#144 - 2 Reyes 20-21
"La jactancia de Ezequías; La maldad de Manasés"
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#144 - 2 Reyes 20-21: "La jactancia de Ezequías; La maldad de Manasés"
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Como recuerdo, el resumen de esta bella oración de Ezequías se encuentra en Isaías 38:9-20. Vale la pena estudiarla, pues sirve como ejemplo para nuestras oraciones cuando estemos enfermos.
Ezequías dijo: "A la mitad de mis días iré a las puertas del Seol; privado soy del resto de mis años...gemía como la paloma; alzaba en alto mis ojos, Eterno, violencia padezco; fortaléceme… He aquí, amargura grande me sobrevino en la paz, mas a ti agradó librar mi vida del hoyo de corrupción; porque echaste tras tus espaldas todos mis pecados. Porque el Seol no te exaltará, ni te alabará la muerte; ni los que descienden al sepulcro esperarán tu verdad. El que vive... éste te dará alabanza, como yo hoy; el padre hará notoria tu verdad a los hijos. El Eterno me salvará, por tanto cantaremos nuestros cánticos en la casa del Eterno todos los días de nuestra vida. Y había dicho Isaías: Tomen masa de higos, y pónganla en la llaga, y sanará". En tres días estaba de pie y sano.
Aquí vemos que Dios permitió que usaran un remedio físico para que se sanara Ezequías – una cataplasma de higos secos. Dice el Diccionario de la Real Academia: Cataplasma: “Tópico de consistencia blanda, que se aplica para varios efectos medicinales, y más particularmente el que es calmante o emoliente". Su uso era popular en la Antigüedad para abrir una úlcera y así drenarla. El Comentario Arqueológico de la Biblia comenta: "Entre los textos de Ugarit se ha hallado un manual para veterinarios y uno de los medicamentos mencionados es la "cataplasma de higos viejos". Los higos secos o viejos parecen haber sido muy comunes como tratamiento de las llagas en general y naturalmente se aplicaba también en las mataduras de las bestias". Keller añade: "De la gran experiencia médica de los tiempos bíblicos que se apoyaba principalmente en los remedios naturales, mucho se ha perdido o bien ha sido olvidado con el paso del tiempo. Pero algunos de ellos pasaron oralmente de generación en generación. La receta de la cataplasma de higos pertenece a estos últimos. Los médicos suizos recetan aún hoy día higos cortados en pedazos pequeños y embebidos en leche, para curar determinadas clases de abscesos" (p. 263). También los árabes lo usan hoy día, pues consideran útiles los higos para madurar y suavizar las úlceras inflamatorias. Así, Ezequías, tan preocupado de terminar su reinado prematuramente, recibió quince años más de vida. Lamentablemente, al saber que tenía estos años por delante, quiso aprovecharlos al máximo pero como veremos, descuidó lo espiritual.
Como ha ocurrido tantas veces antes, Ezequías cayó en el mismo error de muchos reyes buenos como Salomón, Asa, Joás, Amasías y Uzías. A veces las bendiciones de Dios pueden convertirse en una piedra de tropiezo si uno pierde el control de sí mismo y se ocupa demasiado en gozar lo físico a expensas de lo espiritual. "En aquel tiempo Ezequías enfermó de muerte; y oró al Eterno, quien le respondió, y le dio una señal. Mas Ezequías no correspondió al bien que le había sido hecho (por Dios), sino que se enalteció su corazón, y vino la ira contra él, y contra Judá y Jerusalén. Pero Ezequías, después de haberse enaltecido su corazón, se humilló, él y los moradores de Jerusalén, y no vino sobre ellos la ira del Eterno en los días de Ezequías. Y tuvo Ezequías riquezas y gloria, muchas en gran manera… porque Dios le había dado muchas riquezas… Y fue prosperado Ezequías en todo lo que hizo. Mas en lo referente a los mensajeros de los príncipes de Babilonia, que enviaron a él para saber del prodigio que había acontecido en el país (el milagro de la sombra que retrocedió 10 grados y su sanidad divina). Dios lo dejó, para probarle, para hacer conocer todo lo que estaba en su corazón" (2 Crónicas 32:24-31).
Al igual que Ezequías, Dios nos prueba a nosotros, a veces por la prosperidad como por la pobreza. Luego de pasar por un tiempo relativamente tranquilo, de repente viene la prueba inesperada para mostrar "todo lo que hay en nuestro corazón". En el momento oportuno, Dios permite que pasemos por ciertas circunstancias para ver cómo vamos a reaccionar. Tiene su futuro Reino en la mira. Pueden ser pruebas de la salud, matrimoniales, soltería, amistades, económicos o en la iglesia. A veces interviene, otras veces no, para saber si seremos "fieles en lo poco" y así en su futuro Reino, también "en lo mucho" (Mateo 25:21; Lucas 16:10).
