Complemento del calendario sagrado 2014-2015
Por eso resulta interesante saber cómo se aplica en la práctica el diseño del Calendario Sagrado. Desde la antigüedad Dios fue guiando al hombre para que aprenda a contar la longitud de los días, meses y años. Así en tiempos de Noé, Dios dejó manifiesto en Su palabra escrita, la Biblia, el relato de la construcción del arca y el tiempo que Noé y su familia, permanecieron dentro de ella. Fue desde esa época que Dios hizo una importante revelación para conocimiento del hombre. Más tarde, Esteban, primer martir de la Iglesia de aquel periodo temprano de la era de Efeso, nos hace otro importante relato registrado en el libro de Hechos: “Este es aquel Moisés que estuvo en la congregación en el desierto con el ángel que le hablaba en el monte Sinaí, y con nuestros padres, y que recibió palabras de vida para darnos. Pero nuestros padres no quisieron obedecer, sino que lo desecharon, y en sus corazones se volvieron a Egipto”. (Hechos 7:38-39).
Con el correr del tiempo, Israel perdió de vista lo que Dios había hecho con Su calendario. No fueron pocos los que más tarde, usaron sus razonamientos humanos sin poder obtener respuestas. Por fortuna, el pueblo judío guardó celosamente copias de los registros del calendario, habiendo sido preservado en el Talmud. Es de esa fuente que la Iglesia de Dios pudo continuar con los registros bíblicos que preservaron las reglas del calendario. De esa manera, la Iglesia de Dios pudo continuar celebrando los sábados y las Fiestas Santas, exactamente como Dios lo determinó desde tiempos bíblicos.
¿Por qué la Pascua no cae en domingo, martes o jueves? Por qué el día de Expiación no ocurre en viernes o domingo? Por qué el séptimo día de la Fiesta de los Tabernáculos no cae en sábado semanal, como algunas veces ocurre con el Último Gran día?
Estas son algunas curiosidades interesantes que tiene el Calendario de Dios y que se encuentran descritas en los registros antes mencionados.
Durante el siglo IV, el líder de los judíos, Hillel II, en el año 358-359 DC., dictó un decreto para dar validez al Calendario hebreo en actual uso, habilitándolo hacia el futuro, hasta que cumplido los tiempos, una autoridad Superior pueda reestablecerla en Jerusalén, ya que por autoridad bíblica, nadie puede cambiar su contenido.
Sin embargo, en un planeta como el nuestro, era necesario establecer una línea oficial de cambio de fecha, a ser determinada por reconocidas autoridades. Esta línea internacional fue fijada en el pacífico medio, la cual corta Alaska al norte y el reino de Tonga, en el pacífico sur. De tal manera que las islas de Alaska que se encuentran al oeste de la línea internacional de demarcación, fueron incorporadas dentro del día que corresponde al este, y por el contrario, las islas al este del reino de Tonga, fueron incorporadas en el día que comienza al oeste de la línea internacional. De esta manera, los miembros de la Iglesia en Tonga, comienzan sus sábados y Días santos un día antes de los hermanos que viven al oeste de ellos en las islas Aleutianas en el hemisferio norte. Todo esto ocurre debido a regulaciones internacionales, que de ninguna manera alteran el calendario en sí mismo.
Por otra lado, podemos ver que Dios determinó Su calendario con extraordinaria exactitud matemática. También es sorprendente descubrir cómo Dios conjugó el alfabeto hebreo, en ciclos de 19 años. Cada letra del alfabeto hebreo tiene un interesante valor numérico, el cual sirve de base para calcular las semanas en ciclos de 19 años. Asimismo resulta interesante que para determinar el día de la semana y el día del mes del nacimiento de la luna nueva en Jerusalén, se emplean respectivamente, números de días y horas en sistemas numéricos de base 7 y 24.
Con relación a las semanas de años comunes, el máximo número es 12, esto se debe a que hay un máximo de 12 años comunes y siete bisiestos en un ciclo de 19 años. El proceso matemático se basa en que 19 años solares son exactamente 235 meses lunares. Y que un año solar tiene exactamente 12,368421 meses lunares. El exceso al número 12, en 19 años solares, nos da exactamente 7, (0.368421 x 19), que no son otra cosa que siete meses extras en un ciclo de 19 años (Adar II). De esta manera, queda totalmente ajustada la diferencia del exceso entre los meses lunares y los años solares. El procedimiento de cálculo se inicia con la determinación del nacimiento de la luna nueva en Jerusalén (molad de Tishri). Determinado el día, el proceso continua con los demás sábados anuales, mediante un sencillo procedimiento sabiendo que los seis primeros meses del año tienen un número constante de 177 días. Y debido a que la Pascua es el 14° día del primer mes, restando 13 días obtenemos 164. Por tanto, a partir del día de Trompetas determinado por las reglas del molad de Tishri, restando 164 días, siempre llegamos al día de la Pascua. Los siete días subsiguientes, son los Días que corresponden a Panes sin Levadura. Y por las reglas preestablecidas para el conteo de 50 días, llegamos al Día de Pentecostés. De la misma manera, sumando 9 días al día de Trompetas, queda determinado el Día de Expiación y sumando 14 y 21 días respectivamente en el mismo mes, quedan fijados el primer día de la Fiesta de Tabernáculos y la Fiesta del Ultimo Gran Día. Este proceso se repite automáticamente de año en año. De manera similar y con la ayuda de un ordenador, podemos establecer los sábados anuales y días santos para los años por venir.