Las 12 tribus de Israel en la profecía
Última parte
Israel es reunificado
A medida que se vayan cumpliendo las profecías de los últimos tiempos acerca de Israel, este pueblo llegará a comprender a Dios y lo que él espera de los israelitas de una forma que nunca antes experimentaron. Los descendientes de las diez tribus del reino del norte descubrirán que no son gentiles, como muchos creen. Una vez que se humillen, se arrepentirán de sus malos andares y buscarán el verdadero conocimiento de Dios. La casa de Israel y la casa de Judá volverán a unirse como una sola nación bajo Cristo.
Las profecías de Ezequiel describen la sobrecogedora reunión de los que pertenezcan al “Israel perdido” con sus hermanos de Judá: “Hijo de hombre, toma ahora un palo, y escribe en él: Para Judá, y para los hijos de Israel sus compañeros. Toma después otro palo, y escribe en él: Para José, palo de Efraín, y para toda la casa de Israel sus compañeros. Júntalos luego el uno con el otro, para que sean uno solo, y serán uno solo en tu mano. . .
“Y les dirás: Así ha dicho el Eterno el Señor: He aquí, yo tomo a los hijos de Israel de entre las naciones a las cuales fueron, y los recogeré de todas partes, y los traeré a su tierra; y los haré una nación en la tierra. . . y nunca más serán dos naciones, ni nunca más serán divididos en dos reinos” (Ezequiel 37:16-17, 21-22).
Esta nación unificada estará compuesta tanto del pueblo judío –los descendientes del antiguo reino de Judá– como de los descendientes de las otras diez tribus.
Después del período de “la angustia de Jacob” en los últimos días, que será la corrección justa y necesaria que Dios impartirá al pueblo de Israel, quedará un remanente arrepentido. Los pertenecientes a las llamadas tribus perdidas del reino del norte, incluyendo los pueblos de Gran Bretaña y Estados Unidos, se habrán arrepentido de quebrantar las leyes del pacto, incluyendo el sábado y las fiestas santas de Dios, y los judíos del reino del sur habrán reconocido a Jesús como su verdadero Mesías.
Finalmente, los descendientes modernos de ambos reinos se reunirán por primera vez en casi 3000 años para formar una sola nación.
Dios hace además otra asombrosa promesa: “Mi siervo David será rey sobre ellos, y todos ellos tendrán un solo pastor; y andarán en mis preceptos, y mis estatutos guardarán, y los pondrán por obra. Habitarán en la tierra que di a mi siervo Jacob, en la cual habitaron vuestros padres; en ella habitarán ellos, sus hijos y los hijos de sus hijos para siempre; y mi siervo David será príncipe de ellos para siempre.
“Y haré con ellos pacto de paz, pacto perpetuo será con ellos; y los estableceré y los multiplicaré, y pondré mi santuario entre ellos para siempre” (vv. 24-26).
Cuando Jesús regrese Dios resucitará al rey David, a quien llamó “varón conforme a mi corazón” (Hechos 13:22), para que reine sobre el reino reunificado. Junto con muchos otros siervos de Dios, él será resucitado a la vida eterna (1 Tesalonicenses 4:16-17; 1 Corintios 15:52). También, tal como Cristo prometió, los doce apóstoles gobernarán sobre las doce tribus de Israel (Mateo 19:28; Lucas 22:30).
Ahora consideremos el rol internacional que el Israel restaurado y reunificado del futuro cumplirá en el plan de Dios. Veamos cómo los descendientes de Jacob serán un ejemplo para todas las naciones en el Reino de Dios venidero.
La gloria futura de Israel
Dios dice lo siguiente sobre la formación de esta nación reunificada: “Y yo mismo recogeré el remanente de mis ovejas de todas las tierras adonde las eché, y las haré volver a sus moradas; y crecerán y se multiplicarán. Y pondré sobre ellas pastores que las apacienten; y no temerán más, ni se amedrentarán, ni serán menoscabadas, dice el Eterno.
