¿Nació Jesús en el día de Navidad?

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¿Nació Jesús en el día de Navidad?

La tradición nos dice que Jesús nació un día 25 de diciembre, comúnmente llamado día de Navidad. Pero también sabemos que la tradición puede estar equivocada. Durante siglos la tradición nos enseñó que la Tierra era plana y que todas las estrellas y planetas giraban alrededor de ella. Debieron transcurrir muchos años de cuidadosa investigación científica para cambiar la perspectiva tradicional respecto al sistema solar por otra basada en la verdad comprobable.

De manera similar, se ha determinado que la tradición de que Jesucristo nació a mediados de invierno carece de evidencia sólida, y eso es precisamente lo que la Biblia y otras fuentes revelan. No obstante, sabemos que la tradición es difícil de revertir; un ejemplo de ello son los meses del año romano, que están absolutamente confundidos pero siguen guardándose de esa manera. Septiembre es el noveno mes en nuestro calendario, pero en realidad significa “séptimo mes” en latín. Octubre es el décimo mes, pero significa “octavo mes”; noviembre es nuestro décimo primer mes, pero significa “noveno mes”, y diciembre significa “décimo mes”, pero es el décimo segundo mes de nuestro calendario.

La observancia del día de Navidad también ha llegado a ser una tradición de hombres, y resulta que está basada en fundamentos falsos. Examinemos la evidencia.

El censo romano, evidencia de que Jesús no nació en invierno

La primera evidencia en la Biblia de que Jesús no nació ni siquiera cerca del 25 de diciembre la encontramos en Lucas, donde él escribió: “Aconteció en aquellos días, que se promulgó un edicto de parte de Augusto César, que todo el mundo fuese empadronado. Este primer censo se hizo siendo Cirenio gobernador de Siria. E iban todos para ser empadronados, cada uno a su ciudad.

“Y José subió de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por cuanto era de la casa y familia de David; para ser empadronado con María su mujer, desposada con él, la cual estaba encinta. Y aconteció que estando ellos allí, se cumplieron los días de su alumbramiento. Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón” (Lucas 2:1-7, énfasis nuestro en todo este artículo).

Existen registros romanos de algunos censos que se remontan al año 20 hasta aproximadamente el 270 d. C. “En el Nuevo Testamento, la inscripción (censo) romana es mencionada en relación con el nacimiento de Jesús (Lucas 2:2) y nuevamente en una referencia casual a la insurrección de Judas el galileo (Hechos 5:37). Aparentemente los romanos llevaban a cabo un censo cada catorce años con el propósito de exigir impuestos” (The International Standard Bible Encyclopedia [Enciclopedia estándar internacional de la Biblia], 1982, vol. 2, p. 105).

El punto a considerar es que las autoridades romanas no tomaban el censo durante el invierno, cuando hacía frío, abundaban las lluvias y el lodo, y los caminos resbalosos hacían muy peligrosos los viajes. El tiempo apropiado para llevarlo a cabo debe haber sido después de las cosechas, a fines del verano o principios del otoño, justo antes de las lluvias otoñales del fin de temporada y el comienzo del invierno, cuando la gente podía regresar a sus lugares de nacimiento sin perturbar el ciclo agrícola de la siembra, cuidado y cosecha de los productos.

En su libro Holy-Days and Holidays (Días santos o festivales), el escritor Arthur Cunningham Geikie afirma que este censo “difícilmente pudo haber tenido lugar en esa temporada [invernal] . . . porque las autoridades con toda seguridad no hubiesen escogido esa estación para una inscripción pública, que requería que la población viajara desde todas partes hasta sus distritos natales. Las tormentas y lluvias hacían muy inseguras y desagradables las travesías, excepto en años particularmente favorables. La nieve no es algo raro en Jerusalén en los meses de invierno, y yo he visto nieve tan profunda que la gente se perdía fuera de las puertas” (“Christmas at Bethlehem” [Navidad en Belén], 1968, p. 405).

El relato que hace Lucas del censo romano presenta sólidos argumentos contra la fecha del 25 de diciembre como el nacimiento de Cristo. Para una sociedad agraria como aquella, era mucho más factible que un censo se realizara a finales del verano o comienzos del otoño. ¡Un censo en pleno invierno no tenía ningún sentido, porque hubiese sido autodestructivo!

