¿Dónde se encuentran los Estados Unidos y Gran Bretaña según la profecía bíblica?

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¿Dónde se encuentran los Estados Unidos y Gran Bretaña según la profecía bíblica?

Esta lección analiza brevemente lo que la Biblia predijo acerca del ascenso a la prominencia de dos grandes naciones en los tiempos modernos.

Gran parte de la profecía bíblica se refiere al tiempo del fin, es decir, el período que precederá el regreso de Jesucristo. De hecho, tiene mucho que decir acerca de algunas de las naciones más importantes en la actualidad. Sin embargo, la Biblia no las menciona por sus nombres modernos así que, si vamos a comprender muchas de las profecías de los últimos tiempos, es necesario que identifiquemos a los protagonistas principales.

Hoy en día, la mayor superpotencia del mundo es Estados Unidos de América. En el siglo xix la superpotencia era Gran Bretaña, el imperio más grande en la historia del mundo. ¿Son estas naciones ignoradas en la Biblia? ¿Cómo podría ser así, cuando la Biblia nos da tantos otros detalles acerca del fin del mundo? La realidad es que, como usted verá, ¡las profecías de los últimos tiempos se refieren a estas naciones más que a otras!

En la actualidad mucha gente ignora cómo Gran Bretaña llegó una vez a dominar al mundo. En la cúspide de su poder el Imperio británico incluyó Canadá, Australia, Nueva Zelanda, India y partes de África, Asia y el Medio Oriente. ¡Abarcaba casi un cuarto de la masa terrestre y un cuarto de su población! Como rezaba un famoso dicho, ¡“El sol nunca se [ponía]” en el Imperio británico!

No hay suficiente espacio aquí para describir cuán poderosa ha sido en la historia la influencia de Gran Bretaña y los Estados Unidos.

Es muy significativo el hecho de que los pueblos británico y estadounidense, bendecidos con libertad religiosa, hayan sido los instrumentos principales para dar a conocer la Biblia en la mayor parte del mundo. Ellos produjeron la versión de la Biblia del Rey Jacobo, muchas otras traducciones en inglés y miles de traducciones en otros lenguajes. Además, han proporcionado generosamente los recursos económicos y los trabajadores para llevar copias de la Biblia a todas partes del orbe.

Entonces, ¿en qué parte de la Biblia son nombrados los Estados Unidos y Gran Bretaña? La respuesta a esta pregunta es una clave crucial para comprender las profecías bíblicas. Nos permite comprender cuántas profecías ya han sido cumplidas a la perfección, y qué podemos esperar con respecto al tiempo del fin.

Las bendiciones de primogenitura de Israel fueron cumplidas con el auge de los pueblos  británico y estadounidense. Con razón siempre se han sentido como hermanos — ¡ambos descienden de dos hermanos!

La historia comienza con las promesas de Dios a Abraham, Isaac y Jacob

Primero, consideremos el relato de las increíbles promesas de Dios a Abraham y sus descendientes:

Dios le ordenó a Abram (el nombre original de Abraham) que dejara su tierra natal para vivir una vida basada en la fe en Dios y la promesa divina de una ciudad gloriosa permanente (Hebreos 11:8-10). (Aprendemos en Apocalipsis 21:2 que dicha ciudad será la Nueva Jerusalén).

Las promesas iniciales de Dios a Abraham, cuando este tenía setenta y cinco años, se encuentran en Génesis 12:1-4. Cuando Dios dijo “y serán benditas en ti todas las familias de la tierra”, él quiso decir dos cosas: primero, que a través de Jesucristo, el ilustre descendiente de Abram, toda la gente sería bendecida espiritualmente; y segundo, que a través de los muchos otros descendientes de Abram otra gente alrededor del mundo experimentaría las bendiciones físicas de la paz y la prosperidad.

A medida que Abram demostró fidelidad, Dios continuó expandiendo sus promesas. Él dijo que los descendientes de Abram serían tan numerosos como las estrellas del cielo. A pesar de que Sarai (el nombre original de Sara), la esposa de Abram, no podía concebir hijos, Dios le prometió a él que sus descendientes provendrían de su propio cuerpo. Abram creyó lo que Dios le dijo, “y le fue contado por justicia” (Génesis 15:4-6).

Luego, después de esperar once años y siguiendo la sugerencia de Sarai, Abram tomó una muy mala decisión al tener un hijo con Hagar, la sierva de Sarai. Y así, Hagar dio a luz a Ismael cuando Abram tenía ochenta y seis años (Génesis 16:15-16).

