#183 - Jeremías 6-8: "Las jeremiadas; La paciencia de Dios para Judá"

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#183 - Jeremías 6-8

"Las jeremiadas; La paciencia de Dios para Judá"

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Por eso le dijo que no temiera, que lo pondría “como ciudad fortificada, como muro de bronce… y pelearán contra ti, pero no te vencerán; porque yo estoy contigo” (Jeremías 1:18-19). En tiempos modernos, se ha usado el término “jeremiada” cuando Alexander Solzhenitzin habló en la Universidad de Harvard sobre la decadencia moral del Occidente. Llamaron muy apropiadamente su discurso “una jeremiada”.

De este modo, le tocará a Jeremías la difícil labor de ser uno de los últimos portavoces de Dios y entregar las últimas advertencias a Judá antes de que venga la invasión babilónica. La vehemencia de Jeremías es mucho más fuerte que la de Isaías. Hay que tomar en cuenta que Isaías fue uno de los primeros profetas, mientras que Jeremías sería uno de los últimos. Al casi no quedar más tiempo para el arrepentimiento, Dios aumentó la fuerza de las advertencias.

Vemos el mismo patrón para los tiempos del Fin. Dios comienza con una advertencia moderada al mundo que aumentará hasta que, al iniciar los tiempos del Fin, los dos testigos de Dios darán sus “jeremiadas” al mundo (Apocalipsis 11:3-7). Finalmente morirán por sus mensajes a manos de un mundo completamente endurecido.

Por eso es tan importante la obra que estamos haciendo. Es la etapa preliminar. Primero es a través de la literatura y los programas de radio y de televisión al mundo entero. Luego vendrá una intensificación del mensaje, y eventualmente habrá milagros detrás de las advertencias, especialmente en la etapa final por los dos testigos (Apocalipsis 11:6). Al igual que en los tiempos de Jeremías, es que cuando la advertencia de Dios se haya cumplido totalmente, entonces la intervención para castigar al mundo será irrevocable. Por eso, Cristo nos dijo: “Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin” (Mateo 24:14).  

Pero Dios es muy paciente, mucho más de lo que un ser humano puede suponer. Tal como Pedro dijo: “El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 P 3:9).   

Sabemos que las profecías bíblicas se están cumpliendo en forma lenta, pero no podemos saber hasta qué punto se extenderán en el tiempo. Se requiere paciencia y a la vez constancia.

Noten cuántos profetas le envió a Judá antes de que Dios interviniera:

Tabla de los profetas enviados a Judá

A pesar de las advertencias por 240 años, el pueblo de Dios no cumplió lo mínimo que requería su ley. Dios les dice por medio de Jeremías: “Y os envié a todos los profetas mis siervos, enviándoles desde temprano y sin cesar; pero no me oyeron ni inclinaron su oído, sino que endurecieron su cerviz, e hicieron peor que sus padres” (Jeremías 7:25-26).   

Jeremías les advierte con el mensaje de Dios: “Huid, hijos de Benjamín, de en medio de Jerusalén… porque del norte se ha visto mal, y quebrantamiento grande. Destruiré a la bella y delicada hija de Sion… Anunciad guerra contra ella… esta es la ciudad que ha de ser castigada; toda ella está llena de violencia. Como la fuente nunca cesa de manar sus aguas, así ellas nunca cesan de manar su maldad… Corrígete, Jerusalén, para que no se aparte mi alma de ti, para que no te convierta en desierto, en tierra inhabitada... He aquí que sus oídos son incircuncisos, y no pueden escuchar; he aquí que la palabra del Eterno les es cosa vergonzosa, no la aman. Por tanto, estoy lleno de la ira del Eterno, estoy cansado de contenerme... Porque desde el más chico de ellos hasta el más grande, cada uno sigue la avaricia; y desde el profeta hasta el sacerdote, todos son engañadores. Y curan la herida de mi pueblo con liviandad, diciendo: Paz, paz; y no hay paz” (Jeremías 6:1-14).   

¿Cuál es la razón principal por este castigo venidero? Dios contesta: “Oye, tierra; He aquí yo traigo mal sobre este pueblo, el fruto de sus pensamientos; porque no escucharon mis palabras, y aborrecieron mi ley” (Jeremías 6:19). Desde luego que la ley de Dios evitaría estos robos, asesinatos, mentiras, y el profanar el sábado, que se veía en todas partes.   

