Lección 26 - Trasfondo histórico de los evangelios
Pasamos ahora al Evangelio de Juan, donde hay varios sucesos importantes sobre la vida de Cristo que no figuran en los otros tres evangelios.
El primero es el relato del hombre ciego en Jerusalén, que encontramos en Juan 9. Los discípulos de Jesús vieron un hombre ciego de nacimiento cerca del complejo del Templo. Esto los impactó, así que le preguntaron a Jesús si la causa de la lamentable condición del hombre se debía a sus pecados personales o a los de sus padres. Cristo aprovechó la oportunidad para enseñarles una importante lección sobre lo que es el pecado, la compasión y hacer la voluntad de Dios. Aunque era día de reposo, y consciente de que tal sanidad molestaría a los fariseos, de todos modos Jesús procedió a devolverle la vista al ciego.
Juan dice: “Al pasar Jesús, vio a un hombre ciego de nacimiento. Y le preguntaron sus discípulos, diciendo: Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que haya nacido ciego? Respondió Jesús: No es que pecó éste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él. Me es necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar. Entre tanto que estoy en el mundo, luz soy del mundo.
“Dicho esto, escupió en tierra, e hizo lodo con la saliva, y untó con el lodo los ojos del ciego, y le dijo: Ve a lavarte en el estanque de Siloé (que traducido es, Enviado). Fue entonces, y se lavó, y regresó viendo. Entonces los vecinos, y los que antes le habían visto que era ciego, decían: ¿No es éste el que se sentaba y mendigaba? Unos decían: él es; y otros: A él se parece. Él decía: Yo soy. Y le dijeron: ¿Cómo te fueron abiertos los ojos?
“Respondió él y dijo: Aquel hombre que se llama Jesús hizo lodo, me untó los ojos, y me dijo: Ve al Siloé, y lávate; y fui, y me lavé, y recibí la vista. Entonces le dijeron: ¿Dónde está él? Él dijo: No sé. Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego. Y era día de reposo cuando Jesús había hecho el lodo, y le había abierto los ojos. Volvieron, pues, a preguntarle también los fariseos cómo había recibido la vista.
“Él les dijo: Me puso lodo sobre los ojos, y me lavé, y veo. Entonces algunos de los fariseos decían: Ese hombre no procede de Dios, porque no guarda el día de reposo. Otros decían: ¿Cómo puede un hombre pecador hacer estas señales? Y había disensión entre ellos” (Juan 9:1-16).
El increíble descubrimiento del estanque de Siloé
Un aspecto interesante sobre este incidente tiene que ver con el estanque donde Jesús le dijo al ciego que se lavara los ojos para recibir la vista. El estanque de Siloé solo se encontró en 2005. Los arqueólogos descubrieron que estaba conectado al estanque de Betesda y que originalmente era un complejo de doble alberca con cinco pórticos, o áreas techadas sostenidas por columnas, tal como describe Juan 5:2. Los excavadores descubrieron que ambas albercas estaban divididas por una pared intermedia cubierta por el quinto pórtico.
El periódico estadounidense Los Angeles Times informó así sobre el notable hallazgo: “‘Los eruditos han dicho que no existió el tal estanque de Siloé y que Juan estaba usando una fantasía religiosa’ para explicar el asunto, dijo James H. Charlesworth, del Seminario Teológico de Princeton y experto en el Nuevo Testamento. ‘Ahora hemos encontrado el estanque de Siloé . . . exactamente donde Juan dijo que estaba’. Un evangelio que se creía era ‘pura teología, ahora demuestra estar basado en la historia’, afirmó” (9 de agosto de 2005).
Otro detalle notable del hallazgo tiene que ver con las aguas del estanque que se “enviaban” (el término en hebreo para “enviado” es shiloah, de donde deriva el nombre del estanque). Incluso Isaías menciona el arroyo que transportaba estas tranquilas aguas de shiloah hasta un estanque, cuando escribió: “Otra vez volvió el Eterno a hablarme, diciendo: Por cuanto desechó este pueblo las aguas de Siloé, que corren mansamente, y se regocijó con Rezín y con el hijo de Remalías . . .” (Isaías 8:5-6). Otra fuente menciona estas pacíficas aguas de Isaías 8:6: “El túnel de Ezequías aún no se había construido en aquel entonces. El agua era llevada desde el manantial de Gihón (en el valle de Kidron, en el lado oriental de la ciudad) hacia el sur a través de un acueducto, por el cual llegaba a un embalse en el extremo suroeste de la ciudad. Este acueducto se conoce como el Canal de Siloé y en tiempos bíblicos se llamaba Shiloah” (IVP Biblical Background Commentary [Comentario de antecedentes bíblicos de IVP]).
Con respecto al estanque en los tiempos del Nuevo Testamento, F. F. Bruce agrega: “El estanque de Siloé . . . recibía el agua que era transportada, o ‘enviada’, a través del canal desde la fuente de Gihón” (The Gospel of John [El Evangelio de Juan], 1983, p. 210). Esta agua corriente permitía que ambos estanques se usaran para limpiezas rituales, uno para los hombres y el otro para las mujeres.
