#214 - Amós 5-9: "Reunión final de casas de Israel y Judá en el Milenio"

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#214 - Amós 5-9

"Reunión final de casas de Israel y Judá en el Milenio"

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El sistema sacerdotal que debía enseñar la Palabra de Dios se había vuelto en un instrumento propagandístico del gobierno. Las cortes de justicia protegían a los ricos y oprimían a los pobres. Dios veía todo esto con preocupación y les advertía que no quedarían impunes.

Aunque ya les había enviado unos castigos, el pueblo de Israel no reaccionaba. Amós dice: “Cayó la virgen de Israel, y no podrá levantarse ya más; fue dejada sobre su tierra, no hay quien la levante. Porque así ha dicho El Eterno el Señor: La ciudad que salga con mil, volverá con ciento, y la que salga con ciento volverá con diez, en la casa de Israel. Pero así dice el Eterno a la casa de Israel: Buscadme, y viviréis; y no busquéis a Bet-el… Buscad a el Eterno, y vivid; no sea que acometa como fuego a la casa de José y la consuma, sin haber en Bet-el quien lo apague” (Amós 5:2-6).

Dios revela que cuando se vea obligado por los pecados de Israel a usar a Asiria para castigarlos, solo quedarán 10% de las tropas israelitas vivas. Normalmente un ejército puede sufrir hasta 50% de bajas y todavía funcionar, pero no el 90%. Dios les advierte que tienen que eliminar el falso sistema de adoración en Bet-el que era un sustituto del verdadero sistema en Jerusalén.

También tendrían que limpiar el sistema corrompido de justicia, pues Dios vela por los más débiles de la sociedad como los pobres y las viudas. Dice: “A ninguna viuda ni huérfano afligiréis. Porque si tú llegas a afligirles, y ellos clamaren a mí, ciertamente oiré yo su clamor; y mi furor se encenderá, y os mataré a espada, y vuestras mujeres serán viudas, y huérfanos vuestros hijos. Cuando prestares dinero a uno de mi pueblo, al pobre que está contigo, no te portarás con él como logrero, [persona que presta dinero para lograr, o conseguir lucro excesivo] ni le impondrás usura” (Éxodo 22:22-25).

Puesto que las dos tribus más prósperas de la casa de Israel eran Efraín y Manasés o “la casa de José”, tenían la mayor responsabilidad para ser generosos y honrados. Efraín y Manasés recibieron las bendiciones materiales de la primogenitura, o el doble de bienes físicos que las demás tribus. “Los hijos de Rubén primogénito de Israel (porque él era el primogénito, mas como violó el lecho de su padre, sus derechos de primogenitura fueron dados a los hijos de José… Judá llegó a ser… el príncipe de ellos; más el derecho de primogenitura fue de José)” (1 Crónicas 5:1-2). De hecho, en la repartición de la tierra, le correspondió a Manasés tener la mayor extensión del territorio, y Efraín otra gran parte, pero menor que su hermano.

De la misma manera que los hijos de José recibieron la primogenitura en la repartición de la tierra, también estaba profetizado que recibirían las partes más ricas de la tierra “en los días venideros”. Según entendemos, esto se cumplió luego de que expiraron los 2520 años de castigo (720 a.C. con la conquista asiria de Israel hasta 1800 d.C.) con la nueva repartición de la tierra (Estados Unidos para Manasés; la Mancomunidad Británica para Efraín). Veamos las profecías de Dios sobre estas tribus en los días venideros emitidas por Jacob. Dijo: “Sea perpetuado en ellos mi nombre, y el nombre de mis padres Abraham e Isaac, [los descendientes principales de Efraín y Manasés se llamarían sajones o hijos de Isaac]…[Manasés] también engrandecido [Estados Unidos]; pero su hermano menor será más grande que él, y su descendencia formará multitud de naciones [el Imperio Británico]… y llamó Jacob a sus hijos, y dijo: Juntaos, y os declararé lo que os ha de acontecer en los días venideros… Rama fructífera es José, Rama fructífera junto a una fuente, cuyos vástagos se extienden sobre el muro [se esparcirá por toda la tierra]… Las bendiciones de tu padre fueron mayores que las bendiciones de mis progenitores; hasta el término de los collados eternos serán sobre la cabeza de José” (Génesis 48:16-19; Génesis 49:1,22,26).

