#201 - Ezequiel 40-48: "Nuevo templo de Cristo en Jerusalén; repartición de tierras"

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#201 - Ezequiel 40-48

"Nuevo templo de Cristo en Jerusalén; repartición de tierras"

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#201 - Ezequiel 40-48: "Nuevo templo de Cristo en Jerusalén; repartición de tierras"

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En el último estudio analizamos la invasión de Gog y sus aliados contra la tierra de Israel. Según lo describe Dios, parece ser al principio del Milenio, “después de haberlos llevado al cautiverio entre las naciones, los reúna sobre su tierra, sin dejar allí a ninguno de ellos” (Ezequiel 39:28). Dice que sabrá exactamente dónde estarán los descendientes de esas 12 tribus de Israel entre las naciones y los traerá de vuelta a Israel “sin dejar allí a ninguno de ellos [entre las naciones]”. ¿Cómo podrá hacerlo Dios después de tanto tiempo de estar esparcidos entre las naciones y, además, que tengan todavía una mayoría de su herencia israelita intacta?

La respuesta es que Dios se comprometió a hacerlo, y “nada hay imposible para Dios” (Lucas 1:37). Afirma: “Porque he aquí yo mandaré y haré que la casa de Israel sea zarandeada entre todas las naciones, como se zarandea el grano en una criba, y no cae un granito en la tierra” (Amós 9:9). A pesar de la idea común de que a través de la historia todos los pueblos se han mezclado mucho entre sí, no es cierto. Por miles de años las personas han vivido en forma sedentaria, cerca de sus casas, viajaban poco y trataban sólo con los de su propia lengua. Los demás pueblos eran vistos con recelo. Por ejemplo, casi no se trataban los asiáticos, los blancos o los negros. El transporte era muy rudimentario y peligroso. Por eso, los pueblos solían agruparse en vez de desparramarse.

Ahora bien, el descubrimiento del Nuevo Mundo trajo una gran inmigración, pero casi todos eran de los mismos pueblos. Los ingleses pasaron al norte y los españoles y portugueses al sur. Por ejemplo, en el censo de 1980, los Estados Unidos todavía contaba con 180 millones de anglosajones y europeos noroccidentales. Sólo un 25% no era de ascendencia europea noroccidental. Recuerden que esto no indica ninguna superioridad entre las razas, sino sólo una prioridad del llamado de Dios. Recuerden el principio, “Al judío [israelita] primero, luego al griego”. Dios no fue un racista cuando escogió primero a Abraham y a su descendencia para ser su pueblo.

¿Podrá entonces Dios traer a todos estos descendientes de vuelta a Israel? Pues, ¿qué es más difícil mantener el rastro de unos millones de descendientes de Israel entre las naciones, o estar al tanto de todas las estrellas del universo? En la actualidad hay unos 6 mil millones de seres humanos sobre la tierra. De esos, probablemente habrá unos quinientos millones que son mayoritariamente descendientes de Israel. Sin embargo, sólo en nuestra galaxia, la Vía Láctea, se calcula que hay 200 mil millones de estrellas, es decir, 400 veces más estrellas que todos los descendientes de los israelitas. Los astrónomos piensan que hay una galaxia en el universo por cada estrella en la Vía Láctea, es decir 200 millones de galaxias, todas con un promedio de la misma cantidad de estrellas.

¿Y qué nos dicen las Escrituras respecto a Dios y esta inmensidad de estrellas? “Él cuenta el número de las estrellas; a todas ellas llama por sus nombres. Grande es el Señor nuestro, y de mucho poder; y su entendimiento es infinito” (Salmos 147:4). De modo que no debemos preocuparnos de si Dios puede hacerlo o no.

Ahora bien, con respecto a esta invasión de Gog, la Biblia además relata otra invasión muy parecida al final del Milenio. “Cuando los mil años se cumplan, Satanás será suelto de su prisión, y saldrá a engañar a las naciones que están en los cuatro ángulos de la tierra, a Gog y Magog, a fin de reunirlos para la batalla; el número de los cuales es como la arena del mar. Y subieron sobre la anchura de la tierra, y rodearon el campamento de los santos y la ciudad amada; y de Dios descendió fuego del cielo, y los consumió” (Apocalipsis 20:7-9).