“He aquí que vienen días, dice el Eterno, en que levantaré a David renuevo justo, y reinará como Rey, el cual será dichoso, y hará juicio y justicia en la tierra. En sus días será salvo Judá, e Israel habitará confiado; y este será su nombre con el cual le llamarán: el Eterno, justicia nuestra” (Jeremías 23:3-6). Este Gobernador supremo es Jesucristo.
Bajo Jesús, los santos resucitados –los seres humanos que hayan sido parte del cuerpo de creyentes que formaron su verdadera Iglesia– servirán fielmente como instructores de los ciudadanos del Israel restaurado (compare Isaías 30:19-21 con Apocalipsis 1:6; 5:10; 20:4, 6).
Cuando los israelitas se vuelvan a Dios con arrepentimiento y obediencia, Dios nuevamente hará llover bendiciones físicas sobre ellos. Su tierra se volverá inmensamente productiva.
Así describió el profeta Amós esta futura prosperidad: “He aquí vienen días, dice el Eterno, en que el que ara alcanzará al segador, y el pisador de las uvas al que lleve la simiente; y los montes destilarán mosto, y todos los collados se derretirán. Y traeré del cautiverio a mi pueblo Israel, y edificarán ellos las ciudades asoladas, y las habitarán; plantarán viñas, y beberán el vino de ellas, y harán huertos, y comerán el fruto de ellos. Pues los plantaré sobre su tierra, y nunca más serán arrancados de su tierra que yo les di, ha dicho el Eterno Dios tuyo” (Amós 9:13-15).
En este tiempo también se proclamará una paz sin precedentes. “Y él [Jesús, el Mesías] juzgará entre muchos pueblos, y corregirá a naciones poderosas hasta muy lejos; y martillarán sus espadas para azadones, y sus lanzas para hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se ensayarán más para la guerra. Y se sentará cada uno debajo de su vid y debajo de su higuera, y no habrá quien los amedrente; porque la boca del Eterno de los ejércitos lo ha hablado” (Miqueas 4:3-4).
Los profetas también revelan que este será un tiempo de sanación. Los cojos volverán a caminar y los que padezcan enfermedades serán sanados (Isaías 35:5-6).
Cuando otras naciones vean la prosperidad de Israel y su relación con Dios, se preguntarán cómo pueden ellas también ser bendecidas y no tardarán en darse cuenta de que la prosperidad de Israel es el resultado de su obediencia a Dios. Luego, las naciones gentiles procurarán aprender acerca del Dios de Israel. “En aquellos días acontecerá que diez hombres de las naciones de toda lengua tomarán del manto a un judío, diciendo: Iremos con vosotros, porque hemos oído que Dios está con vosotros” (Zacarías 8:23).
Las naciones comenzarán a aprender los caminos de Dios con la ayuda de un Israel restaurado y obediente, y Jerusalén se convertirá en el centro mundial de la educación religiosa. Tal como el profeta Miqueas explicó:
“Acontecerá en los postreros tiempos que el monte de la casa del Eterno será establecido por cabecera de montes, y más alto que los collados, y correrán a él los pueblos. Vendrán muchas naciones, y dirán: Venid, y subamos al monte del Eterno, y a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará en sus caminos, y andaremos por sus veredas; porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra del Eterno” (Miqueas 4:1-2).
Finalmente, Israel será por fin la nación modelo del mundo, un ejemplo de las bendiciones y el camino de vida que otras naciones querrán emular. Dios le enseñará la verdad de su sábado, el tiempo sagrado para acercarse a él semanalmente, a todo el mundo (Isaías 66:23).
Las fiestas santas de Dios, que representan su plan de salvación, también serán parte importante de la adoración a Dios en esa era futura. Dios incluso nos dice que representantes de las naciones que rodeen a Jerusalén acudirán a ella cada año para adorarlo durante la gran fiesta de otoño.
