#192 - Ezequiel 4-7: "Historia de las 10 tribus 'perdidas' de Israel"

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#192 - Ezequiel 4-7

"Historia de las 10 tribus 'perdidas' de Israel"

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  1. El pueblo judío en Jerusalén y sus alrededores, que están por ser conquistados por Nabucodonosor. A veces se refiere a ellos también como "la casa de Israel", puesto que un pequeño grupo de israelitas habitaron con ellos al huir del norte, antes de que fueran conquistados por los babilonios. Uno de los propósitos principales de Dios es mostrarle a Ezequiel cómo abandona el Templo por medio del trono llevado por los querubines. Es el Verbo que sale, pues Dios el Padre siempre ha estado en el tercer cielo.
  2. Los judíos exiliados que están en Babilonia que reciben el mensaje de que no volverán por muchos años a Judá. También por las referencias hechas, hay entre ellos algunos de la casa de Israel.
  3. Las diez tribus "perdidas" de Israel, que siguen siendo una enorme multitud y siguen rebeldes. Dios les revela que no se ha olvidado de ellos y tendrán un papel importante en el futuro del mundo.

 

¿Cómo sabemos que había israelitas en Jerusalén? Ezequiel se refiere a veces a ellos. ¿Cómo sucedió? En el reinado de Josías, rey de Judá (640-609 a.C.) leemos de ese remanente de ellos: "...dieron el dinero que había sido traído a la casa del Eterno, que los levitas que guardaban la puerta habían recogido de mano de Manasés y de Efraín y de todo el remanente de Israel" (2 Crónicas 34:9). Luego este remanente celebró la Pascua con Judá en Jerusalén (2 Crónicas 35:18). Esto siempre se ha entendido. Noten: "De modo que ninguno de la casa de Israel vivía en Palestina cuando Judá fue tomada cautiva (aunque hubo algunas personas de las distintas tribus norteñas de Israel que por razones religiosas se separaron de sus tribus y vivieron en Judá y se convirtieron en judíos" ['La Llave Maestra de la Profecía’, p.70], por un error inadvertido no está la última parte en edición hispana). Veamos el mapa para entender a quienes se dirigía Ezequiel en la mayoría de los casos.

Es importante entender que, a veces, cuando Ezequiel se dirige a Jerusalén, incluye a este pequeño remanente de la casa de Israel que sobrevivió la invasión Asiria y por fin se refugiaron en Jerusalén con los judíos para evitar la captura por los babilonios. A la vez, no se debe confundir este remanente con el inmenso grupo de las 10 tribus que siguen en la zona norteña de Asiria al que también Dios se dirige.

El cristianismo tradicional enseña que estas 10 tribus norteñas desaparecieron de la historia y ya no existen. Sin embargo ¡eso no es lo que la Biblia muestra!

A través de todos los profetas, Dios indica que él sabe exactamente donde se encuentran en ese entonces y en el futuro cuando sean reunidos con Judá al regreso de Cristo.

Noten lo que admite la Enciclopedia Judía: "Puesto que existe un gran número de profecías que tienen que ver con el retorno de ‘Israel’ a la Tierra Santa, los que creen en la inspiración literal de las Escrituras siempre han tenido dificultades en explicar la existencia continua de las tribus de Israel. Las excepciones son Judá, Leví y Benjamín, que regresaron con Esdras y Nehemías. Si las 10 tribus han desaparecido, el cumplimiento literal de las profecías no es posible; y si no han desaparecido, es obvio que tienen que existir bajo otro nombre” ("Tribus, Las 10 Perdidas" tomo 12, p. 249).

Josefo, el famoso historiador judío, escribió a fines del primer siglo sobre estas 10 tribus de Israel: "El grupo entero del pueblo de Israel [las 10 tribus] se quedaron en ese país [Asiria del norte], y sólo hay dos tribus en Asia y Europa sujetas a los Romanos [Judá y Benjamín], mientras que las Diez Tribus están más allá del Éufrates hasta hoy día, y son una inmensa multitud que no se pueden contar por su gran número" (Antigüedades de los judíos, libro 11, cap. 5, sec. 2). Esto definitivamente no suena como si hubiesen "desaparecido" de la historia como algunos alegan.

Lo que dijo Josefo es confirmado por Dios en Oseas 1:6,10: "No me compadeceré más de la casa de Israel, sino que los quitaré del todo… Con todo, será el número de los hijos de Israel como la arena del mar, que no se puede medir ni contar".

