#280 - Hechos 18-19: "Tercer viaje misionero de Pablo; Éfeso y el templo de Diana"

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#280 - Hechos 18-19

"Tercer viaje misionero de Pablo; Éfeso y el templo de Diana"

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Retomamos el relato con la estadía de Pablo en Corinto. Dice la Biblia: “Entonces el Señor dijo a Pablo en visión de noche: No temas, sino habla, y no calles; porque yo estoy contigo, y ninguno pondrá sobre ti la mano para hacerte mal, porque yo tengo mucho pueblo en esta ciudad. Y se detuvo allí un año y seis meses, enseñándoles la palabra de Dios” (Hechos 18:9-11).

Con esta promesa de protección, Pablo puede establecer con tranquilidad la famosa iglesia de Corinto, que más tarde recibiría dos epístolas de Pablo que Dios inspiró para que formaran parte de la Biblia.

No obstante, la promesa era sólo de no sufrir daño, y no de evitar el hostigamiento de los judíos. Dice: “Pero siendo Galión procónsul de Acaya, los judíos se levantaron de común acuerdo contra Pablo, y le llevaron al tribunal, diciendo: Este persuade a los hombres a honrar a Dios contra la ley” (Hechos 18:12-12).

Galión fue un personaje importante en la literatura y la política romana. Era hermano del famoso escritor y filósofo estoico, Séneca, que fue tutor del mismo Nerón. Galión nació en una ilustre familia de Córdoba, España que se mudó a Roma. Su nombre original era Marcos Anneo, pero fue adoptado por un distinguido orador, Lucio Junio Galión. Así quedó con su apellido. Era un hombre de gran simpatía y gentileza. Su hermano Séneca escribió: “Ningún mortal es tan amable con otra persona, como lo es Galión con todos”. Es interesante que Lucas describa las mismas cualidades de Galión. A propósito, los arqueólogos han encontrado en la cercana Delfos una inscripción del Emperador Claudio que menciona a Galión como procónsul de Acaya, y así ayuda a establecer la fecha de la estadía de Pablo entre los años 51 y 52 d.C., fechas en que Galión fue procónsul.

Pablo fue favorecido por la ecuanimidad de este procónsul. Dice: “Y al comenzar Pablo a hablar, Galión dijo a los judíos: Si fuera algún agravio o algún crimen enorme, oh judíos, conforme a derecho yo os toleraría. Pero si son cuestiones de palabras, y de nombres, y de vuestra ley, vedlo vosotros; porque yo no quiero ser juez de estas cosas. Y los echó del tribunal. Entonces todos los griegos, apoderándose de Sóstenes, principal de la sinagoga, le golpeaban delante del tribunal; pero a Galión nada se le daba de ello” (Hechos 18:14-18).

Sabiamente, Galión se dio cuenta que la acusación contra Pablo no tenía que ver con la ley romana sino con la ley judía y no se dejó involucrar en el asunto. Puso fin a la audiencia antes de que se caldearan más los ánimos. El pueblo quedó decepcionado con el judío a cargo de la acusación y lo azotaron, mientras que Galión no se inmutó. Su respuesta sentaría un importante precedente jurídico a favor del cristianismo, pues aquí, un famoso procónsul decidió que la religión cristiana era legal, al ser una rama del judaísmo, y que las diferencias entre esas creencias deberían ser tratadas entre ellos y no por la ley romana, ya que no existía ninguna infracción legal. 

Así Pablo quedó en libertad de acción y pudo quedarse mucho más tiempo sin ser molestado. “Mas Pablo, habiéndose detenido aún muchos días allí, después se despidió de los hermanos y navegó a Siria, y con él Priscila y Aquila, habiéndose rapado la cabeza en Cencrea, porque tenía hecho voto” (Hechos 18:18). 

