#199 - Ezequiel 33-37: "Destino de los falsos ministros; Milenio; segunda resurrección"

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#199 - Ezequiel 33-37

"Destino de los falsos ministros; Milenio; segunda resurrección"

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#199 - Ezequiel 33-37: "Destino de los falsos ministros; Milenio; segunda resurrección"

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Describe además los sucesos que pasará su pueblo en los tiempos del fin, (vea Ezequiel 11:15-20 y Ezequiel 16:51-63). Ahora, en esta segunda parte del libro, casi todas las profecías son para el tiempo del fin, y describen esa futura restauración de su pueblo en el Milenio y en la segunda resurrección. 

Capítulo 33 - Una nueva comisión

En el capítulo 33, comienza una nueva sección luego del anuncio de la destrucción de Jerusalén (Ezequiel 33:21). Entonces, los capítulos 1 al 32 cubren el juicio de Judá y las naciones que la rodean. Ahora, del capítulo 33 hasta el 45 veremos que el enfoque cambia a la futura restauración de toda Israel en el Milenio. 

Es interesante notar que Dios comienza con una nueva “comisión” del profeta Ezequiel. Es un tipo del Elías que vendrá en los tiempos del fin. Casi todo lo que entrega aquí no es para su tiempo, sino para los últimos días. Esta parte del mensaje abarca lo que hará la Iglesia en la obra “de Elías” que, al igual que Ezequiel, tendrá que advertirle a las modernas naciones de Israel, Judá y los demás países que ese reino de Dios viene y cómo pueden prepararse. Por lo tanto, es imprescindible analizar estos capítulos con esta perspectiva. 

Dios le dice a Ezequiel de su comisión: “Hijo de hombre, habla a los hijos de tu pueblo, y diles: Cuando trajere yo espada sobre la tierra, y el pueblo de la tierra tomare un hombre de su territorio y lo pusiere por atalaya, y él viere venir la espada sobre la tierra, y tocare trompeta y avisare al pueblo, cualquiera que oyere el sonido de la trompeta y no se apercibiere, y viniendo la espada lo hiriere, su sangre será sobre su cabeza… Pero si el atalaya viere venir la espada y no tocare la trompeta, y el pueblo no se apercibiere, y viniendo la espada, hiriere de él a alguno, éste fue tomado por causa de su pecado, pero demandaré su sangre de mano del atalaya. A ti, pues, hijo de hombre, te he puesto por atalaya a la casa de Israel, y oirás la palabra de mi boca, y los amonestarás de mi parte” (Ezequiel 33:2-7). 

Dios compara esta comisión de Ezequiel con la labor de un centinela o guardia en los muros de una ciudad. En ese entonces, casi todas las ciudades tenían grandes muros y durante las horas de oscuridad ponían a un atalaya o guardia. Si no había ningún peligro, al terminar su vigilia decía, “Todo está bien”. Lo triste era que los falsos líderes espirituales le decían al pueblo que “todo estaba bien” cuando no era el caso. Por eso, Dios quería que Ezequiel fuera un fiel guardián de la fe y anunciara sus profecías. Al respecto, Dios le explicó a otro de sus centinelas, Isaías: “Clama a voz en cuello, no te detengas; alza tu voz como trompeta, y anuncia a mi pueblo su rebelión, y a la casa de Jacob su pecado. Que me buscan cada día, y quieren saber mis caminos, como gente que hubiese hecho justicia, y que no hubiese dejado la ley de su Dios” (Isaías 58:1-2). Esta es una gran parte de la comisión de la Iglesia hoy día.

Ahora bien, Dios además tiene un mensaje para los sobrevivientes de Judá que pronto llegarán a Babilonia como exiliados y estarán por 70 años. Pero recuerden, estas profecías no son sólo para ellos.

Veamos ahora lo que ocurrió en los días de Ezequiel. “Aconteció en el año duodécimo de nuestro cautiverio [enero, 585 a.C.]... que vino a mí un fugitivo de Jerusalén, diciendo: La ciudad ha sido conquistada” (Ezequiel 33:21). Dios usa a Ezequiel para advertirle a los sobrevivientes de que no se hagan ilusiones de una pronta recuperación y regreso, pues Judá quedará asolada por mucho tiempo [70 años] (Ezequiel 33:28). Los que están en Babilonia ahora consideran a Ezequiel como un verdadero profeta, pues se ha cumplido lo que había dicho. Pero eso no significa que se arrepentirán y obedecerán las leyes de Dios. “Y tú, hijo de hombre, los hijos de tu pueblo se mofan de ti… diciendo: Venid ahora, y oíd qué palabra viene del Eterno. Y vendrán a ti como… pueblo mío, y oirán tus palabras, y no las pondrán por obra; antes hacen halagos con sus bocas, y el corazón de ellos anda en pos de su avaricia. Y he aquí que tú eres a ellos como cantor de amores, hermosos de voz y que canta bien; y oirán tus palabras, pero no las pondrán por obra. Pero cuando ello viniere (y viene ya), sabrán que hubo profeta entre ellos” (Ezequiel 33:30-33). 