Un detalle adicional sobre los lavados rituales explica la razón principal para construir estas dos albercas. “El contexto histórico también es adecuado para una mikve [alberca ritual]”, señala el experto Urban von Wahlde, en la edición septiembre-octubre de 2011 de la revista Biblical Arqueological Review. “Como dice la Tosefta [una compilación de la ley oral judía] refiriéndose a este período, ‘La pureza se expandió en Israel’. En el siglo II a. C., la pureza ritual continua, que previamente se prescribía solo a los sacerdotes, ahora se consideraba importante para todos los judíos. Todo el pueblo de Israel debía mantener un estado de pureza permanente, especialmente dentro de la ciudad de Jerusalén. Toda Jerusalén, no solo el Monte del Templo, debía considerarse santa y ser honrada mediante la pureza ritual . . . los excavadores del gran estanque de Siloé, donde Jesús curó al ciego, han interpretado esto como una mikve pública para las multitudes en los festivales. Lo mismo se aplica al estanque de Betesda. De hecho, estos son los dos mikva’ot más grandes de Jerusalén”.
Así, pues, este es un extraordinario ejemplo de la precisión histórica de la Biblia, que refuta la opinión de muchos escépticos que habían considerado estos estanques de cinco pórticos como una invención religiosa.
La lección del ciego
Volviendo al relato, ¿por qué los discípulos le preguntaron a Jesús si la ceguera del hombre se debía a sus pecados o a los de sus padres? León Morris explica: “Se creía generalmente que el sufrimiento, y especialmente una calamidad como la ceguera, se debía al pecado. El rabino Ammi estableció este principio general: ‘No hay muerte sin pecado, y no hay sufrimiento sin iniquidad’. Jesús rechaza enfáticamente [esta enseñanza] . . . El sufrimiento no siempre se debe al pecado y esta ceguera no era consecuencia del pecado de este hombre ni el de sus padres” (The Gospel According to John [El Evangelio según Juan], 1971, p. 478).
The Bible Knowledge Commentary (Comentario del conocimiento bíblico) agrega: “Los discípulos enfrentaban un problema teológico. Si era cierto que el pecado era la causa directa de todo sufrimiento, ¿cómo podía una persona nacer discapacitada? Por lo tanto, este hombre . . . había pecado en el vientre de su madre, o sus padres lo habían hecho. ‘Respondió Jesús: No es que pecó éste, ni sus padres’. Estas palabras no contradicen la pecaminosidad universal del hombre, pero Jesús quiso decir que la ceguera de este hombre no había sido causada por algún pecado específico. En cambio, el problema existía para que . . . Dios pudiera manifestar su gloria en medio de una aparente desgracia” (nota sobre Juan 9:3).
Cuando aquellos que conocían al hombre que fue sanado lo llevaron ante los fariseos, estaban más impactados por el hecho de que Cristo hubiera “amasado” lodo con saliva que por el espectacular milagro que acababa de llevar a cabo.
F. F. Bruce señala: “No era que la sanación como tal infringiera la ley del sábado, pero un acto de sanación seguramente involucraría algo más que sí infringía la ley [farisaica]. En el incidente previo, Jesús le dijo a un hombre [sanado] que llevara una carga por las calles en sábado. En el caso del ciego, Jesús hizo una cataplasma de barro con tierra y saliva. ¿Qué había de malo en eso? Sencillamente, que una de las categorías de trabajo específicamente prohibidas en el sábado, según la interpretación tradicional de la ley, era amasar, y haber fabricado barro o arcilla con ingredientes tan simples como tierra y saliva se interpretó como una forma de amasar” (El Evangelio de Juan, 1983, p. 209).
Por ello fue que acusaron falsamente a Jesús de ser un infractor del sábado y un “pecador” (Juan 9:16), y luego excomulgaron al ciego por defender a Jesús (Juan 9:34). Más adelante, Cristo les dijo a los fariseos que en realidad ellos eran los espiritualmente ciegos por no reconocer su mesiazgo (Juan 9:39-41).
Jesús, el verdadero Pastor
Al ver la ceguera espiritual de los líderes religiosos, Jesús utilizó acertadamente la analogía de los pastores verdaderos y los falsos para contrastar su liderazgo genuino con el de los fariseos y los saduceos. En efecto, estos negaban que él fuera el verdadero Pastor y Salvador de los judíos y del resto de la humanidad. Sin embargo, a través de su sacrificio y resurrección traería, en su reino venidero, sanidad a los ciegos y salvación a los que creyeran en él.
Cristo dijo: “De cierto, de cierto os digo: El que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que sube por otra parte, ése es ladrón y salteador. Mas el que entra por la puerta, el pastor de las ovejas es. A éste abre el portero, y las ovejas oyen su voz; y a sus ovejas llama por nombre, y las saca. Y cuando ha sacado fuera todas las propias, va delante de ellas; y las ovejas le siguen, porque conocen su voz. Mas al extraño no seguirán, sino huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños. Esta alegoría les dijo Jesús; pero ellos no entendieron qué era lo que les decía” (Juan 10:1-6).