A pesar de la similitud, hay varios puntos para pensar que esta es otra invasión al final del Milenio y no la del principio. Las indicaciones en Ezequiel es que sucede poco después de haberse establecido Israel en sus tierras. Recibirán el Espíritu Santo (Ezequiel 39:29), y estarán “morando confiadamente” (Ezequiel 38:8). Luego de la batalla, estarán quemando el hierro y acero por 7 años. ¿Se hará esto al final del Milenio, antes de la Segunda Resurrección?

Por otra parte, hay que tomar en cuenta lo que Dios dice dos veces a Gog: “De aquí a muchos días serás visitado; al cabo de años vendrás a la tierra salvada de la espada… y subirás contra mi pueblo Israel como nublado para cubrir la tierra; será al cabo de los días; y te traeré sobre mi tierra, para que las naciones me conozcan, cuando sea santificado” (Ezequiel 38:8-16).

En resumen, parece más bien que la invasión de Gog es al principio del Milenio y hay otra al final. No obstante, no se puede descartar del todo que la invasión no sea la misma que se menciona al final. Por el momento, no está del todo claro y tendremos que esperar con paciencia.

Según la descripción que Dios le entregó a Ezequiel, el Templo medía 100m por 60m; el recinto sagrado medía 300m cuadrados y el territorio santo alrededor era 12 Km por 5 Km cuadrados.

Antes de terminar la descripción del Milenio, ahora Dios le muestra a Ezequiel algo muy alentador. Como era no sólo profeta sino también sacerdote, estaría muy interesado en saber cómo será el nuevo Templo de Cristo en la Jerusalén remodelada durante el Milenio.

“En el año veinticinco de nuestro cautiverio [573 a.C.]... En visiones de Dios me llevó a la tierra de Israel, y me puso sobre un monte muy alto, sobre el cual había un edificio parecido a una gran ciudad, hacia la parte sur” (Ezequiel 40:1-2). ¿Dónde está localizado este gran Templo? Más tarde nos dice que está en medio de Judá “el santuario estará en medio de ella” (Ezequiel 47:8).

Otras escrituras añaden más detalles y señalan que el nuevo Templo estará en medio de esa Jerusalén remodelada. “Acontecerá también en aquel día que saldrán de Jerusalén aguas vivas, la mitad de ellas hacia el mar oriental [el Mar Muerto], y la otra mitad hacia el mar occidental [el Mar Mediterráneo]... Y el Eterno será rey sobre toda la tierra y… Jerusalén será enaltecida, y… será habitada confiadamente” (Zac 14:8-11). Además, este nuevo Templo estará edificado sobre el Monte de Sion. “Porque el Eterno ha elegido a Sion; la quiso por habitación para sí. Este es para siempre el lugar de mi reposo; aquí habitaré, porque la he querido” (Salmos 132:13-14). De modo que Jerusalén será exaltada, y todo alrededor quedará como una llanura.

Ahora un ángel lleva a Ezequiel por una gira, primero dentro del santuario, y luego por las afueras de la hermosa ciudad. Recuerden que será la capital del mundo, y muchas naciones vendrán a guardar la Fiesta de los Tabernáculos en medio de ella (Zac 14:16). Todo ya está planificado para ese entonces. 

¿Cómo será la capital donde morará Jesucristo? Hace unos años atrás, con la ayuda de unos arquitectos, el Sr. Leroy Neff hizo un diseño de esta ciudad, y aquí aparece abajo:

13)

Entusiasmados, los habitantes de la tierra dirán: “Venid, y subamos al monte del Eterno, a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará sus caminos, y caminaremos por sus sendas. Porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra del Eterno” (Isaías 2:3). 

Será un lugar muy santo, pero asequible. Ha habido tanto pecado en estos 6000 años, que se debe purificar la tierra y los habitantes. El lugar donde Cristo morará no es un edificio común o corriente, sino un templo santo. Él es el Rey de reyes y el Sumo sacerdote. En visión, Ezequiel ve la llegada de Cristo al santuario. “Me llevó luego a la puerta… y he aquí la gloria del Dios de Israel, que venía del oriente, y su sonido era como el sonido de muchas aguas, y la tierra resplandecía a causa de su gloria… Y la gloria del Eterno entró en la casa por la vía de la puerta que daba al oriente… Y oí uno que me hablaba desde la casa; y un varón estaba junto a mí, y me dijo: “Hijo de hombre, este es el lugar de mi trono, el lugar donde posaré las plantas de mis pies, en el cual habitaré entre los hijos de Israel para siempre” (Ezequiel 43:1-7).