Ahora le tocó a Ezequías la prueba "agradable" de la prosperidad y de la sanidad. ¿Se mantendría humilde o jactancioso? Había superado muchas pruebas difíciles – la invasión asiria, la restitución del culto al verdadero Dios, el derribar los populares lugares altos. Se había mantenido cerca de Dios y en buen estado espiritual. Pero cuando vino una prueba "placentera" no fue fiel, se envaneció. Después de haber sido despojado de casi todos los tesoros por Senaquerib, con la muerte milagrosa de un buen número de los soldados asirios lograron recuperar gran parte del botín, y quizás hasta más de lo que habían tenido antes. Ahora, con los asirios lejos y debilitados, comenzó una época de prosperidad. "Y tuvo Ezequías riquezas y gloria, muchas en gran manera" (2 Crónicas 32:27). Fue durante este tiempo que vinieron unos embajadores del rey de Babilonia para felicitarle por su recuperación y para entender mejor el fenómeno astronómica que había acontecido (2 Crónicas 32:31). Aparentemente esto se notó en todo el mundo, pero sólo en Judá tenían la explicación. Relata el Comentario Exegético: "Trajeron un obsequio y una carta de felicitación por su mejoría, en la cual se hicieron averiguaciones acerca del retroceso del sol, fenómeno que no pudo menos que despertar gran interés y curiosidad en Babilonia, por haber sido el reloj solar inventado allí. Al mismo tiempo, hay motivos para creer que ellos proponían una liga defensiva contra los asirios" (ps. 357, 612).
La arqueología de nuevo ha confirmado el relato bíblico sobre Merodac-Baladan, el rey de Babilonia. "El nombre babilonio, del cual se hizo esta adaptación al hebreo, es Marduk-apal-iddín. En una estela que se conserva en el Museo de Berlín aparece este monarca recibiendo el homenaje de un funcionario" (Comentario Arqueológico de la Biblia, p. 138). En la cabecera, aparece la figura del rey Merodac-Baladan.
Dice Keller: "Hace tiempo que, para quienes leen la Biblia y para los eruditos, este rey era una figura misteriosa. Ahora se sabe con seguridad que era una gran personalidad de su época. Era el enemigo más acérrimo y mortal de Asiria. Ningún soberano ha resistido durante tantos años a los asirios, les ha procurado tan encarnizadas luchas e intrigado tanto contra los opresores del Tigris… En esta época tiene lugar la visita de la embajada a Ezequías" (p. 264).
Fue ahora cuando Ezequías comete su grave error. Bien sabía que Dios prohibía hacer alianzas con otros pueblos para no corromperse con sus religiones y dejar a Dios. Lamentablemente, la Biblia menciona que a Ezequías se le "enalteció su corazón". Veamos cómo: "Y se regocijó con ellos Ezequías, y les mostró la casa de su tesoro y… toda su casa de armas, y todo lo que se hallaba en sus tesoros; no hubo cosa en su casa y en todos sus dominios, que Ezequías no les mostrase" (Isaías 39:2).
El enaltecimiento de corazón significa que se jactó de todo lo que tenía y que no le dio gloria a Dios. Dice el Comentario Exegético: "El rey de Judá, lisonjeado por este honor de ser elogiado por el rey de Babilonia y de recibir su apoyo contra los asirios, mostró a los embajadores todos sus tesoros y su armería. El motivo, fue que los diputados babilonios fuesen inducidos a apreciar su amistad… Fue un error, pues presentaba un cebo para la codicia de esos extranjeros rapaces, quienes, en período no lejano, volverían y pillarían su país, y transferirían todas las posesiones que él pomposamente había mostrado" (p. 309). Quería impresionarlos y recibir más alabanzas. Ellos astutamente lo dejaron y así delató todos los secretos de Estado. Hay dos graves errores en esto que cometió Ezequías:
- Se enalteció él y no enalteció a Dios. Quebró el mismo principio espiritual que Moisés cuando golpeó la roca, y "no creíste en mí, para santificarme delante de los hijos de Israel" (Nm 20:12). Ezequías se jactó del poder que es de Dios. "La ofensa de Ezequías no fue tanta por la ostentación de provisiones militares y tesoros, como por no dar a Dios la gloria tanto por el milagro como por su mejoría" (Ídem. p. 357). Recuerden la lección de los 10 leprosos en Lucas 17:12-19.
- Le mostró a unos paganos de otra nación todos los secretos de defensa que tenía. Se confió tanto por su vanidad que no se dio cuenta de que eran enemigos en potencia. Así es parecido al pecado del censo de David.
El profeta Isaías hace ver su necedad: "He aquí vienen días en que todo lo que está en tu casa, y todo lo que tus padres han atesorado hasta hoy, será llevado a Babilonia, sin quedar nada, dijo el Eterno. Y de tus hijos que saldrán de ti, que habrás engendrado, tomarán, y serán eunucos en el palacio del rey de Babilonia (serán castrados)" (2 Reyes 20:17-18). Explica el Comentario Exegético: "Cualquier propuesta que viniese de los idólatras enemigos de Dios, con los cuales estaba prohibido celebra alianza, debía recibirse de cualquier manera menos que con alegría. Depositar confianza en Babilonia más bien que en Dios, era un pecado semejante al de la anterior confianza depositada en Egipto" (p.612). Los embajadores, para ser franco, no sólo representan a sus países sino que también reúnen las informaciones sobre las debilidades del otro país. Al darse cuenta de su tremendo error y de las funestas consecuencias, Ezequías momentáneamente se resignó y dijo cobardemente: "Habrá al menos paz y seguridad en mis días" (2 Reyes 20:19).
