Imperios en ascenso

Usted está aquí

Imperios en ascenso

No hay duda alguna en mi mente de que la Biblia es la fuente más importante y confiable de estudio si uno desea comprender el escenario mundial de hoy. De hecho, es el mapa más preciso para entender la geopolítica de la historia y los acontecimientos actuales. Hoy en día, las naciones se están realineando y los eventos están ocurriendo a un ritmo mucho más veloz de lo que los expertos en geopolítica alcanzan a comprender. La razón por la cual muchos no logran analizar adecuadamente el mundo moderno es que rechazan la Biblia como el lente necesario para entenderlo.

El año en curso promete ser uno muy decisivo para los asuntos mundiales. Algunas de las mayores potencias están efectuando movidas estratégicas para fortalecerse aún más, mientras otras tambalean. Estamos en un momento como el que se describe en el libro de Habacuc, donde Dios le dijo al profeta: “Mirad entre las naciones y ved, y asombraos; porque haré una obra en vuestros días, que aun cuando se os contare no creeréis” (Habacuc 1:5).

El mundo está pasando por lo que los historiadores llaman “era axial”, cuando se desvanecen los antiguos órdenes mundiales y en su lugar aparecen otros nuevos. La mejor manera de comprender lo que está ocurriendo en nuestro mundo es adquirir un sólido entendimiento de la perspectiva que Dios tiene de la historia, y de su habilidad para dirigir el destino de las naciones.

Una de las formas de evaluar el presente mundo consiste en observarlo a través del lente de los imperios, tanto antiguos como modernos. Han pasado cien años desde la Primera Guerra Mundial. El fin de “la Gran Guerra” fue testigo del colapso de los imperios ruso, alemán, Habsburgo y otomano. El costo de esta guerra y su cifra de muertos paralizaron al Imperio británico y lo embarcaron en un proceso de lento deterioro en las siguientes décadas.

Irónicamente, este conflicto bélico también fue testigo de cómo Estados Unidos asumió un rol mundial que siguió creciendo durante todo el resto del siglo xx, hasta que en 1991 llegó a convertirse en la única superpotencia del mundo. Hoy día vemos el surgimiento de potencias en las mismas áreas que ocupaban los antiguos imperios ya mencionados, y también en Asia. Si queremos comprender apropiadamente nuestros tiempos con una perspectiva universal correcta, tenemos que adoptar una perspectiva bíblica. Solo entonces podremos encontrarle sentido a lo que estamos viendo a nuestro derredor.

Echemos una mirada a lo que está ocurriendo ahora.

China en competencia con Occidente

Solamente la generación más antigua que aún vive recuerda el tiempo en que “Hecho en China” era una declaración menos que deseable en cuanto a la calidad de los objetos manufacturados en dicho país. Hoy la realidad es muy diferente: China fabrica productos de gran calidad y produce la mayor parte de lo que se consume en los Estados Unidos y otras partes del mundo. El incremento de la producción industrial de China la ha convertido en una de las naciones que encabeza las tablas de clasificación en cuanto a producto nacional bruto y a posición dentro de la economía mundial. China es el centro manufacturero del mundo y una de las economías de más rápido crecimiento (cerca de 7% anual).

Un viejo adagio dice: “Cuando Estados Unidos estornuda, el resto del mundo se resfría”. Ahora se puede decir esto de China. Aunque el estilo de crecimiento capitalista en China se opone diametralmente a su forma de gobierno de corte socialista-comunista, es reconocido como crucial. La mantención del desempleo a niveles manejables es fundamental para la estabilidad social de China. Su numerosa población requiere de un continuo crecimiento económico para mantener el empleo y los ingresos a un grado satisfactorio, y el control del gobierno comunista sobre la nación depende de esa continuidad.

La expansión económica de China le ha permitido desarrollar un ejército formidable. La parte más significativa de este es su marina de guerra, que le permite a la nación proyectarse más allá de sus costas y competir con el prolongado dominio de los Estados Unidos en Asia. Los chinos quieren ver la desaparición del dominio estadounidense en Asia y reemplazarlo con sus propias fuerzas navales. Esto le permitiría a China controlar las principales vías comerciales marítimas y ejercer una considerable influencia (si no un control absoluto) sobre otras potencias como Japón y Australia.