Los pastores estaban en los campos en horas de la noche

Lucas sigue diciendo respecto al nacimiento de Cristo: “Había pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño. Y he aquí, se les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor; y tuvieron gran temor. Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor” (Lucas 2:8-11).

Así, los pastores en Belén se hallaban pastoreando sus rebaños afuera, durante la noche. Esta es otra indicación de que no se trataba de mediados de diciembre, cuando el clima estaba más frío que nunca y los pastores probablemente mantenían sus rebaños encerrados en refugios durante la noche. La práctica común en Judea era que los pastores mantuvieran sus rebaños a campo abierto desde abril a octubre, pero en los fríos y húmedos meses invernales llevaban a sus rebaños de vuelta a casa y los protegían del tiempo inclemente.

Algunos comentaristas bíblicos defienden la idea de que había pastores en los campos durante el mes de diciembre, pero otros la han descartado, lo que parece ser más razonable. The Interpreter’s One Volumen Commentary on the Bible (Comentario bíblico del intérprete de un volumen) afirma: “Estos humildes campesinos dedicados al pastoreo están en los campos con sus rebaños durante la noche, un detalle de la historia que contradice la creencia de que el nacimiento ocurrió un 25 de diciembre, ya que el clima no lo hubiese permitido” (1971, p. 676).

Adam Clarke’s Commentary (Comentario de Adam Clarke) agrega: “Y como estos pastores aún no habían llevado a casa sus rebaños, es válido el argumento de que octubre todavía no había comenzado y que consecuentemente nuestro Señor no nació el 25 de diciembre, cuando no había rebaños en los campos, y de que él no pudo haber nacido más allá de septiembre, ya que los rebaños todavía estaban en los campos por la noche. Este solo hecho debiera echar por tierra la creencia de que la natividad [el nacimiento de Jesús] ocurrió en diciembre”. La alimentación de los rebaños en los campos durante la noche es un hecho cronológico que arroja muchísima luz sobre este punto tan controvertido” (nota sobre Lucas 2:8).

Vamos a volver a este tema de los pastores en los campos en un momento.

Por qué es tan difícil encontrar admisiones respecto al origen pagano de la Navidad

Antes de seguir avanzando, debemos reconocer que a pesar de la convincente evidencia bíblica e histórica a favor de que el nacimiento de Jesús no fue ni siquiera cerca del 25 de diciembre, existe un fuerte deseo, incluso entre ciertos eruditos cristianos, de reinterpretar la evidencia que apoya una Navidad en invierno.

El ya fallecido historiador adventista Samuele Bacchiocchi hizo una advertencia al respecto en un artículo fechado el 22 de diciembre de 2012 y titulado “Una mirada a la fecha y el significado de Navidad”, afirmando: “La adopción del 25 de diciembre para la celebración de Navidad es quizá el ejemplo más explícito de la adoración al Sol en el calendario cristiano litúrgico. Es un hecho conocido que la fiesta pagana del diez natalis Solis Invicti –el nacimiento del Sol Invencible– se celebraba en esa fecha.

“¿Admiten abiertamente las fuentes cristianas que tal fecha se tomó prestada de aquella festividad pagana? Generalmente no. La admisión de haber tomado prestado un festival pagano, aún después de la debida reinterpretación de su significado, sería comparable a una abierta traición de la fe. Esto es lo que los padres [de la iglesia] estaban ansiosos por evitar . . .

“La conmemoración del nacimiento del dios Sol no fue olvidada fácilmente por los cristianos. [El obispo] Agustín y [el papa] León el Grande reprendieron severamente a los cristianos que durante Navidad adoraban al Sol en lugar del nacimiento de Cristo. Por lo tanto, es bueno tener en mente que en la investigación acerca de la influencia de los cultos al Sol en la liturgia cristiana, lo mejor que podemos aspirar a encontrar no son indicaciones directas, sino indirectas. Esta advertencia se aplica no solo a la fecha de Navidad sino también al domingo.