Luego, cuando Abram tenía noventa y nueve años, Dios se le apareció e hizo un pacto muy significativo con él y sus descendientes. En ese momento Dios cambió su nombre a Abraham, que significa “padre de una multitud” (o muchas naciones), y el de Sarai a Sara, que significa “princesa” (Génesis 17:5, 15). Al año siguiente, Sara por fin dio a luz al hijo de Abraham, Isaac, cuando tenía noventa años y Abraham cien (Génesis 17:17; 21:1-5).

Muchos años después Dios probó duramente la fe de Abraham al pedirle que sacrificara a su amado hijo Isaac. Cuando Dios vio que Abraham había estado dispuesto a obedecerle voluntariamente, expandió aún más sus promesas para él (Génesis 22:16-18).

Las promesas de Dios fueron traspasadas al hijo de Abraham, Isaac (Génesis 26:4), luego al hijo de Isaac, Jacob (Génesis 28:3-4, 13-14), y luego al hijo de Jacob, José, y sus hijos (Génesis 48:15-16, 19-20). Dios cambió el nombre de Jacob a Israel, que significa “vencedor (o príncipe) con Dios” (Génesis 32:28), por lo cual sus descendientes son conocidos como israelitas.

Toda esta parte del relato prepara el escenario para el resto de esta lección.

La familia de Jacob crece, formando la nación de Israel

Con frecuencia las naciones comienzan a partir de una familia que se multiplica hasta convertirse en una tribu o clan, y que luego crece hasta formar una nación. La “tabla de naciones” en Génesis 10 nos muestra los muchos descendientes de Noé que se convirtieron en ancestros de tribus y naciones. Luego otros pasajes muestran cómo Jacob, cuyo nombre fue cambiado por Dios a Israel, y sus doce hijos se convirtieron en los patriarcas de todos los israelitas: “las doce tribus de Israel” (Génesis 49:28).

Cuando Jacob (Israel) y su familia y parientes migraron a Egipto, eran solo unas setenta personas más o menos (Éxodo 1:5). A través del tiempo, “los hijos de Israel fructificaron y se multiplicaron, y fueron aumentados y fortalecidos en extremo” (1:7). Luego “creció y llegó a ser una nación grande, fuerte y numerosa” (Deuteronomio 26:5; compare con Génesis 46:3). Así se formó la nación de Israel. Y Dios milagrosamente sacó a “una nación de en medio de otra nación [Egipto]” (Deuteronomio 4:34).

“También subió con ellos grande multitud de toda clase [varias otras etnias] de gentes” (Éxodo 12:38). Claramente Dios deseaba que su pueblo primeramente se identificara por su conexión espiritual y no tanto por sus conexiones étnicas, porque era “el pueblo de Dios” (Jueces 20:2).

Cuando Dios “escogió” a los israelitas no fue por favoritismo ni porque eran justos (Deuteronomio 9:6). En realidad fueron escogidos antes de nacer, gracias a las promesas de Dios a Abraham en cuanto a sus descendientes.

Dios los escogió para que fueran “santos” y sirvieran como nación modelo, para enseñarle al resto del mundo a vivir según las leyes de Dios y que así las otras naciones también recibiesen sus bendiciones (Deuteronomio 7:6-8; 4:6-8). Sin embargo, y muy por el contrario, en la mayor parte de la historia de los israelitas ellos fueron un muy mal ejemplo espiritual, y Dios ha tenido que castigarlos una y otra vez.

El enfoque geográfico de la Biblia es la ciudad de Jerusalén y la Tierra Prometida que la circunda. Esto explica por qué algunas naciones en la proximidad de Jerusalén son mencionadas más prominentemente en la Biblia.

Cómo rastrear las bendiciones prometidas de grandeza nacional

Tomemos nota ahora de algunas importantes profecías y sus cumplimientos.

  • Cuando Dios apareció frente a Jacob (Israel), ¿qué promesa añadió a las anteriores?

“Apareció otra vez Dios a Jacob, cuando había vuelto de Padan-aram, y le bendijo. Y le dijo Dios: Tu nombre es Jacob; no se llamará más tu nombre Jacob, sino Israel será tu nombre; y llamó su nombre Israel. También le dijo Dios: Yo soy el Dios omnipotente: crece y multiplícate; una nación y conjunto de naciones procederán de ti, y reyes saldrán de tus lomos” (Génesis 35:9-11).

Dios dijo que “una nación y conjunto de naciones” procederían de Jacob. En los últimos siglos, ¿cuál nación en particular y cuál “conjunto” o grupo de naciones que comparten una herencia común han sido las más poderosas? La respuesta clara es: los Estados Unidos de América y la Mancomunidad de Naciones [también llamada Mancomunidad Británica].

