#219 - Habacuc: "Paralelos con los tiempos del fin"

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#219 - Habacuc

"Paralelos con los tiempos del fin"

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Se supone que Habacuc escribió este libro alrededor del año 610 a.C., justo antes de que los babilonios invadieran y conquistaran a Judá.
En este libro aprenderemos mucho acerca de cómo Dios lleva a cabo su obra aquí en la tierra y por qué a veces parece que no interviene para detener la maldad que abunda en la tierra. Primero veamos cuáles son los paralelos entre este libro y Apocalipsis:

Paralelos entre Habacuc y Apocalipsis

Habacuc era un pensador profundo y tenía varios interrogantes qué hacerle a Dios sobre cómo actúa. En cierto sentido este libro se asemeja a un partido de ajedrez entre Habacuc y Dios.

Comienza el libro con la primera movida de Habacuc. Le plantea a Dios el interrogante que muchos han hecho: ¿por qué permite Dios que exista tanta maldad e injusticia en el mundo? Dice: ''La profecía que vio el profeta Habacuc. ¿Hasta cuándo, oh Eterno, clamaré, y no oirás; y daré voces a ti a causa de la violencia, y no salvarás? ¿Por qué me haces ver iniquidad, y haces que vea molestia? Destrucción y violencia están delante de mí, y pleito y contienda se levantan. Por lo cual la ley es debilitada, y el juicio no sale según la verdad; por cuanto el impío asedia al justo, por eso sale torcida la justicia" (Habacuc 1:1-4). Habacuc se quejaba de la impunidad de los malos en Judá. Parecía que nunca serían castigados.

Recuerda la pregunta que también hizo David a Dios: ''En cuanto a mí, casi se resbalaron mis pasos. Porque tuve envidia de los arrogantes, viendo la prosperidad de los impíos…  He aquí estos impíos, sin ser turbados del mundo, alcanzan riquezas. Verdaderamente en vano he limpiado mi corazón… Pues he sido azotado todo el día y castigado todas las mañanas… Hasta que, entrando en el santuario de Dios, comprendí el fin de ellos… ¡Cómo han sido asolados de repente! Tan torpe era yo que los entendía… Mi carne y corazón desfallecen; mas la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre" (Salmos 73:2-26).

Este problema de por qué prosperan los pecadores y por qué a veces los justos sufren tanto ha hecho tropezar la fe de muchos. Es probable que hayan escuchado el argumento de que si Dios existe, por qué permite la maldad y a la vez, el sufrimiento de los inocentes. Es uno de los interrogantes favoritos de los profesores de filosofía contra la existencia de Dios. Preguntan sarcásticamente: ¿si Dios es tan bueno, por qué permite que exista tanta maldad en el mundo? ¿No demuestra esta ausencia de acción que, en realidad, Dios no existe? ¿Para qué poner la fe en la Palabra de Dios cuando ese mismo Dios permite tantas injusticias? Estos tipos de argumentos han hecho tambalear la fe de muchos. Algunas personas hasta se han convertido en ateos, o los que no creen en la existencia de Dios.

Pues en la misma Biblia tenemos este mismo interrogante planteado por un profeta de Dios, y más importante aún tenemos la respuesta de parte de Dios.

A los profetas y a otros hombres obedientes les preocupaba la forma que se corrompía la sociedad, y a la vez, cómo personas decentes a menudo sufrían injustamente a costa de los ricos y poderosos. Habacuc le pregunta a Dios: ¿por qué no haces algo al respecto? Dios decide contestarle directamente, y así, también tenemos nosotros la respuesta para que nunca sea carcomida nuestra fe por los ataques y las preguntas capciosas de los incrédulos.

Primero, ¿por qué hizo Habacuc esta pregunta? Él vivió en Judá durante una época de reyes pecadores. Recientemente había muerto el último rey justo en Judá. Josías, por una insensatez suya. Había desobedecido las instrucciones de Dios de no ir al combate contra los egipcios que estaban cruzando pacíficamente su territorio. Igual fue, y murió en la batalla. Al asumir el trono su hijo Joacaz, se rebeló contra Dios. "E hizo lo malo ante los ojos del Eterno… y lo puso preso Faraón Necao..." (2 Reyes 23:32).

