La Navidad antes de Jesucristo: Su sorprendente historia

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La Navidad antes de Jesucristo

Su sorprendente historia

El famoso actor y comediante estadounidense Drew Carey fue entrevistado en un programa de televi­sión llamado The View [La perspectiva]. En esta en­trevista, sorprendió a la audiencia cuando se refirió a la importancia de contar a los niños la verdad acerca de Papá Noel (también conocido como Viejito Pascuero, San Nicolás o Santa Claus).

“No creo apropiado que se les diga que Papá Noel existe”, dijo Carey. “Esa es la primera mentira que se les dice a los niños”. Y agregó: “Por el contrario, debieran decirles que Papá Noel es un personaje inventado para celebrar la festi­vidad”. De otra manera, “cuando los niños cumplen cinco años . . . se dan cuenta de que sus padres les han estado min­tiendo toda su vida”.

Un poco antes, ese mismo año, el canal de cable Arts & Entertainment emitió un programa acerca de la Navidad llamado Christmas Unwrapped: The History of Christmas (Navidad al descubierto: La his­toria de la Navidad). La publi­cidad del programa decía lo siguiente:

“En todo el mundo, las per­sonas celebran el nacimiento de Jesucristo el 25 de diciembre. Pero, ¿por qué la natividad del Salvador debería estar mar­cada por la entrega de regalos? ¿Nació realmente Jesús ese día? ¿Cuál es el origen del árbol de Navidad?

“Emprenda un fascinante viaje para conocer la historia del festival favorito del mundo y los orígenes de una de las tradiciones occidentales más arraigadas. Descubra cómo la Navidad se originó a partir de los festivales paganos, como la Saturnalia romana, que conmemoraba el solsticio de invierno”.

Ambos programas se refirieron a un incómodo hecho: que Papá Noel es ficticio y que la Navidad y sus símbolos se derivan de festivales paganos romanos. Pero como veremos a continuación, hay muchas otras fuentes de información sobre el origen de Santa Claus y la Navidad.

¿Qué más hay detrás de estas antiguas tradiciones y prácti­cas? ¿Importa o no que participemos de ellas? ¿Qué nos dice la Biblia acerca de estas tradiciones?

La celebración del dios sol

Puede sonar extraño que una celebración religiosa que tiene el nombre de Cristo asociada a ella pueda preceder al cristianismo. Sin embargo, la fiesta que conocemos como “Navidad” se originó mucho antes del nacimiento de Je­sucristo.

Algunos símbolos de la celebración pueden ser rastrea­dos hasta las antiguas civilizaciones de Egipto, Babilonia y Roma. Este hecho no difama a Jesús, pero sí nos lleva a cuestionar el entendimiento y sabiduría de quienes, por miles de años, han insistido en perpetuar un antiguo fes­tival pagano que se ha propagado a través del mundo con el nombre de Navidad.

Los cristianos de la Iglesia primitiva se sorprenderían si supieran que las costumbres y prácticas que asociamos con la Navidad se incorporaron a la celebración del naci­miento de Cristo. No fue hasta varios siglos después de la vida, muerte y resurrrección de Cristo que su nombre fue vinculado a este popular festival romano.

Alexander Hislop explica en su libro Las Dos Babilonias: “Ciertamente, los más instruidos y sinceros escritores de todas partes están de acuerdo en que el día del nacimiento de nuestro Señor no puede determinarse, y que no se tiene noticia de que dentro de la Iglesia cristiana hubiera alguna fiesta como la Navidad hasta el siglo tercero, ni que ella se guardara mucho hasta bien avanzado el siglo cuarto” (1998, p. 153).

Prácticamente en cualquier libro de historia podemos encontrar la ex­plicación de cómo el 25 de diciembre se convirtió en la fecha de la Navi­dad, y también la afirmación de que en esta fecha el Imperio romano cele­braba el nacimiento del dios sol.

En el libro 4000 Years of Christmas (4000 años de Navidad) encontramos la siguiente explicación de por qué el 25 de diciembre llegó a convertirse en la supuesta fecha del nacimiento de Jesús: “Ese dia era sagrado no solo para los romanos paganos, sino tam­bién para una religión de Persia que en esos dias era una de las rivales más enconadas del Cristianismo. Esta re­ligión persa era el mitraismo, cuyos seguidores adoraban al sol y celebra­ban su regreso ese dia” (Earl y Alice Count, 1997, p. 37).