La teoría de “las ovejas del templo”

Volviendo al tema de los pastores en los campos con sus rebaños durante la noche, uno de los argumentos que intenta situar este acontecimiento en invierno a veces se conoce como “la teoría de las ovejas del templo”. Dicha teoría fue popularizada por Alfred Edersheim, un judío del siglo xvix convertido al cristianismo y respetado erudito en asuntos de la vida judía en el primer siglo. En su famoso libro The Life and Times of Jesus the Messiah (La vida y los tiempos de Jesús el Mesías), Edersheim escribió lo siguiente respecto al relato de los pastores en los campos nocturnos:

“Esta Migdal Eder [“la torre de los campos”] no era la torre de vigilancia para los rebaños comunes que pastaban en el árido territorio más allá de Belén, sino que se encontraba cerca de la ciudad, en el camino a Jerusalén. Un pasaje en la Mishná lleva a la conclusión de que los rebaños que pastaban allí estaban destinados a los sacrificios del templo y que, consecuentemente, los pastores que las cuidaban no eran comunes y corrientes.

“Estos últimos se hallaban bajo la prohibición del rabinismo [doctrina que siguen y enseñan los rabinos] a causa de su necesario aislamiento de las ordenanzas religiosas y de su modo de vida, que hacían que la estricta observancia legal fuera improbable, si no absolutamente imposible. El mismo pasaje en la Mishná también nos lleva a deducir que estos rebaños permanecían afuera durante todo el año, ya que se les menciona estando en los campos treinta días antes de la Pascua, es decir, en el mes de febrero, cuando en Palestina [la tierra de Israel] las precipitaciones promedio son prácticamente las más abundantes” (libro 2, cap. 6, 2000, p. 131).

Basándose en este pasaje, ciertos eruditos llegan a la conclusión de que algunos pastores especialmente seleccionados estaban a la intemperie cuidando las ovejas escogidas para el sacrificio de la Pascua. Y si bien esta explicación puede parecer verosímil, un análisis más profundo a las fuentes de la Mishná (la tradición oral judía que en los siglos posteriores a Jesús fuera registrada en forma escrita) no apoya esta conclusión. Note que incluso Edelheim amortiguó sus palabras con frases tales como “Un pasaje en la Mishná lleva a la conclusión . . .” y “El mismo pasaje en la Mishná también nos lleva a deducir . . .” Claramente, él no estaba seguro de lo que afirmaba.

Una mirada a los versículos de la Mishná muestra que las ovejas mencionadas son animales abandonados o que se han perdido en el área, no los que cuidan los pastores. El pasaje de la Mishná mencionado, Shekalim 7:4, afirma: “Un animal que haya sido encontrado entre Jerusalén y Migdal Eder, o a una distancia similar en cualquier dirección: los machos son (considerados) ofrendas encendidas y las hembras son (consideradas) ofrendas de paz. El rabino Yehuda dice que aquellos que son apropiados para una ofrenda de Pesach son (considerados) ofrendas de Pesach si son [encontrados] treinta días antes del festival”.

En un estudio en línea de la Yeshivá Conservadora, el rabino Joshua Kulp explica este pasaje: “Treinta días es el periodo de tiempo antes de Pesah [Pascua] en el cual los sabios comienzan a enseñar las leyes de Pesah, y por tanto la gente empieza a apartar animales para usarlos como ofrendas de Pesah. Si alguien encuentra tal animal, puede usarlo como su sacrificio personal de Pesah. Si aparecen los propietarios y reclaman su animal, él debe pagarles lo que vale pero puede quedarse con él”.

A la luz de todo esto, pareciera que Edersheim se equivocó al especular que este pasaje de la Mishná se refiere a ovejas que están siendo especialmente apacentadas para el templo en esta zona durante todo el año, ya que en realidad esto tenía que ver con las ovejas perdidas que eran halladas en esta área. Aquí no hay ninguna mención de pastores especiales que pastorean sus ovejas para el templo a la intemperie durante las noches invernales.

La teoría de la concepción y muerte

Otra teoría de los eruditos postula que Jesús ¡fue concebido y más tarde murió en el mismo día del año! Esta teoría muestra qué tan lejos está dispuesta a llegar la gente para justificar la fecha de la Navidad. Esta teoría fue mencionada en la edición de diciembre de 2002 de la revista Bible Review en su artículo “How December 25 Became Christmas” (Cómo el 25 de diciembre se convirtió en Navidad), por Andrew McGowan.