El Comentario de Conocimiento Bíblico explica: ''La crisis internacional de ese entonces había empeorado. Reinaba gran inquietud en Judá. Josías había sido un buen rey, pero luego de su lamentable muerte, su hijo Joacaz estuvo sólo tres meses sobre el trono, pues el faraón de Egipto vino y lo depuso. Luego colocó a su hermano, Eliaquim como rey. Eliaquim también fue un rey malvado, incrédulo, y rebelde (vea 2 Reyes 23:36-24:7).

"Poco después del reinado de Eliaquim, Habacuc escribió su lamento acerca de la decadencia, violencia, avaricia y perversión de la justicia que lo rodeaba. No debe sorprender que en medio de todo esto, Habacuc se pregunta: ¿por qué no hace Dios algo al respecto? Hombres y mujeres piadosos se preguntan hoy día ese mismo interrogante en un mundo donde aumentan las crisis internacionales y la corrupción interna de las naciones. Las superpotencias tienen apuntadas sus armas nucleares contra sus adversarios mientras que siguen hablando de paz. La Tercera Guerra Mundial parece acercarse. Mientras se está montando el escenario para un holocausto mundial parece que al mundo sólo le preocupa seguir divirtiéndose. La filosofía 'playboy' o de mujeriegos que aboga por el placer personal como la regla principal de la vida sigue corroyendo la fibra moral de las naciones. Esta filosofía hedonista aumenta mientras que los hogares se derrumban. El crimen florece mientras que las religiones se marchitan. Es frecuente ver la fe de los jóvenes sepultada. En tal mundo de crisis y caos, Habacuc habla con claridad. El mensaje de este pequeño libro es tan actual como el diario de hoy" (Comentario del Conocimiento Bíblico).

Veamos ahora la movida de Dios para responder a Habacuc. "Mirad entre las naciones, y ved, y asombraos; porque haré una obra en vuestros días, que aun cuando se os contare, no la creeréis. Porque he aquí, yo levanto a los caldeos, nación cruel y presurosa, que camina por la anchura de la tierra para poseer las moradas ajenas. Formidable es y terrible; de ella misma procede su justicia y su dignidad" (Habacuc 1:5-7).

Dios le explica a Habacuc que no es cierto que sea indiferente a los muchos pecados de Judá. Él ha estado preparando a los babilonios para que castiguen a Judá. Tal como lo había hecho anteriormente con los asirios, que castigaron a las 10 tribus del norte de Israel ahora Dios usa a los babilonios como su "vara de su furor" (Isaías 10:5) contra Judá.

Habacuc está en jaque. Queda espantado al saber que pronto su tierra será invadida y conquistada por los despiadados babilonios. Dios describe exactamente lo cruel que eran los babilonios. "Sus caballos serán más ligeros que leopardos, y más feroces que lobos nocturnos, y sus jinetes se multiplicarán; vendrán de lejos sus jinetes, y volarán como águilas que se apresuran a devorar. Toda ella vendrá a la presa; el terror va delante de ella, y recogerá cautivos como arena. Escarnecerán a fortaleza, y levantará terraplén y la tomará. Luego pasará como el huracán, y ofenderá atribuyendo su fuerza a su dios" (Habacuc 1:8-11).

Habacuc le había pedido a Dios que hiciera algo al respecto de la inmoralidad y la violencia en Judá. Pero ahora que Dios le permite ver lo que acontecerá, es más aterrador de lo que Habacuc se imaginaba. Se va a otro extremo y le pide clemencia para su pueblo. Le pregunta: "¿No eres tú desde el principio, oh Eterno, Dios mío, Santo mío? No moriremos. Oh Eterno, para juicio lo pusiste; y tú, oh Roca, lo fundaste para castigar" (Habacuc 1:12). Habacuc sabe que, por las promesas hechas a Israel, Dios no permitirá que su pueblo perezca del todo, pero a la vez sabe que Dios tiene derecho a castigarla.

Al saber que Dios va a usar a los babilonios con este fin, Habacuc mueve otra "ficha" en el tablero. Plantea otro interrogante incisivo. ¿Cómo puede Dios usar a una nación que es más pecadora que Judá para desempeñar semejante papel? Le pregunta: "Muy limpio eres de ojos para ver el mal, ni puedes ver el agravio; ¿por qué ves a los menospreciadores (babilonios], y callas cuando destruye el impío al más justo que él [Judá], y haces que sean los hombres como los peces del mar, como reptiles que no tienen quien los gobierne?" (Habacuc 1:13-14).

