#131 - 1 Reyes 16-18: "Elías contra Acab y Jezabel; los lugares altos"

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#131 - 1 Reyes 16-18

"Elías contra Acab y Jezabel; los lugares altos"

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Con el ascenso del hijo de Omri, Acab, sobre Israel, vendría un ataque frontal contra el camino bíblico como nunca antes. Veremos cómo sucedió y porqué Jezabel se menciona en Apocalipsis 2:20 como símbolo de la falsa iglesia contra la verdadera.

Unos de los medios que Omri aseguró para conseguir la paz y el comercio en su floreciente economía fue casar a su hijo mayor, Acab, con la princesa Jezabel, hija del rey de Sidón, Fenicia. El pueblo de Israel ya había soportado el matrimonio de sus reyes con princesas extranjeras, especialmente con Salomón, pero no había afectado a la adoración de Dios por los israelitas. Sin embargo, con Jezabel esto fue distinto, pues ella quiso convertir a todo Israel a su religión y destruir totalmente a la de Dios.

El rey y la reina contaban con los medios militares y económicos para convertir a la casa de Israel en una región religiosa de Fenicia. Dice La Arqueología y las Escrituras: “Jezabel era una mujer decidida, de vigoroso espíritu, que en nada se detenía, ni aún en la matanza. Acab estaba completamente bajo su dominio, a pesar de ser el rey” (p.153). Parecía que pronto la religión fenicia dominaría las mentes y los corazones de Israel en vez de Dios.

Dice la Biblia: "Y Acab hijo de Omri hizo lo malo ante los ojos del Eterno, más que todos los que reinaron antes de él. Porque… tomó por mujer a Jezabel… y sirvió a baal, y lo adoró. E hizo altar a Baal en el templo de Baal que él edificó en Samaria. Hizo también Acab una imagen de Asera, haciendo así Acab más que todos los reyes de Israel para provocar la ira del Eterno Dios de Israel” (1 Reyes 16:31-33).

Comenta "Cómo Vivieron Los Grandes Personajes Bíblicos": "El auge del paganismo y del despotismo alcanzó en el norte de Israel su nivel crítico bajo el reinado de Acab, casado con la enérgica princesa fenicia Jezabel… Como era ya habitual con las reinas extranjeras, se le permitía adorar a su propio dios, pero Jezabel se entregaba a su religión con un celo fanático… Educada en la corte cosmopolita de Tiro, gustaba poco de la tosca cultura de los israelitas y menos aún de su austera religión monoteísta. Completamente devota al culto de Baal (y Asera, su diosa madre), se dispuso a hacer de él la religión oficial del Estado, en sustitución del culto a Dios… se trasladó a Samaria con un séquito de 450 sacerdotes de Baal y 400 “profetas” de la diosa-madre Asera y levantó altares a los dioses fenicios” (pp. 198-206).

Baal y Asera

Para lograr reemplazar la religión de Dios por la de Baal y Asera, Jezabel ordenó matar a los profetas y ministros de Dios. Dijo un soldado de Acab: ¿No ha sido dicho a mi señor, lo que hice, cuando Jezabel mataba a los profetas del Eterno?” (1 Reyes 18:13). Esta es la primera persecución religiosa contra los siervos de Dios dentro de Israel.

¿Cómo era la religión de Jezabel? Por medio de muchos escritos y los textos de ese entonces encontrados en Ugarit se sabe cuán inmoral era este culto (vea también el Estudio #68). Sólo se puede comparar con los cultos de "amor libre" y de las misas negras de hoy día. Además, se practicaba el sacrificio de infantes humanos de una forma horrenda que los aztecas en este continente también hicieron, para su vergüenza y la de los fenicios.

Keller comenta: "Los mitos descritos en esta original documentación, así como las costumbres, reflejan la más espantosa barbarie; rebosan de cultos mágicos, de sensualidad primitiva y burda, de dioses y semidioses. Los ritos relacionados con las diosas de la fecundidad: (Asera y Astarte) tenían especial importancia… el culto a sus dioses era un servicio sexual. Los templos ocupaban el sitio de los burdeles, gentes lascivas de ambos sexos eran consideradas como pertenecientes al personal que practicaba los cultos y los donativos por sus "servicios" entraban en las cajas de los templos como "ofrendas” a la divinidad… las diosas de la fecundidad eran seguramente veneradas en las montañas y las alturas. Allí se les erigían los "aseras", se plantaban "estacas sagradas" en árboles bajo los cuales tenían los "cultos".