Afortunadamente, después "se humilló, él y los moradores de Jerusalén; y no vino sobre ellos la ira del Eterno en los días de Ezequías. En otras palabras, dejó de confiar en una alianza con los babilonios. Así, a pesar de su falla, Ezequías hizo muchas buenas cosas y Dios habla bien de él al final. Inspira que se diga: "Los demás hechos de Ezequías, y sus misericordias… están escritos en la profecía del profeta Isaías. Y durmió Ezequías con sus padres, y lo sepultaron en el lugar más prominente de los sepulcros de los hijos de David, honrándole en su muerte todo Judá y toda Jerusalén; y reinó en su lugar Manasés su hijo" (2 Crónicas 32:32-33).
Una vez muerto Ezequías, su hijo Manasés fue de otra disposición. Las riquezas lo habían mimado como le sucedió a Roboam, hijo de Salomón. Además, según los cálculos de los eruditos, Manasés nació después de la sanidad de su padre, que ya era un hombre mayor, que tiende a mimar a un hijo tardío y fue en el período cuando se "enalteció su corazón". Manasés vivió ese tiempo del descuido espiritual de su padre, y parece que los embajadores de Babilonia trajeron muchas ideas religiosas, en particular, sobre la astrología a los israelitas.
De cualquier modo, el triste hecho es que Manasés adoptó gran parte de la religión babilónica y la mezcló con la verdadera. Dice el Diccionario Ilustrado Bíblico: "Manasés ascendió al trono cuando sólo tenía doce años y reinó 55, el reinado más largo en la historia de Judá, aunque puede que los diez primeros años haya actuado como regente de su padre, ya que la cronología lo sitúa como rey entre los años 687 y 642 a.C. "Fue uno de los reyes más perversos en la historia tanto de Israel como de Judá (es el único que se le compara con el malvado reinado de Acab y Jezabel). Sacrificó en el fuego a su primogénito como ofrenda a los dioses y se dedicó a establecer y apoyar en Judá toda suerte de religiones paganas. En su tiempo hubo un verdadero sincretismo de religiones cananeas, asirias y babilónicas; se practicó el espiritismo (o consultar a los muertos; en realidad a demonios), la adivinación y la astrolatría… Su largo reinado se caracterizó especialmente por la tiranía y la crueldad. Pronto todo el país estuvo lleno de "lugares altos" en los que cada uno adoraba lo que bien le parecía". Otro autor menciona la maldad de Manasés: "No había reforma posterior que pudiese borrar toda esta maldad. Nada serviría sino el purgatorio nacional en el más profundo colapso y en el exilio. La adoración del Sol y de otras divinidades planetarias (el ejército celestial") llegó a constituir un elemento integrante del culto nacional en el propio templo de Dios en Jerusalén. Volvió la adoración a Baal y Asera, con sus prácticas adjuntas de nigromancia, prostitución ritual, y en algunos casos, sacrificios humanos. El propio Manasés ofreció en sacrificio a un hijo suyo, posiblemente con ocasión de algún gran peligro nacional" (Bruce, p. 93). Cometió un tipo de "abominación desoladora" al introducir una estatua de Asera en el lugar Santo del Templo.
Mientras tanto, dice Bruce, "Manasés fue leal vasallo de Asiria durante la mayor parte de su largo reinado. Senaquerib murió en 681 a.C. asesinado por dos de sus hijos. El aspecto más notable de Esarhadón, su hijo y sucesor, fue su conquista de Egipto (681-669 a.C). El poder asirio llegó a su cumbre con su hijo Asurbanipal (669-630 a.C.). Este conquistó a la famosa Tebas, la capital del Alto Egipto (vea Nahúm 3:8-10). Bajo el rey Asurbanipal el imperio Asirio extendió sus límites al máximo...pero el imperio empezó a desmoronarse incluso en los tiempos de Asurbanipal". Aquí vemos la extensión máxima del Imperio Asirio: En dorado, el reino bajo el gobierno de Asurbanipal, en bermellón, la capital Asiria y sus principales ciudades:
Este gran imperio se desmoronó al llegar a su apogeo por su crueldad que indignó a Dios. "Pero acontecerá que después que el Señor haya acabado toda su obra… en Jerusalén, castigará el fruto de la soberbia del corazón del rey de Asiria" (Isaías 10:12). Esto se cumplió, como veremos, al pie de la letra.
Finalmente, la arqueología encuentra el nombre de Manasés en dos registros asirios. "A Manasés se le menciona en las listas de Esarhadón entre los de veintidós reyes a quienes obligó a suministrar mano de obra y materiales para construir su nuevo palacio en Nínive. Asurbanipal lo incluye en otro lista donde le llevó presentes y le dieron escolta en su camino hacia Egipto" (Bruce, p. 95). Veremos en el próximo estudio el terrible castigo que recibe Manasés.