Él comienza admitiendo: “Los primeros escritos –de Pablo y Marcos– no hacen ninguna mención del nacimiento de Jesús. Los evangelios de Mateo y Lucas entregan relatos muy bien conocidos pero bastante distintos del suceso, aunque ninguno especifica una fecha. En el segundo siglo de la era común [d. C.] aparecen más detalles sobre el nacimiento y la infancia de Cristo en escritos apócrifos tales como El evangelio de la infancia de Jesús, por Tomás, o El protoevangelio de Santiago. Estos textos proporcionan todo, desde los nombres de los abuelos de Jesús hasta los detalles de su educación—pero no la fecha de su nacimiento.

“Finalmente, más o menos en el año 200 d. C., un maestro cristiano en Egipto hace referencia a la fecha en que Jesús nació. De acuerdo a Clemente de Alejandría, varios días habían sido propuestos por varios grupos cristianos. Pero por sorprendente que parezca, Clemente no menciona en absoluto el 25 de diciembre. Él escribe:

“‘Hay quienes han determinado no solo el año del nacimiento de nuestro Señor, sino también el día; y dicen que tuvo lugar en el año 28 del reinado de Augusto, y en el día 25 del mes [egipcio] de Pachon [20 de mayo en nuestro calendario] . . . Y al hablar de su pasión algunos dicen, con gran certeza, que tuvo lugar en el año 16 [del reinado] de Tiberio, el 25 de Pharmuti [21 de abril] y otros dicen que el Salvador sufrió el 19 de Pharmuti [15 de abril]. Y otros dicen que nació el 24 o el 25 de Pharmuti [20 o 21 de abril].

“Es evidente que a finales del segundo siglo había una gran incertidumbre, pero también un considerable interés, en fechar el nacimiento de Jesús. Ya en el siglo cuarto, sin embargo, encontramos referencias a dos fechas que eran ampliamente reconocidas –y también celebradas– como el nacimiento de Jesús: el 25 de diciembre en el Imperio romano Occidental, y el 6 de enero en Oriente (especialmente en Egipto y Asia Menor) . . . La primera mención del 25 de diciembre como la fecha del nacimiento de Jesús se encuentra en un almanaque romano de mediados del siglo cuarto que registra las fechas de fallecimiento de varios obispos y mártires cristianos” (pp. 1-2).

McGowan cita a Clemente de Alejandría y dice que este dio tres fechas distintas para el nacimiento de Cristo, ninguna de las cuales se acerca siquiera al 25 de diciembre. Y a continuación especula sobre tres fechas diferentes para la muerte de Cristo.

El mismo autor reconoce la influencia pagana del 25 de diciembre después que el emperador Constantino adoptara el cristianismo católico, y dice: “Desde mediados del siglo cuarto en adelante, encontramos a los cristianos adaptándose deliberadamente a los festivales paganos y cristianizándolos. Un famoso proponente de esta práctica fue el papa Gregorio el Grande, quien, en una carta escrita en 601 d. C. a un misionero cristiano en Bretaña, recomendó que los templos paganos locales no fueran destruidos sino convertidos en iglesias, y que los festivales paganos fueran celebrados como fiestas de los mártires cristianos” (p. 4).

Pero después niega la incorporación de un festival pagano como Navidad el 25 de diciembre: “En este punto posterior, la Navidad muy bien puede haber adquirido algunos rasgos paganos. Pero no tenemos evidencia de que los cristianos adoptaran festivales paganos en el tercer siglo, momento en que se establecieron las fechas de Navidad. Así, parece improbable que la fecha fuera escogida simplemente para que correspondiera a los festivales solares paganos. La fiesta del 25 de diciembre parece haber existido antes de 312 — antes de Constantino y su conversión, por lo menos” (ibídem).

McGowan es bastante incierto cuando afirma que el día de Navidad fue establecido en el tercer siglo, y especula que un grupo cristiano llamado donatistas pudo haberlo observado, pero no hay evidencia histórica directa en cuanto a esto. A continuación él presenta la “teoría de la concepción y muerte” como justificación para que la fecha del 25 de diciembre fuera la elegida, y afirma: “Hay otra manera de explicar los orígenes de Navidad el 25 de diciembre: por extraño que parezca, la clave para fechar el nacimiento de Jesús puede hallarse en la fecha de su muerte durante la Pascua. Esta perspectiva fue sugerida primero al mundo moderno por el erudito francés Louis Duchesse a principios del siglo xx, y desarrollada plenamente por el estadounidense Thomas Talley en años más recientes. Pero ellos indudablemente no fueron los primeros en señalar una conexión entre la fecha tradicional de la muerte y el nacimiento de Jesús.

