferentes oportunidades se le exigía que previamente bebiera un sorbo de vino antes de servirlo al rey. Con frecuencia su relación confidencial con el rey lo congraciaba con su soberano, y también lo ponía en una posición donde gozaba de mucha influencia. Nehemías fue uno de los muchos judíos eminentes que a lo largo de los años ocuparon importantes puestos gubernamentales. Por supuesto que hubo varias razones por las que Nehemías no fracasó en la tarea que estuvo decidido a llevarla adelante, porque como líder y dirigente, él sabía la manera de animar e inspirar confianza en los demás para realizar la obra. Él empezó por identificarse y congraciarse con el pueblo judío, además que él mismo participó en la obra. Es decir que no sólo no les ordenó que construyeran el muro mediante una autoridad arbitraria, sino que trabajó lado a lado, hombro a hombro con ellos.

Cuando Nehemías comienza con su relato, nos cuenta la visita que le hizo su hermano Hanani, de lo cual la vida de Nehemías iba a cambiar. “Aconteció en el mes de Quisleu, en el año veinte del rey Artajerjes (445 a.C.), estando yo en Susa, capital del reino, que vino Hanani, uno de mis hermanos, con algunos varones de Judá, y les pregunté por los judíos que habían escapado, que habían quedado de la cautividad, y por Jerusalén. Y me dijeron: El remanente, los que quedaron de la cautividad, allí en la provincia, están en gran mal y afrenta, y el muro de Jerusalén derribado, y sus puertas quemadas a fuego” (1:1-3). La información que recibe Nehemías lo descorazona, porque todos los intentos para reconstruir los muros, habían sido frustrados (Esdras 4:4-24). Esto sorprendió a Nehemías, porque sabía que el sacerdote Esdras había partido muchos años antes y pensaba que la reconstrucción de Jerusalén estaba bien encaminada. Entonces se dio cuenta que la obra estaba paralizada con escasas posibilidades de reiniciarla.

Pero Nehemías no solo iba a ser constructor de muros sino también edificador de voluntades porque estaba acostumbrado a emplear la palabra “nosotros”, en vez de “ustedes”. De esa manera les hizo entender que su intención no era la de aprovecharse de los demás. Y cuando se ganó la confianza de sus compatriotas judíos, entonces Nehemías les reveló su grandioso plan y les informó que los materiales para la construcción se encontraban disponibles. Este singular hecho produjo una buena impresión en el pueblo.