Noveno Mes
Cruce por el Mar Rojo
“Y aconteció que a la medianoche, el Eterno hirió a todo primogénito en la tierra de Egipto, desde el primogénito de Faraón que se sentaba sobre su trono hasta el primogénito del cautivo que estaba en la cárcel, y todo primogénito de los animales. Y se levantó aquella noche Faraón, él y todos sus siervos, y todos los egipcios; y hubo un gran clamor en Egipto, porque no había casa donde no hubiese un muerto. E hizo llamar a Moisés y a Aarón de noche, y les dijo: Salid de en medio de mi pueblo vosotros y los hijos de Israel, e id, servid al Eterno, como habéis dicho. Tomad también vuestras ovejas y vuestras vacas, como habéis dicho, e idos; y bendecidme también a mí” (Éxodo 12:29-32).
Para la Iglesia, la primera Pascua compara la muerte de Cristo en expiación por los pecados del mundo. Así como los israelitas se salvaron de la muerte gracias a la sangre del cordero, así también los cristianos se salvan de la pena del pecado, la muerte eterna, gracias a la sangre de Jesucristo. En 1 Corintios 5:7, el apóstol Pablo dice que: “Nuestra Pascua que es Cristo ya fue sacrificada por nosotros”.
Sabemos que Jesucristo fue crucificado y murió el mismo día, y a la misma hora en que los judíos estaban sacrificando sus corderos pascuales en el templo, no lejos de allí. Era la tarde del día 14 de Nisan según el calendario hebreo. Jesucristo reemplazó los corderos pascuales como el eje central de la Pascua anual. La noche antes de su crucifixión, Jesús instituyó la ceremonia de la Pascua, en conmemoración anual de su muerte. La reconciliación con Dios es posible únicamente por medio de Jesucristo. Desde entonces recibimos la dádiva de la vida eterna. Y después de la Pascua, Faraón accedió; entonces los israelitas comieron la Pascua apresuradamente, alistándose para partir, después que pasó el heridor.
Luego comenzó el gran éxodo de Israel hacia la libertad, ellos partieron cerca de la medianoche a la luz de la luna llena, el 15 de Nisan. El pueblo llevó la masa de pan sin levadura, envuelta en sábanas y despojaron a los egipcios de alhajas, oro, plata y vestidos. El tiempo total que Israel estuvo en Egipto fue de 430 años, los cuales se cuentan a partir del pacto que Dios hizo con Abraham, hasta la salida de Egipto de los hijos de Israel, en el mismo día (Éxodo 12:41).
Partieron de Sucot y acamparon en Etam, a la entrada del desierto. Dios iba con ellos, de día en una columna de nube y de noche en una columna de fuego para alumbrarlos, a fin de que anduvieran de día y de noche (Éxodo 13:20-22).
Entonces Dios dijo a Moisés: “Di a los hijos de Israel que regresen y acampen delante de Pi-hahirot, entre Migdol y el mar, enfrente de Baal-zefón. Acamparéis frente a ese lugar, junto al mar”. Y cuando Faraón supo que el pueblo huía, entonces Dios endureció el corazón de Faraón. Y junto a su carro, tomó seiscientos carros escogidos y todos los carros de Egipto, junto con sus capitanes y persiguió a los hijos de Israel y cuando ellos los vieron, clamaron a Dios llenos de temor (Éxodo 14:5-10). Entonces el pueblo se quejó contra Moisés, diciendo, ¿Por qué nos sacaste de Egipto? Ahí mismo Moisés dijo al pueblo: “No temáis; estad firmes y ved la salvación que el Eterno os dará hoy, porque los egipcios que hoy habéis visto, no los volveréis a ver nunca más. El Eterno peleará por vosotros y vosotros estaréis tranquilos” (Éxodo 14:11-14).
En el campamento de Egipto había una nube tenebrosa, mientras que en el campamento de Israel hubo luz de noche. Luego Moisés extendió su mano sobre el mar y Dios dividió el mar con un fuerte viento que sopló toda la noche. Y los hijos de Israel ingresaron por el lecho del mar, en seco, con la cortina de aguas como un muro a la derecha e izquierda (Éxodo 14:21-24). Pero el ejército de Faraón con sus carros y jinetes los persiguieron hasta llegar a la mitad del mar, ahí Dios los confundió y sus carros se desplazaron con dificultad y ellos quisieron huir, porque se dieron cuenta que Dios peleaba por Israel.
Entonces Dios ordenó a Moisés extender su mano sobre el mar y el mar se volvió con toda su fuerza; y las aguas cubrieron los carros, la caballería y todo el ejército de Faraón que había entrado tras ellos en el mar, y no quedó ni uno solo de ellos. Luego Israel vio a los egipcios muertos a la orilla del mar y temieron al Eterno y creyeron en él y en su siervo Moisés (Éxodo 14:26-31). De esa manera, Dios salvó a su pueblo a través de un poderoso milagro.