"¡Cuán grande era la tentación para un sencillo pueblo, y cuán peligrosas para él las seducciones! Más de una vez habían arraigado los cultos de Baal, penetrando hasta ¡el propio templo del Eterno!... Sin su rígido código moral, sin la creencia en un solo Dios, sin las austeras figuras de sus profetas, los israelitas no hubieran podido resistir su promiscuidad con los adoradores de Baal, con el culto a las sacerdotisas de las diosas de la fecundidad, con los aseras y las alturas" (p. 277-278).

Aquí es importante hacer una pausa y entender claramente qué eran los "lugares altos" o “alturas” que Dios condenaba con tanta vehemencia. Se hace mención de ellos casi 100 veces en la Biblia. La depravación que condenaban los profetas no era una exageración.

Comenta “Cómo Vivieron Los Grandes Personajes de la Biblia”: “Como el baalismo era un culto a la naturaleza, sus adeptos se unían (sexualmente) a los sacerdotes y a las prostitutas del templo en orgías sagradas que se celebraban ante el altar, especialmente con ocasión de celebrar el año nuevo. A razón seguida, representaban el acto sexual con el objeto de que los dioses, que controlaban la tierra y el agua, siguieran su ejemplo y aumentaran la fertilidad de la tierra, los animales y el hombre. En tiempos de crisis – por ejemplo, de hambre o guerra – sacrificaban a niños primogénitos en el fuego sagrado para atraer la ayuda de los dioses (llamado en la Biblia “el ofrecer los hijos a Moloc”).

De modo que "los lugares altos" eran santuarios ilícitos donde pedían a los dioses paganos que trajeran la lluvia y la fertilidad del suelo y de sus ganados. Para estos efectos, realizaban el acto sexual con prostitutas religiosas y así representaban la unión del cielo con la tierra. De esa fecundidad, creían que vendrían las lluvias y la fertilidad. Desde luego que, una vez que empezaban con estos ritos, se perdía la moralidad de la familia y venía la corrupción y las enfermedades venéreas. Con razón Dios sabía el peligro mortal que encerraba tales prácticas para su pueblo. Dice Jeremías 3:2-3: "Alza tus ojos a las alturas, y ve en qué lugar no te hayas prostituido. Junto a los caminos te sentabas para ellos como árabe en el desierto, y con tus fornicaciones y con tu maldad has contaminado la tierra. Por esta causa las aguas han sido detenidas, y faltó la lluvia tardía; y has tenido frente de ramera, y no quisiste tener vergüenza".

Además, el profeta Isaías describe estos inmundos ritos sexuales: " Mas vosotros llegaos acá, hijos de la hechicera, generación del adúltero y de la fornicaria. ¿De quién os habéis burlado? ¿Contra quién ensanchasteis la boca, y alargasteis la lengua? ¿No sois vosotros hijos rebeldes, generación mentirosa, que os enfervorizáis con los ídolos debajo de todo árbol frondoso, que sacrificáis los hijos en los valles, debajo de los peñascos? En las piedras lisas del valle está tu parte; ellas, ellas son tu suerte; y a ellas derramaste libación, y ofreciste presente. ¿No habré de castigar estas cosas? Sobre el monte alto y empinado pusiste tu cama; allí también subiste a hacer sacrificio. Y tras la puerta y el umbral pusiste tu recuerdo; porque a otro, y no a mí, te descubriste, y subiste, y ensanchaste tu cama, e hiciste con ellos pacto; amaste su cama dondequiera que la veías" (Isaías 57:3-8).

Así, sigue "Cómo Vivieron Los Grandes Personajes Bíblicos": “La religión pagana importada por Jezabel horrorizaba a los israelitas devotos, pero ganó también numerosos seguidores. Los descendientes de los cananeos que habían quedado en el país durante el reinado de David sólo fingían devoción al Dios de Israel, y por espacio de siglos los propios israelitas habían cedido a la tentación de reunir en un solo culto al Señor  y a los dioses locales. En unos cuantos años, muchos israelitas abrazaron el paganismo. Cuando algunos profetas de Israel se opusieron a la actitud de Jezabel, ella hizo ejecutar a algunos de ellos y amenazó a otros con represalias, hasta que muchos cedieron y proclamaron únicamente aquello que las clases gobernantes deseaban oír. Los muy contados que continuaron resistiendo fueron perseguidos, separados de sus compañeros y obligados a ocultarse. Sus protestas se trataron como traición porque la apostasía gozaba del favor, de la corte (p. 207-08).