El 25 de diciembre no solo se fes­tejaba el nacimiento del sol, sino también un antiquisimo festival de las naciones paganas en honor a los dias más largos que seguian al solsti­cio de invierno, el dia más corto del año. ¡De hecho, el precursor de la Na­vidad fue un festival de mediados de invierno caracterizado por el exceso y el libertinaje, que precedió al cris­tianismo por muchos siglos!

La incorporación de prácticas anteriores al cristianismo

Este antiguo festival era llamado de diferentes maneras según las diversas culturas de entonces. En Roma era conocido como Saturnalia, en honor a Saturno, el dios romano de la agri­cultura. Esta celebración fue incorpo­rada por la iglesia romana primitiva, que le dio el nombre de Navidad para apaciguar a los nuevos conversos, que no querian abandonar esta cele­bración, y aumentar asi el número de adherentes al cristianismo.

La tendencia del liderazgo católico del tercer siglo fue mezclarse con el paganismo, una práctica de la que se lamentó amargamente Tertulia­no, un teólogo católico de esa época. En el año 230 d. C. escribió sobre la inconsistencia de los cristianos prac­ticantes, contrastando sus prácticas politicas e inmorales con la estricta fidelidad de los paganos a sus propias creencias:

“Nosotros,” dice él, “que descono­ciamos los sábados y las lunas nuevas, y las fiestas en otro tiempo aceptables para Dios, ahora concurrimos a la Saturnalia, a las fiestas de enero, a la Brumalia, a la Matronalia; las ofren­das son llevadas de acá para allá, los regalos del dia de año nuevo se ha­cen con estrépito, y los deportes y los banquetes se celebran con alboroto; ¡oh, cuánto más fieles son los paga­nos a su religión, pues tienen cuida­do especial para no adoptar ninguna solemnidad de los cristianos” (citado por Hislop, p. 154, énfasis nuestro).

Ante su fracaso para convertir a los paganos, los lideres religiosos de la iglesia romana comenzaron a transar, vistiendo prendas paganas y haciéndolas propias. Pero, en vez de convertir a los herejes a las creencias de la iglesia, fue la iglesia la que se convirtió a las costumbres no cristia­nas y adoptó sus costumbres.

Aunque al principio la primera Iglesia católica censuró esta celebra­ción, “esta festividad estaba ya dema­siado arraigada en el favor popular para poder abolirla, y la Iglesia [ca­tólica] finalmente le cedió el recono­cimiento necesario, creyendo que si la Navidad no podia ser suprimida, deberia ser preservada para honrar al Dios cristiano. Una vez que se le dio un fundamento cristiano al festival, se estableció plenamente en Europa, con muchos de sus elementos paga­nos intactos” (Man, Myth & Magic [Hombre, mito & magia], Richard Cavendish, editor, 1983, vol. 2, p. 480, “Christmas” [Navidad]).

La celebración se impone por sobre la Biblia

Algunos resistieron aquellos ve­nenosos compromisos espirituales. “Hombres rectos hicieron lo posible para detener la marea pero, a des­pecho de sus esfuerzos, la apostasia continuó hasta que la Iglesia, con excepción de un pequeño remanen­te, se sumergió bajo la superstición pagana. Está fuera de toda duda que la Navidad fue, originalmente, una fiesta pagana. La época del año y las ceremonias con las cuales se celebra todavia, prueban su origen” (Hislop, p. 153).

Tertuliano, mencionado anteriormente, se desvinculó de la iglesia romana en un intento de acercarse más a las en­señanzas de la Biblia.

Pero él no era el único que desaprobaba esta tendencia. “En el año 245, Origenes, en su octava homilia sobre Le­vitico, repudia como pecaminosa la sola idea de observar el nacimiento de Cristo como si fuera un faraón” (Encyclo­paedia Britannica, 11th edition, vol. 6, p. 293, “Christmas”, [Enciclopedia Británica, edición XI, vol. 6, página 293, “Navidad”]).

La Navidad no fue un feriado romano hasta el año 534 (idem). Tomó 300 años para que el nombre y los simbolos de la Navidad reemplazaran a los antiguos nombres y sig­nificados del festival de invierno, una antigua celebración pagana.

