¿Dónde encaja Rusia en la profecía de los últimos tiempos?
Rusia ha aparecido mucho en las noticias últimamente, principalmente por razones negativas. Ucrania, que una vez formó parte de la Unión Soviética, ha sido sacudida por los conflictos que han provocado ciertos bandos respaldados por Rusia. En 2014 esta nación se apoderó de la península de Crimea, que también es parte de Ucrania, y la anexó a su territorio, violando el tratado de 1994 en el cual Rusia se había comprometido a respetar las fronteras de Ucrania.
En estos momentos una parte del este de Ucrania se debate en un conflicto armado, en el cual las tropas ucranianas están luchando contra fuerzas partidarias de Rusia que son apoyadas y armadas por ésta. Los europeos y otras naciones vecinas están muy alarmados por esta agresión, y temen que se pueda extender a los territorios europeos colindantes con Rusia, como Estonia, Letonia y Lituania.
Temiendo una mayor agresividad por parte de Rusia, el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, hace poco solicitó la formación de un ejército europeo unido, ya que “un ejército común de los europeos le demostraría a Rusia que tomamos muy en serio la defensa de los valores de la Unión Europea” (Andrew Sparrow, “Jean-Claude Juncker Calls for EU Army” [Jean-Claude Juncker solicita la creación de un ejército de la UE], The Guardian, 8 de marzo de 2015).
La “máquina del tiempo” de Dios
Naturalmente, muchos lectores quieren saber lo que la Biblia dice acerca de Rusia. Esta nación es una de las grandes potencias mundiales y su ejército es uno de los más formidables, modernos y bien equipados del mundo.
Además, como nación ocupa el territorio más extenso de la Tierra, equivalente a casi el doble de la masa terrestre de Canadá, el segundo país más grande del mundo.
Y aunque no tenemos una bola de cristal, sí tenemos algo mucho mejor: la Palabra de Dios. Como Dios dijo en Isaías 46:9-10: “Acordaos de las cosas pasadas desde los tiempos antiguos; porque yo soy Dios, y no hay otro Dios, y nada hay semejante a mí, que anuncio lo por venir desde el principio, y desde la antigüedad lo que aún no era hecho; que digo: Mi consejo permanecerá, y haré todo lo que quiero”. ¡Solo él sabe con seguridad lo que depara el futuro!
El apóstol Pedro escribió acerca de “la palabra profética . . . a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones; entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación [u origen], privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo” (2 Pedro 1:19-21).
En cierto sentido, la Biblia puede ser considerada como un tipo de máquina del tiempo que describe fielmente los acontecimientos del pasado, presente y futuro desde el punto de vista de Dios. Y aunque la profecía bíblica habla extensamente sobre eventos ocurridos en el pasado, hay un período futuro al que se refiere más que a cualquier otro. Las Escrituras aluden a ese tiempo como “el tiempo del fin”, “el fin de los siglos” y “los postreros días”.
Dios habla de ese período que ocurrirá inmediatamente antes de la segunda venida de Cristo. Por supuesto, él sabe lo que sucederá en el futuro lejano y cuáles serán las naciones que protagonizarán ese tiempo crucial. Y una de ellas, según la descripción histórica y geográfica que entrega la Biblia, parece ser Rusia.
Con respecto a esto, es importante notar que cuando las Escrituras mencionan profecías, éstas por lo general usan como punto de referencia a Israel y su capital, Jerusalén. Dios describe a ambas como el lugar al que Jesucristo regresará un día para gobernar sobre toda la Tierra.
El profeta Zacarías incluso menciona el lugar donde Cristo posará sus pies cuando descienda a este planeta: “Después saldrá el Eterno y peleará con aquellas naciones, como peleó en el día de la batalla. Y se afirmarán sus pies en aquel día sobre el monte de los Olivos, que está en frente de Jerusalén al oriente . . . Y el Eterno será rey sobre toda la tierra” (Zacarías 14:3-4, 9).
Entonces, ¿dónde encaja Rusia? De acuerdo a la descripción geográfica que entrega cierta profecía bíblica, hay un sólido indicio de que Rusia jugará un rol significativo en los eventos de los últimos tiempos.
Ejércitos preparados para la batalla
Veamos en el libro de Daniel una de las descripciones de los tiempos del fin, en la cual se mencionan algunas de las naciones que estarán involucradas.