El panorama se veía muy oscuro para el pueblo del verdadero Dios. Pero el Eterno no dejaría las cosas así. Dice la Biblia: "Sabe el Señor librar de tentación a los piadosos, y reservar a los injustos para ser castigados en el día de juicio" (2 Pedro 2:9). Ahora, ante esta grave amenaza, Dios levanta al profeta Elías. Dice Halley: "Elías era la respuesta de Dios a Acab y a Jezabel. Estos habían puesto a Baal en el lugar de Dios, y Dios envió a Elías para que erradicara la religión vil y cruel del baalismo" (p. 184).

Dice "Misterios de la Biblia": "Jezabel aprovechó su investidura de reina para fomentar el culto a Baal, dios de la lluvia y de la fertilidad; tan grande era su devoción por esta deidad que mandó matar a los profetas de Dios y los sustituyó con profetas de Baal. Fue precisamente a causa de esa trasgresión de la fe por lo que el Eterno mandó una sequía sobre Israel. Elías, este israelita de Galaad, llegó ante la imponente sala de rey con el temerario juicio: "Vive el Eterno Dios de Israel, en cuya presencia estoy, que no habrá lluvia ni rocío en estos años, sino por mi palabra” (1 Reyes 17:1). Cuando Elías anunció la sequía, el ataque a Baal fue directo, pues el profeta aseguró que era El Eterno, y no Baal, el Dios que gobernaba las vitales lluvias. Acab buscó a Elías durante todo ese tiempo sin escatimar esfuerzos para capturar al que llamaba "el azote de Israel" (p. 172).

Dios ocultó a Elías de la ira de Acab y especialmente de Jezabel, que quería verlo muerto. Era el enemigo número 1 del reino. Durante los próximos tres años y medio (vea Santiago 5:1), no llegarían las lluvias tan importantes para Israel. Primero se esconde cerca del río Jordán, y para llevarle comida Dios envía cuervos. Aquí vemos el dominio que Dios tiene sobre los animales, aún sobre los que no se domestican como los peligrosos cuervos, que son aves de rapiña. “Y los cuervos le traían pan y carne por la mañana, y pan y carne por la tarde; y bebía del arroyo. Pasados algunos días, se secó el arroyo, porque no había llovido sobre la tierra. Vino luego a él palabra del Eterno, diciendo: Levántate, vete a Sarepta de Sidón, y mora allí, he aquí yo he dado orden allí a una mujer viuda que te sustente” (1 Reyes 17:6-9). De este modo, a pesar de todo el poder que tienen Acab y Jezabel, un sólo hombre tiene a todo el pueblo humillado por la sequía.

Dice el Comentario Bíblico Revisado: "Elías fue para los profetas lo que Moisés fue para la Ley" (p. 341). Es importante notar esto, porque Cristo usaría a estos dos representantes de la Ley y los Profetas como símbolos de los justos en su Reino y además de los escritores del Antiguo Testamento (vea Mateo 17:3-4; Lucas 24:27). Es muy probable que Elías estuviera relacionado con la escuela de los profetas de Bet-el, Jericó y Gilgal (2 Reyes 2:3-5). Una medida de su importancia se nota al Dios usarlo en este momento crítico en que la adoración de Baal amenazaba la existencia misma del culto a Dios en Israel.”

"Su lugar en el Nuevo Testamento también atestigua a su magnitud. El antecesor a Cristo vendría "en el espíritu y el poder de Elías (Lucas 1:17). Moisés y Elías representaron a la Ley y a los Profetas cuando estuvieron juntos con Cristo, en la transfiguración (Lucas 9:30-31). En Apocalipsis 11:4, vemos a dos representantes de Dios que vienen con el poder de Moisés y Elías" al convertir el agua en sangre y en proclamar una sequía en los días de su profecía. Debe ser considerado como el personaje religioso más importante desde Moisés” (Nuevo Comentario Bíblico, p. 342).