Octavo Mes
Una promesa para el varón de Dios
Vemos que el capítulo 18 encierra algunas verdades muy importantes:
- Cuando estamos seguros de que cumplimos con la voluntad de Dios, entonces Dios nos hace invencibles
- Una lealtad dividida es tan mala como practicar la idolatría.
- La herramienta más efectiva es la oración de fe.
- Jamás debemos subestimar el poder de una vida totalmente dedicada a Dios.
- Elías no cometió el error de dejar con vida a algunos de los idólatras, tal como lo hizo Israel cuando conquistó la tierra prometida, sino que los degolló a todos ellos.
Él había prometido que no habría lluvia para aliviar la crítica situación de la tierra y sus habitantes, por eso, el rey Acab se vio totalmente impotente para impedir el juicio de Dios. Por esa razón, a Elías le espera una gran recompensa de parte del Eterno. Querámoslo o no, Dios cumple sus promesas porque su Palabra es infalible y eso mismo hizo Dios con su siervo Elías. Aunque a veces la vida nos parece que no es justa, pero ahí está Dios, llevando a cabo su plan exactamente como él lo ha programado.
Por eso, la Biblia está llena de promesas destinadas a los Elías del siglo XXI, que previamente están siendo adiestrados y preparados en su Querit espiritual y puestos a prueba en su propia Sarepta. Pero sus promesas no son para todos, sino para aquellos que, habiendo sido llamados por Dios, son hacedores de su palabra hasta el fin de sus vidas. Ellos forman parte del selecto pueblo de Dios, el cual es uno solo como el Israel físico y espiritual (Gálatas 6:16).
He aquí una de sus sabias promesas: “Los que confíen en mí y usen mi nombre podrán hacer cosas maravillosas: Podrán expulsar demonios; podrán hablar idiomas nuevos y extraños; podrán agarrar serpientes o beber algo venenoso, y nada les pasará. Además, pondrán las manos sobre los enfermos y los sanarán" (Marcos 26:17-18 v. GPS). Algunos grupos religiosos utilizan estas escrituras como base de sus creencias, pero lamentablemente están equivocados, porque tales promesas competen únicamente a la iglesia de Dios, es decir, a los Elías modernos, que fueron llamados a salir de este mundo haciéndolos parte del cuerpo de Cristo.
Y después que Elías mató a los profetas de Baal, la tierra aún continuaba seca debido a la sequía, pero Dios le había prometido que iba a enviar lluvia. Por supuesto que Elías no se había olvidado de esa promesa, porque sabía que Dios siempre cumple lo que promete, entonces “Elías subió a lo alto del monte Carmelo, allí se arrodilló en el suelo y apoyó su cara entre las rodillas. Después le dijo a su ayudante: Ve y mira hacia el mar. El ayudante fue, miró y le dijo: No se ve nada. Elías le dijo: Vuelve siete veces. Y, después de ir siete veces, el ayudante le dijo a Elías: ¡Se ve una pequeña nube del tamaño de una mano! Está subiendo del mar (1 Reyes 18:42-44 v. GPS).
¿De qué manera espero Elías el cumplimiento de la promesa de Dios? ¿Acaso espero de pie? No. Sino que se humilló postrándose de rodillas en el monte Carmelo con su rostro entre sus rodillas completamente solo, y oró fervientemente, como un perfecto modelo para la Iglesia. Elías no tuvo miedo de enfrentarse a los poderes más grande de su tiempo debido a que había puesto su total confianza en Dios. Eso mismo lo registró el apóstol Pedro (1 Pedro 5:6). Elías supero lo increíble y venció lo imposible.