El liderazgo eficaz de Nehemías

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El liderazgo eficaz de Nehemías

En las manos de Dios, el gobierno es una maravillosa bendición que trae consigo paz, orden, bondad y seguridad para todos sus súbditos. De la misma forma, cuando el gobierno es ejercido por seres humanos guiados por Dios, estas mismas bendiciones se manifiestan en todas las instituciones sociales: sea familia, escuela, comunidad, naciones o iglesia. No en vano el fondo del liderazgo fue resumido por Salomón: “Cuando los justos dominan (ejercen liderazgo), el pueblo se alegra; cuando domina el malvado, el pueblo gime” (Proverbios 29:2). Puesto que el liderazgo se origina en Dios, es bueno y necesario, pero el ejercicio de esta autoridad sólo puede ser justo si una persona, la iglesia o la nación la ejercen en santidad.

La Biblia está llena de instrucciones que definen las responsabilidades de los líderes y cómo deben cumplirlas. Encontramos que para Dios, es muy importante aquellas características que son constantes y que no varían con el tiempo, ni con las circunstancias: actitud y carácter. Podemos tener buena actitud, pero a veces vemos falta de carácter. Los problemas comunes del carácter no pueden ser controlados ni vencidos por ninguna estructura humana, sino solamente por el Espíritu Santo de Dios que guía nuestros corazones y mentes. Por eso, en relación a los reyes, Deuteronomio 17:20 dice: “Así no se elevará su corazón sobre sus hermanos, ni se apartará de estos mandamientos a la derecha ni a la izquierda, a fin de que él y sus hijos prolonguen los días de su reino en medio de Israel”. El verdadero líder ejerce su liderazgo, sin presumir, en paz, con humildad y tranquilamente, debido a que tiene la mente de Cristo.

Nadie en la Iglesia puede pretender ansiar más allá de lo que Dios instruye por medio de su Palabra. Tampoco el líder tiene la actitud equivocada de querer alcanzar un alto puesto en el Reino de Dios, como Jesús tuvo que corregir a la madre de Santiago y Juan (Marcos 10:35-45). El liderazgo debe ser ejercido con el propósito de “perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo” (Efesios 4:12). Los líderes están para servir y guiar al pueblo de Dios, trabajando en unidad, amándose, respetándose y respaldándose mutuamente.  El común denominador en todas las estructuras, es que el liderazgo que mantiene unido al pueblo de Dios, debe cuidar y proteger el bienestar espiritual de los que son servidos, a medida que va contribuyendo al avance de la obra de Dios.

Cuando Dios permitió que Judá regresara de la cautividad en Babilonia, Esdras, Nehemías, Zorobabel y Zacarías compartieron responsabilidades en el liderazgo en diferentes momentos y en diferentes grados. El cuerpo no puede competir en contra de sí mismo, y por eso, tanto los que están a la cabeza como los que están siendo guiados, siempre deben trabajar para el bienestar del cuerpo en su totalidad. De otra forma, éste puede fragmentarse y en tal caso, todo irá en contra de los principios ordenados por Dios. Jesucristo es nuestro mejor ejemplo y es la cabeza de la iglesia, es decir, el rebaño de Dios. No depende de humanos para hacer su obra, pero él claramente ha escogido trabajar por medio de instrumentos humanos para hacerla, como también claramente ha escogido trabajar por medio del ministerio humano para coordinar y gobernar las actividades de la iglesia con el propósito de ayudar a los miembros en muchas formas. Vamos a ver resumidamente, las características personales de Nehemías, mediante los principios básicos de un buen liderazgo.

1. Integridad. El líder según Dios, debe poseer rectitud de carácter y principios morales intachables. Entonces tendrá la dinámica interna que inspira a seguirlo con confianza. Nehemías  nos muestra que la integridad proviene  de un firme compromiso con la Palabra de Dios. Su vida y sus reformas, nos muestran que había ordenado su conducta, de acuerdo con la voluntad de Dios. Él quería que el pueblo siguiera los mismos principios de honradez e integridad (5:9-12, 14-19; 10:1, 32-39; 13:4-28).

2. Convicción. Se trata de la decisión de que todo en nuestra vida surja de un compromiso básico con las Escrituras. Nehemías nos muestra su convicción con la confianza de que Dios iba a contestar sus oraciones, la seguridad de responder a sus adversarios, y su persistencia cuando los obreros abandonaron los trabajos (1:11; 2:9-20; 4:1-23; 6:1-14).

3. Lealtad. El líder debe mostrar en primer lugar, lealtad a Dios, luego lealtad a los superiores y también lealtad al pueblo que sirve. La fidelidad de Nehemías estaba fuera de toda duda, porque fue leal a Dios, al rey Artajerjes y al pueblo de Judá, único fundamento seguro en momentos de crisis (2:1-8: 3:16).

4. Firmeza. La firmeza exige estar dispuesto a aceptar la responsabilidad, tomar la iniciativa, y perseverar en la tarea hasta que sea concluida. Así también Nehemías aceptó la nueva responsabilidad y comenzó una tarea que muchos consideraban imposible. Se mantuvo firme cuando fue sometido a presiones y llevó el proyecto hacia una conclusión feliz. Él mantuvo su preocupación por los demás, mostró generosidad, tratando equitativamente a quienes trabajaban (1:4-11; 5:1-5; 13:18).

5. Discernimiento. Nehemías fue un hombre de agudo discernimiento porque sabía lo que tenía que hacer. Tuvo la capacidad de controlar los detalles. Después de su evaluación de hombres y recursos, señaló una meta. Mediante un objetivo definido, supo ordenar todas sus prioridades (2:5, 12-15:17).

6. Motivación. La motivación va de la mano con el entusiasmo, La motivación a la tarea que ha sido aceptada, entusiasma lo que uno está haciendo, da la firme sensación de saber a donde uno se dirige. Nehemías no tenía problemas para motivar al pueblo. Lo mantenía motivado la tarea que debía hacer y lo alentaban los beneficios que tendría la construcción de los muros, lo cual le brindaba pruebas de la presencia de Dios en los trabajos. El resultado tuvo una respuesta entusiasta. (2:17-18).    

7. Tacto. Tacto es la destreza y la habilidad de tratar a los demás, sin ofenderlos, es la destreza de decir y hacer lo correcto en el momento preciso. Lleva consigo una íntima comprensión de la naturaleza humana y una genuina comprensión por los sentimientos ajenos. Nehemías poseía la habilidad de actuar con mucho tacto, Su discreción estaba enraizada en su integridad personal y en su innata preocupación por los sentimientos de los demás. Con su firme convicción, fue capaz de encontrar el mejor método para entendérselas en cualquier situación. El resultado fue una discreta combinación de gracia y verdad. En sus decisiones no existía ni compromiso ni engaño (2:5-8).   

A Nehemías lo encontramos perceptivo y deseoso de aprender. Tenía un marcado  desvelo por las personas que trabajaban con él. Prestaba mucha atención a todos los detalles y sabía cómo levantar y sostener la moral de sus obreros (5:1-13; 8:10-12). Como líder inteligente y sabio que era, Nehemías supo dar cumplidos a quienes las merecían cuando era debido (3:20, 27, 30) Hizo conocer sus decisiones a través de sus subordinados (13:9, 14, 21, 22). Todo aquel que aspira a mejorar su capacidad de liderazgo, debe adoptar como modelo y ejemplo a Nehemías, porque en las páginas de su libro, se encuentran todos los elementos para un liderazgo eficiente y sólido.