Sexto Mes: Elul
Descendencia de Cam (II)
Sin embargo, existe una enorme multitud de pueblos que generalmente se clasifican como mongoloides, quienes se instalaron en el Lejano Oriente y en el Nuevo Mundo. Hay dos nombres que pueden ser claves, aunque se mencionen brevemente en la genealogía si es que dieron origen a grupos humanos tan numerosos.
Nos estamos refiriendo específicamente a Het, hijo de Canaán, y a los sinitas o sineos, tribu supuestamente descendida de Sini, hermano de Het. Het fue el padre de los heteos o hititas, y gracias a los arqueólogos, sabemos cuán importantes fueron los descendientes de este hombre, porque el imperio hitita luego desapareció completamente de vista.
Se supone que ellos llegaron a formar una proporción no pequeña de la etnia china primitiva. Existen curiosas vinculaciones entre ellos, como su forma de vestir, su calzado con la punta de los dedos hacia arriba, la disposición del cabello en forma de coleta, etc. Las representaciones gráficas de los hititas muestran que poseían pómulos elevados y quienes estudiaron sus cráneos, han observado que poseían no pocos rasgos de los mongoloides. Más recientemente, ha aparecido otra posible vinculación corroborativa con el descubrimiento de que los hititas habían dominado el arte de fundir hierro y la doma de caballos, dos logros de enorme importancia. Sin (Sineo) fue lo suficientemente relevante no solo para ser ensalzado sino para que le dieran el título de “Señor de las Leyes” [5]. Un himno de Ur dice de él fue “él que creó la ley y la justicia, de mismo modo que la humanidad ha establecido leyes”, y otra vez, “el ordenador de las leyes del cielo y de la tierra”.
De hecho, si algunos de sus descendientes se trasladaron al sur rumbo a Arabia y se establecieron en una región posteriormente conocida como el “Sin-aí”, entonces es posible que su reputación como un gran codificador de la ley, llevase a una tradición que asociase el Sinaí como un lugar donde se había establecido la ley de Dios. Es posible que exista alguna relación entre esta circunstancia y la elección por parte de Dios del Monte Sinaí, como el punto donde Él entregó a su pueblo los Diez Mandamientos. Es, desde luego, muy significativo que el Sinaí fuese igualmente importante como sitio minero. El nombre “Sin”, según Dillmann [6], aparece en asirio en la forma “Sinau”. No sería difícil que el “Padre Sin” se convirtiese en “Padre Sian”, o, con una ligera nasalización, “Siang”, en chino “Sianfu”. Los chinos tienen una tradición de que su primer rey, Fu-hi, apareció en los Montes de Chin inmediatamente después que el mundo hubo estado cubierto de agua [7]. El mismo Sin pertenecía a la tercera generación desde Noé, circunstancia que, si la identificación se justifica, daría un intervalo temporal bastante apropiado. Además, hace algunos años los periódicos llevaron titulares con respecto al conflicto entre japoneses y chinos, donde el antiguo nombre volvió a aparecer en su forma original, porque comúnmente se referían a la guerra “sino-japonesa”.
Arriano hizo referencia, en el año 140 DC., a los Sinae o Thinae como un pueblo en las partes más remotas del Asia. Esto nos trae a la mente la referencia a los “Sinim” de Isaías 49:12, quienes, como su mismo nombre hebreo lo indica, vienen “de lejos”, pero no del norte ni del oeste.