Séptimo Mes
Dios responde con fuego
Tres años antes le había dicho ve y escóndete, pero ahora le dice que se presente ante el rey Acab y que enviará lluvia. El encuentro con Acab debió haber sido algo digno de contemplar, debido a que el profeta estaba siendo buscado. Y cuando Acab vio al profeta, le dijo: ¿Así que tú eres el que trae tantos problemas sobre Israel? Y Elías le respondió: No soy yo el que trae problemas sobre Israel, sino tú y tu familia. Porque ustedes han dejado de obedecer los mandamientos de Dios y adoran las imágenes del dios Baal (1 Reyes 18:17-18 v. GPS). Acab no dejó ninguna duda de lo que él sentía por Elías. Porque para él, Elías era como una piedra de tropiezo por las dificultades que confrontaba el país. Pero Elías valientemente le respondió la razón de la desgracia de Israel.
Imaginémonos la tragedia que entonces estaba viviendo Israel, se encontraba en medio de ríos y arroyos que se habían secado, de seguro que había muchos esqueletos y animales muertos por todas partes, y no solo eso, porque el hambre había traído enfermedades y muerte a lo largo de las extensas regiones de Israel. Y de pronto aparece en escena el hombre que aparentemente era culpable de toda la desgracia de Israel. Y cuando vemos tanta tragedia humana, no son pocos los que se preguntan “¿Dónde está Dios? Pero nosotros entendemos las razones por las cuales el mundo se va hundiendo de a poco como si fuera un Titanic gigante.
Entonces Elías sin temor, tuvo la audacia de trasladar la culpabilidad a quién realmente la tenía por haber abandonado a Dios, olvidándose de sus mandamientos y por haber practicado la idolatría. Acab necesitaba saber quién es el verdadero Dios y por eso Elías preparó un plan en el monte Carmelo convocando a 450 profetas de Baal y 400 profetas de Asera, quienes eran considerados prominentes deidades por Jezabel. Entonces Acab los convocó a todos los hijos de Israel y reunió a los profetas en el monte Carmelo. Puesto que los profetas y sacerdotes de Baal y Asera impulsaron la adoración a los ídolos, Elías se dirige a ellos directamente y también al pueblo que había caído en idolatría (1 Reyes 18:19). Es como si Elías les hubiera dicho: ¿Hasta cuándo seguiréis ignorando al verdadero Dios? Si el Señor es Dios, síganlo y si Baal es dios, entonces sigan a Baal. Ellos se encontraban en un tiempo de decisión. Luego Elías les dijo, dadnos dos toros y escojan uno y córtenlo en pedazos y pónganlo sobre la leña sin fuego. Yo prepararé el otro toro y lo pondré sobre la leña, pero sin fuego. Y luego les dijo que invoquen el nombre de su dios para que después Elías invoque el nombre del Eterno, y el que responda con fuego, ese es Dios. Y el pueblo respondió diciendo “nos parece buena idea” (1 Reyes 18:24 v. GPS).
Pero cuando los profetas clamaron a Baal desde temprano hasta el mediodía, nada sucedió. Entonces los profetas se desesperaron dando saltos, gritando, implorando, rogando y tratando de que Baal haga descender fuego. Pero Elías se burlaba de ellos diciendo que griten más porque tal vez su dios está ocupado o está de viaje o está dormido y hay que despertarle (1 Reyes 18:27). Y al no haber ocurrido nada, entonces Elías tomó doce piedras y edificó con las piedras un altar. Luego arregló la leña, cortó el toro en pedazos y lo puso sobre la leña. Luego hizo llenar cuatro cántaros de agua para derramarla sobre la leña, tres veces. Y cuando llegó la hora de presentar la ofrenda, Elías oró al Eterno pidiendo que se manifieste y todos reconozcan que él es Dios. Entonces cayó fuego del Eterno, consumiéndolo todo y al verlo, todos se postraron sobre sus rostros diciendo: “El Eterno es Dios” (1 Reyes 18:36-39 v. GPS).