Por siete días se harán sacrificios para que la tierra alrededor quede limpia. “Y acabados estos días, del octavo día en adelante, los sacerdotes sacrificarán sobre el altar vuestros holocaustos y vuestras ofrendas de paz; y me seréis aceptos, dice el Eterno” (Ezequiel 43:27). “La preocupación” dice un comentarista, “de la gira es para marcar los límites entre lo sagrado y lo profano, y así proteger la santidad de Dios de cualquier contaminación” (Comentario Bíblico de Harper).

Algunos piensan que es raro que vuelvan a tener sacrificios en el Milenio. “Muchos han objetado la idea de la restitución de los sacrificios de animales durante el Milenio”, menciona El Comentario de Conocimiento Bíblico, “puesto que estos sacrificios se remontan al sistema levítico y parecen están fuera de lugar en el Milenio. Sin embargo, no existe ninguna dificultad al entender el propósito indicado de los sacrificios. Primero que nada, los sacrificios de animales nunca pudieron remover el pecado de los hombres; sólo el sacrificio de Jesucristo puede hacer esto (Hebreos 10:1-4; 10). En los tiempos del Antiguo Testamento, los israelitas eran salvos por la gracia mediante la fe, y los sacrificios ayudaban a restaurar la relación del creyente para con Dios. En segunda instancia, aún después de que se estableció la Iglesia, los miembros de ascendencia judía no vacilaban en participar de los oficios del Templo (Hechos 2:46; Hechos 3:1; Hechos 5:42). Hasta ofrecían sacrificios (Hechos 21:26). Podían hacer esto puesto que veían los sacrificios como recuerdos de la muerte de Cristo. Cuando la Iglesia reemplazó a Israel en el programa de Dios (Ro 11:11-24), un nuevo sistema comenzó. Los sacrificios del ministerio levítico, que apuntaban hacia el sacrificio de Cristo, fueron reemplazados por la Pascua del Señor, que miraba hacia atrás a su muerte, y hacia adelante a su segunda venida (1 Corintios 11:24-26). Cuando Cristo vuelva, Israel volverá a tomar su lugar de prominencia en el plan de Dios (Romanos 11:25-27)... La muerte de estos animales para los sacrificios les recordará a todas las naciones los sufrimientos y la muerte que tuvo que pasar Jesucristo por todos nosotros”.

A cargo de los sacrificios estarán los sacerdotes de la descendencia de Sadoc, que fueron el linaje fiel desde que reemplazaron a Abiatar y su linaje en los tiempos de Salomón. “Mas los sacerdotes levitas hijos de Sadoc, que guardaron el ordenamiento del santuario cuando los hijos de Israel se apartaron de mí, ellos se acercarán para ministrar ante mí… Y enseñarán a mi pueblo a hacer diferencia entre lo santo y lo profano [días santos como el sábado y las Fiestas santas] y les enseñarán a discernir entre lo limpio y lo no limpio [entre comida limpia y las carnes inmundas]... y mis leyes y mis decretos guardarán en todas mis fiestas solemnes, y santificarán mis días de reposo [sábados]” (Ezequiel 44:15-16; Ezequiel 44:23-24).

Adivinen ahora, ¿quién estará administrando este territorio de Israel bajo Cristo? Sí, es David. Él es el príncipe que se menciona aquí. Dios ya había revelado: “Habitarán en la tierra que di a mi siervo Jacob, en la cual habitaron vuestros padres… mi siervo David será príncipe de ellos para siempre” (Ezequiel 37:25). Es llamativo que Cristo recuerde esta relación tan estrecha que tuvo con David. Jamás se olvidó de su gran amor y fidelidad. Dice de David: “He hallado a David hijo de Isaí, varón conforme a mi corazón, quien hará todo lo que yo quiero” (Hechos 13:22).