Pablo había tomado un voto nazareo que muestra que la decisión tomada en la conferencia ministerial de Jerusalén sobre la ley ritual sólo eximía a los gentiles, pero no a los judíos cristianos. Explica El Comentario Expositor: “Al cortarse el cabello en Cencrea, Pablo muestra que había tomado un voto nazareo por un lapso de tiempo y ahora ese período había terminado. Es evidente que, en algún momento de su estadía en Corinto, quizás al principio cuando dijo que estaba desanimado, tomó el voto para pedir la intervención de Dios y aliviarlo de las muchas pruebas. Al ser consolado con la visión y al ver cómo crecía la Iglesia, Pablo quiso aprovechar la Fiesta Santa que venía y presentar en agradecimiento el cabello cortado en holocausto al sacerdote, según la ley ritual en Números 6:18. Solo después de cumplir un período de 30 días de purificaciones en Jerusalén podía formalmente acabar el voto”. Robertson añade, “Pablo, como judío, siguió observando la ley ceremonial, pero entendía que no era aplicable a los gentiles conversos”.

El relato continúa: “Y llegó a Éfeso, y los dejó allí; y entrando en la sinagoga, discutía con los judíos, los cuales le rogaban que se quedase con ellos por más tiempo; mas no accedió, sino que se despidió de ellos, diciendo: Es necesario que en todo caso yo guarde en Jerusalén la fiesta que viene; pero otra vez volveré a vosotros, si Dios quiere. Y zarpó de Éfeso. Habiendo arribado a Cesarea, subió para saludar a la iglesia, y luego descendió a Antioquía” (Hechos 18:19-22). Así llegó a su fin el segundo viaje misionero de Pablo. 

No es posible saber cuál de las Fiestas Santas se refería Lucas, pero tuvo que ser una de las tres temporadas cuando subían a Jerusalén: para la Pascua, Pentecostés o Tabernáculos. Un poco después, Lucas menciona otro viaje que hizo Pablo a Jerusalén y esa vez menciona que era para celebrar Pentecostés (Hechos 20:16).

Luego de visitar a Jerusalén, Pablo completa su segundo viaje misionero al llegar a su jefatura en Antioquía. Pero no se quedó por mucho tiempo, pues la preocupación y los muchos problemas por resolver de las jóvenes iglesias lo inquietaban. Dice Lucas: “Y después de estar allí algún tiempo, salió, recorriendo por orden la región de Galacia y de Frigia, confirmando a todos los discípulos”. Así comienza su tercer viaje misionero.

El ministerio de Pablo recibiría una gran ayuda al convertirse un predicador y seguidor de Juan el Bautista, llamado Apolos. “Llegó entonces a Éfeso un judío llamado Apolos, natural de Alejandría, varón elocuente, poderoso en la Escrituras. Este había sido instruido en el camino del Señor; y siendo de espíritu fervoroso, hablaba y enseñaba diligentemente lo concerniente al Señor, aunque solamente conocía el bautismo de Juan. Y comenzó a hablar con denuedo en la sinagoga; pero cuando le oyeron Priscila y Aquila, le tomaron aparte y le expusieron más exactamente el camino de Dios. Y queriendo él pasar a Acaya, los hermanos le animaron, y escribieron a los discípulos que le recibiesen; y llegado él allá, fue de gran provecho a los que por la gracia habían creído; porque con gran vehemencia refutaba públicamente a los judíos, demostrando por las Escrituras que Jesús era el Cristo” (Hechos 18:24-28).

Aquí muestra Lucas que la predicación de Juan el Bautista había dejado su huella en el judaísmo de ese entonces. Muchos consideraban a Juan como un profeta, incluso el historiador Josefo. Dos de los discípulos de Jesús fueron seguidores de Juan. Otros seguían sus enseñanzas en otras partes del mundo, aunque al no vivir en Judea, no sabían que Jesús era el Mesías anunciado por Juan. ¡Cuán grande debió ser la alegría de Apolos al saber que las profecías de Juan de que vendría uno mayor que él se cumplieron en Jesús! Apolos rápidamente aceptó a Jesús como el Mesías y luego de ser instruido, siguió predicando “el camino de Dios”.