Las ambiciones de China han sido evidentes desde hace mucho tiempo. Es una potencia emergente que procura dominar no solo Asia sino también otras partes del mundo. Y debido a que Estados Unidos le debe gran cantidad de dinero a China, esta puede convertirse en una seria amenaza al poderío del país del norte. La condición de Estados Unidos como nación que debe masivas cantidades de dinero es el talón de Aquiles que algún día podría acabar con su dilatado dominio sobre los asuntos mundiales.

China desea ser la potencia líder no solo en Asia, sino en el escenario mundial, y la única otra potencia que se interpone en su camino es Estados Unidos.

En una reciente conferencia del Partido Comunista de China, el presidente Xi Jinping consolidó su poder y todo indica que ahora ejerce el control absoluto de la nación. Xi desea llevar a China a una nueva era, con la intención de reconfigurar el mapa global. De entre quienes lo acompañan, nadie parece ser un posible sucesor. En un futuro previsible, Xi encabezará la marcha de China hacia el imperio.

La influencia de China sobre Corea del Norte podría jugar un papel en sus relaciones con Occidente, especialmente con los Estados Unidos. Corea del Norte es una potencia nuclear y una amenaza no solo para Estados Unidos sino también para la región asiática, incluyendo a China. No se debe olvidar que mientras Corea del Sur y Japón pueden ser posibles blancos de cualquier ataque por parte de Corea del Norte, China está justo al lado, compartiendo sus fronteras con ella.

El liderazgo de Corea del Norte es incierto y errático. El pequeño país tiene quizá varias docenas de armas nucleares y todos en la región, incluyendo China, son un blanco en potencia. La relación exacta entre China y Corea del Norte no está muy clara y esa incertidumbre puede limitar los planes expansionistas de China.

En el corto plazo, China es una potencia en crecimiento con una obvia presencia en el escenario mundial. Emplazada al nororiente de la crucial área profética de Jerusalén, China debe considerarse como parte del bloque de poder descrito en Daniel 11:44, el mismo que provocará un ataque preventivo de parte de otra potencia que se apoderará de naciones claves del Medio Oriente.

Apocalipsis 9:13-17 y 16:12 describe a enormes ejércitos provenientes del oriente, más allá del río Éufrates, que se movilizan hacia Jerusalén en el tiempo de crisis mundial al final de esta era. El creciente poderío militar y naval de China podría estar posicionándola para que juegue un rol en este movimiento de las naciones del tiempo del fin. Cualesquiera sean los planes del actual liderazgo chino, serán invalidados por otros acontecimientos descritos en la profecía bíblica.

El regreso de Rusia al poder

Ahora hablemos de Rusia. Un reciente número de la revista The Economist se refirió en su artículo principal al presidente Vladimir Putin, apodándolo “el zar ruso”. El artículo describe cómo el presidente Putin ha adoptado gran parte de los símbolos, la mística y el estilo de los zares rusos (monarcas imperiales del pasado precomunista) para que Rusia vuelva a cierto nivel de orden y respeto. Desde que subió al poder en 1999, Putin ha perseguido la meta de restaurar la influencia de Rusia como gran potencia.

Él invadió Ucrania y anexó Crimea; aplastó implacablemente a los terroristas chechenos y últimamente ha apoyado el régimen sirio del presidente Bashar al-Assad con tropas y aviones rusos. Esta incursión de Rusia en el conflicto del Medio oriente ha contribuido a la inestabilidad de la región, ya que ha permitido el crecimiento de la influencia iraní en el fracasado Estado sirio.

La presencia rusa en la frontera de Europa es un factor geopolítico de consecuencias históricas. Rusia ha observado a Occidente a través de un lente dual de temor y envidia: envidia porque Europa Occidental desarrolló un gran nivel tecnológico que la hizo superar rápidamente a Rusia en riqueza y estándar de vida. Desde los días del occidentalizado zar Pedro el Grande, Rusia ha reconocido la necesidad de adoptar los avances científicos y tecnológicos de Europa para poder jugar un rol apropiado entre las demás naciones. Pero a pesar de su extenso territorio y su numerosa población, Rusia históricamente ha ido a la zaga de sus vecinos europeos.