  • ¿Se traspasó la promesa de primogenitura de Jacob a José?

“Los hijos de Rubén primogénito de Israel (porque él era el primogénito, mas como violó el lecho de su padre, sus derechos de primogenitura fueron dados a los hijos de José, hijo de Israel, y no fue contado por primogénito; bien que Judá llegó a ser el mayor sobre sus hermanos, y el príncipe de ellos; mas el derecho de primogenitura fue de José)” (1 Crónicas 5:1-2).

“Rubén, tú eres mi primogénito, mi fortaleza, y el principio de mi vigor; principal en dignidad, principal en poder. Impetuoso como las aguas, no serás el principal, por cuanto subiste al lecho de tu padre; entonces te envileciste, subiendo a mi estrado . . .

“Rama fructífera es José, rama fructífera junto a una fuente, cuyos vástagos se extienden sobre el muro. Le causaron amargura, le asaetearon, y le aborrecieron los arqueros; mas su arco se mantuvo poderoso, y los brazos de sus manos se fortalecieron por las manos del Fuerte de Jacob . . . Por el Dios de tu padre, el cual te ayudará, por el Dios Omnipotente, el cual te bendecirá con bendiciones de los cielos de arriba, con bendiciones del abismo que está abajo, con bendiciones de los pechos y del vientre.

“Las bendiciones de tu padre fueron mayores que las bendiciones de mis progenitores; hasta el término de los collados eterno serán sobre la cabeza de José, y sobre la frente del que fue apartado de entre sus hermanos” (Génesis 49:3-4; 22-26).

Las numerosas profecías bíblicas alusivas a “Israel” con frecuencia se refieren a los Estados Unidos, Gran Bretaña y otros pueblos de habla inglesa.

Después que Rubén fue descalificado, Jacob le entregó la bendición de primogenitura a su hijo José. La bendición incluía promesas aún mayores: los descendientes de José serían fructíferos, prósperos y poderosos. Jacob anunció que “no será quitado el cetro de Judá”, una referencia al hecho de que Dios establecería una dinastía de reyes que descenderían de Judá (la dinastía de David), de la cual en el futuro provendría el Mesías (Génesis 49:10).

Aquella dinastía dejó de gobernar en la Tierra Santa cuando los babilonios invadieron Judá en el siglo vi a. C., pero nunca desapareció, ¡y con el tiempo fue transferida a las islas británicas! Por lo tanto, Cristo a su regreso se sentará en un trono que aún existe.

  • ¿Heredaron los dos hijos de José el derecho de primogenitura, más el nombre “Israel”?

“Y bendijo [Jacob] a José, diciendo: El Dios en cuya presencia anduvieron mis padres Abraham e Isaac, el Dios que me mantiene desde que yo soy hasta este día, el Angel que me liberta de todo mal, bendiga a estos jóvenes; y sea perpetuado en ellos mi nombre, y el nombre de mis padres Abraham e Isaac, y multiplíquense en gran manera en medio de la tierra . . .

“Mas su padre no quiso, y dijo: Lo sé, hijo mío, lo sé; también él vendrá a ser un pueblo, y será también engrandecido; pero su hermano menor será más grande que él, y su descendencia formará multitud de naciones. Y los bendijo aquel día, diciendo: En ti bendecirá Israel, diciendo: Hágate Dios como a Efraín y como a Manasés. Y puso a Efraín antes de Manasés” (Génesis 48:15-16, 19-20).

Poco antes de que Jacob (Israel) muriera, impartió bendiciones especiales de primogenitura a los dos hijos de José, Efraín y Manasés. Profetizó que los descendientes de Manasés llegarían a ser una “gran” nación y que los descendientes de Efraín serían una “multitud de naciones” (v. 19). En esencia, Jacob estaba adoptando a sus nietos como sus propios hijos (v. 5), y dijo “y sea perpetuado en ellos mi nombre [Israel]”.

El traspaso del nombre Israel es muy significativo. Hay muchas profecías bíblicas del tiempo del fin acerca de “Israel”, lo que nos da a entender que pueden referirse a los descendientes de José y los dos hijos de este. De hecho, solo unas cuantas profecías alusivas a Israel se refieren a los descendientes de todos los hijos de Jacob.

Las bendiciones de Efraín se cumplieron con el auge del Imperio británico y su Mancomunidad (una “compañía” o “multitud de naciones”). Las bendiciones de Manasés se cumplieron con el auge de los Estados Unidos de América. Con razón los pueblos británico y estadounidense siempre se han sentido como hermanos — ¡ambos descienden de dos hermanos!