Mientras tanto, Pablo viajó por toda Asia Menor y confirmó los ánimos de los hermanos en Galacia. Por fin llega a Éfeso, esta vez por tierra. Dice la Biblia: “Aconteció que entre tanto que Apolos estaba en Corinto, Pablo, después de recorrer las regiones superiores, vino a Éfeso, y hallando a ciertos discípulos, les dijo: ¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis? Y ellos le dijeron: Ni siquiera hemos oído si hay Espíritu Santo. Entonces dijo. ¿En qué, pues, fuisteis bautizados? Ellos dijeron: En el bautismo de Juan. Dijo Pablo: Juan bautizó con bautismo de arrepentimiento, diciendo al pueblo que creyesen en aquel que vendría después de él, y esto es, en Jesús el Cristo. Cuando oyeron esto, fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús. Y habiéndoles impuesto Pablo las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo, y hablaban en lenguas, y profetizaban. Eran por todos unos doce hombres” (Hechos 19:1-7). 

Tal como ocurrió con Apolos, en Éfeso también había discípulos de Juan. Luego de ser bautizados y recibir la imposición de manos, fueron aceptados como miembros de la iglesia. Lucas quiere mostrar con esto que el bautismo y la imposición de manos son ceremonias necesarias para entrar en la iglesia. Es importante entender que el cristianismo no está exento de las ceremonias establecidas por Cristo.

Pablo pasó tres años en Éfeso, más tiempo que en cualquier otro lugar. Pero al ser echado de la sinagoga encontró una escuela para enseñar todos los días el camino de Dios. Miles se convirtieron a la fe, gracias también a los milagros. “Y hacía Dios milagros extraordinarios por mano de Pablo, de tal manera que aun se llevaban a los enfermos los paños o delantales de su cuerpo, y las enfermedades se iban de ellos, y los espíritus malos salían” (Hechos 19:11-12). 

He aquí la base para la enseñanza de los paños ungidos que se usan en la iglesia. Explica El Comentario Expositor, “Lucas menciona que había dos tipos de sanidades aquí (1) las sanidades directas, al Pablo orar e imponer las manos, y (2) las sanidades indirectas, al enviar los paños que venían de Pablo”. Santiago menciona a los miembros de la iglesia: “¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos [ministros] de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará… La oración eficaz del justo puede mucho” (Santiago 5:14-16). Cuando la persona está muy lejos o no es posible que el ministro ore directamente por la persona, el ministro ora por el enfermo y unge el paño que es enviado. Tiene el mismo efecto que si el ministro estuviera allí mismo, pues Dios apoya esta opción que puso aquí en las Escrituras. El paño es puesto en la frente del enfermo y luego es incinerado, pues sólo se puede usar una sola vez. 

Al ver las sanidades y milagros de Pablo, algunos en el negocio de echar espíritus intentaron invocar el nombre de Jesús. “Pero algunos de los judíos, exorcistas ambulantes [de exorkizo, hacer un voto—y de allí a un hechizo] intentaron invocar el nombre del Señor Jesús sobre los que tenían espíritus malos, diciendo: Os conjuro por Jesús, el que predica Pablo” (Hechos 19:13).

Explica el comentarista Bruce: “Tan potente era el nombre de Jesús cuando lo usaba Pablo para exorcizar a los espíritus, que otros exorcistas comenzaron a usarlo también. Muchos eran judíos ambulantes que gozaban de gran respeto [como Barjesús ante el procónsul Sergio Paulo (Hechos 13:6)] pues se creía que ellos poseían hechizos de gran efectividad. Todavía se pueden ver algunos papiros con hechizos mágicos de los judíos, con los nombres de Dios, Abraham [y Salomón]. Un papiro contiene el nombre de Jesús, y dice: “Te abjuro por el nombre de Jesús, el Dios de los hebreos”. Barclay añade, “El exorcismo era una respetable profesión, y si el exorcista sabía el nombre de un espíritu más poderoso que el que había entrado en la persona, al decir el nombre, creían podía vencer al espíritu y hacerlo salir”.

Siete hermanos judíos intentaron hacerlo. “Había siete hijos de un tal Esceva, judío, jefe de los sacerdotes, que hacían esto. Pero respondiendo el espíritu malo, dijo: “A Jesús conozco, y sé quién es Pablo; pero vosotros, ¿quiénes sois? Y el hombre en quien estaba el espíritu malo, saltando sobre ellos y dominándolos, pudo más que ellos, de tal manera que huyeron de aquella casa desnudos y heridos” (Hechos 19:14-16). Recuerden, no es el nombre de Jesucristo que hace salir el espíritu, sino la fe de Cristo en uno, que lo hace partir.

