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De esta actividad de este año. Bien, me parece que casi, casi, aquí. Servicio de Tey Café para el próximo sábado. Fabiola Guerrero, Carol Neira, Carolina Medina. Servicio especial a tercera edad, Carolina Medina. Los anuncios de la próxima. Semana. Bien, estos son los anuncios locales. Me parece que no tenemos nada más que anunciarles. Ya estamos casi listos para el siguiente mensaje.
Esta semana, la ciudad de Coyayque, en la décima primera región de nuestro país, ha estado viviendo las consecuencias del frente de mal tiempo que ha tenido, o que nos ha tenido a todos los chilenos bastante afectados. Las consecuencias de este frente de mal tiempo en esa zona han sido bajas temperaturas. De hecho, estaban anunciando que tendrían 10 grados bajo cero estos días. Y esto a raíz de las intensas nevazones que se han dejado sentir en aquella austral ciudad. Han tenido, no solamente bajas temperaturas, como acabo de mencionar, 10 grados bajo cero. Han tenido también cortes de camino. Han tenido cortes de luz. Han tenido cortes de agua. Han tenido que suspender los vuelos en avión. En este momento están sin viajes nacionales. Los diarios regionales han sido exhaustivos en mencionar más detalles de esta, en seco millas, cuasi catástrofe. No obstante lo dicho, cuando yo era pequeño viví en Coyayque, entre los tres y los ocho años, entre todos los lugares que he estado también he vivido en Coyayque, o viví en Coyayque. Y en esa época las nevazones invernales eran, entre comillas, habituales. Tan habituales que eran esperadas al punto que se hacían las famosas competencias de esculturas en nieve. Yo me recuerdo como si fuera, no tanto como si fuera hoy, no, pero sí me acuerdo. Me acuerdo esta bola grande, con las bolas chicas, ¿verdad? Y una zanahoria haciendo como de nariz. Se le ponía una ufanda y un gorrito y así quedaba la escultura. Me acuerdo también las competencias, yo me recuerdo haber vivido en un lugar que tenía una acuesta. Y era la Acuesta Simpson, que tengo la impresión por lo que me han contado mis amigos de esa zona, que la acuesta todavía existe, la Acuesta Simpson, y en esa acuesta, que era de ripio, y como la nieve inundaba todo el lugar, se hacían competencias con trineos. Y al final los trineos eran unos cajones de manzana, y todo improvisado, pero todos los inviernos era lo mismo. Vivíamos las intensas nevadas con estas competencias, ya sea de los monos o ya sea con los trineos.
Por su parte, también, las señoras, las dueñas de casa, se preparaban con todo para vivir el evento nieve. Mi mamá, me recuerdo, con las más variadas estrategias. Por ejemplo, esto de esconder la ropa. Usted dirá, ¿a qué esconder la ropa? Porque mi mamá vivía en Osorno antes de llegar a Coyayque. Entonces, cuando antiguamente las señoras lavaban la ropa, no se lavaban en la barra automática. Se lavaban en artesis y se dejaban colgando. ¿Verdad? Para que estilaran. Bueno, en Coyayque, cuando empezaba la época de las nevazones, la ropa se congelaba afuera. Y entonces, antes que se congelara, había que entrarla. Así es que las señoras se preparaban con todo para soportar o para aguantar o para resistir esto de las nevazones.
También, a perarse de leña para la calefacción. Si bien es cierto, los dueños de cásara los que compraban, pero las dueñas de cásara las que insistían en que no faltara la leña. Y los dueños de cásara por su parte debían arropar los medidores. Sí, así es, arropar los medidores de al agua. Y eso yo lo viví, puesto que si uno no arropa los medidores de agua, se revientan los medidores. Y si se revienta el medidor, uno se queda sin agua. Así es que el medidor había que arroparlo. Y eso era algo que hacían los varones. Las dueñas de cásara eran las que juntaban las cosas dentro de la casa. Los vehículos había que cubrirlos. Nada de dejar el vehículo es como lo hacemos aquí en Santiago. Porque aguanten el agua nomás y yo veo un par de horas y eso es todo. Los vehículos había que cubrirlos. También había que arropar las baterías. Claro, porque si no, al otro día los vehículos no partían, si imaginan, 10° bajo cero. Aquí en Santiago uno con 1° bajo cero ya está sufriendo. Y 10° bajo cero. Y de hecho, me recuerdo también que las artesas, ya mencioné esto de las artesas, pero lo que no conté de las artesas, es que las artesas se congelaban y era tan grueso el hielo más o menos 10 centímetros. Me recuerdo que una vez mi papá quiso romper eso con un martillo y no pudo. Así es que tuvo que ir a buscar un combo de 30 libras y partir el hielo para poder sacar la ropa o lo que había quedado abajo.
Y, como digo, el evento nieve era un evento esperado y nada sorpresivo. Sin embargo, este año fue sorpresivo. Y fue sorpresivo debido a que en los últimos 7 años no había nevado en Coyayque en el invierno.
Y las familias y las personas, al parecer, se habían, entre comillas, olvidado de lo que era tener un invierno con nieve. Se habían olvidado. Y esto me hizo caer en la cuenta respecto de que pareciera estamos viviendo una época en donde el olvido pareciera ser parte del día a día. Vivimos como en un lapsus, siempre presente, en donde el pasado ha quedado atrás. Pareciera que siempre vivimos en el presente como si no hubiese existido pasado.