El temor a ser invadida por extranjeros también ha atormentado a Rusia. Napoleón trató de conquistarla, pero fracasó. Durante la Segunda Guerra Mundial, Alemania violó un tratado y la invadió, buscando las ricas tierras del sur para producción de alimentos y petróleo. Una vez más la inmensidad del territorio y de su población, aunada a sus crudos inviernos, ahuyentaron al invasor. Pero el miedo a la invasión impulsa a Rusia a procurar la inestabilidad de la otan y a mantener la presencia de zonas neutrales como Ucrania bajo su influencia.

Vladimir Putin persigue construir y mantener una Rusia capaz de jugar un rol proporcional a su tamaño y recursos, tanto en Asia como en Europa. Realísticamente hablando, Rusia no podrá volver a tener el tamaño ni el alcance de la antigua Unión Soviética. Aquel imperio colapsó en 1991 debido a múltiples fracasos del sistema.

Pero Putin está realizando astutas maniobras entre las naciones con una combinación de políticas internas que lo mantienen a la cabeza del Estado ruso. Las abundantes reservas rusas de gas natural y petróleo son aprovechadas para mantener equilibradas a su favor las relaciones con países como Alemania. Esta nación y otras de Europa Occidental dependen en gran parte de los gasoductos que suministran abundante gas natural a sus hogares e industrias.

Se le ha dedicado demasiada atención a la supuesta intervención rusa en las elecciones presidenciales estadounidenses en 2016. El ataque cibernético ruso a instituciones claves de Estados Unidos es una amenaza real, pero hasta la fecha no se ha podido presentar ninguna evidencia para demostrar la participación rusa en alguna forma que pudiera haber influido en el resultado de dicha elección. Y aunque las historias al respecto son material para fascinantes titulares, en el amplio panorama de la geopolítica no son lo que va a modificar el curso de un orden mundial cambiante.

El presidente Putin se ha impuesto metas de largo plazo, intentando reconstruir un Imperio ruso como el de los zares. Él ha sobrevivido a dos presidentes estadounidenses y probablemente sobrevivirá a un tercero. Pero sus ambiciones se enfrentarán con otros poderes regionales, especialmente al sur, en el Medio Oriente.

Turquía desea otro Imperio otomano

A continuación analicemos la región correspondiente al antiguo Imperio otomano. En el apogeo de su poderío, esta potencia situada en Turquía gobernó sobre una gran porción del Medio Oriente moderno y el sureste de Europa. Su desmoronamiento después de la Primera Guerra Mundial produjo la formación de los modernos Estados de Siria, el Líbano, Irak, Jordania e Israel.

El Imperio otomano, un califato islámico que gobernó sobre agrupaciones multiétnicas de personas durante más de cuatrocientos años, se desvaneció hace mucho tiempo. No obstante, los restos de sus antiguos territorios en el Medio Oriente son el escenario de gran parte de los conflictos que acaparan los titulares de hoy.

Turquía, la nación musulmana económica y tecnológicamente más avanzada de la región, ha sido un Estado laico durante la mayor parte de los últimos cien años. Sin embargo, bajo el gobierno del presidente Recep Tayyip Erdogan, que ha dominado la política de Turquía desde 2003, esta nación se ha vuelto cada vez más islámica y antioccidental. Él parece decidido a recobrar el poder y prestigio del antiguo Imperio otomano. Y como Turquía es miembro de la otan, estos acontecimientos tienen graves implicancias para el futuro de la alianza.

Mientras tanto, los soldados estadounidenses muertos en Irak y Afganistán son un legado de las divisiones de la antigua esfera otomana y de las decisiones tomadas por ella. La historia enseña terribles lecciones que pueden durar por generaciones.

En el último siglo, Gran Bretaña y los Estados Unidos intentaron imponer sus estándares de gobierno, libertades individuales y nacionalidad a una región cuya gente es formada por la religión y costumbres étnicas y se resiste de manera innata a estos conceptos modernos. Ambas naciones aprendieron cuán difícil es semejante desafío pagando un enorme costo monetario y humano.

Irán, empeñado en resucitar la gloria de Persia

Además de Turquía, otra potencia, Irán, pretende extender su influencia sobre gran parte de la región. La República Islámica de Irán ha conseguido proyectar su perjudicial influencia en una zona que se extiende desde Afganistán hacia el oeste, hasta el mar Mediterráneo, y hacia el sur, incluyendo el Líbano y el extremo de la península arábiga. El gobierno musulmán chií en Irak necesita el apoyo de Irán para imponer su poder sobre los musulmanes suníes.