El historiador inglés, Sharon Turner menciona sobre la población de Europa: "Europa ha sido poblada por tres grandes corrientes migratorias del Este, que se han seguido en intervalos tan distintos que cada uno tiene un idioma diferente. Los más antiguos son los Cimerios y los Celtas [500-100 a.C.]. Los segundos son los Escitas, los Godos y las tribus alemanas, de las cuales descienden la mayoría de las naciones modernas europeas [300-500 D.C.] [La tercera ola migratoria son los eslavos y los sármatas, que se establecieron en Polonia, Bohemia, Rusia y sus alrededores]. Son de las dos primeras olas migratorias que los antiguos habitantes de Inglaterra descienden... Los Cimerios y los Celtas se pueden considerar nuestros primeros ancestros, y en la segunda gran ola migratoria a Europa de la nación alemana o gótica que, juntos con los escitas, vienen nuestros ancestros Anglosajones y Normandos" (Historia de los Anglosajones, p, 4, 21).

De esta segunda ola migratoria (300-400 d.C.) de acuerdo a la edición moderna de la Enciclopedia Británica sobre los alemanes [y escitas], ellos admiten que no hay muchos hallazgos arqueológicos en Europa antes del siglo siete antes de Cristo, mostrando que estaba prácticamente deshabitada.

Cuando llegaron los israelitas, llamados escitas, celtas, cimeros y cimbrios en la historia secular, en la primera ola migratoria a Europa, la encontraron prácticamente vacía. No era una región temperada como el Mediterráneo o el Medio Oriente. Muchos siglos pasarían entre cada ola migratoria. Tomaría más de mil años poblar a Europa. En la segunda ola, junto a los escitas estaban los antiguos asirios, ahora llamados alemanes o "alani". La historia no sabe los orígenes de estos pueblos, solo dicen que eran personas blancas que vinieron del Este, precisamente de donde habitaban las 10 tribus de Israel. Muchas palabras de ellos vienen del hebreo. Por ejemplo, la palabra "Cimbro" es muy parecido a "hijo de Omri", que es como los asirios llamaban a los israelitas por el rey Omri de Israel que fue un famoso guerrero. Estas olas migratorias de la región donde habían estado los hijos de Israel, las fechas, la religión, el idioma, la raza, la Europa despoblada son muy fuertes indicaciones de la permanencia de estas tribus en la historia.

Pero es en la Biblia donde existen las pruebas más importantes. Una de esas profecías sobre la futura vuelta de las 10 tribus de Israel a su tierra es la siguiente: "No obstante, he aquí vienen días, dice el Eterno, en que no se dirá más: Vive el Eterno, que hizo subir a los hijos de Israel de tierra de Egipto, sino: Vive el Eterno, que hizo subir a los hijos de Israel de la tierra del norte, y de todas las tierras adonde los había arrojado; y los volveré a su tierra, la cual di a sus padres" (Jeremías 16:14-15).

Luego dice que enviará a "pescadores y cazadores" (vs. 16) para encontrar a estos descendientes de estas 10 tribus de Israel entre las naciones. Es decir, están "perdidas" para el mundo, pero para Dios, "mis ojos están sobre todos sus caminos, los cuales no se me ocultaron" (vs. 17). Dios aún sabe exactamente donde se encuentran, aunque para el mundo se perdieron. Dice: "Porque Israel y Judá no han enviudado de su Dios" (Jeremías 51:5). Dios todavía es su esposo fiel.

De nuevo hace hincapié: "Porque he aquí yo mandaré y haré que la casa de Israel sea zarandeada entre todas las naciones, como se zarandea el grano en una criba, y no caerá un granito en la tierra" (Amos 9:9). Dios sabe dónde están todos los descendientes de estas 10 tribus y los traerá de vuelta a la tierra de Israel después de la venida de Cristo.

En el capítulo 4 de Ezequiel, Dios distingue los pecados que cometieron primero la casa de Israel de los que luego pasaron en Judá. No son todos de un mismo pueblo sino de dos. Le pide a Ezequiel que haga una maqueta de Jerusalén y que le ponga “una plancha de hierro” como símbolo del sitio babilonio que no será quebrantado.

Luego le dice que se acueste de un lado por 390 días para simbolizar “los años de su maldad” que Dios soportó a la casa de Israel. Después, debería acostarse del otro lado por 40 días, para representar la maldad de la casa de Judá.