Ahora bien, ¿por qué juzga Dios tan severamente a José por los crímenes de explotar a los pobres y pervertir la justicia? El historiador Jair Davidy comenta al respecto: “Efraín prevalece como el gran beneficiario de la primogenitura [Manasés en segundo lugar], como menciona Jeremías 31:9: ‘Porque soy para Israel por padre, y Efraín es mi primogénito’. Las bendiciones [materiales] prometidas eran incondicionales. Dios le dijo a Jacob: ‘…todas las familias de la tierra serán benditas en ti y en tu simiente… no te dejaré hasta que haya hecho lo que te he dicho” (Génesis 28:14-15). También repitió a Israel respecto a las bendiciones: ‘Dios no es hombre, para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta. Él dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará?” (Números 23:19).

“Las bendiciones estaban basadas en un propósito divino. De Abraham, Dios dijo ‘¿Encubriré yo a Abraham lo que voy a hacer, habiendo de ser Abraham una nación grande y fuerte, y habiendo de ser benditas en él todas las naciones de la tierra? Porque yo sé que mandará a sus hijos y a su casa después de sí, que guarden el camino del Eterno, haciendo justicia y juicio, para que haga venir Jehová sobre Abraham lo que ha hablado acerca de él” (Génesis 18:19). La tarea de ejecutar ‘justicia y juicio’ recaería principalmente en las tribus de José luego que se convirtiera en una gran nación para que todas las naciones de la tierra fueran bendecidas. Millones de personas en todo el mundo (si no decenas de millones) no han muerto de hambre o en guerras gracias a la intervención de las naciones anglosajonas que las salvaron. La única verdadera restricción que existe en el mundo hoy día contra las tiranías viene de estas dos naciones [Estados Unidos e Inglaterra].

“Las cualidades de empatía hacía los demás (Heb. Chesed) estaban relacionadas con Israel del norte, donde las tribus de José predominaban. Dice 1 Reyes 20:31 ‘Hemos oído de los reyes de la casa de Israel, que son reyes clementes’. El profeta Amós condena a Judá por no guardar la ley (Amós 2:4), en cambio, condenó a las 10 tribus de Israel ‘porque vendieron por dinero al justo y al pobre por un par de zapatos” (Amós 2:6). Una gran autoridad rabínica (el Natziv) explicaba que el fuerte especial de Judá era guardar la ley de Dios y cuando fallaba en esto, tenía que rendir cuentas. En cambio, las Diez Tribus nunca se destacaron por la forma que guardaban la ley de Dios, pero sí en cuanto a ejecutar la justicia y ser compasivos. Cuando su nivel de justicia social se deterioró, al vender al justo por dinero, también tuvieron que rendir cuentas a Dios. De este modo, en sus lugares de exilio y por fin, al restablecerse en sus lugares predestinados, se esperaba de ellos un alto nivel de justicia social. Amós les recuerda “Aborreced el mal, y amad el bien, y estableced la justicia en juicio; quizá el Eterno Dios de los ejércitos tendrá piedad del remanente de José” (Las Tribus, pp. 354-355).

Por eso, cuando Dios juzga a Judá, es respecto a fallar en la ley de Dios (Amós 4:4), pero en cuanto a Israel, es fallar en el manejo de la justicia (Amós 2:6).

Ahora continuemos en Amós 5:7 donde siguen las acusaciones de Dios a Israel: “Los que convertís en ajenjo el juicio, y la justicia la echáis por tierra, buscad al que hace las Pléyades y el Orión, y vuelve las tinieblas en mañana, y hace oscurecer el día como noche; el que llama a las aguas del mar, y las derrama sobre la faz de la tierra; el Eterno es su nombre… Por tanto, puesto que vejáis al pobre y recibís de él carga de trigo, edificasteis casas de piedra labrada, mas no las habitaréis; plantasteis hermosas viñas, mas no beberéis el vino de ellas. Porque yo sé de vuestras muchas rebeliones, y de vuestros grandes pecados; sé que afligís al justo, y recibís cohecho, y en los tribunales hacéis perder su causa a los pobres. Por tanto, el prudente en tal tiempo calla, porque el tiempo es malo. Buscad lo bueno, y no lo malo, para que viváis; porque así el Eterno… estará con vosotros… Aborreced el mal, y amad el bien, y estableced la justicia en juicio; quizá el Eterno Dios de los ejércitos tendrá piedad del remanente de José” (Amós 5:7-15).