“Y todos los que sobrevivieren de las naciones que vinieron contra Jerusalén, subirán de año en año para adorar al Rey, al Eterno de los ejércitos, y a celebrar la fiesta de los tabernáculos. Y acontecerá que los de las familias de la tierra que no subieren a Jerusalén para adorar al Rey, el Eterno de los ejércitos, no vendrá sobre ellos lluvia” (Zacarías 14:16-17).
La gloria del Israel restaurado resplandecerá mucho más que durante su época de oro bajo Salomón o que la de cualquier otra nación o reino que el mundo haya visto. Todo esto acontecerá porque Cristo será la cabeza de esa nación. A través de su Creador, Israel nuevamente ganará “renombre” y “alabanza entre todos los pueblos de la tierra” (Sofonías 3:20). Israel finalmente se convertirá en el ejemplo que Dios quiso que fuera.
Dios no se ha olvidado –ni se olvidará jamás– de sus promesas a Abraham, Isaac y Jacob. Las páginas de la historia y las profecías que aún están por cumplirse muestran a un Dios que se ha mantenido fiel a cada detalle de su palabra.
Su parte en el plan de Dios
Ahora llegamos a la pregunta más importante que usted se hará: ¿Qué pasará con usted a medida que estas profecías se vayan cumpliendo?
En esta serie hemos cubierto gran parte de la historia de Israel. Hemos visto cómo este pueblo fue dividido en dos naciones, rechazó a Dios y fue llevado en cautividad. Hemos examinado profecías y evidencia histórica que indican que Gran Bretaña, Estados Unidos y los otros pueblos de descendencia británica son los descendientes modernos de José, el padre de las tribus israelitas de Efraín y Manasés. Hemos estudiado las profecías que revelan lo que ocurrirá con estos pueblos antes y después del regreso de Jesús. Todas las naciones de la Tierra se verán afectadas por su caída y restauración.
Usted tiene opciones: puede descartar este conocimiento si así lo desea, y nadie puede forzarlo a aceptarlo. Esta historia es tan extraordinaria, que mucha gente simplemente se rehúsa a creerla y prefiere racionalizar los hechos de alguna manera. Pero el riesgo de optar por ignorarla es muy alto, ya que Dios es fiel a sus promesas y todas las predicciones que él ha hecho, buenas o malas, se llevarán a cabo.
Cuando usted decida qué rumbo tomar, recuerde lo que Dios les dijo a los israelitas de antaño después de explicar los términos de la relación que tendrían con él: “A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia; amando al Eterno tu Dios, atendiendo a su voz, y siguiéndole a él; porque él es vida para ti . . .” (Deuteronomio 30:19-20).
Dios también nos dice que él “ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan; por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo. . .” (Hechos 17:30-31). Su advertencia va dirigida a israelitas y no israelitas por igual. Sin embargo, él promete protección de la tormenta venidera a un grupo de aquellos que vuelvan a él con un verdadero arrepentimiento (Apocalipsis 3:10; 12:13-17).
De manera similar, Jesús nos dice: “Estén siempre vigilantes, y oren para que puedan escapar de todo lo que está por suceder, y presentarse delante del Hijo del hombre” (Lucas 21:36, NVI).
Dios no nos deja a oscuras. Nos revela qué les espera a Estados Unidos, Gran Bretaña y los pueblos de descendencia británica y también al resto del mundo. Como las Escrituras dicen: “Porque no hará nada el Eterno el Señor, sin que revele su secreto a sus siervos los profetas” (Amós 3:7).
Los autores y editores de esta serie, en servicio al Creador de todas las razas y pueblos, han mostrado el futuro que les espera a muchas naciones y pueblos a menos que se arrepientan (Jeremías 18:7-9). Tal como el profeta Ezequiel, a quien se le dio la tarea de ser “atalaya a la casa de Israel” (Ezequiel 3:17-19; 33:1-7), lo exhortamos a aceptar y seguir las instrucciones de Dios para que también pueda ser bendecido y protegido por él.
Su futuro depende de su decisión. ¡Deseamos que tenga la sabiduría y el carácter para escoger sensatamente! EC