Primer Mes: La triste situación de Jerusalén

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Primer Mes

La triste situación de Jerusalén

Luego Nehemías les contó acerca de los milagros que hasta entonces Dios había hecho en la obra, por lo cual se dieron cuenta que contaban con un líder lleno de una fe viva. Como resultado, también el pueblo se llenó de fe y entusiasmo. Poco después Nehemías dividió el trabajo en pequeñas secciones, delegando, con sabiduría, una parte de la obra a cada clan familiar. Así, una tarea que parecía imposible se hizo viable. Él revisó cuidadosamente la mano de obra que se encontraba a disposición, proporcionándoles a los obreros, más capataces, los cuales gozaban de mayor experiencia en los trabajos más difíciles. Es decir que en lugar de haber sido un trabajo aburrido y fatigoso para ellos, en realidad aquella obra se convirtió en un reto emocionante. Y debido al liderazgo tan dinámico que mostró Nehemías, poco a poco los muros de Jerusalén fueron reconstruidos en apenas 52 días, y la ciudad estuvo nuevamente protegida de sus enemigos.

En el libro que lleva su nombre, Nehemías, (cuyo nombre significa “El Eterno consuela”), cuenta sus memorias y nos habla de cómo superó enormes dificultades y obstáculos para realizar una empresa increíblemente difícil, es decir, la de restaurar el muro de la ciudad de Jerusalén, porque como ya dijimos, se encontraba en completa ruina y además la ciudad se encontraba rodeada de poderosos enemigos. Ante cualquier intento de los judíos por reconstruir la ciudad que por entonces se encontraba desolada, inmediatamente las fuerzas enemigas se movilizaban en contra del pueblo judío a pesar de que tal acción se encontraba prohibida por el gran Imperio Persa, que por entonces era la potencia que dominaba la región.

En medio de estas dificultades, Nehemías estuvo decidido a reconstruir Jerusalén. Esta tarea implicaba volver a edificar sus muros y, con la ayuda de sus nuevos habitantes, establecer para Judá un gobierno sólido basado en el temor de Dios. Si bien el templo había sido reconstruido antes, sin embargo Jerusalén continuaba en ruinas. Por mucho que anteriormente había llegado otro grupo dirigido por el sacerdote Esdras, sin embargo, los habitantes de la ciudad no contaban con la protección de los muros que aún continuaban derribados. Además, ellos sabían que una ciudad sin muros no ofrecía ninguna protección a sus habitantes, porque era objeto de ataques frecuentes. Por eso, muy pocos se podían atrever a vivir en un lugar que era tan vulnerable. Por eso, Jerusalén era considerada más como un santuario que como una ciudad.

Dentro de esta situación desesperante, es que se inicia el libro de Nehemías. Muy poco sabemos de la vida personal de Nehemías, excepto que era un judío que nació en el exilio después que Ciro había decretado que los judíos podían regresar a su tierra. La lamentable situación que por entonces se encontraba la ciudad de Jerusalén, fue motivo de ignominia para los exilados judíos quienes apenas habían podido retornar, y también fue motivo de gran dolor para Nehemías, que aunque se hallaba a unos mil kilómetros de distancia, no se había olvidado de su amada ciudad, ni de su pueblo.