El fracasado Estado sirio del presidente Asad está recibiendo el respaldo iraní. En el Líbano, el grupo terrorista Hisbulá actúa como representante de Irán para librar una guerra de desgaste contra el Estado de Israel. En Yemen, rebeldes hutíes apoyados por Irán ejercen presión sobre Arabia Saudita, el poderoso Estado suní que contrarresta las ambiciones iraníes.

Los analistas que tienen un punto de vista panorámico de la historia reconocen que este escenario es una página de la historia antigua. Nunca, desde los días del Imperio persa en el siglo VI a.C., se había visto semejante despliegue de poder. Irán sueña con el resurgimiento de la gloria persa. Cuando Irán traspase el umbral nuclear, una nueva dimensión de tensión y terror se apoderará no tan solo de esta región, sino de todo el mundo.

Un Estado islámico con armas nucleares es territorio desconocido para los líderes de Estados Unidos y Europa. Por ello es que el tratado nuclear firmado entre Irán y la administración de Obama es tan controvertido. La administración de Trump, con una perspectiva más realista y gran desconfianza en las intenciones de Irán, ha amenazado con abandonar su parte del tratado.

Las agresivas acciones de Irán ya han trastornado la estabilidad del Medio Oriente. Su amenaza a Arabia Saudita incluso ha forzado a esta nación a alinearse temporalmente con Israel debido a su
preocupación por la seguridad nacional. Ambos países comparten un interés común de contrarrestar las ambiciones iraníes. Los nuevos líderes sauditas también han comenzado a evaluar su estructura interna de gobierno para ayudar a su país a lidiar con las actuales realidades nacionales.

Una vez más el mapa del Medio Oriente está siendo redibujado. Cien años después que los diplomáticos en Europa redibujaran las fronteras del colapsado Imperio otomano –que francamente se hizo sin conocer a fondo las realidades históricas y culturales de la región y de su gente– vemos que los acontecimientos otra vez están obligando a formular nuevos alineamientos.

La incógnita es si los hombres de Estado de hoy entienden mejor las dinámicas en juego para poder manejar el resultado o contribuir a que este sea superior al que consiguieron sus predecesores. Los sucesos en el Medio Oriente han estado cambiando desde antes de los días del Imperio babilónico en tiempos del profeta Daniel. Babilonia cayó a manos de los persas; Persia fue subyugada por Alejandro Magno; el Imperio griego dividido que duró trescientos años después de su muerte fue aplastado por el puño de hierro del Imperio romano, una potencia centrada en Europa y que según la profecía jugaría un papel en la región hasta la actualidad y aún más allá, en el futuro.

Los últimos dos mil años han sido una competencia de empujones y forcejeos entre las potencias que han surgido, tales como el islam y la reacción de los poderes políticos y religiosos basados en Europa. En el siglo VII a. C. los ejércitos del islam desbordaron su región e invadieron África del Norte y Europa, trastornando un orden histórico que se había establecido en tiempos muy antiguos.

Para entender de qué se trata este orden, primero debemos fijar la vista en otra región más, la de Europa, y hacer un breve examen de otro imperio emergente. Más adelante veremos el resumen que Dios nos entrega en la Biblia, donde se encuentran las claves para entender los cambiantes poderes mundiales de la actualidad.

El sueño de unidad de Europa

Hemos mencionado varias veces a Europa. Hoy en día este continente experimenta varios desafíos que están impactando su confianza y su integridad. En 2015, el flujo masivo de inmigrantes provenientes del Medio Oriente y África cambió radicalmente la manera en que muchas naciones se consideran unas a otras.

Alemania acogió a más de un millón de refugiados que escapaban de Siria, Irak y África del Norte. Esta medida dividió a la nación y debilitó la autoridad del gobierno de Ángela Merkel. Hungría y Eslovaquia cerraron sus fronteras a la inmigración; Austria prohibió el ingreso de nuevos inmigrantes y el año pasado eligió a un primer ministro nacionalista que ha jurado poner los intereses de Austria primero.

Hay cierta justicia poética en el hecho de que cien años después que una Europa colonial impuso un nuevo mapa del Medio Oriente trazando líneas para crear nuevas naciones sin entender las tensiones culturales y étnicas, la desintegración de dicho mapa ha afectado a la Europa moderna causando fragmentación, resistencia y desconfianza. El triste legado de este capítulo es que parece que nadie tiene una mejor comprensión o estrategia respecto al Medio Oriente hoy en día que en 1918.

