El surgimiento de una nueva Babilonia
Por más de una generación, el grupo de editores de la revista Las Buenas Noticias ha enfocado su atención en Europa y el Medio Oriente desde la perspectiva de la profecía bíblica. Las escrituras de Apocalipsis 17 y 18 han sido aplicadas particularmente al desarrollo de una Unión Europea como renacimiento del Sacro Imperio Romano, simbolizado como una “bestia” cabalgada por una mujer. Ella representa una unión política y religiosa descrita como “Babilonia la Grande” y que existirá por un breve tiempo.
¿Será que con la última crisis económica europea, que ha develado deficiencias fundamentales en la Unión Europea, ha llegado el momento de reevaluar esta explicación? ¿Es posible que Europa se convierta en la potencia dominante descrita en la Biblia? Revisemos nuevamente lo que la profecía nos revela y hagámonos la siguiente pregunta: ¿de dónde viene este sistema llamado “Babilonia la Grande”?
Una profecía extraña
Apocalipsis 17 describe una enigmática visión del apóstol Juan: una potencia del tiempo del fin, simbolizada por una bestia cabalgada por una mujer. Él vio a “la gran ramera, la que está sentada sobre muchas aguas” (v. 1). En simbolismo profético, las aguas y los mares representan “pueblos, muchedumbres, naciones y lenguas” (v. 15).
Esta mujer monta “una bestia escarlata . . .llena de nombres de blasfemia, que tenía siete cabezas y diez cuernos”. Y la frente de la mujer tiene “un nombre escrito, un misterio: babilonia la grande, la madre de las rameras y de las abominaciones de la tierra” (vv. 1, 5). Esta mujer deja en evidencia diferentes rasgos desagradables en la medida que interactúa con el poder de la bestia y sus pueblos. La atención de Juan se concentra en esta mujer por el gran impacto que ocasiona su proceder.
En otra parte del libro de Apocalipsis se usa a la mujer para simbolizar a todo el pueblo de Dios, su verdadera Iglesia (compare Apocalipsis 12:17; 19:7). Pero como la mujer que se describe en el capítulo 17 es una ramera, no puede representar a la fiel Iglesia de Dios, aunque sí a una iglesia o sistema religioso apóstata.
De igual forma, los animales o bestias en las profecías representan poderes geopolíticos humanos. En Daniel 7, por ejemplo, las criaturas representan proféticamente distintos imperios: el babilónico, el medo-persa, el greco-macedonio y el romano.
Esta mujer, llamada Babilonia la Grande, cabalga esta enorme bestia durante una sucesión de épocas. El simbolismo bíblico aquí es una unión iglesia-estado, en donde la mujer representa a una entidad religiosa y la bestia a un gran poder geopolítico.
La historia muestra que la combinación más potente y de mayor alcance de estos dos poderes fue la del Sacro Imperio Romano. Este complejo y duradero imperio comenzó en Europa en el siglo octavo y se mantuvo vigente de diversas formas hasta el siglo XIX. Alcanzó su apogeo durante la época del emperador español de la dinastía Habsburgo, Carlos V. Su imperio no solo abarcó gran parte de Europa, sino que se extendió hasta las Américas.
Los símbolos representan la venida de una superpotencia en el tiempo del fin
Apocalipsis 17 muestra la última resurrección de este poder político. Los diez cuernos de la bestia representan a ciertos gobernantes que por un corto tiempo cederán su poder y autoridad a la bestia, y que “pelearán contra el Cordero,” Jesucristo, pero que después “aborrecerán a la ramera, y la dejarán desolada y desnuda; y devorarán sus carnes, y la quemarán con fuego” (vv. 12-16).
También se describe a esta mujer como “la gran ciudad que reina sobre los reyes de la tierra” (v. 18). En un versículo anterior se señala que está sentada sobre “siete montes” (v. 9). Existe solo una ciudad que se ubica sobre siete montes, que ha reinado “sobre los reyes de la tierra” y que está fuertemente identificada con un sistema religioso importante: Roma.
Lo que vemos descrito en este pasaje es un poder que en su forma final aparecerá en un escenario mundial en el cual ejercerá gran influencia política y religiosa sobre la gente de todas las naciones y grupos étnicos.
Cuando este sistema resurja, deslumbrará al mundo de manera nunca antes vista. Ningún otro imperio en los tiempos modernos, ha combinado el poder militar y el religioso con el elemento adicional de control e influencia religiosa como se describe acá.