Note lo que se dice en Daniel 11:40-45 y 12:1-2: “Pero al cabo del tiempo el rey del sur contenderá con él; y el rey del norte se levantará contra él como una tempestad, con carros y gente de a caballo, y muchas naves; y entrará por las tierras, e inundará, y pasará. Entrará a la tierra gloriosa, y muchas provincias caerán; mas éstas escaparán de su mano: Edom y Moab, y la mayoría de los hijos de Amón.
“Extenderá su mano contra las tierras, y no escapará el país de Egipto. Y se apoderará de los tesoros de oro y plata, y de todas las cosas preciosas de Egipto; y los de Libia y de Etiopía le seguirán. Pero noticias del oriente y del norte lo atemorizarán, y saldrá con gran ira para destruir y matar a muchos. Y plantará las tiendas de su palacio entre los mares y el monte glorioso y santo; mas llegará a su fin, y no tendrá quien le ayude.
“En aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que está de parte de los hijos de tu pueblo; y será tiempo de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente hasta entonces; pero en aquel tiempo será libertado tu pueblo, todos los que se hallen escritos en el libro. Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua”.
Es importante incluir estos últimos versículos dentro del contexto, porque algunos intérpretes de la Biblia creen que esta sección en realidad habla de un tiempo en el pasado. Pero tal como usted puede ver, estos eventos claramente se refieren a los últimos días, desde el momento mismo que precederá a la venida de Jesucristo hasta la resurrección de los muertos a su regreso (vea 1 Corintios 15:22-23 y 1 Tesalonicenses 4:16), algo que aún no ha sucedido.
Así, en esta sección vemos un atisbo al conflicto de los últimos tiempos entre varias alianzas de naciones, una de ellas liderada por un gobernante llamado “el rey del sur”, y una segunda comandada por “el rey del norte”, además de fuerzas “del oriente y del norte” (o posiblemente del “noreste”, para lo cual no hay un término equivalente en hebreo), las que eventualmente se incorporarán a la batalla. Recordemos que los puntos cardinales aquí tienen como referente a Israel.
Los reyes del norte y del sur
Durante el tiempo en que Daniel escribió esta profecía, la región del rey del norte estaba gobernada por el Imperio persa. Luego fue conquistada por el Imperio griego, que subsecuentemente fue absorbido por el Imperio romano. Y aun cuando el Imperio romano original colapsó en 476 d. C., ha resurgido periódicamente a lo largo de la historia hasta el mismo siglo XX
(bajo nombres como “Sacro Imperio Romano” u otro término equivalente).
Por ejemplo, la alianza entre Adolfo Hitler y Benito Mussolini (quien proclamó en Italia que estaba restaurando una versión del antiguo Imperio romano) eventualmente desembocó en la masacre universal que fue la Segunda Guerra Mundial.
Según entendemos, este “rey del norte” está destinado a surgir una vez más en el tiempo del fin. Después de ser provocado, sus fuerzas arrasarán y ocuparan las tierras de un postrero rey del sur.
En Daniel 11 podemos ver que el rey del sur de los últimos tiempos será un líder que comandará un grupo de naciones ubicadas en su mayoría al sur de Israel, pero que también se extenderá al este y al oeste, ya que las Escrituras nombran a varias de ellas: Edom, Moab, Amón (tres naciones antiguas que componen gran parte de la Jordania moderna), Egipto, Libia y Etiopía.
Note que las Escrituras dicen acerca de esta región que “muchas provincias caerán” (incluyendo Israel), implicando que puede abarcar otras naciones cercanas ubicadas al este, al sur y al oeste de Israel pero que no son mencionadas por su nombre. Estas naciones, a excepción de Israel, tienen en común dos factores: en su mayoría son de descendencia árabe, y su religión es el islam.
Pareciera ser que esta confederación del sur está constituida principalmente de naciones árabes cuya religión es el islam. Tal vez se trate de un califato islámico renacido, el cual desde hace mucho ha sido un sueño para millones de musulmanes. Pero ellos también sueñan con conquistar Europa y revivir los días de gloria de los imperios islámicos anteriores, que durante siglos invadieron y en algunos casos dominaron parcial o completamente España, Portugal, Francia, Europa del Este, Sicilia e Italia.
En años recientes varios líderes y personalidades religiosas musulmanas han hecho alarde de su deseo de capturar Roma, a la que consideran el trono de Europa y del cristianismo. Según su perspectiva, una victoria en tal sentido probaría la superioridad del islam sobre el cristianismo.