Vivimos en un continuo debedir en donde el pasado pareciera no existir. Y lo que es más, pareciera que vivimos en una amnesia permanente. Bueno, una amnesia permanente, amnesia respecto de lo bueno y amnesia también respecto de lo malo. Pareciera como si no tuviésemos pasado, pareciera.
Y lo paradójico es que todos tenemos pasado. Aunque yo entiendo y comprendo que algunas veces queremos olvidar nuestro pasado. Eso también es cierto. Todos tenemos pasado y algunas veces quisiéramos olvidar nuestro pasado. Pero una cosa es querer olvidar nuestro pasado. Otra cosa muy distinta es no tener pasado.
Y todos debemos entender y aceptar que tenemos pasado. De hecho, las escrituras nos instan a que recordemos nuestro pasado. Aquí en Efecios, por ejemplo, los invito a ir allá a Efecios. Aquí Pablo a los hermanos de Efeso les escribe lo siguiente.
En el versículo 11 del capítulo 2 de Efecios. Pablo escribe por inspiración, dice por tanto, acordaos de que en otro tiempo vosotros, los gentiles en cuanto a la carne, erais llamados incircuncisión por la llamada circuncisión hecha con mano en la carne. En aquel tiempo estábais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios, en el mundo. Es interesante aquí esta palabra acordados, acordarse del pasado. Las escrituras nos instan a que no nos olvidemos del pasado. Eso no quiere decir que vivamos en el pasado, eso es otra cosa. Y tampoco quiere decir que vivamos del pasado, también. Porque el pasado, como el presente, así tiene cosas buenas y tiene cosas malas. Y en Ecclesiastés, en el capítulo 7, dice, nunca digas, vayamos allá mejor. Ecclesiastés 7, verso 10.
Dice, nunca digas, ¿cuál es la causa de que los tiempos pasados fueron mejores que estos? Porque nunca de esto preguntarás con sabiduría. Lo que pasa es que a veces uno suele olvidar, suele olvidar. Suele olvidar las cosas tristes o malas que uno ha vivido en el pasado. Y cuando uno vive el presente, tiende a recordar el pasado con las cosas buenas, solamente. Pero como les he mencionado, el pasado como el presente tiene cosas positivas, más también tiene cosas negativas. Diríamos que la memoria de lo que somos nos hace ser personas. De hecho, hay algunos que dicen que ¿qué pasa cuando uno pierde la memoria? Cuando la persona pierde la memoria por completo. Bueno, les quiero leer este libro, lo he usado en el pasado, se llama El Alzheimer. Y aquí este periodista dice en la página 26, somos la suma de nuestros recuerdos. Eso es lo que menciona él. Dice, ellos dan forma a todo lo que sabemos, lo que percibimos, a cada uno de los movimientos que hacemos. Dice, aquí refiriéndose a o parafraseando, no no parafraseando, mencionando una frase que escribió Freya de Nietzsche. Dice, la verdad es que en el proceso mediante el cual el ser humano es capaz de pensar, reflexionar, comparar, separar y combinar, dentro de esa nube de niebla que le rodea aparece un brillante haz de luz. Tan solo entonces, gracias a su capacidad de utilizar el pasado, para vivir y para escribir la historia de lo que ha ocurrido, una persona es, por primera vez, persona. Y de hecho, también dice el psiquiatra austríaco, Victor Flank, expresó lo mismo en sus memorias, donde contaba su experiencia como prisionero en un campo de concentración. Frank recordaba cómo intentaba animar a sus compañeros en Docho, un día especialmente terrible. Dice aquí, no solo hablé del futuro y del velo con que estaba tapado, también mencioné el pasado, sus alegrías y cómo su luz brillaba, incluso en la oscuridad del momento. Dice aquí, no solo nuestras experiencias, sino todo lo que hemos hecho, los grandes pensamientos que hayamos podido tener y todo lo que sufrimos, nada de esto se pierde aunque haya pasado. Lo hemos asimilado todo a nuestro ser. Haber sido es una forma de ser. Quizá sea la forma más segura de ser. Hablando de los recuerdos, hablando de nuestro pasado, hablando de nuestra historia, las escrituras nos instan a que recordemos el pasado, porque la historia tiene lecciones que darnos y no debiéramos pasar por alto esas lecciones, ni olvidarlas.
Y eso que ocurre a través de la historia también ocurre a nivel personal.
Nuestra historia también nos da lecciones, lo que se conoce como lecciones de vida. Ejemplos de lecciones de vida hay muchos.
Por ejemplo, traje aquí dos libros, lecciones de vida.
Esto me lo regalaron hace un par de años. La huella de Margarita y Anoli.
Prácticas para vivir con cáncer de mamá. Les quiero leer aquí algo que me parece muy interesante. Esto es una experiencia de vida. Este libro es un relato de vida. Es un relato de vida. Y se los quiero leer.