Este poder religioso, representado aquí como la gran ramera, ha “fornicado” con “los reyes de la tierra” (v. 2). Esta relación inmoral, que pasa por alto el sagrado pacto del matrimonio, implica inestabilidad y deslealtad. Puede parecer algo bueno momentáneamente, pero nunca produce una relación satisfactoria, porque los involucrados se utilizan mutuamente para sus propios fines.
Esta mujer también está “ebria de la sangre de los santos, y de la sangre de los mártires de Jesús” (v. 6). Claramente, aunque esta mujer aparenta ser noble, sabia y rica, deja una huella de miseria humana que no puede ser encubierta ni justificada con una falsa justicia.
¿De dónde podría surgir este poder?
¿Dónde está desarrollándose esta potencia en la actualidad?
Tomemos en cuenta cuánto se ha transformado el mundo solamente desde la Segunda Guerra Mundial.
Cuando esta guerra terminó, solo dos potencias dominantes quedaron en pie: la Unión Soviética y los Estados Unidos. Las potencias del Eje (fuerzas militares que pelearon contra los Aliados durante la Segunda Guerra Mundial: Japón, Alemania, Italia, Bulgaria, Hungría y Rumania) lideradas por Alemania y que habían llevado al mundo a la guerra, habían sido derrotadas. En los años posteriores se vio cómo las relaciones de estos dos grandes vencedores terminaron en la Guerra Fría, que llegó a su fin en 1991 con la caída de la Unión Soviética. Desde entonces, Estados Unidos ha sido la única superpotencia mundial, aunque de manera renuente.
Desde el atentado a las Torres Gemelas en Nueva York en septiembre de 2001, la atención de los Estados Unidos se ha enfocado en el Medio Oriente, con invasiones casi simultáneas en Afganistán e Irak. La guerra contra el terrorismo ha minado los recursos, la energía y la moral del país del norte. Los resultados han sido cuestionables, en el mejor de los casos. Ahora las tropas norteamericanas ya han sido evacuadas de Irak y las últimas en Afganistán están esperando su retiro.
Una reciente matanza, perpetrada por un soldado norteamericano en contra de ciudadanos afganos, ha elevado la tensión entre ambas partes, e incluso ha habido llamados para acelerar la salida de los soldados norteamericanos. El costo psicológico de la última década aún está por verse.
El desastre económico de 2008 y la subsecuente recesión también han impactado el rol de la economía estadounidense en el mundo. Si no se puede contar más con los Estados Unidos, dicen algunos, hay que prepararnos para un cambio. Y que no le quepa la menor duda: el cambio es inminente.
Lo que hay que entender aquí es esto: Estados Unidos es la potencia global preeminente, de la cual depende el actual orden mundial. Nadie puede poner esto en duda ni cuestionarlo seriamente. No obstante, las señales de que el poder está cambiando de manos se están haciendo cada vez mas evidentes, y nuevamente, nadie se atreve a negarlo.
Los días de Estados Unidos como superpotencia controladora en los círculos mundiales están contados. La profecía bíblica es bastante clara al respecto. Ante el ocaso de la superpotencia norteamericana, ¿quién tomará su lugar?
¿Será Europa?
La Unión Europea (UE) ha estado pasando por una gran prueba respecto a su viabilidad, debido a la crisis financiera de Grecia. Lo que está en juego es la continuidad del proyecto de la Unión Europea como existe hasta ahora. Se ha comprobado claramente que sin una unión económica absoluta no puede haber una verdadera “unión”, y que sin una política fiscal unificada controlada por una autoridad central, el actual problema de deuda de los estados miembros inevitablemente continuará.
Alemania es, por amplio margen, la economía más fuerte dentro de Europa. Su estabilidad fiscal ha sido la garantía detrás del cortafuego financiero que mantiene unida a la UE. Ningún otro estado miembro puede continuar con este rol y ese es uno de los problemas y temores que existen. Nadie desea ver que este actual dominio económico alemán avance a otro nivel de control.
La crisis en Europa está en pleno apogeo. Grecia ha recibido una serie de rescates y todos han sido difíciles. A España, Italia y Austria se les ha rebajado su calidad crediticia. En algunos países han sido reemplazados ciertos líderes elegidos democráticamente. La canciller alemana Ángela Merkel está siendo acusada de conducir a Alemania y a Europa por el camino equivocado. ¿Qué acciones pueden tomarse?