Como señala The Bible Knowledge Commentary: “El discurso sobre el Buen Pastor tiene el mismo tono que en Juan 9:1-41. . . La Biblia hace uso frecuente de esta analogía. Muchos de los grandes hombres del Antiguo Testamento eran pastores (por ejemplo, Abraham, Isaac, Jacob, Moisés, David). Jesús desarrolló esta analogía de varias maneras. La conexión con el capítulo anterior se ve en el contraste que hace Jesús de los fariseos con el hombre que nació ciego. Los fariseos, espiritualmente ciegos, aunque se jactaban de su perspicacia, eran falsos pastores. Como el Verdadero Pastor, Jesús vino a buscar y sanar. Sus ovejas oyen y responden a su voz” (nota sobre Juan 10:1).
Luego, Jesús describe a su audiencia la típica rutina matutina de un pastor del Medio Oriente. Entra por la puerta a un corral con paredes que normalmente contiene varios rebaños. Por la noche, el pastor o un ayudante vigilan el recinto para evitar la entrada de depredadores o ladrones. Cualquier persona o animal que sigilosamente trepe la pared es un intruso. Por otro lado, el pastor tiene derecho a entrar en el cercado. Luego llama a sus ovejas por su nombre para separarlas del resto de los rebaños. Cuando las ovejas escuchan su voz, se acercan a él y las lleva a pastar.
Cristo afirma que las ovejas huyen de un extraño porque no conocen su voz. El simbolismo se refiere al llamado de Dios a las personas a conocer su verdad: cuando responden, él trabaja con ellas como parte de su rebaño. Sin embargo, los fariseos y otros líderes judíos no reconocieron a Cristo como el Mesías, a pesar de todos los milagros que estaban viendo y las verdades que estaban escuchando. En su ceguera espiritual, se negaron a aceptar a Cristo como su Señor y verdadero Pastor.
Jesús como “la puerta”
Juan continúa: “Volvió, pues, Jesús a decirles: De cierto, de cierto os digo: Yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que antes de mí vinieron, ladrones son y salteadores; pero no los oyeron las ovejas. Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos. El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia. Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas. Mas el asalariado, y que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, ve venir al lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata las ovejas y las dispersa. Así que el asalariado huye, porque es asalariado, y no le importan las ovejas. Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen, así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas. También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor.
“Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre. Volvió a haber disensión entre los judíos por estas palabras” (Juan 10:7-19).
Así, Cristo explica esta metáfora de otra manera, describiendo lo que sucedía cuando las ovejas estaban pastando lejos. En ese caso, había cobertizos improvisados para protegerlos de tormentas o durante la noche. A veces, el pastor se recostaba en la entrada convirtiéndose en un tipo de “puerta”. Las ovejas sabían que ese era un lugar seguro para resguardarse en caso de peligro, y que podían salir cuando se sintieran seguras. El simbolismo aquí es que Cristo es la única “puerta” verdadera para obtener la salvación. Como Pedro señaló acerca de Jesús: “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4:12).
The Bible Knowledge Commentary agrega: “Cuando Jesús dijo que todos los que vinieron antes que él eran ladrones y asalariados, se refería a aquellos líderes de la nación que no se preocupaban por el bien espiritual de las personas sino solo por ellos mismos. Jesús el Pastor protege a su rebaño de los enemigos y también se ocupa de sus necesidades diarias (las ovejas entran y salen, y encuentran pasto). El ladrón, es decir, un falso pastor, solo se preocupa por alimentarse a sí mismo, no por el crecimiento del rebaño. Roba ovejas para matarlas, destruyendo así parte del rebaño. Pero Cristo vino para servir a sus ovejas, a darles una vida abundante en vez de una existencia restringida. El ladrón quita la vida; Cristo la da a plenitud” (nota sobre Juan 10:7).
Contraste entre el pastor y el asalariado
Al contrario del pastor, que es el dueño del rebaño y está dispuesto a morir por sus ovejas, el asalariado solo trabaja por su sueldo y, por lo tanto, no tiene el mismo compromiso. Su interés es básicamente ganar dinero sin arriesgar la vida. Si un depredador ataca, huye y deja el rebaño a merced del depredador. Del mismo modo, en Israel había muchos falsos profetas, reyes egoístas, falsos “mesías” y líderes autojustos que le daban prioridad a sus intereses monetarios y egoístas. En toda la Biblia vemos que el rebaño de Dios sufrió a causa de líderes civiles y religiosos egoístas y abusivos (Jeremías 23:1-2; Ezequiel 22:25-27; 34:2-6; Mateo 23:1-23).
Por su parte, el Buen Pastor realmente se preocupa por el rebaño y antepone sus intereses a los personales. Esto dijo Jesús: “Conozco a mis ovejas”, enfatizando su autoridad y preocupación por ellas. También dijo: “Mis ovejas me conocen”, destacando la relación cercana y personal con él. Esta cercanía y unidad es reflejo de la relación amorosa de Dios Padre y su Hijo. El amor y la preocupación de Jesús se evidencian cuando predice que morirá por el rebaño. ¡Qué tremendo ejemplo han dado Dios el Padre y Cristo de su gran amor por nosotros, y debe ser correspondido! EC