Dice así. Mirar hacia la vida. Era abril del año 1995. Mientras en Chile el tiempo empezaba a ponerse fresco, en Houston, al sur de Estados Unidos, florecía la primavera. El aire se sentía muy tibio ese día, a las 9 de la mañana justas. Isabel Margarita y Anoli Aldunate, de 51 años, acompañada de su hermana Silvia, cruzó la puerta de vidrio del Centro de Cáncer MD Anderson. En el cuarto piso la esperaba el oncólogo jefe de la institución, con el que ya había conversado esa mañana desde su hotel. La puerta se abrió y el médico entró sin sonrisas. Con un apretón de manos, nunca se habían visto antes. Le solicitó a Margarita los exámenes que ella traía desde Chile. Le pidió esperar. Salió de la pieza para volver 25 minutos después. La espera les pareció eterna. Apenas podían contener la ansiedad. El médico vestido de blanco de pies a cabeza tomó la palabra. Fue directo al grano. Le quedan sólo tres meses de vida. El cáncer de mama se había extendido al hígado. Lo mejor que podía hacer era volver a Chile y estar con sus hijos. Mientras Silvia lloraba silenciosamente, Margarita miró al doctor y le dijo, ¡Así es que me voy a morir! Pues déjeme decirle algo, doctor. Usted también. Todos nos vamos a morir algún día. Sin soberbia, con interés, se respiro gondo. Las dos hermanas, ya no, se despidieron educadamente. Margarita salió del hospital y comenzó a caminar rápido. Tan rápido que Silvia no la podía alcanzar. Nerviosa y con la mirada perdida en el horizonte, caminó durante media hora por la autopista, sin mirar nunca hacia atrás. Mientras los autos la rozaban peligrosamente. No parecía no verlos ni tampoco sentirlos. Llegó al hotel, estaba impactado y la angustia le cargaba la garganta. Sólo tenía en su mente un pensamiento. Se iba a morir. Entonces, buscando un lugar donde estar sola, decidió dar su largo baño de tina. Mientras pensaba en cómo atrapar la vida, en que no podría dejar a sus hijos solos, que aún eran muy jóvenes, en cómo vivir. Y aquí dice, en ese tiempo de soledad y reflexión, comenzó a experimentar el gran cambio que definiría los próximos 15 años de su existencia. Vivió 15 años, esta dama. Margarita decidió mirar hacia la vida y no hacia la muerte. Y desde ese momento en que empezó a pelear la mayor de sus batallas por amarrarse a la vida, comenzó también a sentar las bases de la organización que hoy les sobrevive, la Corporación Yo Mujer. Este libro fue editado por esa corporación. Y aquí, algo que me parece muy interesante, dice el oncólogo José Miguel Reyes, que la trató durante 20 años. Recuerda cómo ella durante ese tiempo vivió un proceso de crecimiento interior. Y fue ese crecimiento el que la hizo querer convertirse en testimonio viviente para otras mujeres, que igual que ellas eran víctimas del cáncer de mamá. Y escribió este libro. Y este libro da consejos a mujeres que tienen cáncer de mamá, que a propósito es uno de los cánceres más comunes que hay en Chile. Por ejemplo, dice aquí, en el caso de una dama, dice cuando llegué a la Corporación, ya no tenía pelo. Me llevaron al banco de pelucas y de pronto la veo. Era una cabeza igual que la mía. Parecía que la habían confeccionado con mi propio pelo. Me la probé en el espejo y se menularon los ojos. Me miraba y me encontraba linda. Le di gracias a Margarita, quien ya no estaba presente, pero cuya energía sentía en ese momento. Yo sabía que ella me había mandado esta peluca. Al día siguiente salía a comprarme pestañas pastizas.
Consejo simples. Consejo simples de una experiencia de vida. De una persona que en vez de mirar hacia la muerte, mira hacia la vida. A veces la vida nos da golpes duros. A veces la vida se comporta de manera dura. Con cada uno de nosotros. Y las historias a veces a uno lo impactan. Este es un caso impactante. El otro caso impactante es este libro. Lo he mencionado alguna vez en el pasado. Elegí vivir. También un caso de una joven, estudiante de medicina, que terminó la carrera, que vive en Chile, que está casada. Dice el 30 de octubre del año 2002 la noticia de un terrible accidente estremistió a todo el país.
Durante un viaje universitario en tren, iban a una olimpiada. El caso es muy familiar. ¿Cómo lo puedo decir? No tengo una palabra. Puesto que yo vivía en el sur. Entonces esto de Santiago, un santiaguino que va hacia el sur. ¿No ha ido al sur en tren alguna vez? Por lo menos yo no. Yo digo al sur en tren. Dice, durante un viaje universitario en tren, una joven estudiante de medicina, cayó a la línea Ferria desde el vagón en que iba, perdiendo sus manos y piernas.
Este accidente de esta niña, que se llama Daniela García, que amputó los cuatro miembros, dos manos, dos piernas. Y dice, ¿cómo pudo pasar algo así? ¿Qué sería de aquella muchacha? ¿Podría recuperarse alguna vez? Tal vez fueron las preguntas que se hicieron miles de personas al conocer los detalles del hecho. Uno se hace de esa pregunta. ¿Habrá podido sobrevivir? Bueno, de hecho sobrevivió y uno se pregunta, ¿cómo pudo sobrevivir si una hemorragia, cuando uno le corta en una pierna, la arteria femoral es una arteria tremendamente gruesa?
¿Ves como el diámetro del dedo meñique? Bombiando, ¿se imaginan una 80 latidos por minuto? Quizás con adrenalina, con miedo, esas pulsaciones sean mayores. El impacto, ¿verdad? Bueno, no quiero describir más, pero lo que quiero decir es, ¿cómo pudo sobrevivir? Pero sobrevivió. Esa es la cosa. Y dice aquí, En un segundo todo cambió para Daniela García. A los 22 años se enfrentaba a la muerte.