Santiago menciona el mismo principio: “Pero sed hacedores de la palabra y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos” (Santiago 1:22). 

Hoy día sucede lo mismo. A pesar de que, durante 50 años, un centinela, el Sr. Armstrong, clamó “a voz en cuello” y millones de personas recibieron literatura gratuita sobre las profecías y las verdades de Dios, son muy pocas las personas que aplicaron diligentemente estas verdades en sus vidas. Ahora, nos toca seguir con esta misma Gran Comisión hasta que Cristo venga. 

Capítulo 34 - Los Falsos Profetas

¿Cuál es la razón por la cual tan pocos se convierten? Dios culpa a los falsos líderes religiosos y civiles que van contra la ley de Dios. “Hijo de hombre, profetiza contra los pastores de Israel… ¡Ay de los pastores de Israel, que se apacientan a sí mismos! ¿No apacientan los pastores a los rebaños? Coméis la grosura, y os vestís de la lana; la engordada degolláis, mas no apacentáis a las ovejas. No fortalecisteis las débiles, ni curasteis la enferma; no vendasteis la perniquebrada, ni volvisteis al redil la descarriada, ni buscasteis la perdida, sino que os habéis enseñoreado de ellas con dureza y con violencia. Y andan errantes por falta de pastor, y son presa de todas las fieras del campo, y se han dispersado” (Ezequiel 34:2-5). 

Comenta un autor: “Esta era la crítica que Dios hacía de los falsos profetas. No habían alimentado al pueblo con la Palabra de Dios. Creo que todavía es el mejor criterio para juzgar a los ministros de hoy” (Vernon McGee, A Través de la Biblia). 

Es una descripción apta del mundo religioso actual, en particular en el mundo occidental donde están “sus ovejas”, las 12 tribus modernas de Israel. Recuerden que no está hablando a los chinos, africanos, o hindúes. Es en el mundo occidental donde están las iglesias supuestamente “basadas en la Biblia” pero que se ha convertido en un gran negocio como dueñas de bancos, bienes raíces y que se mezclan en la política de este mundo. Irónicamente a pesar de todo ese poder y riquezas, el pueblo sigue tan ignorante de las leyes de Dios como nunca. 

Dios explica que así será la situación hasta que Cristo vuelva: “He aquí… yo mismo iré a buscar mis ovejas, y las reconoceré. Como reconoce su rebaño el pastor el día que está en medio de sus ovejas esparcidas, así reconoceré mis ovejas, y las libraré de todos los lugares en que fueron esparcidas el día del nublado y de la oscuridad [en el día del Señor, vea Joel 2:1-2]. Y yo las sacaré de los pueblos, y las juntaré de las tierras; las traeré a su propia tierra, y las apacentaré en los montes de Israel… Y levantaré [resucitaré] sobre ellas a un pastor, y él las apacentarás; a mi siervo David… Yo el Eterno les seré por Dios, y mi siervo David príncipe en medio de ellos… Y estableceré con ellos pacto de paz… Y daré bendición a ellas… y haré descender la lluvia en su tiempo; lluvias de bendición serán… No serán más por despojo de las naciones… Y sabrán que yo el Eterno su Dios estoy con ellos, y ellos son mi pueblo, la casa de Israel, dice el Eterno” (Ezequiel 34:11-30). 

He aquí una prueba irrefutable de que aún existen las 12 tribus de Israel en la actualidad, pues, ¿cómo podría Dios reconocerlas y traerlas de nuevo a su tierra en el Milenio si han desaparecido? Ahora bien, esto no significa que a Dios sólo le interesa su pueblo y no las demás naciones. Es cuestión de orden de llamamiento. Como dice: “la salvación… al judío, primeramente, y [luego] al griego” (Romanos 1:16). Todos tendrán su oportunidad en su debido momento.

