Cuarto Mes: La fórmula del éxito

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Cuarto Mes

La fórmula del éxito

Tan pronto comienzan a edificar el muro, los adversarios se burlaban y se mofaban de ellos. Más tarde, amenazaron con atacarlos. Pero intrépidamente Nehemías exhorta a los trabajadores: "acordaos del Señor, grande y temible, y pelead por vuestros hermanos" (4:14). Entonces la mitad de ellos hacían guardia con lanzas y arcos, mientras que los demás trabajaban con sus armas preparadas. Pero el plan que idearon los enemigos para atacar y evitar la reparación de los muros, que ya estaban a la mitad de su altura (4:6), fue frustrado por Nehemías, quien había hecho con los que cuidaban y con los que trabajaban, que estuvieran armados de día y de noche (4:21-22).

A pesar de las amenazas e intrigas de sus enemigos, los judíos lograron completar la construcción del muro en apenas 52 días, porque “Desde aquel día la mitad de mis siervos trabajaba en la obra  y la otra mitad tenía lanzas, escudos, arcos y corazas y detrás de ellos estaban los jefes de toda la casa de Judá”. Los que edificaban en el muro, los que acarreaban y los que cargaban  con una mano trabajaban en la obra, y en la otra tenían la espada. “Porque los que edificaban, cada uno tenía su espada ceñida a sus lomos y así edificaban y el que tocaba la trompeta estaba junto a mí” (4:16-18).  

Los opositores a veces recurrían con amenazas de violencia. Eso fue lo que experimentaron los constructores de los muros de Jerusalén. Pero Nehemías no se dejó intimidar, sino que armó a los trabajadores para hacer frente a los ataques enemigos, fortaleciendo al mismo tiempo su fe. Resulta altamente instructivo para nosotros el saber que Nehemías, en primer lugar, llevó todo el problema ante Dios. Una refutación por su parte, solo hubiera derivado en una discusión violenta. A tiempo de recurrir a la oración, Nehemías queda en la libertad de expresar todos sus sentimientos. Él no suprime las emociones ni encierra su enojo dentro de sí mismo.

De haberlo hecho, habría podido falsear su personalidad, deformando su sentido de realidad y hasta habría destruido su relación personal con Dios. Pero Nehemías, en lugar de encubrir sus sentimientos, más bien recurrió a la oración. La naturaleza exacta de la oración de Nehemías ha sido una fuente de perplejidad para el mundo cristiano. “Oye, oh Dios nuestro, que somos objeto de su menosprecio,  y vuelve el baldón de ellos sobre su cabeza,  y entrégalos por despojo en la tierra de su cautiverio. No cubras su iniquidad,  ni su pecado sea borrado delante de ti, porque se airaron contra los que edificaban. (4:4-5).

Sabemos que la oración sincera tiene muchos efectos beneficiosos, porque no solo constituye una válvula de escape para nuestras emociones, sino que nos brinda la oportunidad de poner en manos de Dios los problemas que muchas veces nos afligen. Es decir que si oramos por nuestras dificultades, vamos a encontrar que nuestro enojo  o resentimiento se disparará de inmediato. ¿Y en qué consistió el éxito de Nehemías? En que supo aplicar los principios de liderazgo. Él entendió que el primer principio es la coordinación, luego aplicó el segundo principio de la cooperación y para lograr el éxito de su trabajo elogió a los trabajadores del muro mediante la edificación. Y de esa manera cada uno terminó su trabajo hasta la conclusión. Todo esto, gracias a la comunicación y la delegación de autoridad.

Él también aplicó las palabras de Jesús que dijo “amad a vuestros enemigos” y “orad por los que os ultrajan” (Mateo 5:44,45). Nehemías supo mantener estas cualidades con optimismo contagioso, decidido a perseverar en medio de dificultades. Irradiando confianza, con principios morales, utilizando sus recursos, a fin de decidir correctamente, sobreponiéndose a los resultados finales. Se sentía protegido con la armadura espiritual que le permitió hacer frente al enemigo, en defensa de la fe.