  • ¿Qué profetizó Moisés acerca de José cuando bendijo a los descendientes de Jacob (Israel)?

“A José dijo: Bendita del Eterno tu tierra, con lo mejor de los cielos, con el rocío, y con el abismo que está abajo. Con los más escogidos frutos del sol, con el rico producto de la luna, con el fruto más fino de los montes antiguos, con la abundancia de los collados eternos, y con las mejores dádivas de la tierra y su plenitud; y la gracia del que habitó en la zarza venga sobre la cabeza de José, y sobre la frente de aquel que es príncipe entre sus hermanos.

“Como el primogénito de su toro es su gloria, y sus astas como astas de búfalo; con ellas acorneará a los pueblos juntos hasta los fines de la tierra; ellos son los diez millares de Efraín, y ellos son los millares de Manasés” (Deuteronomio 33:13-17).

Las bendiciones materiales y geopolíticas más grandes fueron destinadas para los descendientes de José.

  • ¿Se dividió Israel en dos reinos después de la muerte de Salomón?

“Aconteció, pues, en aquel tiempo, que saliendo Jeroboam de Jerusalén, le encontró en el camino el profeta Ahías silonita, y éste estaba cubierto con una capa nueva; y estaban ellos dos solos en el campo. Y tomando Ahías la capa nueva que tenía sobre sí, la rompió en doce pedazos, y dijo a Jeroboam: Toma para ti los diez pedazos; porque así dijo el Eterno Dios de Israel: He aquí que yo rompo el reino de la mano de Salomón, y a ti te daré diez tribus . . .” (1 Reyes 11:29-31).

“Y aconteció que oyendo todo Israel que Jeroboam había vuelto, enviaron a llamarle a la congregación, y le hicieron rey sobre todo Israel, sin quedar tribu alguna que siguiese la casa de David, sino sólo la tribu de Judá. Y cuando Roboam vino a Jerusalén, reunió a toda la casa de Judá y a la tribu de Benjamín, ciento ochenta mil hombres, guerreros escogidos, con el fin de hacer guerra a la casa de Israel, y hacer volver el reino a Roboam hijo de Salomón” (1 Reyes 12:20-21).

Tal como el profeta Ahías predijo, las diez tribus norteñas se separaron de Israel pero mantuvieron el nombre Israel. Se convirtieron en el reino, o casa, de Israel. Las tribus sureñas de Judá y Benjamín, junto con parte de Leví, llegaron a ser conocidas como el reino, o casa, de Judá. Los de la casa de Judá se conocieron como “judíos”. Aunque parezca extraño, la primera vez que los “judíos” son mencionados en la versión Reina-Valera de la Biblia, están en guerra con Israel (2 Reyes 16:5-6).

Los israelíes de la moderna nación de Israel son mayormente judíos. Cuando la Biblia habla de Judá en el tiempo del fin, se está refiriendo a la actual nación de Israel y a otros judíos dispersos.

  • ¿Por qué la casa de Israel llegó a conocerse como las diez tribus “perdidas” de Israel?

“Y el rey de Asiria llevó cautivo a Israel a Asiria, y los puso en Halah, en Habor junto al río Gozán, y en las ciudades de los medos; por cuanto no habían atendido a la voz del Eterno su Dios, sino que habían quebrantado su pacto; y todas las cosas que Moisés siervo del Eterno había mandado, no las habían escuchado, ni puesto por obra” (2 Reyes 18:11-12).

Cuando las diez tribus norteñas continuaron rebelándose contra el Imperio asirio dominante, los asirios sitiaron Samaria, su ciudad capital (alrededor de 724-722 a. C.). Después que Samaria cayó los asirios deportaron a la mayor parte de los israelitas a lugares alejados, donde con el tiempo adoptaron los idiomas y culturas de sus nuevos lugares de residencia.

Más aún, como estas diez tribus habían abandonado previamente la observancia del día sábado y las fiestas santas, ya no tenían estas señales de identificación (Éxodo 31:13). Muchos de sus descendientes continuaron migrando, mayormente en dirección oeste, hacia lo que hoy es Europa. Dios estaba cumpliendo así su promesa de zarandear a los israelitas entre otras naciones pero mantenerlos intactos (Amós 9:9). Sin embargo, debido a que habían perdido su identidad original, muchos historiadores piensan que fueron completamente asimilados dentro de otros pueblos o simplemente se extinguieron.

