Complemento del Calendario Sagrado 2016-2017

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Complemento del Calendario Sagrado 2016-2017

Sin embargo, sería apropiado preguntarse ¿Qué valor podría tener su libro escrito hace casi 2600 años para el cristiano de hoy? ¿Qué mensaje encierra la profecía de Daniel para la Iglesia de Dios en este siglo XXI? Por supuesto no se trata de preguntas superfluas puesto que sabemos que toda la Escritura es útil y se encuentra inspirada por Dios (2 Timoteo 3:16).

Resulta que en la profecía de Daniel hay un asombroso despliegue de las características de Dios, porque Daniel destaca que Dios es Soberano, Omnipotente, Omnisciente, Infinito, Providencial, Único, Fiel, Perdonador, Justo, Celoso y cuenta con un control completo de todas las cosas. El Eterno es soberano no solo para la nación de Israel, sino también para la Iglesia que fundó Jesucristo, porque Él quita reyes y pone reyes, condena las rebeliones de los hombres y exalta a los fieles siervos que hacen su voluntad. Un estudio provechoso del libro de Daniel nos proporciona la vida misma del profeta y las circunstancias en que vivió. Una penetración en la vida y el comportamiento de Daniel sería, sin duda, muy beneficioso porque proporciona respuestas claras a muchas preguntas, cuando estudiamos la vida del profeta. Recordemos que, en primer lugar, Daniel era apenas un adolescente de aproximadamente 17 años cuando fue llevado cautivo a Babilonia. La mención de Ananías, Misael, y Azarías sugiere que había una comunidad de fe muy pequeña en el exilio. En un contorno desfavorable, Daniel y sus tres amigos evidencian la dinámica de  una fe madura.

Y a pesar de las presiones políticas y religiosas, ellos determinan vivir una vida santa delante de Dios y de los hombres.  Lo más sorprendente de todo esto es, sin duda, el hecho de que en lugar de ser rebajados de categoría, más bien Daniel y sus amigos fueron ascendidos y llegaron a ocupar cargos de mayor importancia en las esferas gobernantes de sus tiempos. Tal como sucedió con el profeta Daniel, también sucede con el hombre del presente siglo XXI. Con frecuencia, y a medida que nos vamos acercando al fin de los tiempos, el hombre debe hacer frente a la disyuntiva entre Dios y el mundo, entre la obediencia y la desobediencia, entre la justicia y la injusticia, entre la verdad y la mentira, entre el amor y el odio, entre la dependencia de Dios y el desafío de su voluntad. Frente a todas estas alternativas, Daniel siempre optó por hacer lo mejor que resultaría para honra y gloria de Dios. Y ese es precisamente un gran ejemplo que nos dejó aquel joven judío que alcanzó a vivir hasta los 87 años, aproximadamente. El común de los hombres, desafía la autoridad de Dios y esa actitud se evidencia en el rey Nabucodonosor, Belsasar y los que acusaron a Daniel en el capítulo 6 de su libro.

Tampoco debemos olvidar el caso de Daniel y sus amigos quienes vivieron lejos de su tierra y de sus familiares, en medio de un país extraño y una cultura totalmente distinta a la que ellos habían estado acostumbrados. Las circunstancias no controlaban su comportamiento. Pero ellos no claudicaron en sus convicciones ni vacilaron en su fidelidad hacia el Dios de Israel. Por otra parte, en los tiempos del fin, la rebeldía del hombre contra  Dios se hará  manifiesta  a través del poder de la Bestia que saldrá de Europa y del falso profeta que habrá salido de Roma. Tanto Jesucristo (Mateo 24:15) como el apóstol Pablo (2 Tesalonicenses 2) consideran estos hecho como del futuro. Las actividades de dichos personajes finalizarán cuando Jesucristo venga por segunda vez, a la tierra. Aunque ciertamente habrá un conflicto final y definitivo entre Dios y las fuerzas del mal, en los  últimos  tiempos, no es menos cierto que ese conflicto se vino librando y continúa librándose a través de los siglos.

Por eso vemos que Daniel y sus amigos vivieron en un ambiente donde prevalecía una actitud en contra de Dios. La misma situación prevaleció en tiempos del rey del norte, Antíoco Epífanes IV, durante la época de los macabeos. Es cierto que la profecía de Daniel fue de mucha consolación tanto para hombres como mujeres que por primeva vez leyeron el contenido de este extraordinario libro. Su mensaje profético y consolador, sin duda dio mucho ánimo a los creyentes que más tarde sufrieron persecución y martirio durante el imperio romano. Pero, el libro de Daniel subraya el hecho de que el mal no triunfará, es decir que al final de la historia habrán buenas noticias, por mucho que los esfuerzos de hombres malvados instigados por Satanás, no podrán obstaculizar el plan y el propósito soberano de Dios para con el hombre. Así también, la profecía de Daniel responde a la pregunta ¿Quién es el Soberano absoluto que controla todo el Universo? La respuesta a ese interrogante guarda una relación directa con la esperanza que tiene todo genuino creyente.

Y si Satanás o el hombre habría de ser el soberano, entonces el siervo creyente en Cristo estaría totalmente vacío de toda esperanza futura y habría sido víctima del peor de los engaños. Felizmente, Dios es el soberano del universo, por tanto el cristiano genuino es dueño de la más estupenda de todas las esperanzas plenas de fe. La esperanza de una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible. tiene como base la promesa de un Dios que mora la eternidad en el tercer cielo infinito (1 Pedro 1:4; Isaías 57:15). La esperanza del hombre de fe se basa en la Palabra del Dios soberano, de modo que su realización es absolutamente cierta y confiable. El versículo final del Libro de Daniel dice: “Y tú irás hasta el fin, y reposarás, y te levantarás para recibir tu heredad al fin de los días” (Daniel 12:13). Es decir que Daniel iba a sufrir la muerte física antes de ver cumplidas las promesas de Dios. Sin embargo, la muerte física no impedirá el pleno disfrute de tales promesas, porque Daniel como todos los miembros de la comunidad de fe, también participarán de una gloriosa resurrección espiritual, para gozarse de las bendiciones de la heredad que Dios ha preparado para todos los que le aman y que se han sometido a su voluntad.

A la luz del mensaje del profeta Daniel, el siervo lleno de fe debería preguntarse ¿Cuál es la misión en que ahora vivo? ¿Cuál es mi compromiso con Dios para el maravilloso destino que me tiene reservado y que fue planificado desde la eternidad, mucho antes de que el ser humano fuese creado? Quizás la mejor respuesta a esas interrogantes se encuentre en la palabras del apóstol Pedro “Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable; vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíais alcanzado misericordia,  pero ahora habéis alcanzado misericordia (1 Pedro 2:9-10).