Alemania es el gerente general de esta crisis, y en realidad, el único responsable de la actual situación. Alemania presionó fuertemente por una moneda única, pero al igual que todos los otros estados miembros de la UE, no quiso ceder su soberanía a otra autoridad. El resultado fue una sola moneda, el euro, sin una unión política efectiva.
Lo que algunos pronosticaron hace más de 10 años ha comenzado a suceder —una gran deuda, sin posibilidad de manejarla ni eliminarla. Un observador la describe como “una máquina infernal”. Muchos ven la necesidad de una unión política, pero al mismo tiempo, esta es una de las soluciones más temidas.
La revista Financial Times (Tiempos financieros) de Londres lo expresó de la siguiente manera: “La actual crisis muestra que los griegos, alemanes e italianos, tienen en común una cosa muy importante: una profunda aversión a ceder el control de su presupuesto nacional. El resultado es que el euro se encuentra en una posición peligrosa e inestable. Las acciones exigidas a Alemania no son razonables. No obstante, la solución alemana —reforma estructural ahora, unión política después— no es viable” (Gideon Rachman, “Germany Faces a Machine From Hell” [Alemania enfrenta una máquina infernal], feb. 14, 2012).
El temor de una Alemania fuerte que controle el futuro de Grecia o de cualquier país europeo insolvente, inmediatamente evoca palabras como “Auschwitz” o “nazismo”. Detrás de bambalinas, los líderes están muy preocupados acerca del resultado. La crisis está en su apogeo, esperando que surja una solución de cualquier lado.
En el escenario actual, Alemania es aparentemente la única nación que puede calmar a Europa y conducirla hacia aguas más tranquilas. Debemos estar atentos a alguna crisis posterior que pueda crear las condiciones apropiadas para que un grupo central de naciones ceda control operacional y político a una potencia que pueda enderezar el rumbo del barco. Tal momento efectivamente llegará y cuando lo haga, reestructurará Europa y probablemente el escenario mundial.
He aquí el detalle
Históricamente, la única región mundial que encaja en la descripción de la potencia descrita en Apocalipsis 17 es Europa. Ninguna otra región en la historia aporta los antecedentes para una combinación de poder político, económico y religioso que impacte tanto al mundo. Ninguna otra región en la actualidad podría proporcionar elementos tan parecidos a los descritos en la profecía. Simplemente, ninguna.
Es cierto que se habla mucho sobre la falta de religiosidad post-guerra en Europa. Es verdad que actualmente el secularismo tiene una influencia dominante sobre la cultura europea. Sin embargo, la religión en Europa no está muerta –muy por el contrario. En cualquier lugar del continente europeo se pueden encontrar vestigios de su pasado religioso e incluso señales de un presente religioso.
Hace unos pocos meses estuve parado en la catedral de San Esteban, en el centro de la ciudad de Viena. Era un viernes por la tarde. Las personas salían de su trabajo y se dirigían rápidamente a sus casas. Pero observé que la catedral estaba llena de personas que entraban y salían para confesarse y orar apresuradamente. Jóvenes y adultos transitaban por mi lado dentro de la iglesia. Pensé “¡este lugar está vivo, lleno de actividad!”. Y me acordé de la inscripción en una cruz frente del Palacio de Habsburgo: Christus Hoffnung Europas (“Cristo, la esperanza de Europa”).
En algún momento estallará una crisis, y se considerará la religión como la única alternativa para solucionarla y restablecer la estabilidad del orden mundial. Esto es lo que vemos en Apocalipsis 17: una crisis tan grande, que un grupo central de líderes cederá su autoridad a un poder único. Este poder emergerá de manera muy diferente a todo lo visto hasta ahora, pero estará firmemente enraizado en la tradición antigua y medieval. Imbuido del fervor de la religión popular, ofrecerá lo que en apariencia será la única esperanza viable para la prosperidad y supervivencia humanas.
Por un instante en el tiempo, el más crítico de toda la historia, el mundo se dejará llevar. Este periodo acabará como todos los otros, pero no sin que antes se inicie una era de problemas mundiales nunca antes vista (Mateo 24:21-22).
Estamos siendo testigos del cambio que está sufriendo el mundo y el comienzo de nuevos alineamientos en materia de poderes e influencia. Una nueva “Babilonia” hará su aparición. Este es el momento de entender las palabras de esta profecía y poner atención a la advertencia de Dios encontrada en Apocalipsis 18:4: “Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas”. BN