Los de la casa de Judá, por el contrario, retuvieron su idioma y creencias, incluyendo la observancia del sábado, cuando fueron llevados cautivos a Babilonia más de un siglo después, y algunos de ellos regresaron a Judea (posteriormente renombrada Palestina por los romanos) cuando se les permitió hacerlo. Así, una gran parte del pueblo judío nunca perdió su identidad.

  • ¿Cuáles son las pruebas de que los israelitas no dejaron de existir?

Jesús declaró que fue enviado “a las ovejas perdidas de la casa de Israel” (Mateo 15:24) y les dijo a sus discípulos que fueran y predicaran “a las ovejas perdidas de la casa de Israel” (Mateo 10:6). Muchos años después, el apóstol Santiago dirigió su carta “a las doce tribus que están en la dispersión” (Santiago 1:1). Obviamente, Jesús y Santiago esperaban alcanzar a los descendientes de las doce tribus. Y aunque los historiadores realmente no han hecho un esfuerzo por “encontrar” a las así llamadas “tribus perdidas”, incluso rechazando de plano la idea, algunos de ellos que sí lo han intentado han podido rastrear las migraciones de los israelitas.

Bíblicamente hablando, una de las grandes pruebas de que las diez tribus del norte de Israel no dejaron de existir se encuentra en Ezequiel 37:15-28. Ahí se menciona que cuando se establezca el Reino de Dios sobre la Tierra, Dios llevará de vuelta a las diez tribus norteñas de Israel a la Tierra Prometida y las unirá a las dos tribus que conforman “Judá”: Judá y Benjamín.

Si las diez tribus norteñas fueron asimiladas finalmente por otras naciones y desaparecieron, sus descendientes no podrían ser retornados a la Tierra Prometida en aquel tiempo futuro. Pero como Dios prometió en el libro de Amós, él no se olvidaría de las diez tribus norteñas de Israel ni permitiría que fueran absorbidas por otras naciones al punto de dejar de ser un pueblo identificable (lea nuevamente Amós 9:9). ¡Él ha mantenido fielmente su promesa!

  • Cuando Dios habló a Abraham, ¿qué quiso decir con “en Isaac te será llamada descendencia”?

“Entonces dijo Dios a Abraham: No te parezca grave a causa del muchacho y de tu sierva; en todo lo que te dijere Sara, oye su voz, porque en Isaac te será llamada descendencia” (Génesis 21:12).

A muchos podrá parecerles muy sorprendente que los descendientes de Isaac, o los hijos de Isaac, llegaran a ser conocidos como “sajones”.

  • ¿Cuándo se separaron los descendientes de los hermanos Efraín y Manasés?

En tiempos coloniales, Dios inspiró a muchos descendientes de Manasés para que se trasladaran a América del Norte desde Gran Bretaña y otros países europeos. Como resultado de la guerra de Independencia de Estados Unidos, los hermanos se separaron políticamente, aunque a menudo han trabajado en conjunto de maneras que han sido una bendición para el mundo.

Las numerosas profecías bíblicas alusiva a “Israel” con frecuencia se refieren a los Estados Unidos, Gran Bretaña y otros pueblos relacionados. Como dijimos, las profecías del tiempo del fin que hablan de Judá se refieren al moderno Estado de Israel y otros judíos dispersos. Con este conocimiento usted podrá entender además las numerosas profecías del tiempo del fin concernientes a Israel y Judá. Lamentablemente, muchas profecías nos advierten acerca del juicio y el castigo de Dios que vendrá sobre Israel y Judá por su desobediencia a su Palabra y sus leyes. Pero también hay otras profecías acerca de cómo Israel y Judá serán finalmente restaurados y recuperarán su grandeza y sus roles de liderazgo.

Esperamos que esta breve lección haya despertado su apetito para leer mucho más acerca de la asombrosa evidencia de los orígenes de los pueblos británico y estadounidense, y de las profecías de acontecimientos que tendrán lugar en el futuro. En las lecciones subsiguientes identificaremos a otras naciones.

Póngalo en práctica ahora mismo

Lea las increíbles bendiciones que entregó Jacob a los descendientes de José en Génesis 49:22-26. Luego lea sobre las asombrosas bendiciones que entregó Moisés a los descendientes de José en Deuteronomio 33:13-17. ¡Medite sobre el significado y la generosidad de estas promesas!

Si usted vive en un país que ha sido depositario de estas bendiciones, ¡dele gracias a Dios por su amor, fidelidad y generosidad por otorgárselas! La fidelidad de Dios en estas cosas físicas es un recordatorio de su fidelidad en las cosas espirituales. ¡Y todos debemos estar agradecidos por ello!  BN