Y a pesar de su conmoción, tuvo el valor para salvarse mientras esperaba ser rescatada. Dos años después de la tragedia, a través de este libro, Daniela decidió hacer pública su historia y el proceso de recuperación que le ha devuelto la independencia y le ha permitido retomar la vida que pareció detenerse aquel octubre. Cada experiencia en su camino de superación es un canto a la esperanza y a la amistad. Dice aquí, actualmente Daniela no tiene límites, nunca los ha considerado.
Y ella escribió, dice, Mis metas siguen siendo las mismas que tuve antes del accidente. Estas son cosas que a uno lo impactan. ¿Cómo uno va a tener las mismas que dice aquí? Las mismas metas. Antes del accidente, ella estaba estudiando medicina y quería ser doctora. Y no solo quería ser doctora, quería ser una buena doctora, porque son dos cosas distintas.
Una cosa es ser doctora, otra cosa es ser un buen doctor. Y ella tenía la intención de ser una buena doctora. Quiero casarme y formar una familia, ser una buena madre. Pero lo más importante quiero ser feliz. Sé que los caminos que deba recorrer serán distintos a los que tenía planeados. Probablemente más largos, pero eso no significa que no llegaré a donde me lo proponga. Solo tengo que esforzarme. Y aquí yo le pondría una última palabra. Solo tengo que esforzarme más. Solo tengo que esforzarme más. Lecciones de vida. Y así como estos dos casos, que son dos casos chilenos. Aquí nada de traer casos foráneos.
Y no es que tenga alguna... ¿Cómo podría decirla? No es que tenga alguna animadversión frente a experiencias de otros países. Pero lo que quiero decir es que nosotros somos hermanos en la fe y vivimos en Santiago. Y a veces vivimos problemas. Todos vivimos problemas. Todos, de vez en cuando, vivimos o estamos sujetos a accidentes. A accidentes. Y también a enfermedades. También. La vida a veces nos golpea con furia. Y a veces se vuelve implacable. Sin embargo, estoy convencido de dos cosas. La una es que aquí en Lucas 12.48, su Cristo dijo a todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho se le demandará.
Estoy convencido de eso. Al que más se le ha dado, más se le exige. Lo segundo es que Primera de Corintios 13 dice, vayamos allá, no os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana, pero fiel es Dios que no os dejará ser tentados más de lo que podáis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación, para que podáis soportar. Y quiero leer este mismo versículo, Primera de Corintios 10.13, en la versión Dios habla hoy.
Y en Dios habla hoy expresa mejor lo que estoy pensando. Dice, ustedes no han pasado por ninguna prueba que no sea humanamente soportable. Y pueden ustedes confiar en Dios, que no los dejará sufrir pruebas más duras de lo que pueden soportar. Por el contrario, cuando llegue la prueba, Dios les dará también la manera de salir de ella para que puedan soportarla. Esta versión expresa mejor lo que yo estoy mencionando. Cuando la vida nos golpea con furia, y cuando la vida a veces se vuelve implacable y dura, debemos recordar. Pienso estas dos cosas. Dios nos ha dado mucho a todos los que estamos aquí. Dios ha compartido su Espíritu Santo, las arras del Espíritu con nosotros, a nosotros.
Y en consecuencia, si personas que viven en el mundo son capaces de sacar lecciones de vida, enormes lecciones, como nosotros no vamos a poder extraer las lecciones de vida que Dios ha generado para nosotros. La vida a veces se comporta de manera extraña con nosotros, pero la vida enseña lecciones. Tanto a nivel personal, también a nivel de iglesia, también a nivel personal, también a nivel general.
La Biblia está llena de estas lecciones de vida que no debiéramos olvidar. Una de estas escrituras que hablan de esto, que estoy mencionando, es Primera de Corintios 10. En Primera de Corintios 10, en el versículo 1, aquí Pablo trae a colación la experiencia de los israelitas, la experiencia de los israelitas, cuando salen de la tierra de Egipto con mano poderosa y dice aquí Primera de Corintios 10, verso 1, porque no quiero hermanos que ignoréis que en nuestros padres todos estuvieron bajo la nube y todos pasaron el mar.
Y dice aquí, y todos en Moisés fueron bautizados en la nube y en el mar y todos comieron el mismo alimento espiritual y todos bebieron la misma bebida espiritual porque bebían de la roca espiritual que lo seguía y la roca era a Cristo. Y aquí unos versículos más adelante, la Escritura dice que estas cosas fueron escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes hemos alcanzado los fines de los siglos. Aquí en el versículo 11, dice hablando de lo que vivieron los israelitas, dice, y estas cosas les acontecieron como ejemplo y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos.
Y cada vez que leo esta Escritura a veces pienso, a quienes hemos alcanzado los fines de los siglos, porque si los hermanos en Corinto que vivían en el primer siglo pensaban que habían llegado los fines de los siglos, ¿cuánto más nosotros han pasado desde ese momento hasta ahora? ¿Cuántos años han pasado? Casi dos mil años, por lo tanto, nosotros sí nos podemos sentir.
Y no, estoy diciendo que ellos no se sintieran, estoy diciendo que nosotros están escritas estas Escrituras para nosotros, que hemos alcanzado los fines de los siglos.