El impacto del brexit en la unificación europea

La decisión de Gran Bretaña de retirarse de la Unión Europea gatilló otra crisis que puso a prueba la habilidad de Europa para seguir adelante. Antes del voto del brexit, ninguna nación de la UE había optado por retirarse. Esto ha obligado al continente a ingresar a un nuevo territorio.

Uno de los líderes europeos, el presidente francés Emmanuel Macron, ha hecho un llamado para tener una UE más estrecha e integrada, con Francia y Alemania a cargo de crear un comité dedicado a temas globales como el cambio climático, el ascenso al poder de China y un Irán potencialmente nuclear. Y todo esto, a pesar de su impactante declaración en enero pasado de que si al pueblo francés se le permitiera un referéndum acerca de su participación en la UE, ¡este escogería abandonarla, tal como hizo Gran Bretaña!

Macron considera que Europa gradualmente adoptará más responsabilidades de autodefensa debido a la decreciente influencia de los Estados Unidos. En una declaración hecha el año pasado, dijo: “Solamente Europa puede otorgarnos cierta capacidad de acción en el mundo actual”.

Sin embargo, debemos recordar que lo que Europa es hoy día no es lo que será mañana. La UE da tumbos entre una crisis y otra, sin soluciones efectivas. Una prolongada y latente crisis económica todavía enfrenta a las naciones sureñas contra las naciones norteñas más ricas. No obstante, la UE sigue esforzándose por eliminar las fronteras y promover una grandiosa imagen de un súper Estado aún más unido, en el que todos sus miembros se encuentran vinculados por políticas económicas.

Uno de los propósitos fundamentales de la UE, desde sus mismos comienzos como una alianza industrial entre unos cuantos Estados y posteriormente con el Tratado de Roma en 1957, era el de asociar estrechamente a Francia y Alemania para que nunca más se enfrascaran en guerras mutuas. Pero Europa nunca ha sido ni nunca será un simple grupo de naciones vinculadas por filosofías económicas y políticas compartidas. Hoy día, el gobierno de la UE carece del elemento fundamental que siempre ha unido a los diversos pueblos de Europa dentro de todos los imperios duraderos, ya fuera el alemán, el Habsburgo, o el aún más antiguo Imperio romano.

Se trata de la religión

A menos que Europa redescubra y recupere sus raíces religiosas, nunca habrá un siguiente paso para establecer la clase de “imperio” que lleve a cabo todos los objetivos propuestos por sus líderes. Aunque el cristianismo está íntimamente ligado a la historia de Europa, los modernos (y en algunos casos irreligiosos) creadores de la UE deliberadamente evitaron toda referencia a Dios, a la religión o al cristianismo. El papa Juan Pablo II hizo una famosa objeción a la omisión del cristianismo en los primeros bocetos de lo que después de su muerte se convertiría en el Tratado de Lisboa, la “Constitución Europea” que unificaba a los Estados miembros.

Los historiadores establecen la fundación de Europa durante el reinado de Carlomagno, rey de los francos. Al ser coronado por el papa en Roma durante el día de Navidad en 800 d. C., la autoridad y el prestigio del Imperio romano fueron restaurados. Carlomagno fue el defensor del cristianismo y el monarca de una zona de Europa mucho mayor que la de cualquier otro gobernante desde los emperadores romanos. Él combinó en su cargo el poder de la iglesia y del Estado. Cuando posteriormente otros reyes crearon el Sacro Imperio Romano, se entendía que lo habían edificado sobre lo que ya había comenzado con Carlomagno.

En Europa, los roles combinados de iglesia y Estado funcionaron por más de un siglo e hicieron posible extender un gobierno de cultura, política y religión a todas partes del mundo. Comenzando con la era de expansión marítima en Portugal a fines del siglo xv, Europa se esparció explosivamente por el mundo y estableció un sistema mercantil que canalizó la vuelta de la riqueza al continente gracias a un enorme flujo comercial. Materias primas de los lugares más recónditos de África, las Américas y Asia eran llevadas a Europa. Los productos manufacturados se exportaban a las colonias creadas por Francia, Bélgica, España y Portugal.

Se creó una amplia red económica que por más de quinientos años sirvió para establecer, ayudar y sostener a las poderosas familias y dinastías de Europa. Cuando uno visita Europa en la actualidad y ve los castillos, palacios y catedrales de las grandes ciudades, está frente a la evidencia tangible de aquel gran periodo en que la riqueza del mundo fluía hacia este continente.