Aquí vemos el tipo de crítica social basada en la ley de Dios que no cumple Israel. No consideraban la grandeza y la omnipresencia de Dios. Él lo veía todo. El creó las grandes constelaciones por las cuales se guiaban para saber las estaciones del año. Las Pléyades o las Siete Hermanas en el alba señalaban el comienzo de la primavera, y Orión en la tarde era el comienzo del invierno. También controla el ciclo diario de luz y el mar, siendo un pacto con ellos sellado con “Yahvé es su nombre”.  Nadie puede detener su voluntad. Dios quiere que recuerden eso.

Había algunos que pensaban que “el día del Señor” era algo positivo, la derrota de los enemigos de Israel y el establecimiento del reino de Dios. Ellos anhelaban que llegara el día. Pero Dios les hace ver que antes de establecer su reino, será un tiempo de juicio y gran conmoción para su pueblo. Dice Amós: “¡Ay de los que desean el día del Eterno! ¿Para qué queréis este día del Eterno? Será de tinieblas, y no de luz; como el que huye de delante del león, y se encuentra con el oso; o como si entrare en casa y apoyare su mano en la pared, y le muerde una culebra. ¿No será el día del Eterno tinieblas, y no luz; oscuridad, que no tiene resplandor?” (Amós 5:18-20). Si Israel es rebelde, sufrirá gran tribulación. Habrá una desgracia tras otra. El día del Señor juzgará no sólo a las demás naciones, sino también a su pueblo. La Iglesia también debe tomar esto en cuenta y estar espiritualmente preparada (Mateo 24:20-22).

Ahora veremos en el capítulo 6 las características de las tribus norteñas, particularmente las de Efraín y Manasés. En su prosperidad se notan los mismos rasgos que las tribus modernas de Inglaterra y los Estados Unidos.: “¡Ay de los reposados en Sion, y de los confiados en el monte de Samaria, los notables y principales entre las naciones, a los cuales acude la casa de Israel… Duermen en camas de marfil, y reposan sobre sus lechos; y comen los corderos del rebaño, y los novillos de en medio del engordadero; gorjean al son de la flauta, e inventan instrumentos musicales, como David; beben vino en tazones, y se ungen con los ungüentos más preciosos; y no se afligen por el quebrantamiento de José. Por tanto, ahora irán a la cabeza de los que van a cautividad, y se acercará el duelo de los que se entregan a los placeres… Abomino la grandeza de Jacob, y aborrezco sus palacios; y entregaré al enemigo la ciudad y cuanto hay en ella… Vosotros que os alegráis en nada, que decís: ¿No hemos adquirido poder con nuestra fuerza? Pues he aquí, oh casa de Israel, dice el Eterno Dios de los ejércitos, levantaré yo sobre vosotros a una nación [Asiria] que os oprimirá desde la entrada de Hamat [frontera del norte] hasta el arroyo del Arabá [frontera del sur]” (Amós 6:1-14).

Aquí tenemos una descripción de una sociedad que se ocupa solo del lujo, y se aprovecha de los pobres para aumentar sus riquezas. “Duermen en camas de marfil”, y efectivamente, cuando se excavó la ciudad de Samaria se encontraron enormes cantidades de piezas de marfil. Comenta Keller: “La antigua colina de Samaria… fue excavada desde 1909 a 1910, y desde 1931 a 1935… y encontraron la residencia de los reyes… Al retirar los escombros llama enseguida la atención… la enorme cantidad de astillas de marfil que se encuentran por todas partes… En Samaria el suelo está materialmente sembrado de ellos. A cada paso, en cada metro cuadrado, se encuentran las piezas de las plaquetas de marfil… Ajab se hizo adornar las paredes de su palacio con este magnífico material; el mobiliario también era de marfil” (Y la Biblia tenía razón, p.238).

Una de las tallas de marfil de Samaria

Cuando menciona que “reposan sobre sus lechos” el hebreo indica “estar tendido luego de una borrachera” (Comentario del Conocimiento Bíblico). En su desenfreno, gorjeaban, o hacían quebrar la voz con sus canciones. Tomaban el vino, no en copas, sino en jarros. Es interesante notar que los Estados Unidos e Inglaterra son los líderes de la música rock pesada, de licores, de alcoholismo, pornografía y la especulación financiera. También confían en su poderío militar que creen imbatible. Piensan que ni Dios puede vencerlos.