Habacuc le pregunta a Dios cómo puede ser tan puro y a la vez usar un instrumento tan sucio como esos babilonios incrédulos y pecaminosos. Ellos capturaban a los hombres con la misma displicencia que el pescador atrapa al pez mudo. Ellos se dedicaban a atrapar nación tras nación en su red, más por "deporte" que por necesidad. Habacuc dice: "Sacará a todos con anzuelo, los recogerá con su red, y los juntará en sus mallas; por lo cual se alegrará y se regocijará... ¿Vaciará por eso su red, y no tendrá piedad de aniquilar naciones continuamente?" (Habacuc 1:15-17).

Tras plantear su interrogante, Habacuc cree que ahora él tiene a Dios en jaque. Dice que irá a una torre de la ciudad para esperar la respuesta de Dios.

Dios no tarda en contestarle. 'Y el Eterno me respondió, y dijo: Escribe la visión, y declárala en tablas para que corra el que leyere en ella. Aunque la visión tardará aún por un tiempo, más se apresura hacia el fin, y no mentirá; aunque tardare, espéralo, porque sin duda vendrá, no tardará" (Habacuc 2:2-3).

Dios desea que Habacuc registre la respuesta para que no se pierda para la posteridad. Por eso está en la Biblia. Le pide que lo escriba en una tabla de arcilla, que luego es cocida con la escritura grabada para que no se borre. Después de miles de años, todavía se encuentran cientos de tablillas como éstas en perfectas condiciones en Ras Shamra, en el norte del Líbano.

Dios le revela a Habacuc que la forma que él opera no es como la de los hombres. Dice Isaías: "Sus pensamientos no son nuestros pensamientos" (Isaías 55:8). Dios no se apresura ni se demora. Siempre hace las cosas justo en el momento preciso. Es paciente, y quiere darle al hombre todo el tiempo que merece para que se arrepienta.

“El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento" (2 Pedro 3:9). Esto ya lo entendimos al leer el libro de Jonás.

Ahora bien, esto no significa que debido a que Dios es paciente, no va a actuar. Este es el mensaje que recién leímos en el libro de Nahum. Aunque Dios es paciente y misericordioso con Nínive, como ellos volvieron a pecar gravemente, vino por fin el juicio y el castigo de Dios.

Dios le está explicando el mismo principio a Habacuc. Ha sido muy paciente con Judá, y ha enviado a sus profetas para que su pueblo pueda arrepentirse a tiempo, pero no ha dado resultado. Por eso, Dios está próximo a castigarlos mediante los babilonios.

Sin embargo, Dios no dejará indefensos a los fieles de la fe. Les entrega la clave para sobrevivir en el período de gran tribulación que pasará en Judá. "Mas el justo por su fe vivirá" (Habacuc 2:4). Dios aconseja a los obedientes que sigan su camino de fe, pues él estará con ellos a través de la prueba. El término en hebreo para "fe" significa ''fidelidad'', y es muy apropiado entenderlo así. Debemos seguir fiel al camino de Dios a pesar de las dificultades. Jesucristo explicó: '"y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre; mas el que persevere hasta el fin, éste [por su fe] será salvo" (Mateo 10:22). Recuerden que, en la invasión babilónica de Judá, Dios protegió a los justos, como el grupo que estuvo con el profeta Jeremías y otros que se fueron con Daniel y Ezequiel a Babilonia. Estos eran un pequeño remanente.

