¿Observaría Jesús la Navidad?
Millones de personas consideran que la Navidad es “la época más maravillosa del año”. Pero ¿lo ve así Jesucristo, cuyo cumpleaños esta festividad supuestamente celebra? Es una pregunta interesante. Y si él volviera a la Tierra hoy, ¿participaría en esta celebración, aceptándola en su honor? ¿Hay alguna forma de poder saberlo?
Jesús dijo que había venido a dar testimonio de la verdad (Juan 18:37) y declaró que la Palabra de Dios es la verdad (Juan 17:17), afirmando además que la Escritura, que da testimonio de él, no puede ser quebrantada (Juan 5:39; 10:35). Para llegar a la verdad religiosa debemos examinar cualquier idea a la luz de lo que dice la Biblia. Como instruyó el apóstol Pablo:“Probadlo todo; retened lo bueno” (1 Tesalonicenses 5:21, énfasis nuestro en todo este artículo).
¿Son bíblicas la Navidad y sus tradiciones? ¿Se conforman a los principios bíblicos? ¿Era esta festividad una práctica de la Iglesia primitiva? ¿Es algo que Jesús habría aprobado?
Las raíces de la Navidad
Hay muchas costumbres religiosas que damos por sentadas. El hecho de que sean antiguas o populares no las convierte en correctas, ¡pero se requiere mucho valor para aferrarse a las que son bíblicamente sólidas!
La propia palabra “Christmas”, que significa Navidad en inglés, muestra su origen fabricado por el hombre: tiene que ver más bien con la misa católica romana de Cristo. Según la Enciclopedia Católica, “La palabra para Christmas en inglés antiguo es Cristes Maesse, es decir, la misa de Cristo, encontrada por primera vez en 1038, y Cristes-messe, en
1131 . . . Christmas no figuraba entre las primeras fiestas de la Iglesia” [Christmas, (“Navidad”), edición en línea].
La misa en sí se remonta a los rituales de misterio paganos y no son una representación del sacrificio de Cristo, como se afirma. Además, la festividad misma no se originó con Jesús o sus seguidores, sino que procede de observancias paganas precristianas.
Jesús ni siquiera nació en invierno. La Biblia dice que él nació cuando los pastores aún estaban en los campos por la noche, cuidando de sus rebaños (Lucas 2:8). Sin embargo, la Navidad tiene lugar el 25 de diciembre, cuando las temperaturas en Israel pueden descender por debajo del punto de congelación.
Como señala Adam’s Clark Commentary (Comentario de Adam Clarke): “Como los pastores aún no habían llevado los rebaños a sus corrales [algo que se hacía en octubre], es lógico suponer que octubre no había comenzado y por ende Cristo no nació el 25 de diciembre, cuando no había rebaños en los campos, ni después de septiembre, ya que aún los animales estaban a la intemperie por la noche. Por este mismo motivo debe renunciarse a la natividad en diciembre. La alimentación nocturna de los rebaños en los campos es un hecho cronológico, que arroja considerable luz sobre este punto controvertido” (nota sobre Lucas 2:8).
¿Cómo se estableció la Navidad el 25 de diciembre? El historiador eclesiástico británico Henry Chadwick lo explica: “A principios del siglo IV comienza en Occidente (no se sabe dónde ni por quién) la celebración del 25 de diciembre, el cumpleaños del dios Sol en el solsticio de invierno, como fecha de la natividad de Cristo” (The Early Church [La Iglesia primitiva], 1967, p. 126).
The Oxford Dictionary of the Christian Church (Diccionario Oxford de la Iglesia cristiana) señala además: “La observancia popular de la fiesta [Navidad] siempre ha estado marcada por la alegría y el jolgorio característicos de las saturnales romanas y de las otras fiestas paganas a las que sustituyó. Se desarrolló considerablemente en Inglaterra en el siglo xix gracias a la importación de costumbres germanas por parte del príncipe consorte (como los árboles de Navidad)” (1983, p. 281).
¿Lo honra realmente?
Dios advirtió específicamente que su pueblo no debía adoptar prácticas religiosas paganas en honor a él, y que no aceptaría tal adoración (Deuteronomio 12:29-32). Y Jesús no eliminó la ley de Dios en este sentido.
Jesús amonestó a la gente sobre el peligro de creer que estaban honrando a Dios mientras guardaban mandamientos y tradiciones humanas en lugar de lo que Dios ordenó, declarando: “Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas mandamientos de hombres . . . Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición” (Marcos 7:7-9).
Y también advirtió: “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad” (Mateo 7:21-23). En la Biblia, “hacer maldad” significa simplemente violar o hacer caso omiso de las leyes de Dios (1 Juan 3:4).
Cristo siempre tuvo cuidado de obedecer los mandamientos del Padre. Dijo: “Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, como yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor” (Juan 15:10). Y a sus discípulos instruyó así: “Por tanto id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:19-20).
No vemos en el Nuevo Testamento que los apóstoles celebraran el nacimiento de Cristo. Esa no fue una de las enseñanzas de Jesús, ni tampoco la enseñaron sus apóstoles. Del mismo modo, Pablo advirtió más tarde a los cristianos de Colosas en contra de seguir tradiciones y mandamientos de hombres: “Pues si habéis muerto con Cristo en cuanto a los rudimentos del mundo, ¿por qué, como si vivieseis en el mundo, os sometéis a preceptos tales como: No manejes, ni gustes, ni aun toques (en conformidad a mandamientos y doctrinas de hombres), cosas que todas se destruyen con el uso?” (Colosenses 2:20-22).