Surgimiento de un nuevo imperio

De todas las potencias mundiales que hemos analizado en este artículo, hay una que debemos observar y entender mejor que ninguna otra: la Unión Europea. La UE está pasando por una crisis existencial que amenaza con remecerla hasta sus cimientos. Tiene profundos problemas y contradicciones internas, pero al mismo tiempo un tamaño, poder y voz respecto a los asuntos mundiales que no se pueden ignorar.

La Europa que vemos hoy en día, algunas veces llamada burlonamente “el viejo mundo” y considerada un concepto fracasado, no va a desaparecer. Se transformará a sí misma, probablemente mediante una gran crisis como nunca antes ha experimentado, y se convertirá en una gran potencia que asombrará al mundo.

Se necesitará la sacudida de un momento semejante para que los líderes europeos se animen a crear una potencia mayor, con el poder para mantener el orden dentro de sus fronteras y aún más allá. Esta potencia, que no solo tendrá una dimensión política sino también una religiosa, está por venir y usted debe saber por qué.

Un conocimiento enraizado en la profecía bíblica

¿Cómo sabemos esto? ¿Por qué podemos escribir acerca del actual escenario mundial y de potencias como China, Rusia, el Medio Oriente y Europa, con un entendimiento que no proviene de un texto de historia ni de una fuente contemporánea de noticias? La razón es que nuestra perspectiva del mundo se basa en la Biblia, específicamente en las porciones proféticas que describen la historia desde el tiempo de los profetas bíblicos hasta nuestra era presente.

En esta perspectiva existen tres factores:

Primero, cuando usted acepta el principio básico de que Dios ha establecido las fronteras de las naciones y sus tiempos prefijados de poder e influencia en el mundo (Hechos 17:26), ya cuenta con el punto de inicio.

Segundo, cuando usted une lo anterior con la habilidad de Dios para predecir acontecimientos, tiempos y estaciones claves (Isaías 44:6-7) por medio de sus profetas, cuenta también con los elementos proféticos de la Biblia.

Tercero, usted tiene a su disposición un amplio bosquejo profético en el libro de Daniel que predice verdades históricas claves para nuestros días y el tiempo del retorno de Cristo.

Daniel habla de imperios pasados y presentes, y específicamente del choque entre imperios basados en Europa y el Medio Oriente. La descripción detallada de estos poderes se encuentra en los escritos de Daniel y en el libro del Apocalipsis. En el tiempo del fin, una potencia del Medio Oriente se alzará contra una confederación de naciones con sede en Europa y provocará una invasión al Medio Oriente por una avalancha de ejércitos. Jerusalén será el sitio final de estos enfrentamientos, y entre ambos puntos se llevará a cabo un despliegue de armamentos y poder como ningún otro en la historia.

“El principio de la sabiduría es el temor del Eterno”

Es por esto es que en las páginas de Las Buenas Noticias prestamos mucha atención a lo que sucede en Europa y el Medio Oriente. Este artículo ha sido un breve resumen de los poderes emergentes en nuestro mundo actual, pero desde un punto de vista bíblico. La única manera de que usted pueda entender lo que va a surgir del actual orden mundial es comprendiendo lo que la Escritura dice acerca de la historia y la profecía.

Las noticias actuales, incluso las emitidas por las fuentes mejores y más confiables a nuestra disposición, no toman en consideración lo que Dios dice por medio de la Biblia. Incluso algunos medios informativos que tienen la Biblia en una mano y una fuente noticiosa en la otra, en la mayoría de los casos carecen de un suficiente conocimiento y discernimiento de las Escrituras.

Los análisis de Las Buenas Noticias se acercan más a la verdad porque nosotros no solo creemos en la autoridad de la Biblia, sino que también permitimos que esa autoridad modele y guíe nuestras vidas. Y lo mismo debe hacer usted: “El principio de la sabiduría es el temor del Eterno” (Salmos 111:10).

El mundo está cambiando rápidamente. Dios está desplazándose entre las naciones y controlando los acontecimientos para que encajen en su propósito y sus planes. Manténgase conectado a Las Buenas Noticias y cerca de Dios. ¡Él le dará el entendimiento del verdadero significado de los sucesos que importan! BN