Ahora Dios le contesta cómo es posible que él use a un pueblo pecador para disciplinar a su propio pueblo. Le revela que luego de usarlos, serán eliminados. Con esto Dios muestra que no dejará que se escapen de su justo juicio. Dice: "¿No han de levantar todos éstos [los pueblos vencidos] refrán sobre él y sarcasmos contra él? Dirán: ¡Ay del que multiplicó lo que no era suyo! ¿Hasta cuándo había de acumular sobre sí prenda tras prenda? ¿No se despertarán de repente tus deudores, y se despertarán los que te harán temblar, y serás despojo para ellos? Por cuanto tú has despojado a muchas naciones, todos los otros pueblos te despojarán, a causa de la sangre de los hombres, y de los robos de la tierra, de las ciudades y de todos los que habitan en ellas" (Habacuc 2:6-8). Babilonia fue destruida finalmente por una rebelión de los mismos pueblos que habían vencido. Bajo el mando del rey Ciro, los medos y los persas vinieron contra la ciudad y la tomaron fácilmente. Ciro hizo que se desviara parte de las aguas del río Eufrates que pasaban por el medio de la ciudad y los soldados lograron vadear hasta entrar en la ciudad. Luego abrieron las puertas y todo el ejército entró y destruyó a Babilonia.

Noten ahora el paralelo que Dios hace con la destrucción de Babilonia en los tiempos de Habacuc y la futura Babilonia en los tiempos del fin. Dice: "¡Ay del que edifica la ciudad con sangre, y del que funda una ciudad con iniquidad! No es esto [la intervención] del especial pues, trabajarán para el fuego [la ciudad Babilonia que tomó tanto tiempo y sangre para edificar será destruida], y las naciones se fatigarán en vano, Porque la tierra será llena del conocimiento de la gloria del Eterno, como las aguas cubren el mar" (Habacuc 2:12-14).

Sabemos que cuando Babilonia fue destruida, la tierra no se llenó del conocimiento de la gloria del Eterno. Por eso, de nuevo vemos la dualidad en el mensaje profético. Una parte se cumple en los tiempos del profeta y la otra parte es para los tiempos del fin y cuando se establezca el reino de Dios.

Dios continúa pasando el juicio sobre Babilonia, “Te has llenado de deshonra más que de honra; bebe tú también, y serás descubierto; el cáliz de la mano derecha del Eterno vendrá sobre ti… Porque la rapiña del Líbano caerá sobre ti, y la destrucción de las fieras te quebrantará, a causa de la sangre de los hombres, y del robo de la tierra… ¿De qué sirve la escultura que esculpió el que la hizo? ¿la estatua de fundición que enseña mentira, para que haciendo imágenes mudas confíe el hacedor en su obra?” (Habacuc 2:16-18). Los babilonios confiaban mucho en el poder de sus ídolos, pero Dios les dice que no tienen poder para hacer nada. En cambio, les explica quién en realidad está vivo y es todopoderoso: "Mas el Eterno está en su santo templo; calle delante de él toda la tierra" (Habacuc 2:20).

Habacuc ha recibido las respuestas a sus interrogantes y Dios le ha hecho el 'Jaque mate", acepta que Dios lo ha vencido, y está muy agradecido y satisfecho con las explicaciones que ha recibido. Ahora Habacuc compone una oración que debe ser acompañada de músicas como un salmo en honor a Dios y su sabiduría. Abarca todo el capítulo 3, que tiene paralelos entre su tiempo y los tiempos del fin. Es un buen salmo para recordar en los momentos de tribulación. "Oración del profeta Habacuc, sobre Sigionot [compuesto para música). Oh Eterno, he oído tu palabra, y temí. Oh Eterno, aviva tu obra en medio de los tiempos… en la ira acuérdate de la misericordia. Dios vendrá de Temán [Edom], y el santo desde el monte de Parán [Sinaí]. Su gloria cubrió los cielos, y la tierra se llenó de su alabanza. Delante de su rostro iba mortandad, y a sus pies salían carbones encendidos." Te vieron y tuvieron temor los montes… Con ira hollaste la tierra, con furor trillaste las naciones. Saliste para socorrer a tu pueblo… Aunque falte el producto del olivo… y las ovejas sean quitadas de la majada… Con todo, yo me alegraré en el Eterno; y me gozaré en el Dios de mi salvación. El Eterno el Señor es mi fortaleza, el cual hace mis pies como de ciervas, y en mis alturas me hace andar. Al jefe de los cantores..." (Habacuc 3:1-19).

Así termina el libro de Habacuc, dejándonos ver que tal como él tuvo confianza en Dios durante ese tiempo de gran tribulación, así debemos nosotros confiar en él. Pablo dijo: ¿si Dios es por nosotros, quién [puede] contra nosotros? (Romanos 8:31). Habacuc lo dice de esta manera: “Mas el justo, por la fe vivirá”.