Y fueron lecciones que nos deben servir como ejemplo para que no codiciemos, como dice la Escritura. Vamos a ir en un momento más allá con ellos. ¿Cuántas lecciones podemos aprender de la experiencia vivida por los israelitas? Por ejemplo, aprender a confiar a que es Dios que empelea nuestras batallas. ¿Cómo que no? ¿Cómo que no? Los israelitas estaban siendo subjugados por los egipcios tenían las armas, tenían un ejército, tenían la riqueza, tenían el poder para subjugarlos.
¿Cómo ser liberados de una nación como esa, sin vivir una guerra? Un pueblo que era esclavo, que vivían como esclavo y que en muchos casos se sentían esclavos allí aguantando el tormento, la dureza, pienso en ustedes cuando les mandaron a construir o hacer aquí los ladrillos. Bueno, se sentían esclavos porque si no obedecían, llegaban otros señores con un ládigo y si uno no obedece, entonces los golpeaban.
Y entonces la experiencia del pueblo de Israel en Egipto le enseña o le puede enseñar a uno a confiar en que es Dios que empelea nuestras batallas. Aprender a confiar que cuando enfrentemos un problema Dios nos apoyará. Si la causa es justa, Dios va a estar con nosotros. Si la causa es justa y el problema insoluble por la vía humana, Dios moverá el universo para generar la condición necesaria para escapar. La semana pasada en el Club de Doratoria tocamos este tema. ¿Se acuerdan del Día Largo de Josué? Dios hizo un milagro cuando uno se pone a pensar en el Día Largo de Josué.
¿Qué habrá pasado ahí? Porque lo creemos, el Sol y la Luna se detuvieron. ¿Han pensado lo que significa eso? ¿Que se detenga el Sol y la Luna? Estas son estas conclusiones, estos pensamientos a los cuales uno llega. ¿Se tiene que haber detenido el universo para generar que se extendiera el día?
Bueno, si la causa es justa y el problema es insolubre por la vía humana, piensen ustedes, ¿tendrá el hombre el poder de detener el Sol? ¿No? ¿Podrá el hombre detener la Luna? No. Pero Dios sí. Y Dios, por amor a su pueblo, detuvo el universo. Bueno, y si Dios detuvo el universo por los israelitas, ¿no podrá detener el universo por nosotros? Estas son lecciones de vida. Dios, a través de su palabra, nos enseña lecciones. Y cuando uno piensa en la experiencia de los israelitas, uno llega a estas conclusiones. Hay que aprender a confiar en que es Dios quien pelea nuestras batallas. Y nosotros debemos aprender a descansar en Cristo. Aprender a descansar en que si tenemos... ¿Estamos viviendo un problema? ¿Un problema que no tiene arreglo desde la perspectiva humana? Bueno, ¿por qué no pedirle a Dios que arregle las cosas? ¿A Él? ¿Por qué seguir lidiando uno con un problema? A veces los problemas no tienen arreglo. Uno piensa, por ejemplo, las economías en el mundo. A veces hay debacles en las economías del mundo. ¿Uno puede intervenir en la economía del mundo? No. Pero Dios sí. Dios sí. ¿Y por qué entonces no descansar en Cristo? ¿Pidiéndole a Él que arregle las cosas? Bueno, son lecciones de vida. Dios puede mover el universo. Puede parar el universo. Hacer que el día se extienda. Si lo hizo por los israelitas, lo puede hacer por nosotros. ¿Cuántas lecciones más podemos aprender? Aquí, en primera de Corintios 10-5, la Escritura dice, pero de los más de ellos no se agradó Dios. Por lo cual, quedaron postrados en el desierto. Esta también es una lección. Podemos querer llegar. Debemos aprender. Querer llegar no es sinónimo de llegar. Esta es una lección de vida también. Los israelitas querían llegar a la tierra. Aquí Dios, hablándole a Moisés, le describió la tierra a donde iban a llegar los israelitas. Después de vivir allí en el desierto o allí en Egipto, Dios les dijo que iban a llegar a una tierra que fluye leche y miel, una tierra de abundancia.
Entonces uno piensa o uno concluye los israelitas querían llegar. Por supuesto. ¿Cómo no vayan a querer llegar? Después de vivir una temporada en un desierto, las temperaturas en los desiertos son 45, 50 grados en el día, 0 grados en la noche. Después de un largo tiempo uno sueña con la tierra prometida, una tierra que fluye leche y miel, una tierra en donde las temperaturas son más menos extremas y es más agradable vivir. Pero la Escritura dice, pero de los más de ellos, de la mayoría de los israelitas aquí no se agradó Dios. Y entonces lecciones de vida podemos aprender que querer llegar no es sinónimo de llegar. Podemos aprender que las intenciones deben ir acompañadas de hechos verdaderos para ser validados por hechos reales y genuinos. La intención y el querer forman parte del camino, pero definitivamente no es el camino. Todos los israelitas querían llegar a la tierra prometida, pero las bendiciones requerían de ellos intenciones correctas y acciones justas. La Escritura dice que de los más de ellos no se agradó el Señor. ¿Por qué no se agradó el Señor de la mayoría de ellos? Bueno, Dios conoce nuestro corazón. Dios conoce nuestras motivaciones. Él sabe lo que hay dentro de nosotros, cosa que nosotros los seres humanos no tenemos la capacidad para poder ver qué es lo que hay en el corazón de otros seres humanos. No obstante, Dios sí, aquí en Jeremías 17, verso 9. Jeremías 17, verso 9.