La Biblia nunca menciona el nombre de Papá Noel

¿Cómo es que Santa Claus entra en escena? ¿Por qué esta mitica figura está tan estrechamente vinculada con la cele­bración de la Navidad? En este caso también hay mucha bibliografia que ayuda a vislumbrar los origenes de este popular personaje.

“Santa Claus” es una mala adaptación estadounidense del nombre holandés Sinterklaas, que es la versión corta de Sint Nikolaas, un personaje llevado a América del Nor­te por los primeros colonos holandeses. Este nombre a su vez proviene de Saint Nicholas (San Nicolás), obispo de la ciudad de Myra, ubicada en el sur de Asia Menor, un santo católico honrado por los griegos y los romanos cada 6 de diciembre.

Él fue obispo de Myra en la época del emperador Diocle­ciano. Fue perseguido y torturado por profesar la fe católi­ca y estuvo encarcelado hasta la llegada de Constantino al poder, cuyo reinado fue más tolerante (Encyclopaedia Bri­tannica, 11th edition, vol. 19, p. 649, “Nicholas, St.” [“Nico­lás, San”]). Varias historias aseguran que hay una conexión entre la Navidad y San Nicolás, en especial en cuanto a dar regalos al comenzar la noche el dia de San Nicolás, que posteriormente se transfirió a la celebración de la Navidad (idem).

¿Cómo es posible que un obispo proveniente de la aso­leada costa mediterránea de Turquia llegara a asociarse con el hombre de traje rojo que vive en el Polo Norte y que se traslada en un trineo tirado por renos voladores?

Después de todo lo que hemos aprendido acerca de los antiguos origenes precristianos de la Navidad, no deberia­mos sorprendernos de escuchar que Papá Noel no es nada más que una figura reciclada de antiguas creencias paganas.

Los elementos asociados con Papá Noel –su traje afel­pado, el trineo y los renos– revelan que su origen provie­ne de climas frios del lejano norte. Algunas fuentes lo han rastreado hasta los antiguos dioses de Europa del Norte, Odin (o Woden) y Thor (Count, pp. 56-64). Se decia que Odin, representado con una larga barba blanca, atravesaba el cielo montado sobre su caballo de ocho patas llamado Sleipnir.

Otros rastrean a Santa Claus hasta el dios romano Sa­turno y el dios griego Silenus, compañero y guardián del dios del vino Dionisio (William Walsh, The Story of Santa Klaus, [La historia de Santa Claus], pp. 70-71).

¿Nació Jesucristo en diciembre?

Eruditos de la Biblia que han escrito sobre el nacimiento de Jesús concluyen que, basados en la evidencia de la Bi­blia, no hay posibilidad alguna de que Cristo pudiera ha­ber nacido cerca del 25 de diciembre.

Alexander Hislop señala respecto al nacimiento de Jesús: “No existe en toda la Biblia ninguna palabra que indique el dia exacto de su nacimiento, o la época del año. Lo que se registra implica que en algún momento su nacimiento ocurrió, pero este no pudo haber sido el 25 de diciembre.

“En el momento en que el ángel anunció Su nacimiento a los pastores de Belén, ellos estaban pastoreando sus reba­ños, de noche y a campo raso . . . El clima de Palestina . . . de diciembre a febrero es muy penetrante, y no se acos­tumbraba que los pastores de Judea cuidaran sus rebaños a campo abierto desde fines de octubre” (p. 151, énfasis en el original).

Continuando con su explicación, agrega que las lluvias de otoño en Judea comienzan en septiembre u octubre, lo que significa que los eventos que rodean al nacimiento de Jesucristo registrados en las Escrituras no pueden haber sucedido después de mediados de octubre, por lo tanto, Jesús probablemente nació a principios del otoño (p. 92).

Otra evidencia que apoya la tesis de que Jesucristo na­ció en otoño, es que los romanos eran lo suficientemente inteligentes como para no exigir el pago de los impuestos ni viajes en pleno invierno, sino en una temporada de con­diciones climáticas más favorables.

Debido a que el linaje de José provenia de Belén, y a que tenia que viajar de Nazaret (en Galilea) hasta Belén acom­pañado de su esposa embarazada, hubiera sido imposible para José y Maria hacer el viaje en invierno. Como registra Lucas, Maria dio a luz en Belén, durante el tiempo del censo y pago de impuestos. Ningún organismo oficial hubiera planeado esto para diciembre.

