Introducción a la descripción general del libro de los Salmos
El título hebreo de 57 de los salmos “mizmor” proviene de la mayoría de los manuscritos de la Septuaginta “psalmoi” y en el griego “psalmos”, ambos indican un poema cantado acompañado de instrumentos de cuerda. Otros manuscritos de la versión de los LXX, utilizan el apelativo “psalterion” de donde proviene la palabra “salterio”.
Los 150 salmos, preservados para nosotros en el Antiguo Testamento, son inspirados poemas musicales, himnos y oraciones del antiguo Israel. Es cierto que otros libros de las Escrituras nos proporcionan un registro histórico de Israel en su continua relación con Dios, en cambio, Salmos nos da una visión de mayor intimidad y comunión con nuestro Padre y nuestro Salvador, Jesucristo.
Cuando leemos el libro empezamos a apreciar no solo lo que ocurrió en la antigüedad, sino que también nos transmite las vívidas emociones que aquellos tiempos. Esto es lo que hace de Salmos una valiosa ayuda para edificar de mejor manera, nuestra relación con Dios.
Una primera división de los Salmos, nos muestra cinco colecciones de cánticos. La primera comprende los salmos 1 al 41; la segunda comprende los salmos del 42 al 72; la tercera corresponde a los salmos 73 al 89; la cuarta a los salmos 90 al 106 y finalmente la quinta a los salmos 107 al 150. Es notable que cada una de las colecciones finalice con una bendición dirigida al Eterno. Esto nos hace pensar que probablemente en los tiempos antiguos cada uno de los salmos era conocido por un número según el lugar que ocupaba en el libro, tal como leemos en Hechos 13:33.
Los encabezamientos encontrados al principio de muchos salmos identifican al escritor suministrando datos de fondo, proveyendo instrucciones musicales o indicando el propósito del salmo. Según los epígrafes del texto hebreo, 73 salmos se atribuyen al rey David, 37 en el libro 1; 18 en el libro 2; 1 en el libro 3; 2 en el libro 4 y 15 en el libro 5. Otros estudiosos afirman que 72 salmos son atribuidos a David, y aparentemente, según Hechos 4:25, el salmo 2 parece que fue escrito por el rey David, así como el Salmo 72 para el rey Salomón, y posiblemente el salmo 95. No en vano Hechos 13:22 dice que David fue un “varón conforme al corazón de Dios”.
La Biblia menciona que él fue un talentoso músico (1 Samuel 16:15-23), que tocaba e inventaba instrumentos musicales (Amos 6:5), que fue un experto poeta (2 Samuel 1:19-27; 3:33-34), un hombre de profundos sentimientos y emociones (Salmo 51). En realidad, David vivió una era de proezas militares, patriotismo, de unidad religiosa siempre estimulado por la poesía y la música. Fue un hombre de bastas experiencias, y que con la ayuda del Espíritu de Dios, fue pastor, soldado, general, rey, administrador, músico, escritor y poeta. No en vano hizo arreglos musicales para ser utilizados en el servicio del templo (1 Crónicas 6:31; 16:7; 25:1; Esdras 3:10; Nehemías 12:24; 36, 45-46). David amaba a Dios y por eso siempre estaba dispuesto a derramar su corazón hacia Él.
Diez salmos son atribuidos a los hijos de Coré, uno es asignado a Hemán el esraita (Salmo 88). Doce salmos son atribuidos a Asaf, denotando a su familia que por siglos fueron líderes en el servicio musical del templo (1 Crónicas 25:1; 2 Crónicas 35:15; Nehemías 7:44). Un salmo se asigna a Moisés (Salmo 90) y hasta dos salmos a Salomón (Salmos 72 y 127). Finalmente, un salmo es asignado a Etán el esraita (Salmo 89). El resto de cincuenta salmos son de autor desconocido (Ver resumen al final del Calendario). Es destacable que nueve de los salmos sean “acrósticos”, porque siguen el orden de las 22 letras del alfabeto hebreo. Algunos estudiosos unen los 5 libros de los salmos con los 5 libros del Pentateuco.
De las 283 referencias que hace el Nuevo Testamento en relación al Antiguo, 116 corresponden a los Salmos. Y en relación con Jesucristo, existen 15 versículos de Salmos que hacen referencia en el Nuevo Testamento.
Asimismo se destacan los salmos mileniales del 90 al 104. Un salmo de profecía pide destrucción de los enemigos de Israel (Salmo 83) y 3 son históricos (Salmos 78, 105 y 106). Algunos eruditos bíblicos identifican algunos generos en el libro de los Salmos. Las suplicas y las lamentaciones son el género que casi domina el libro de salmos.
Otro importante género son los himnos fáciles de identificar por ser cánticos gozosos de alabanza al Eterno. También se distinguen las acciones de gracias que pueden ser individuales como colectivas, todas ellas ensalzando la misericordia de Dios. Luego se distinguen los salmos de confianza que incluyen algunos salmos muy apreciados. Asimismo se distinguen los salmos de la realeza resaltando algunas circunstancias de la vida de los reyes, principalmente de Judá. Por otra parte se distinguen los salmos didácticos o sapienciales muy semejantes a los libros sapienciales del Antiguo Testamento. También algunos distinguen a los salmos proféticos que más bien se parecen a oráculos de los profetas. Otros investigadores distinguen los salmos litúrgicos que hacen referencia al culto que profesaba la nación de Israel.
Finalmente, tenemos los salmos imprecatorios, donde se pide a Dios castigo para sus enemigos. Aún existe otro tipo de división de salmos.