La Escritura dice, engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso, ¿quién lo conocerá? Y aquí Dios responde al profeta, dice yo el Eterno, que escudriño en la mente, que pruebo el corazón para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras.
Las lecciones de vida que podemos extraer es que estas cosas les acontecieron para que aprendamos lecciones de lo que vivieron ellos. Aquí en verso 6, primera de Corintios.
Y aquí se empiezan a mencionar, o Pablo por inspiración, comienza a extenderse en algunas experiencias que vivieron los Israelitas una vez que ya salieron de Egipto. En primera de Corintios 10, verso 6, dice más estas cosas sucedieron como ejemplos para nosotros para que no codiciemos cosas malas, como ellos codiciaron. Aquí esta experiencia que vivieron los Israelitas en el desierto, esta experiencia de la codicia de ellos está expresada en números 11. En números 11. Vayamos allá a números.
Vamos a hacer este análisis.
Verso 1, dice, «Aconteció que el pueblo se quejó a oídos del Eterno y lolló el Eterno, y ardió su ira y se encendió en ellos fuego del Eterno y consumió uno de los extremos del campamento. Entonces el pueblo clamó a Moisés y Moisés oró a Jehová y el fuego se extinguió y llamó a qué lugar, tabera, porque el fuego del Eterno se encendió en ellos y la gente extranjera que se mezcló con ellos tuvo un vivo deseo y los hijos de Israel también volvieron a llorar y dijeron, «¿Quién nos diera a comer carne?» Aquí ellos vivieron esto de la carne, tenían hambre de carne. Es como cuando a uno le baja la glicemia y tiene hambre de pan. Se han vivido aquello, pero aquí los israelitas, no conforme con lo que estaban comiendo, querían carne. Dice, «¿Quién nos diera a comer carne?» Nos acordamos del pescado que comíamos en Egipto, de Valde. Aquí hay un relato bien interesante, ¿cómo ocurre? ¿Cómo es la memoria? Dice aquí, «Nos acordamos del pescado que comíamos en Egipto, de Valde». ¿Cómo que de Valde? Acá sonó los hacian... Bueno, hay otras expresiones que no puedo usar porque... Alátigo construyendo o haciendo aquí los ladrillos, pero los ladrillos eran usados para hacer estas enormes construcciones que tenían los egipcios. Así es que muchos años llevaban ellos en eso. Y entonces aquí dice, «De los pepinos, los melones, los puerros, las cebollas y los ajos, y ahora nuestra alma se seca, pues nada sino este maná ven nuestros ojos, este maná».
Ya una empieza... ¿No estaban tan agradecidos con el maná momentos atrás? Bueno, ¿qué pasó con todos los agradecidos que estaban? Porque tenían hambre. Y Dios le dio maná. Y el maná era como un ojal de miel. Y era muy rico al sabor. Ah, pero pasa un tiempo y ya uno... ¡No, maná, de nuevo maná! No. No, yo quiero cargarte. Y aquí quiero leerles... ¿Uno piensa tan pronto se olvidaron de lo que habían vivido?
Estaban satisfecho, pero querían más. El relato de las codonices me trae a la memoria dos escrituras. Dos escrituras. En Ecclesiastés. Una está en Ecclesiastés. Una ocho y la otra está en Ecclesiastés. Ecclesiastés cinco días.
Dice aquí...
Todas las cosas son fatigosas, más de lo que el hombre puede expresar. Nunca se saca el ojo de ver ni el oído de oír.
Es así. Es así.
A medida que crecen los recursos, las personas se van conformando con menos. Siempre están insatisfechas. Es como el que ama el dinero. Ecclesiastés cinco días. El que ama el dinero no se sacará de dinero. Y el que ama el mucho tener no sacará fruto. También esto es vanidad. Y aquí los israelitas dan cuenta de esto, el relato de las codornices. Ellos habían clamado porque no tenían alimento.
Pero Dios les dio el maná. Y aquí los israelistas dan cuenta de esto. Pero Dios les dio el maná. Y pasa un tiempo y las personas aquí dicen, bueno, nosotros queremos carne. ¿No maná? ¿Otra vez maná? No. Y uno piensa, se pone a pensar, cuando uno saca estas lecciones de vida, en la vida de uno, a veces uno está agradecido con una bendición. Pero pasa el tiempo y uno se olvida de aquello. Y ya no está conforme con la bendición. ¿Quiere otra bendición? ¿Quiere carne? Ya no maná. Es así. Somos así. Solemos olvidarnos. Solemos olvidar nuestro pasado. ¿De dónde venimos? ¿De dónde venimos? Uno piensa y saca estas lecciones de vida. Nuestro primer trabajo. Cuán contentos estamos. Yo me recuerdo una de las frustraciones más grandes que uno tenía cuando era recién egresado, cuando uno iba a pedir el primer trabajo. ¿Qué es lo que le piden a uno cuando uno va a pedir el primer trabajo? ¿Tiene usted experiencia? Y entonces uno dice, ¿cómo va a tener experiencia si nunca le dan la oportunidad a uno? Pero cuando uno está trabajando, uno dice, no, pero este trabajo, no, me guste de trabajo. Quiero otro trabajo, un trabajo mejor, que tenga mejores condiciones, mejor todo. Así somos los seres humanos. Es así. Y por eso uno piensa, bueno, Dios nos pide que no nos olvidemos, que no tengamos esta memoria corto, corto-placista.