Sobre los 390 años de maldad, el Sr. Armstrong explica: "En tiempos de Samuel el pueblo llegó a rechazar a Dios aun como gobernante nacional civil, y exigieron un rey humano a imitación de los pueblos gentiles (1 Samuel 8:1-7.) Esto ocurrió probablemente hacia fines del año 1112 a.C. Rechazar a Dios como gobernante fue el pecado más grande. Hasta entonces lo habían reconocido y no habían tenido ningún otro rey. Parece que estos fueron los años de pecado máximo, los que acarrearon el castigo de Dios. Sin embargo, bajo el “antiguo pacto” del monte Sinaí, la nación seguía siendo de Dios. Él continuaba tratando con Israel y no se “divorció” de ella hasta 721-718 A.C [así se suman los 390 años]... bajo Jeroboam la nación ISRAEL, compuesta ahora por 10 tribus, violó flagrantemente las leyes de Dios y en particular los dos mandamientos de prueba. Uno de los primeros actos de Jeroboam fue instituir la idolatría, y cambió la observancia de algunas de las fiestas de Dios, pasándolas del séptimo al octavo mes... Aun después de todo esto, Dios le dio a la nación muchas oportunidades para hacerse acreedora a las bendiciones de la primogenitura. A lo largo de 19 reyes y siete dinastías, Dios contendió con ellos y les rogó por medio de sus profetas. Pero la nación rebelde no mostró ningún deseo de seguir los caminos de Dios... “Los pecados de la casa de Israel permanecieron 390 años desde que ellos rechazaron a Dios como rey” (La Llave Maestra de la Profecía, pp. 119-121).

Los 40 años de Judá tienen que ver con la última parte de su historia, cuando el deterioro moral y espiritual llegó al colmo bajo los últimos reyes malvados de Judá.

No sólo tenía Ezequiel que recostarse todo este tiempo, sino que sería "atado" (Ezequiel 4:8) para que no se pudiera parar y tendría que comer los alimentos en forma racionada como lo harían los habitantes de Jerusalén en el asedio y al ser llevados en cautiverio (Ezequiel 4:10-17).

Luego describe lo que le pasará a Jerusalén al ser capturada y es profético para la casa de Israel en el futuro. Ezequiel debería cortarse el cabello y dividirlo en tres partes. "Una tercera parte quemarás a fuego en medio de la ciudad [la maqueta] cuando se cumplan los días del asedio; y tomarás una tercera parte y la cortarás con espada alrededor de la ciudad; y una tercera parte esparcirás al viento… Tomarás también de allí unos pocos en número, y los atarás en la falda de tu manto. y tomarás otra vez de ellos, y los echarás en medio del fuego, y en el fuego los quemarás; De allí saldrá el fuego a toda la casa de Israel" (Ezequiel 5:2-4).

Ahora Dios explica el simbolismo: “Y haré en ti lo que nunca hice, ni jamás haré cosa semejante, a causa de todas tus abominaciones. Por eso los padres comerán a los hijos en medio de ti, y los hijos comerán a sus padres; y haré en ti juicios, y esparciré a todos los vientos todo lo que quedare de ti. Por tanto, vivo yo, dice el Eterno el Señor, ciertamente por haber profanado mi santuario con todas tus abominaciones, te quebrantaré yo también; mi ojo no perdonará, ni tampoco tendré yo misericordia. Una tercera parte de ti morirá de pestilencia... una tercera parte caerá a espada...y una tercera parte esparciré a todos los vientos” (Ezequiel 5:9-12).

Notemos aquí que esta profecía no sólo es para Jerusalén, pues incluye a la casa de Israel al decir “saldrá el fuego a toda la casa de Israel”. En el capítulo 6 continúa con la descripción del castigo de Jerusalén y en el futuro, la casa de Israel. "Hijo de hombre, pon tu rostro hacia los montes de Israel, y profetiza contra ellos... He aquí que yo, yo haré venir sobre vosotros espada, y destruiré vuestros lugares altos... Y pondré los cuerpos muertos de los hijos de Israel delante de sus ídolos... Mas dejaré un resto, de modo que tendréis entre las naciones algunos que escapen de la espada. Cuando seáis esparcidos por las tierras" (Ezequiel 6:2-8).

La destrucción de Jerusalén está muy próxima. "Viene el fin, el fin viene... Ahora pronto derramaré mi ira sobre ti... Toda mano se debilitará... Arrojarán su plata en las calles, y su oro será desechado; ni su plata ni su oro podrá librarlos en el día del furor del Eterno" (Ezequiel 7:6, Ezequiel 7:17-19). Esto se cumple, como tantas veces hemos visto en el pasado, en forma dual. La ira de Dios es primero hacia Judá de ese entonces al decir, "apartaré de ellos mi rostro, y será violado mi lugar secreto; pues entrarán en él invasores y lo profanarán" (Ezequiel 7:22). A la vez, sabemos que "el día del furor del Eterno" hacia la casa de Israel y Judá se cumplirá totalmente cuando llegué la "abominación desoladora" al profanar el lugar santo en los tiempos del fin (Mateo 24:15).

De este modo, podemos entender mejor el alto contenido profético de este libro. Tiene muchos paralelos con Apocalipsis, como la visión de los querubines, la historia en símbolos de las casas de Israel y de Judá, y las profecías para los tiempos del fin. Pocos llegan a entender este libro como Dios lo dispuso y debemos sentirnos muy agradecidos con él.