Una fiesta bíblica que Jesús y sus seguidores sí observaron
Sorprendentemente, en el Nuevo Testamento hay una fiesta que forma parte de las leyes de Dios y que Jesús dijo que debíamos guardar en su memoria, y no era la Navidad.
Él dijo explícitamente a sus discípulos acerca de celebrar la Pascua en su honor: “¡Cuánto he deseado comer con vosotros esta Pascua antes que padezca! Porque os digo que no la comeré más, hasta que se cumpla en el reino de Dios’ [queriendo decir que la celebrará de nuevo con todos sus creyentes cuando regrese] . . . Y tomó el pan y dio gracias, y lo partió y les dio, diciendo: Esto es mi cuerpo que por vosotros es dado; haced esto en memoria de mi” (Lucas 22:15, 19).
La Pascua, el día 14 del primer mes del calendario hebreo (en primavera en el hemisferio norte), era una de las siete fiestas anuales de Dios descritas en Levítico 23. Jesús y la Iglesia primitiva observaban todas estas temporadas de culto bíblicas.
En lo que respecta a la historia de la Iglesia, pocos están enterados del gran conflicto que tuvo lugar entre los que observaban la Pascua del Nuevo Testamento y los que más tarde empezaron a celebrar lo que se llegó a conocer como Domingo de Resurrección, otra fiesta creada por el hombre (falsamente llamada Pascua en aquel entonces y también en varios idiomas hoy en día). Esta controversia comenzó en el segundo siglo y continúa hasta nuestros días.
En cuanto a este polémico asunto, se ha conservado una extraordinaria carta que se refiere a él y que se remonta al año 190 d. C., aproximadamente. Fue escrita por Polícrates, obispo de Éfeso, dirigiéndose al obispo romano Víctor en relación a la Pascua cristiana.
Polícrates afirma: “Nosotros celebramos este día sin cambio alguno, sin añadir ni sacar nada. Pues en Asia también yacen (en los sepulcros) grandes luminarias, que resucitarán el día de la venida del Señor, en la que vendrá de los cielos con gloria en busca de todos los santos: Felipe, uno de los doce apóstoles, que yace en Hierápolis . . . Incluso está Juan, el que se hallaba recostado sobre el pecho del Señor . . . [y] yace en Éfeso. También está Policarpo en Esmirna, obispo y mártir . . .
“Todos estos conservaron el día de la decimocuarta luna como el de la Pascua, de acuerdo con el Evangelio, y no realizaban ninguna transgresión, sino que seguían los cánones de la regla de la fe” (Eusebio de Cesarea, Historia Eclesiástica, libro 1, cap. 24, vv. 2-6).
Trágicamente, la celebración de la Pascua Florida, creada por Víctor de Roma, fue la que prevaleció en la mayor parte del Imperio romano. Y más tarde, otra fiesta hecha por el hombre fue impuesta por la iglesia romana: la Navidad.
Respecto al cambio de la Pascua a la Pascua Florida, Chadwick admite de buen grado: “La intervención de Víctor de Roma resultó exitosa en el sentido de que su punto de vista acabaría imponiéndose . . . Pero puede haber pocas dudas de que los cuartodecimanos [aquellos que observaban la Pascua cristiana el día 14 del primer mes hebreo, según las instrucciones de la Biblia] tenían razón al pensar que habían preservado la costumbre más antigua y apostólica. Se habían convertido en herejes simplemente por estar pasados de moda” (p. 85).
Así, los que observaban la Pascua el día 14, que en realidad guardaban lo que Jesús había ordenado, ¡fueron tachados de “herejes” porque no seguían las fiestas creadas por el hombre! Estos fieles cristianos formaban el pequeño rebaño perseguido de Dios (Lucas 12:32) y simplemente no cedieron a las amenazas de la iglesia de Roma. La respuesta de Polícrates a Víctor de Roma fue: “Yo . . . no me amedrento por los que intentan desconcertarme, pues aquellos que son más importantes que yo, han dicho: ‘Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres’[Hechos 5:29]”.
Esta sigue siendo la respuesta correcta para afrontar este problema hoy en día.
Cristo nos dijo que adoráramos a Dios en espíritu y en verdad
Jesús predijo cómo adorarían al Padre sus futuros seguidores, siguiendo dos principios clave: valiéndose del Espíritu de Dios y siguiendo la verdad bíblica. Él dijo: “Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren” (Juan 4:23-24).
En efecto, Cristo dijo que los verdaderos cristianos recibirían el Espíritu de Dios y serían guiados a las verdades que él enseñó. Afirmó: “Pero el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, les enseñará todas las cosas y les hará recordar todo lo que he dicho” (Juan 14:26, Nueva Versión Internacional).
Además, debemos adorar a Dios no solo mediante la presencia de su Espíritu en nosotros, sino también obedeciendo sus verdades bíblicas, no aquellas hechas por el hombre. Como proclama el Salmo 119:151, “todos tus mandamientos son verdad”.
Recuerde, muchos días festivos hechos por el hombre son solamente sustitutos paganos de los días de fiesta instituidos por Dios y que se encuentran en su Biblia. Las fiestas falsificadas ayudan a ocultar las gloriosas verdades y significados de las fiestas de Dios.
¿Quién es el autor principal de estas enseñanzas fraudulentas? Satanás, el archiengañador. Como explicó Pablo: “Pero si nuestro evangelio está aún descubierto, entre los que se pierden está encubierto; en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios” (2 Corintios 4:3-4).
En resumen, ¿transigiría Jesucristo con la ley de Dios participando y aprobando días festivos creados por el hombre y originados en el culto pagano? La respuesta de la Biblia es un rotundo ¡no! BN