Otros países no árabes, como Paquistán (que posee docenas de cabezas nucleares) e Irán, del cual se sospecha que está tratando de adquirir armas nucleares, son también islámicos en su gran mayoría. Más aún, varias ramas militantes de la religión islámica están trastornando una gran franja del mundo que se extiende desde la costa atlántica de África del Norte hasta Afganistán e India.
“Noticias del oriente y del norte”
Donde Rusia parece encajar es en la profecía de Daniel, cuando indica que después de que el rey del norte invada la Tierra Santa, “noticias del oriente y del norte lo atemorizarán, y saldrá con gran ira para destruir y matar a muchos” (Daniel 11:44). Debido a que varias naciones de esta región serán invadidas y conquistadas por el rey del norte, lógicamente habrá una reacción por parte de las potencias principales al norte y al este (o, nuevamente, posiblemente al noreste) de esa región.
Al este de la Tierra Santa se extiende una gran franja de naciones musulmanas que se enfurecerían frente a la toma de la tercera ciudad más santa del islam, Jerusalén. Entre ellas están Jordania, Irak, Arabia Saudita, Kuwait, Qatar, Baréin, Omán, los Emiratos Árabes Unidos, Irán, Afganistán, Paquistán y varias naciones predominantemente musulmanas de la antigua Unión Soviética, además de India, con sus 200 millones de musulmanes. Al norte de la Tierra Santa hay más naciones musulmanas: el Líbano, Siria y Turquía, además de áreas de Rusia que tienen grandes poblaciones islámicas.
Cualquier invasión a la Tierra Santa liderada por Europa, como se predice en esta profecía, sería vista por los musulmanes de estas regiones como otra “cruzada” en contra del islam. Y aunque a los oídos occidentales la palabra “cruzada” les pueda sonar un poco extraña, ese es precisamente él término que usaron los musulmanes para describir las invasiones a Irak y Afganistán lideradas por Estados Unidos. En las mentes de millones de musulmanes las cruzadas nunca terminaron y el islam continúa en pie de guerra contra el cristianismo en una batalla por la supremacía, tal como se refleja en las palabras y acciones de muchos yihadistas en la actualidad.
Sin duda, una toma de Jerusalén y la Tierra Santa por parte de Occidente convocaría a muchos musulmanes para pelear y expulsar a los “cruzados”, tal como ocurrió en Irak y Afganistán cuando las fuerzas occidentales fueron forzadas a retirarse en medio de gran humillación. El vacío que dejaron fue llenado apresuradamente por grupos militantes islámicos, con el consecuente caos.
Un vistazo a un mapa muestra que más allá de estas naciones musulmanas y arriba del Medio Oriente (y al este del área del rey del norte) solo hay una potencia principal, y ella es Rusia. Moscú está situado casi justo al norte de Israel. Y si la traducción correcta del versículo en cuestión es “noreste”, solo existe una nación poderosa al noreste de la Tierra Santa: Rusia, cuyo territorio se extiende más al este que el de cualquier otra potencia asiática.
Rusia tiene un gran interés en el Medio Oriente por razones políticas, económicas, militares y religiosas. En los últimos 200 años se ha hecho evidente cierto patrón histórico cada vez que las potencias europeas han intentado conquistar el Medio Oriente: tarde o temprano Rusia termina involucrándose, ya que esta región afecta significativamente sus intereses nacionales.
“Reyes del oriente”
Daniel 11:44 nos dice que “noticias del oriente” afectarán mucho al rey del norte. ¿A qué puede referirse esto?
El libro de Apocalipsis, explicando ciertos aspectos de la profecía de Daniel, describe dos avances principales de tropas que involucran al río Éufrates, la antigua frontera entre el Imperio romano y sus adversarios al oriente. Sin duda que estos desplazamientos desde el oriente serán la respuesta a la toma de la Tierra Santa por parte del rey del norte.
Las potencias orientales desplegarán un masivo ejército de 200 millones y lanzarán un aparente contraataque llamado “el segundo ay”, cuando la tercera parte de la humanidad morirá, evidentemente por el uso de armas de destrucción masiva (Apocalipsis 9:13-18). Luego, a medida que se aproxime el regreso de Jesucristo, una fuerza liderada por “los reyes [gobernadores] del oriente” cruzará el Éufrates, que se habrá secado a consecuencia de la sexta de las siete plagas, las que colectivamente son llamadas “el tercer ay” (Apocalipsis 16:12).