Pues aquí en Ezequiel, tenemos casi un capítulo entero sobre David, sus bendiciones, cargos y el territorio que tendrá (capítulo 45). Enseñará a cumplir los sábados y las Fiestas Santas (Ezequiel 45:21-25). Nadie se atreverá a decirle que fueron abolidos. ¡Qué gran recompensa por haber sido fiel a Dios y sus leyes y tendrá muchos cantores para ayudarle! (Ezequiel 40:44).

He aquí un esquema de la repartición de las tribus de Israel. Es un territorio mayor que el anterior, y todas las tribus tienen la misma cantidad de terrenos. Pueden notar que el príncipe tiene una enorme área (10 km. x 50 km.).

Así podrá invitar a millones de personas para las Fiestas Santas. Por ejemplo, la ciudad de Santiago, que tiene 5 millones de habitantes, es varias veces menor en territorio que la de David. En ese entonces, todo se hará muy hermoso, con la ecología debidamente tomada en cuenta. De hecho, estos capítulos nos muestran el orden que tiene Dios en cada detalle. Todo se ha planificado en sus debidas dimensiones, “pues Dios no es Dios de confusión, sino de paz… hágase todo decentemente y con orden” (1 Corintios 14:33, 1 Corintios 14:40).

Repartición de las tierras para las tribus de Israel

Finalmente habrá paz en todo el mundo, y los seres humanos, bajo la supervisión de los santos glorificados, podrán empezar a remodelar y hermosear la tierra. Estará lista para la Segunda Resurrección. Allí, sus seres queridos podrán volver a la vida y ser enseñados por ustedes. Hay mil años para terminar la labor de embellecer la tierra, y es sólo el primer ensayo de lo que será remodelar el resto del universo que Dios ha hecho para los herederos del “mundo venidero” (Hebreos 2:5).

Vale la pena perseverar hasta el fin, no importa las pruebas que uno esté pasando o pasará. Los que tienen esa visión, no se doblegarán, y morirán por la fe si es necesario. Vemos que otros santos no renegaron la fe, aunque finalmente murieron, pues ellos tenían la visión de participar en ese mundo venidero, y “fueron atormentados, no aceptando el rescate, a fin de obtener mejor resurrección” (Hebreos 11:35).

Ahora, milagrosamente, del nuevo Templo saldrá una fuente de agua que aumenta según sale. “Me hizo volver luego a la entrada de la casa; y he aquí aguas que salían de debajo del umbral de la casa hacia el oriente… Y me dijo: Estas aguas salen a la región del oriente, y descenderán al Arabá, y entrarán en el mar [Muerto]; y entradas en el mar, recibirán sanidad las aguas. Y toda alma viviente que nadare por dondequiera que entraren estos dos ríos [uno al Mediterráneo y el otro al Mar Rojo] vivirá, y habrá muchísimos peces… Y junto al río, a uno y a otro lado, crecerá toda clase de árboles frutales; sus hojas nunca caerán, ni faltará su fruto… y su fruto será para comer, y su hoja para medicina” (Ezequiel 47:1-12).

La ciudad de Jerusalén tendrá un nuevo nombre, Eterno-sama [El Eterno está allí] (Ezequiel 48:35). Cristo estará a cargo por esos mil años. Luego vendrá la Segunda Resurrección donde los demás seres humanos tendrán su primera oportunidad de conocer la verdad de Dios. Podrán arrepentirse de quebrantar sus leyes, aceptar el sacrificio de Jesucristo y recibir el Espíritu Santo. Serán probados por lo que parece ser un máximo de 100 años [Isaías 65:20] y luego, o entran en el Reino de Dios como santos glorificados, o serán lanzados al lago de fuego, junto con los demás que en esta vida tuvieron su oportunidad y no perseveraron [Apocalipsis 20:15).

Todo esto ocurre en el Milenio y la Segunda Resurrección, pero es sólo un modelo de lo que viene después: la Nueva Jerusalén. Desciende del tercer cielo y Dios el Padre hará su morada con Jesucristo y con nosotros ¡en ese mismo lugar! (Apocalipsis 21-22). Este es el glorioso Plan de Dios. Con la ayuda de Dios, un día ¡viviremos con ellos para siempre! (Apocalipsis 22:3-5).