Breve descripción de la obra del profeta Elías
El nombre del profeta Elías viene del hebreo “Eliá” cuyo nombre significa “El Eterno es mi Dios”. Indudablemente se trata de uno de los mayores profetas del Antiguo Testamento, apellidado “el Tisbita”, de Galaad. Según la versión de la Biblia de los LXX, esta última mención indica que no era originario de otro Tisbe más conocido, que se hallaba en Galilea, es decir más al norte. Elías acostumbraba vestir con pelo de camello ceñido con un cinto de cuero. La prueba la tenemos cuando el rey Ocozías cayó enfermo, entonces Elías envió un encargo con sus mensajeros diciendo que del lecho de enfermo en que se encontraba Ocozías, no iba a levantarse, sino que iba a morir (2 Reyes 1:7-8).
Cuando Acab, bajo la influencia de su esposa tiria Jezabel, se convirtió en un adorador del Baal de Tiro, Elías se presentó ante el pervertido soberano, y le anunció una sequía de tres años y medio de duración, como castigo por su apostasía. Luego siguió una época de hambre. Dios apartó a Elías en el arroyo de Querit, donde le alimentaron los cuervos enviados por el Eterno. Cuando el arroyo de Querit se secó, Elías fue enviado a Sarepta, en la costa mediterránea, al norte de Tiro. Allí vivía una viuda que confiaba en Dios, y pudo compartir su última comida con Elías. Pero Dios intervino y entonces la tinaja de harina y la vasija de aceite no se acabaron mientras duró la época de hambre. Y cuando el hijo de la viuda murió, entonces la oración del profeta lo volvió a la vida (1 Reyes 17:1-24; Lucas 4:24-26). Y al tercer año (1 Reyes 18:1; Santiago 5:17-18), Elías recibió la orden del Eterno de presentarse ante el rey Acab.
Luego siguió la escena del monte Carmelo, donde los profetas paganos intentaron demostrar la supuesta divinidad de Baal, pero todos sus esfuerzos fueron vanos. Elías congregó al pueblo alrededor del altar que los israelitas piadosos del norte habían levantado al Eterno. Ese altar se encontraba derruido. Al reconstruirlo con 12 piedras, Elías dio un silencioso testimonio de la división de las 12 tribus en dos reinos, lo cual era contrario a la voluntad de Dios. Y para evidenciar la imposibilidad de todo fraude, ordenó al pueblo que arrojara agua sobre el holocausto y sobre el altar. A continuación Elías oró al Eterno, y cayó fuego del cielo, consumiendo el holocausto sobre el altar y el mismo altar. De esa manera quedó manifestado el poder de Dios. Entonces los profetas de Baal, fueron llevados al arroyo de Cisón que hasta hoy se encuentra al pie del monte Carmelo. Ahí Elías degolló a todos ellos (1 Reyes 18:20-40). Entonces el pueblo reconoció que el Eterno es Dios, y obedeció la orden del profeta. Después aparecieron nubes, anunciando lluvia y el retorno del favor divino. Y Jezabel, furiosa por la muerte de sus profetas, juró matar a Elías, quién, atemorizado, tuvo que huir.
Tal como ocurrió con Moisés, Elías fue sustentado por 40 días y 40 noches, hasta llegar al monte Horeb. Con una exhibición de poder y suavidad, Elías fue devuelto a su misión. Dios le ordenó que ungiera a Hazael rey de Siria, y a Jehú rey de Israel, para que castigaran la idolatría de Israel. También Dios le ordenó ungir a Eliseo como profeta en su lugar. Elías arrojó su manto sobre Eliseo, y le dio la misión de llevar a cabo el resto de su misión (1 Reyes 19:1-21). Un poco antes la malvada Jezabel había hecho matar a Nabot con la complicidad de los magistrados, a fin de apropiasrse de su viña, en favor de Acab. Entonces Elías se presentó para darle a conocer el castigo que el Eterno Dios iba a mandarle (1 Reyes 21:1-29). La muerte de Acab en la batalla de Ramot de Galaad fue el inicio del castigo anunciado por Elías en contra de la casa real (1 Reyes 22:1-40). Después Ocozías, hijo y sucesor de Acab, quedó herido al caer de una ventana del segundo piso; entonces envió a mensajeros para que consultaran a Baal-zebub, ídolo de Ecrón, para saber si sanaría. Pero Elías detuvo a los mensajeros y los envió al rey con su mensaje. Luego el rey mandó dos veces a capitanes de cincuenta para detener a Elías, pero él hizo bajar fuego del cielo, y los consumió. Finalmente, un tercer capitán se presentó ante Elías suplicándole que respetara su vida; Luego Elías fue con él a ver a Ocozías (2 Reyes 1:1-16). Más tarde Elías fue llevado a otro lugar en medio de un torbellino. Un carro de fuego tirado por caballos de fuego se le apareció a Elías, quien se encontraba al otro lado del Jordán con su siervo Eliseo. Este prodigio los separó, y Elías subió al primer cielo en un torbellino (2 Reyes 2:1-12). Y habiendo transcurrido 12 años, Elías envió una carta al rey Joram de Judá, quién había compartido el trono por 4 años con Josafat, quién se había casado con Atalía, hija de Acab. El profeta le advirtió con el castigo divino, debido a los pecados que había cometido durante la vida de su padre Josafat, y también por los crímenes que perpetró a continuación de su muerte (2 Crónicas 21:12-15).
Los dos últimos versículos del Antiguo Testamento anuncian que Dios enviará a Elías antes de la venida del día grande y terrible del Señor (Malaquías 4:5). En el Nuevo Testamento Juan el Bautista vino humilde “en el espíritu y poder de Elías”, lleno de celo como profeta (Mateo 3:4; Marcos 1:6), y encargado de un ministerio semejante al suyo (Mateo 11:7-14; Mateo 17:10-12; Lucas 1:17). Pero, Juan el Bautista declaró que él no era Elías (Juan 1:21). Entonces Jesús dijo que “Elías ya vino” en cierta manera en el carácter de Juan el Bautista; también dijo que “Elías a la verdad vendrá primero, y restaurará todas las cosas” (Marcos 9:11-13). Entendemos que se trata de dos cumplimientos de la profecía de Malaquías 4:5, el primero en forma parcial, con la primera venida de Cristo, y el segundo se refiere a su segunda venida. La “restauración de todas las cosas” es el establecimiento del glorioso reino de Dios en la tierra (Hechos. 3:20-21). 1° de Nisán, Sábado 06 de abril de 2019