Quema de los libros de hechizos en Éfeso

Sigue el relato: “Y esto fue notorio a todos los que habitaban en Éfeso, así judíos como griegos; y tuvieron temor todos ellos, y era magnificado el nombre del Señor Jesús. Y muchos de los que habían creído venían, confesando y dando cuenta de sus hechos. Asimismo, muchos de los que habían practicado la magia trajeron los libros y los quemaron delante de todos; y hecha la cuenta de su precio, hallaron que era cincuenta mil piezas de plata. Así crecía y prevalecía poderosamente la palabra del Señor” (Hechos 19:17-20). 

Bruce explica, “Aun a los magos les afectó el mensaje de Pablo y confesaron sus abominables prácticas, revelando sus hechizos. De acuerdo a la teoría de la magia, la potencia del hechizo depende de que sea secreto, y si se publica, ya no es eficaz. De modo que los magos convertidos a la fe renunciaron sus supuestos poderes al anular sus hechizos. Muchos de ellos juntaron sus papiros con las fórmulas mágicas e hicieron una pira. Algunos de estos rollos han sobrevivido hasta nuestros días y se encuentran en varias grandes bibliotecas”. Los rollos con hechizos producidos en Éfeso eran tan famosos que el mundo los llamaba, “los escritos efesios”.

Sigue el relato: “Pasadas estas cosas, Pablo se propuso en espíritu [tenía el ánimo] ir a Jerusalén, después de recorrer Macedonia y Acaya, diciendo: Después que haya estado allí, me será necesario ver también a Roma. Y enviando a Macedonia a dos de los que le ayudaban, Timoteo y Erasto, él se quedó por algún tiempo en Asia. Hubo por aquel tiempo un disturbio no pequeño acerca del Camino. Porque un platero llamado Demetrio, que hacía de plata templecillos de Diana, daba no poca ganancia a los artífices; a los cuales, reunidos con los obreros del mismo oficio, dijo: Varones, sabéis que de este oficio obtenemos nuestra riqueza; pero veis y oís que este Pablo, no solamente en Éfeso, sino en casi toda Asia, ha apartado a muchas gentes con persuasión, diciendo que no son dioses los que se hacen con las manos. Y no solamente hay peligro de que este nuestro negocio venga a desacreditarse, sino también que el templo de la gran diosa Diana sea estimado en nada, y comience a ser destruida la majestad de aquella a quien venera toda Asia y el mundo entero” (Hechos 19:21-28).

Templo de Diana en Éfeso

Este templo de Diana en Éfeso era una de las siete maravillas del mundo antiguo y cuatro veces mayor que el Partenón. Medía 50 por 105 metros y tenía 100 columnas que sostenían el techo. Como el puerto de Éfeso se estaba tapando con el cieno de un gran río allí, ya no llegaba mucho comercio, y el negocio del templo se volvió más importante que nunca para mantener la economía de la ciudad. Multitudes venían de todas partes para hacerle peticiones a Diana (o Artemisa, como la llamaban los griegos) y depositaban sus tesoros allí. 

Dentro del templo adoraban a una extraña estatua negra de Diana, que tenía cuatro pechos y era fea. Creían que había caído del cielo, y, de hecho, varios templos tenían estatuas moldeadas de meteoritos, que creían eran de origen divino, en Troya, Pesino, Enna, y Emesa. Parece que también fue el caso aquí. En la actualidad, los musulmanes todavía adoran un meteorito dentro de la Kaaba en la Meca y hacen peregrinaje donde dan vuelta alrededor de esta estructura con el meteorito adentro. Es el lugar más sagrado del islam. Pues aquí, las autoridades efesias confirmaron, “¿Quién es el hombre que no sabe que la ciudad de los efesios es guardiana del templo de la gran diosa Diana, y de la imagen venida de Júpiter [enviada de los cielos]?” (Hechos 19:35). 

El negocio del templo había decaído ahora por las enseñanzas diarias de Pablo en Éfeso, donde mostraba por las Escrituras que, según el Segundo Mandamiento, no se debía hacer imágenes para adorar. De nuevo Pablo tiene que enfrentar una nueva acusación y juicio. En el siguiente estudio, sabremos qué pasó.