Pues, Dios está tan indignado con este desenfreno que le muestra a Amós tres calamidades que tiene preparado para su pueblo. La primera es una plaga de langostas que era tan horrible que Amós le ruega a Dios no soltarla. Dios lo escucha. Luego tiene un gran incendio listo, y también Amós le pide a Dios piedad otra vez le hace caso. Finalmente le mostró una plomada de albañil que indica si la pared está perpendicular o si está inclinada y hay que derrumbarla. Dios mide simbólicamente a la casa de Israel y encuentra que está irremediablemente inclinada hacia el mal. Dice “No lo toleraré más. Los lugares altos de Isaac serán destruidos, y los santuarios de Israel serán asolados, y me levantaré con espada sobre la casa de Jeroboam” (Amós 7:8-9). Amós calla ante este castigo, pues sabe que es justo.

Cuando el sacerdote de Bet-el escucha estas palabras acusa a Amós de sedición contra el rey. Dios le revela a Amós que este sacerdote será llevado a cautiverio y su esposa terminará prostituyéndose para sobrevivir (Amós 7:17).

Con el símbolo de un canastillo de fruta de verano Dios indica que su intervención está muy cerca. Las frutas se pudren rápidamente si no son consumidas, y así, el juicio de Dios no se demorará más. Hay tanta codicia que ni siquiera quieren detenerse para guardar correctamente los días santos. “Oíd esto, los que explotáis a los menesterosos, y arruináis a los pobres de la tierra, diciendo: ¿Cuándo pasará el mes, y venderemos el trigo; y la semana, y abriremos los graneros del pan, y achicaremos la medida, y subiremos el precio, y falsearemos con engaño la balanza?” (Amós 8:4-5).

Cuando Dios decide intervenir, no habrá tiempo para arrepentirse. Dice “He aquí vienen días, dice Jehová el Señor, en los cuales enviaré hambre a la tierra, no hambre de pan, ni sed de agua, sino de oír la palabra del Eterno” (Amós 8:11). No siempre estará la Obra de Dios enviando el mensaje del reino. Dice Cristo que luego de haber terminado su función, “entonces vendrá el fin” (Mateo 24:14). No habrá forma de escapar del juicio, ‘no habrá de ellos quien huya, ni quien escape’ (Amós 9:1). Sin embargo, destruiré del todo la casa de Jacob… Haré que la casa de Israel sea zarandeada entre todas las naciones, como se zarandea el grano en una criba, y no cae un granito en la tierra” (Amós 9:9). Los sobrevivientes de la casa de Israel irían al exilio y pasarían entre las naciones hasta alcanzar sus lugares predestinados proféticos hasta la venida del reino de Dios. Jair Davidy señala: “En sus lugares de exilio, las tribus fueron a veces esparcidas para luego unirse como si una mano invisible las hubiera puesto en sus lugares de Europa noroccidental” (p.175).
Tendrán que esperar desde allí hasta cuando Dios actúe. “En aquel día yo levantaré el tabernáculo caído de David, [la nación divida en dos se unirá], y cerraré sus portillos y levantaré sus ruinas, y lo edificaré como en el tiempo pasado; para que aquellos sobre los cuales es invocado mi nombre posean el resto de Edom, y a todas las naciones… He aquí vienen días… en que el que ara [en octubre] alcanzará al segador [que debía terminar en mayo]… Y traeré del cautiverio a mi pueblo Israel… Pues los plantaré sobre su tierra, y nunca más serán arrancados de su tierra que yo les di” (Amós 9:11-15).

Dios termina entregando una panorámica profética a su pueblo. Israel iría en cautiverio; sería zarandeada entre las naciones, pero sin perder su identidad profética. Los descendientes llegarían a sus lugares destinados y en los días venideros, poseerían el gran poder y riquezas de la primogenitura. Pero se corromperían por su afluencia y luego de enviar a sus profetas “modernos” vendrían el día del Señor de castigo y disciplina. Así al establecer el reino de Dios, ellos escucharán y obedecerán las leyes de Dios, Israel y Judá se unirán y estarán bajo el Rey David.