¿Por qué escoge a David para que gobierne a las 12 tribus de Israel? Dios nos contesta en Ezequiel 37:24: “Mi siervo David será rey sobre ellos, y todos ellos tendrán un solo pastor; y andarán en mis preceptos, y mis estatutos guardarán, y lo pondrán por obra”. David fue el rey que más amó la ley de Dios (Sal 119:97) y mejor la aplicó en su reino. Si queremos entrar en el Reino y ser reyes y sacerdotes, tendremos que mostrar la misma actitud de David en nuestras vidas.

Capítulo 35 - Juicio contra Edom

Justo antes de que Dios establezca su reino y ponga a Jerusalén como su capital, Edom será castigada por su traición en los tiempos del fin (vea Sal 83:1-8). Dice Dios: “A tus ciudades asolaré, y tú serás asolado; y sabrás que yo soy el Eterno. Por cuanto tuviste enemistad perpetua, y entregaste a los hijos de Israel al poder de la espada en el tiempo de su aflicción, en el tiempo extremadamente malo… Y convertiré el monte de Seir [capital de Edom] en desierto y en soledad” (Ezequiel 35:4-7). 

Dice un comentario: “Los capítulos 35 y 36 describen la futura restauración de Israel. Para que esto se cumpla, dos cosas tienen que suceder primero. Edom debe ser juzgado y, los pecados de Israel deben ser perdonados. El capítulo 35 habla del juicio y la destrucción del monte de Seir (o Edom) que debe pasar antes de que Israel sea restaurada a su tierra. Dios explica la razón del juicio severo contra Edom. Este pueblo descendía de Esaú, el hermano gemelo de Jacob y se convirtió en el enemigo más acérrimo de Jacob. Probablemente le hicieron más daño que cualquier otro pueblo. Edom representa el enemigo de Dios en el mundo hoy día, y será el enemigo que se levantará contra Dios en los últimos días bajo el Anticristo” (McGee, A Través de la Biblia). 

Capítulo 36 - El restablecimiento de Israel

Ahora Dios describe cómo traerá a su pueblo de vuelta a la tierra y perdonará sus pecados en el Milenio: “Mas vosotros, oh montes de Israel, daréis vuestras ramas, y llevaréis vuestro fruto para mi pueblo Israel; porque cerca están para venir. Porque he aquí, yo estoy por vosotros, y a vosotros me volveré, y seréis labrados y sembrados. Y haré multiplicar sobre vosotros hombres, a toda la casa de Israel [las 12 tribus]... Multiplicaré sobre vosotros hombres y ganado… y os haré mayor bien que en vuestros principios; y sabréis que yo soy el Eterno. Hijo de hombre, mientras la casa de Israel moraba en su tierra, la contaminó con sus caminos y con sus obras; como inmundicia de menstruosa fue su camino delante de mí. Y derramé mi ira sobre ellos… Les esparcí por las naciones… Y cuando llegaron a las naciones adonde fueron [las 12 tribus], profanaron mi santo nombre, diciéndose de ellos: Estos son pueblo del Eterno, y de la tierra de él han salido. Pero he tenido dolor al ver mi santo nombre profanado por la casa de Israel entre las naciones adonde fueron. Por tanto, di a la casa de Israel: el Eterno ha dicho: No lo hago por vosotros, oh casa de Israel, sino por causa de mi santo nombre, el cual profanasteis vosotros entre las naciones adonde habéis llegado. Y santificaré mi grande nombre… y sabrán las naciones que yo soy el Eterno, cuando sea santificado en vosotros delante de sus ojos. Y yo os tomaré de las naciones, y os recogeré de todas las tierras, y os traeré a vuestro país. Esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias… Os daré corazón nuevo y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi espíritu y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra… y os avergonzaréis de vosotros mismos por vuestras iniquidades. No lo hago por vosotros...sabedlo bien” (Ezequiel 36:9-27). Siempre la salvación es por la gracia de Dios, no por nuestra justicia, pero recuerden, esto no nos da licencia para pecar, y hay leyes de Dios que respetar.

¿Cómo será la tierra cuando todo esto suceda? Dios dice: “Y la tierra asolada será labrada… Y dirán: Esta tierra que era asolada ha venido a ser como huerto del Edén… Y las naciones que queden en vuestros alrededores sabrán que yo reedifiqué lo que estaba derribado, y planté lo que estaba desolado; yo el Eterno he hablado, y lo haré” (Ezequiel 36:34-36). Vemos que las mismas promesas sobre el Milenio en Isaías y en Jeremías se repiten en Ezequiel. Todo es inspirado por Dios.