Y dice aquí, voy a seguir leyendo, y me voy a dar la verdad.
Dice, y ahora nuestra alma se seca. Pues nada, sino este maná, ven nuestros ojos. Y era el maná como semilla de culantro, y su color como color de vedelio. El pueblo se esparcía y lo recogía y lo molía en molinos, o lo majaba en morteros, y lo cocía en caldera o hacía de él tortas. Su sabor era como sabor de aceite nuevo. Y el sío sobre el campamento de noche, el maná descendía sobre él. Y oyó Moisés al pueblo, que lloraba por sus familias. Qué terrible. Dice, lloraba por sus familias, cada uno a la puerta de su tienda. Y la ira del eterno se encendió en gran manera. También le pareció mal a Moisés, y dijo Moisés al eterno, ¿por qué has hecho mal a tu siervo, y por qué no he hallado gracia en tus ojos, que has puesto la carga de todo este pueblo sobre mí? Concedí yo a todo este pueblo, lo engendré yo para que me digas, llévalo en tu seno, como lleva la que cría, al que mama, a la tierra, de la cual juraste a sus padres, ¿de dónde conseguiré yo carne para dar a todo este pueblo? Porque lloran a mí diciendo, ¡Danos carne, qué comamos! No puedo, yo solo soportar a este pueblo, que es pesado en demacía. Y si así lo haces tú conmigo, yo te ruego que me des muerte. Sí hayado gracia en tus ojos, y que yo no vea mi mal. Entonces el eterno dijo Moisés, reúneme 70 varones de los ancianos de Israel, que tú sabes que son ancianos del pueblo y sus principales, y traelos a la puerta del tabernáculo de reunión, y esperen allí contigo, y yo descenderé, y hablaré allí contigo, y tomaré del Espíritu que está en ti, y pondré en ellos, y llevarán contigo la carga del pueblo, y no la llevarás tú solo. Pero al pueblo dirás, santificados para mañana, y comeréis carne, porque habéis llorado en oídos del eterno diciendo, ¿quién nos diera a comer carne? Ciertamente mejor nos iba en Egipto. El eterno pues os dará carne y comeréis. No comeréis un día, ni dos días, ni cinco días, ni diez días, ni veinte días, sino hasta un mes entero, hasta que os salga por las narices, y la borrezcáis por cuánto menospreciasteis al eterno que está en medio de vosotros, y llorasteis delante de él diciendo, ¿para qué salimos acá de Egipto? Y uno dice, pero, bueno, y esto no eran los hombres que estaban siendo subyugados y esclavizados por los egipcios unos meses atrás, y pasan unos meses, y porque no tienen carne, lloran. Se fijan la expresión, llorar porque no tienen carne, porque solamente maná. Solamente maná, pero momentos antes estaban agradeciendo porque tenían maná.
Los seres humanos solemos olvidarnos de las bendiciones que Dios nos ha entregado. Y tenemos esta... en mi casa mi mamá usaba una expresión. Estos barriles que no tienen suncho, no sé si han escuchado hablar de esa expresión, del suncho. Barriles y suncho. Estos barriles, el suncho, se usaba para apretar las maderas de manera que cuando con la humedad, ya sea con agua, ya sea con vino, ya sea con chicha de manzana, se infla la madera, entonces se aprietan. Esto permite que el líquido se salga del contenido. Barriles y suncho. Uno no tiene límites en las peticiones que le hace a Dios. Pero lo más terrible de eso es olvidarse. Orbidarse que Dios es quien da las bendiciones y olvidarse de las bendiciones. Eso también. Memoria frágil. Uno piensa, tan pronto se olvidaron del cruce milagroso en el Mar Rojo. Pronto se olvidaron del Maná y de las bendiciones. El relato de las codonices deja un triste récord del cual debiéramos ser muy conscientes. Dios corrigió a este pueblo. Lo corrigió. Y la Escritura dice de la mayoría de ellos, Dios no se agradó. No se agradó.
La lección es debemos cuidarnos de no caer en este tipo de transgresiones. Debemos cuidarnos de no caer en este tipo de transgresiones. La siguiente Escritura en 1 de Corintios.
Aquí 1 de Corintios 10 en el verso 7. La siguiente Escritura.
