Noveno Mes
El remedio contra el desánimo
Por eso, al estudiar las Escrituras, nos damos cuenta de que tales sentimientos no son raros entre los siervos exitosos. Por ejemplo, Moisés se desanimó tanto que quiso que Dios elimine su nombre del libro de la vida (Éxodo 32:32). También Jonás después del avivamiento de Nínive se apesadumbró en extremo, y se enojó pidiendo que Dios le quite la vida (Jonás 4:1,3). Asimismo, Pablo estuvo abrumado hasta perder la esperanza de vivir, en su ministerio en Asia (2 Corintios 1:8). Es que Dios pinta los retratos de sus siervos con todos sus defectos, porque no ignora sus debilidades ni olvida sus flaquezas.
Ante tales acontecimientos, Acab acudió a su esposa. Él le contó a Jezabel todo lo que Elías había hecho y cómo había matado a los profetas de Baal. Entonces Jezabel mandó a un mensajero para decirle a Elías: “Te voy a matar como tú hiciste con los profetas de Baal. Si mañana a esta hora no estás muerto, que los dioses me maten a mí” (1 Reyes 19:1-2 v. GPS). Jezabel envió a Elías una amenaza de muerte. Él, temeroso, se levantó y huyó para salvar su vida y cuando se sentó debajo de un arbusto, ansiaba morir diciendo “¡Dios, ya no aguanto más! Quítame la vida, pues no soy mejor que mis antepasados” (1 Reyes 19:4 v. GPS). Entonces el Ángel del Eterno le dio una torta a Elías para que la coma y cuando volvió el Ángel le dijo “Levántate y come, pues el viaje será largo y pesado” y después de comer se fortaleció y caminó 40 días y 40 noches hasta el Horeb, monte de Dios. En realidad, Elías no estaba pensando bien porque no consideró la fuente de la amenaza, la cual no procedía de Dios sino de una mujer atea. Él se encontraba físicamente exhausto y emocionalmente consumido luego de haber caminado 40 días y 40 noches por el desierto.
Qué bien viene un viejo refrán dice “quebrarás el arco, si lo mantienes siempre doblado”. Es decir, si estamos viviendo todo el tiempo en continuo estrés, la presión nos puede quebrantar, por eso necesitamos un tiempo para descansar y para renovarnos. Y Dios se encontró con Elías en el momento de mayor desánimo y consternación. Se trata de la mejor demostración de misericordia, hermosamente diseñada por Dios mismo. Entonces Elías se metió en una cueva, se quedó a pasar la noche. Pero Dios le habló de nuevo y le preguntó: ¿Qué estás haciendo acá, Elías? Él contestó: Yo me he preocupado mucho por obedecerte, pues tú eres el Dios todopoderoso. El pueblo de Israel ha abandonado el pacto que tiene contigo, ha destruido tus altares y ha matado a tus profetas. Solo yo estoy vivo, pero me están buscando para matarme (1 Reyes 19:9-10 v. GPS). Entonces Elías se puso de pie y un gran viento empezó a destrozar las montañas rompiendo las peñas, pero el Eterno no estaba en el viento. Después vino un terremoto, y luego hubo un gran fuego, pero Dios tampoco estaba ni en el terremoto ni en el fuego y tras el fuego, vino un silbido apacible y delicado, donde Dios se encontraba. Y una voz le preguntó: ¿Qué estás haciendo aquí, Elías? Al responderle, Dios le dijo cuál era la situación y le mostró lo que debía hacer. Le dijo que regrese a Damasco para ungir a Hazael como rey de Siria, también a Jehú como nuevo rey de Israel y a Eliseo como profeta en lugar de él. También Dios le hizo saber que había dejado en Israel 7000 siervos que no doblaron rodillas ante Baal, a ellos él los habría de proteger.