“Alrededor de 200 d. C., Tertuliano de Cartago (al mismo tiempo que Clemente y Orígenes) informó que el cálculo del 14 de Nisán (el día de la crucifixión según el Evangelio de Juan) en el año que Jesús murió era equivalente al 25 de marzo en el calendario (solar) romano.

“Por supuesto, el 25 de marzo cae nueve meses antes del 25 de diciembre; más tarde fue reconocido como la Fiesta de la Anunciación — la conmemoración de la concepción de Jesús. Por tanto, se creía que Jesús había sido concebido y crucificado en el mismo día del año. Exactamente nueve meses más tarde, el 25 de diciembre, Jesús nació” (pp. 5-6).

Uno de los problemas que presenta esta teoría es que Tertuliano en ninguna parte menciona la concepción de Cristo y solamente dio la fecha equivalente de su muerte en el calendario romano. Y, como ya vimos, Clemente de Alejandría sugería tres fechas distintas para la muerte de Jesús.

Tertuliano escribió: “Y el sufrimiento de esta ‘exterminación’ fue perfeccionado . . . bajo Tiberio César . . . en el mes de marzo, al tiempo de la pascua, el día octavo antes de las calendas [primer día del mes] de abril [es decir, el 24 o 25 de marzo]” (An Answer to the Jews [Una repuesta a los judíos], cap. 8).

Y aunque Tertuliano pensara que la muerte de Cristo había ocurrido el 25 de marzo del calendario romano, él claramente no lo vinculó a la concepción ni al nacimiento de Cristo. Esa tarea les tocaría más tarde a los escritores del cuarto siglo y de siglos posteriores que intentarían justificar el 25 de diciembre como la fecha del nacimiento de Cristo — un tiempo en que, según admiten los historiadores eclesiásticos, el paganismo ya se había infiltrado en el establecimiento de los días de fiesta de la Iglesia católica.

La Biblia ciertamente no menciona una idea tan extravagante como esta; sin embargo, como se nos ha advertido, siguen desarrollándose ideas muy astutas para justificar la fecha del 25 de diciembre como el día del nacimiento de Cristo. Al dar una mirada más de cerca, podemos ver que “la teoría de la concepción y muerte” es solamente otra especulación descabellada originada en la desesperación por justificar la observancia del nacimiento de Cristo el 25 de diciembre.

No se “vuelva a las fábulas”

El apóstol Pablo advirtió a Timoteo que surgirían falsos maestros enseñando fábulas y tradiciones de hombres, pero que él debía aferrarse a la verdad bíblica: “Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo . . . que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina. Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas” (2 Timoteo 4:1-4).

No se deje engañar por hábiles teorías basadas en las rebeldes tradiciones de los hombres. Una breve búsqueda en Internet muestra que el 25 de diciembre fue escogido como la fecha del nacimiento de Cristo no por alguna evidencia bíblica o histórica, sino porque en ese día se celebraba la arraigada observancia del nacimiento del dios Sol.

Y este no es siquiera el único problema que presenta este festival. ¿Qué tiene que ver un alegre hombre obeso ataviado con un traje rojo y bordes de piel, montado en un trineo tirado por ciervos voladores (¡y cargado de regalos hechos por los duendes que viven en el polo norte!) con el nacimiento del Hijo de Dios? La repuesta debe ser obvia: ¡nada! Pero esto y toda la imaginería relacionada con ello revelan las raíces no bíblicas, precristianas y malvadas de esta celebración.

En vez de seguir tradiciones y festivales hechos por el hombre y condenados en la Biblia, ¿por qué no guardar los días de fiesta bíblicos ordenados por Dios y que Jesucristo, los apóstoles y la Iglesia primitiva observaron? ¡Se sorprenderá de ver cómo ellos pueden transformar su entendimiento de la Biblia!BN