Octavo Mes: Las últimas plagas - La Pascua

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Octavo Mes

Las últimas plagas - La Pascua

Dios toleró la testarudez de Faraón varias semanas porque se proponía utilizarlo como ejemplo. La conducta de Faraón muestra hasta qué punto la mente humana puede ser hostil, dada la oportunidad; porque una mente carnal, hostil e incrédula no es exclusiva de un Faraón. Porque casi 3500 años más tarde, nosotros también podemos ser así, ya que la naturaleza humana no ha cambiado, porque dentro de cada uno de nosotros hay un faraón en potencia.

Por eso, debemos tener mucho cuidado de no endurecer nuestro corazón oponiéndonos a los mandatos de Dios. Él nos ha dado acceso a su Santo Espíritu, el cual ablanda el corazón, para que podamos guardar sus santas leyes, en espíritu y en verdad.

Luego volvieron Moisés y Aarón a Faraón, y le dijeron: “El Eterno, el Dios de los hebreos ha dicho así: ¿Hasta cuándo no querrás humillarte delante de mí? Deja ir a mi pueblo, para que me sirva. Y si aún rehúsas dejarlo ir, he aquí que mañana yo traeré sobre tu territorio la (plaga de) langosta, la cual cubrirá la faz de la tierra, de modo que no pueda verse la tierra; y ella comerá lo que escapó, lo que os quedó del granizo; comerá asimismo todo árbol que os fructifica en el campo” (Éxodo 10:3-5).

Esta sería la octava plaga que Dios enviaría sobre Egipto. “Y subió la langosta sobre toda la tierra de Egipto, y se asentó en todo el país de Egipto en tan gran cantidad como no la hubo antes ni la habrá después; y cubrió la faz de todo el país, y oscureció la tierra; y consumió toda la hierba de la tierra, y todo el fruto de los árboles que había dejado el granizo; no quedó cosa verde en árboles ni en hierba del campo en la tierra de Egipto (Éxodo 10:14-15). Prácticamente no quedó nada después que el granizo y las langostas destrozaron todos los árboles y las cosechas.

Era necesario que los egipcios dirijan su mirada hacia la cercana tierra de Gosén, para ver que allí la vida marchaba normalmente, porque el ganado pacía en los pastizales, los árboles florecían y daban sus frutos y hasta los campos de cereales ondeaban con la brisa.

Entonces Faraón llamó a Moisés y Aarón reconociendo su pecado y pidió que Dios quite la plaga de langosta. Pero Dios endureció el corazón de Faraón y no permitió que los hijos de Israel salieran de Egipto.

Luego Dios le dijo a Moisés que extendiera su mano para que él enviara tinieblas, estableciendo de esa manera la novena plaga en Egipto. Entonces hubo densas tinieblas sobre la tierra de Egipto, durante tres días y tres noches.

Luego Faraón hizo llamar a Moisés y le dijo “Id, servid al Eterno; solamente queden vuestras ovejas y vuestras vacas; vayan también vuestros niños con vosotros”. Entonces Moisés respondió: “Nuestros ganados irán también con nosotros; no quedará ni una pezuña; porque de ellos hemos de tomar para servir al Eterno nuestro Dios, y no sabemos con qué hemos de servir al Eterno hasta que lleguemos allá” (Éxodo 10:24, 26). Se trataba de tinieblas que se podían sentir contra la piel.

Entonces Faraón dijo a Moisés “Retírate de mí; guárdate que no veas más mi rostro, porque en cualquier día que vieres mi rostro, morirás”. Y Moisés respondió: “Bien has dicho; no veré más tu rostro” (Éxodo 10:28).

Luego Dios dijo que iba a traer una plaga más. Y dijo Moisés: “El Eterno ha dicho así: A la medianoche yo saldré por en medio de Egipto, y morirá todo primogénito en tierra de Egipto, desde el primogénito de Faraón que se sienta en su trono, hasta el primogénito de la sierva que está tras el molino, y todo primogénito de las bestias. Y habrá gran clamor por toda la tierra de Egipto, cual nunca hubo, ni jamás habrá”. Y el Eterno dijo a Moisés: “Faraón no os oirá, para que mis maravillas se multipliquen en la tierra de Egipto” (Éxodo 11:4-6, 9).

Entonces dijo Dios que este mes (Abib) será el principio de los meses. Y que el décimo día, cada uno tome un cordero por familia. El cordero debía ser macho, de un año y sin ningún defecto. “Y lo guardaréis hasta el día catorce de este mes, y lo inmolará toda la congregación del pueblo de Israel entre las dos tardes. Y tomarán de la sangre, y la pondrán en los dos postes y en el dintel de las casas en que lo han de comer. Y aquella noche comerán la carne asada al fuego, y panes sin levadura; con hierbas amargas lo comerán. Y lo comeréis apresuradamente; es la Pascua del Eterno. Pues yo pasaré aquella noche por la tierra de Egipto, y heriré a todo primogénito en la tierra de Egipto, así de los hombres como de las bestias; y ejecutaré mis juicios en todos los dioses de Egipto, yo el Eterno. Y la sangre os será por señal en las casas donde vosotros estéis; y veré la sangre y pasaré de vosotros, y no habrá en vosotros plaga de mortandad cuando hiera la tierra de Egipto” (Éxodo 12:6-13).

De esa manera, la Pascua quedó establecida como estatuto perpetuo, el día 14 del mes de Abib.


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