Capítulo 37 - Israel en la Segunda Resurrección

Ahora, la pregunta lógica que surge es, ¿qué pasará con los muertos de Israel? ¿Tendrán ellos una oportunidad de ser salvos? Dios dice que sí, y explica en esta visión cómo se cumplirá. 

El Valle de Huesos Secos

“La mano del Eterno vino sobre mí, y me llevó en el Espíritu de Eterno, y me puso en medio de un valle que estaba lleno de huesos… Y me dijo: Hijo de hombre, ¿vivirán estos huesos? Y dije: Señor Eterno, tu lo sabes… Así ha dicho el Eterno el Señor a estos huesos: He aquí, yo hago entrar espíritu en vosotros, y viviréis. Y pondré tendones sobre vosotros, y haré subir sobre vosotros carne, y os cubriré de piel, y pondré en vosotros espíritu, y viviréis; y sabréis que yo soy el Eterno” (Ezequiel 37:1-6). Aquí, Dios promete un día, ¡resucitar en forma física a Israel! Pero esto no se trata de la Primera Resurrección donde los santos serán “resucitados incorruptibles” (1 Corintios 15:52). 

Leemos en Apocalipsis 20:4-12 cuándo será esta resurrección física de la humanidad. En forma resumida dice que los santos “vivieron y reinaron con Cristo mil años. Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años… Cuando se cumplieron los mil años… vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios”. Esta describe a la Segunda Resurrección. 

Sigue Ezequiel, “Y profeticé como me había mandado, y entró espíritu en ellos, y vivieron, y estuvieron sobre sus pies; un ejército grande en extremo. Me dijo luego: Hijo de hombre, todos estos huesos son la casa de Israel. He aquí ellos dicen: Nuestros huesos se secaron, y pereció nuestra esperanza, [pensaron al morir que no había más esperanza de volver a la vida, como muchos creen hoy día]. Por tanto, profetiza: He aquí yo abro vuestros sepulcros, pueblo mío, y os haré subir de vuestras sepulturas, y os traeré a la tierra de Israel. y sabréis que yo soy el Eterno, cuando abra vuestros sepulcros, y... pondré mi Espíritu en vosotros [para ser obedientes a Su ley]... y os haré reposar sobre vuestra tierra; y sabréis que yo el Eterno hablé, y lo hice...” (Ezequiel 37:10-14). 

Una vez descrita esta futura resurrección, Dios ahora explica una profecía del comienzo del Milenio. A los sobrevivientes de Israel los unirá como un sólo pueblo. “Vino a mí palabra del Eterno, diciendo… toma ahora un palo, y escribe en él: Para Judá, y para los hijos de Israel sus compañeros (los que se refugiaron con ellos). Toma después otro palo, y escribe en él: Para José, palo de Efraín, y para toda la casa de Israel y sus compañeros. Júntalos luego el uno con el otro, para que sean uno solo… He aquí, yo tomo a los hijos de Israel de entre las naciones a las cuales fueron y los recogeré de todas partes [Europa, EE.UU., Canadá, Sudáfrica, Australia, etc.], y los traeré a su tierra; y los haré una nación en la tierra, en los montes de Israel, y un rey será a todos ellos por rey; y nunca más serán dos naciones, ni nunca más serán divididos en dos reinos [esto indica que hasta hoy día existen como dos reinos]... y los limpiaré; y me serán por pueblo… y andarán en mis preceptos, y mis estatutos guardarán, y los pondrán por obra… y pondré mi santuario entre ellos para siempre… Mi siervo David será rey sobre ellos, y todos ellos tendrán un solo pastor… mi siervo David será príncipe de ellos para siempre… Y sabrán las naciones que yo el Eterno santificó a Israel” (Ezequiel 37:15-28). El Dr. Vernon McGee admite: “El unir estos dos palos significa que, en la actualidad, las 12 tribus de Israel existen esparcidas entre las naciones, aunque yo no sé dónde, pero Dios sí” (A Través de la Biblia). El cristianismo tradicional no ve la importancia profética de esto para los últimos días. Noten también que David estará a cargo de las 12 tribus en el Milenio, y Cristo reveló que sobre cada una de las tribus estará uno de los 12 apóstoles, [todos bajo David], (vea Mateo 19:27-28).