Como se explicó anteriormente, al este de la Tierra Santa hay un gran número de naciones musulmanas. Más al este se encuentran las grandes potencias de India, China y Japón, además de otras naciones islámicas como Indonesia y Malasia. Algunas de estas naciones muy bien podrían formar una alianza, ya que el Medio Oriente tiene gran relevancia para sus intereses nacionales. El petróleo del Medio Oriente es muy importante para varias de ellas, y quienes profesan la fe islámica en Asia consideran que Jerusalén, la Meca y Medina (estas dos últimas en Arabia Saudita)son sus ciudades sagradas.
Indudablemente, para ellas sería inaceptable ver a sus ciudades sagradas bajo la amenaza de ser tomadas por una potencia europea. Además, con las fuerzas europeas gobernando al menos parte del Medio Oriente, el equilibrio de poder y riqueza cambiaría y se inclinaría en contra de estas potencias islámicas.
Otra posible identidad de estas fuerzas orientales podrían ser China y sus aliados asiáticos, incluyendo Rusia, que muchas veces tienen intereses económicos y políticos en común.
Tal como un artículo reciente de la revista The Economist (El economista) destacó, “las relaciones entre Rusia y China, el vecino más grande de Rusia y la mayor potencia de Asia, están prosperando, alentadas por el acuerdo al que llegaron en mayo pasado [2014] de suministrar gas siberiano a China por 30 años a través de gaseoductos . . . China tiene una gran necesidad de energía rusa; y como otro miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, es un importante escudo político” (“Banyan: Bear With Us” [Banyan: Sé paciente con nosotros”], 21 de febrero de 2015, p. 41).
Por lo tanto, una amenaza al suministro de petróleo del Medio Oriente y a sus imprescindibles vías marinas podría provocar una reacción por parte de cualquiera de estas naciones. China, con su población de más de mil trescientos millones, podría ciertamente desplegar una inmensa fuerza militar, y el poder militar y la tecnología de Rusia también son de primera categoría.
En cuanto al rey del norte, la Biblia dice que contenderá con aquellos que eventualmente formen una alianza en contra de él y “saldrá con gran ira para destruir y matar a muchos” (Daniel 11:44).
Vemos entonces que hay dos movimientos principales de fuerzas geopolíticas al este y al norte de Tierra Santa, más allá del río Éufrates, y varios candidatos importantes que también podrían ser parte de estas fuerzas. Ello posiblemente incluirá a la inmensa población de musulmanes a lo largo del sur de Asia, como también a la gente de Rusia, China, India y Japón.
La marcha final para luchar contra las fuerzas europeas en Tierra Santa culminará con la convergencia de ambos bandos en Armagedón y la gran batalla en Jerusalén al regreso de Cristo, en la cual tanto las fuerzas europeas como las de Oriente serán destruidas. (Para aprender más, lea nuestro folleto gratuito El Cercano Oriente en la profecía bíblica).
Pareciera ser que el fortalecimiento del poder ruso está destinado a tener un gran impacto en los eventos de los últimos días que culminarán con el regreso de Cristo, por lo que debemos estar vigilando y prestando atención a las noticias del mundo, especialmente en lo que respecta a estas importantes naciones.
Al fin y al cabo, buenas noticias para Rusia y el resto del mundo
Sin embargo, después de todo hay buenas noticias para Rusia y el resto del mundo. Jesucristo regresará para poner fin a la política humana, la codicia y la guerra. Una de las escrituras más alentadoras en este sentido se encuentra en Isaías 2, que describe lo que ocurrirá después de que este tiempo de conflicto global termine y Cristo venga a gobernar sobre las naciones.
Nuestra esperanza y meta final es ser parte de su Reino venidero, ya que en ese entonces por fin habrá paz y armonía sobre la Tierra. ¿Le gustaría ser también parte de ese Reino? Ese es el objetivo de esta revista.
Lo dejaremos con estos versos de Isaías 2:3-4 para que medite en ellos, ya que describen esa maravillosa solución a la guerra: “. . . Venid, y subamos al monte del Eterno, a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará sus caminos, y caminaremos por sus sendas. Porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra del Eterno. Y juzgará entre las naciones, y reprenderá a muchos pueblos; y volverán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra”.