Dice aquí Ni seáis idólatras. Como algunos de ellos, según está escrito, se sentó el pueblo a comer, a beber y se levantó a jugar. Esto de levantarse a jugar siempre genera problemas, puesto que, ¿qué de malo tiene que las personas se levanten a jugar? Y uno se imagina, ¿verdad?, jugar a la pelota. ¿Cuál es el problema allí? En la versión de lenguaje simple aclara mejor este tema. Dice, Ni debemos adorar a los ídolos como hicieron algunos. Así dice la Biblia. La gente se sentó a comer y beber y luego se puso a bailar en honor de los ídolos. ¿Cuándo vivieron esos Israelitos? Bueno, cuando Moisés estaba allí en el monte esos 40 días y 40 noches antes de que recibieran la ley en ese día de Pentecostés. Antes de vivir ese momento, ya habían pasado 40 días. 40 días desde el momento en que vivieron la Pascua hasta el momento en que el pueblo, después de vivir, una piensa, las plagas. ¿Y cómo Dios protegió a su pueblo? De las plagas. De la plaga de los primogénitos. ¿Y ellos vieron eso? Los primogénitos de los animales que estaban en casa de los egipcios murieron. Y los hijos de los egipcios murieron. Y sus hijos vivieron. Y sus cachorros que estén aquí y sus cachorros que estaban con ellos vivieron. Y ellos lo vivieron. Eso fue algo en lo cual una experiencia en primera persona. Y luego cruzan el mar rojo. Esto no es algo que le hayan contado a ellos. Esto es algo que ellos vivieron. Y pasan que un par de semanas y porque Moisés no baja de este monte empiezan a volverse a el pasado. Al pasado religioso del cual ellos venían saliendo de los ídolos. Aquí en éxodo 32 en el versículo 1 dice, viendo el pueblo que Moisés tardaba en descender del monte se acercaron entonces a Arón y le dijeron, ¡levántate! Haznos dioses que vayan delante de nosotros porque a este Moisés el varón que nos sacó de la tierra de Egipto no sabemos qué le haya acontecido.
Esta frase dice mucho. Dice mucho. Primero en lo cual uno cada en cuenta es haznos dioses que vayan delante de nosotros. Y lo segundo es el varón que nos sacó de la tierra de Egipto.
Moisés no lo sacó de la tierra de Egipto. Él era representante de Dios.
Y Arón Arón hacía de vocero. Y el vocero explicaba Dios habló con Moisés y Moisés hizo tal o cual cosa. Y aquí uno dice Moisés se tardaba en descender y ya ellos empezaron a pensar.
No en Dios, sino en hombres.
En hombres. Verso 2 dice Arón les dijo, apartado los sarcillos de oro que están en las orejas de vuestras mujeres, de vuestros hijos y de vuestras hijas, y traídmelos.
Y dice aquí Verso 4 Y él los tomó de las manos de ellos y le dio forma con buril y hizo de ellos un becerro de fundición. Entonces dijeron Israel, estos son tus dioses que te sacaron de la tierra de Egipto. Y uno empieza entonces a estas conclusiones. Tan pronto se olvidaron de Dios.
Cuarenta días habían pasado desde Pascua, pero desde el Cruce del Mar Rojo había pasado como un mes. Menos de un mes. Y ya el pueblo se había olvidado.
Y entonces la conclusión a la cual uno llega, hay muchas lecciones a las cuales podemos llegar. La lección es no olvidarse de Dios y volverse al pasado religioso. Dios es un Dios celoso, hermanos. Y no se la con celo de Dios. Él nos cuida. Y si en ese cuidado que Él tiene de nosotros tiene que corregirnos, nos va a corregir. Si nosotros nos olvidamos de Él. Porque Él nos, cuando inició esta carrera con nosotros, cuando inició esta relación con nosotros, Dios no es hombre para que se vuelva atrás. Él inició y Él va a seguir intentando trabajar con nosotros. Aunque nosotros nos olvidemos de Él. Él va a seguir intentando trabajar con nosotros. Y por eso la lección aquí es no olvidarse de Dios. No debemos olvidarnos de Él ni de sus milagros, porque ni del celo que Dios tiene para con nosotros.
El siguiente versículo en 1 Corintios 10, verso 8, dice ni forniquemos, como algunos de ellos fornicaron y cayeron en un día 23.000. El Consejo de Balán El Consejo de Balán ahí en Val, peor. Cuando les dijo a los hombres allí Balac lo llama para que maldiga al pueblo de Israel y él dice, yo no puedo maldicirlos pero de un consejo. El Consejo es bueno que los hombres forniquen porque fornicando los hombres la relación con Dios se ve entorpecida las inmoralidades sexuales. Hay que precaverse a este respecto. Jesús Jesús aquí en Mateo 5 en Mateo 5 en el verso 27 dice oísteis que fue dicho, no cometerás adulterio pero yo os digo que cualquiera que mira una mujer para acodiciarla ya adulteró con ella en su corazón precaverse precaverse puesto que lo que está en juego es la relación con Dios la relación con Dios y aquí Jesús le dijo a sus discípulos no basta con que uno forniquen o no adulteren si ya miran a una mujer para acodiciarla ya están pecando cada experiencia de los hijos de Israel dejan lecciones que debiéramos hacer caso cada experiencia de los hijos de Israel dejan lecciones que no debiéramos pasar por alto en Proverbios 22-3 Proverbios 22-3 la escritura dice el avisado ve el mal y se esconde más los simples pasan y reciben el daño el avisado ve el mal y se esconde las escrituras están para que nosotros aprendamos esas lecciones fueron escritas con ese propósito de enseñarnos a nosotros lecciones de vida lecciones que si las aprendemos podemos salir fortalecidos si aprendemos a vivir uno piensa los problemas si aprendemos a vivir los problemas con la perspectiva correcta saldremos fortalecidos al punto que así como estas dos damas chilenas una de 51 años otra de 22 años 22-51 así como estas dos damas aprendieron lecciones y dejaron ejemplos para otros nosotros también podemos vivir lo mismo si aprendemos las lecciones de vida que tanto la escritura y las experiencias de vida que nosotros en forma particular vivimos podemos aprender que Dios nos ayude a sacar lecciones de la Biblia más también a través de la Biblia las lecciones de vida de nuestra vida Buenas tardes a todos.