¿Qué diferencia hace esto?

La Biblia no nos da ninguna razón –y ciertamente nin­guna instrucción– para que apoyemos los mitos y las fá­bulas en torno a la Navidad y Papá Noel. Ambas tradicio­nes están vinculadas al sistema de este mundo y en abierta oposición al camino de Cristo y su santa verdad. “Así dijo el Eterno: No aprendáis el camino de las naciones” (Jere­mías 10:2).

Los verdaderos cristianos deberían examinar el origen de los símbolos navideños y dejar de decir a sus niños que Santa Claus y sus duendes, renos y regalos están relaciona­dos con Jesucristo, pues definitivamente no lo están.

¡Dios odia la mentira! “Seis cosas aborrece el Eterno, y aun siete abomina su alma: Los ojos altivos, la lengua mentirosa, las manos derramadoras de sangre inocente, el corazón que maquina pensamientos inicuos, los pies presurosos para correr al mal, el testigo falso que habla mentiras, y el que siembra discordia entre hermanos” (Proverbios 6:16-19).

Cristo revela que Satanás el diablo es el padre de las mentiras (Juan 8:44). Los padres deberían contar a sus hijos la verdad acerca de Dios y de las prácticas de este mundo, confusas y contrarias a su Ley. Si no lo hacemos, solo perpetuamos la noción de que es aceptable que los padres mientan a sus hijos.

¿Puede un cristiano promover un festival pagano y sus símbolos como algo que Dios o Cristo han aprobado? Vea­mos lo que Dios piensa acerca de las personas que usan costumbres y prácticas enraizadas en religiones falsas para adorarlo a él y a su Hijo. Encontramos su opinión clara­mente expresada en el Antiguo y el Nuevo Testamento.

Dios específicamente ordena a su pueblo no hacer lo que antiguos líderes de la iglesia hicieron, incor­porando prácticas idólatras y llamándolas cristianas. Antes que los israelitas entraran a la Tierra Prometi­da, Dios les advirtió: “Guárdate que no tropieces yendo en pos de ellas, [los habitantes paganos de la Tierra] . . . ; no preguntes acerca de sus dioses, diciendo: De la manera que servían aquellas na­ciones a sus dioses, yo también les serviré. No harás así al Eterno tu Dios; porque toda cosa abominable que el Eterno aborrece, hicieron ellos a sus dioses . . . Cuidarás de hacer todo lo que yo te mando; no añadirás a ello, ni de ello quitarás” (Deuteronomio 12:30-32).

Muchos siglos después, el apóstol Pablo viajó a numerosas ciudades gentiles y fundó en ellas iglesias. A los miembros de la Iglesia de Dios en Corinto, una ciudad sumida en la idolatría, Pablo les es­cribió: “No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusti­cia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? ¿Y qué con­cordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo? ¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos?

“Porque vosotros sois el templo del Dios viviente . . . Por lo cual, salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo; y yo os recibiré . . . Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpié­monos de toda contaminación de carne y de espíritu, per­feccionando la santidad en el temor de Dios” (2 Corintios 6:14-17; 7:1).

En vez de permitir a los miembros renombrar y cele­brar costumbres asociadas con falsos dioses, Pablo les dio instrucciones muy claras: no debían tener nada que ver con ellas. De manera parecida, les dijo a los atenienses que estaban inmersos en la idolatría: “Habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan” (Hechos 17:30).

Dios prohíbe expresamente adoptar días y costumbres de adoración paganos para honrarlo a él. Jesucristo expli­ca claramente que “Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren” (Juan 4:24). No podemos honrarlo de verdad con prácticas falsas ori­ginadas en la adoración de dioses inexistentes.

Jesús dijo: “Este pueblo de labios me honra, mas su co­razón está lejos de mí. Pues en vano me honran, enseñan­do como doctrinas mandamientos de hombres” (Marcos 7:6-7). Con Dios no se permiten sustitutos. No importa si los cristianos que observan Navidad lo hacen convencidos de que está bien; Dios no se complace de ello.

El Dios Todopoderoso, quien nos creó, nos preserva y nos da vida eterna, ha hecho su voluntad en este asunto y lo ha dado a conocer a través de su Palabra, la Biblia. ¿Honrará usted a Dios o seguirá las tradiciones de los hombres? BN