Ahora bien, ¿qué hacía el pueblo para encubrir todas estas transgresiones? Lo ocultaban con su religión externa de sacrificios. Pensaban que podían quebrantar la ley de Dios y con los sacrificios lo reparaban todo. Dios les dice: “¿Para qué a mí este incienso de Sabá, y la buena caña olorosa de tierra lejana? Vuestros holocaustos no son aceptables, ni vuestros sacrificios me agradan” (Jeremías 6:20). Dios jamás ha aceptado los ritos y sacrificios a cambio de guardar su ley. Noten que hace una separación entre lo ritual y lo espiritual en su ley. Pablo dijo: “Porque sabemos que la ley es espiritual; mas yo soy carnal, vendido al pecado” (Romanos 7:14). Algunas personas combinan la parte ritual y la espiritual de la ley, pero hay una gran diferencia. Dios usa a Jeremías para explicarle este punto tan importante para entender correctamente el Antiguo y el Nuevo Testamento.

Hoy en día existe mucho formalismo y tradiciones en la religión. Las personas tienen imágenes, hay mandas, usan cruces y crucifijos, y tienen obras de penitencia. Dios no enseñó nada de esto en su palabra.

En Judá se basaban en tener el magnífico Templo de Dios que los protegería. A pesar de las advertencias de los profetas, ellos pensaban que Dios nunca dejaría que Jerusalén y su Templo fueran destruidos.

Por eso Dios les entrega este mensaje devastador y que le causaría tanta impopularidad a Jeremías: “Así ha dicho el… Dios de Israel: Mejorad vuestros caminos y vuestras obras, y os haré morar en este lugar. No fiéis en palabras de mentira, diciendo: Templo del Eterno… es este. Pero si mejorareis cumplidamente vuestros caminos y vuestras obras; si con verdad hiciereis justicia entre el hombre y su prójimo, y no oprimiereis al extranjero, al huérfano y a la viuda, ni en este lugar derramareis la sangre inocente, ni anduviereis en pos de dioses ajenos para mal vuestro, os haré morar en este lugar, en la tierra que di a vuestros padres para siempre… He aquí, vosotros confiáis en palabras de mentira, que no aprovechan. Hurtando, matando, adulterando, jurando en falso, e incensando a Baal, y andando tras dioses extraños que no conocisteis. ¿vendréis y os pondréis delante de mí en esta casa sobre la cual es invocado mi nombre, y diréis: Librados somos; para seguir haciendo todas estas abominaciones? ¿Es cueva de ladrones delante de vuestros ojos esta casa...?” (Jeremías 7:3-11).

Ahora podemos entender mejor por qué Dios no les mandó hacer este templo, sino que fue idea de David. Dios le dijo a David: “Por dondequiera que anduve con todo Israel, ¿hablé una palabra a alguno de los jueces de Israel, a los cuales mandé que apacentasen a mi pueblo, para decirles: ¿Por qué no me edificáis una casa de cedro?” (1 Crónicas 17:6). Ya había hecho Israel de la vara de la serpiente de bronce un ídolo que tuvo que ser destruido. Ahora el Templo se había vuelto en un ídolo, un sustituto cómodo para no tener que obedecer las leyes de conducta que dio Dios.

Dios no dejará que nada se convierta en un ídolo, ni su Santo Templo. Les dice: “Andad ahora a mi lugar en Silo donde hice morar mi nombre al principio, y ved lo que le hice por la maldad de mi pueblo Israel” (Jeremías 7:12).

En Silo había estado el Tabernáculo de Dios, y a pesar de ser un lugar muy sagrado, fue arrasado por los filisteos. Dios les recuerda que no permitirá que algo sustituya a su Santa Ley. “Ahora, pues, por cuanto vosotros habéis hecho todas estas obras… y aunque os hablé desde temprano y sin cesar, no oísteis, y os llamé, y no respondisteis; haré también a esta casa sobre la cual es invocado mi nombre… como hice a Silo (Jeremías 7:13-14).   

Dios no hace acepción de personas ni de lugares. Cristo lo explicó: “Mas la hora viene, y ahora es cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren” (Juan 4:23-24). Dios no necesita un edificio para orarle.  

Dios da otro ejemplo de esto con las diez tribus norteñas de Israel. Fueron llevadas en cautiverio para nunca volver. Dice: “Os echaré de mi presencia, como eché a todos vuestros hermanos, a toda la generación de Efraín” (Jeremías 7:15).   

Noten algunas de las abominaciones que hacía el pueblo que provocaba tanto a Dios. “Los hijos recogen la leña, los padres encienden el fuego, y las mujeres amasan la masa, para hacer tortas a la reina del cielo y para provocarme a ira” (Jeremías 7:18).   

¿Quién era esta reina del cielo? El Comentario Interpretativo de la Biblia explica: “Era la diosa de la Luna, Astarté. Fue conocida por los babilonios como Istar, y por los griegos como Astarté. En la zona de Israel, muchas veces se mezclaba con Asera, la gran diosa madre, la esposa de Baal. Era un símbolo muy popular del sexo y la fertilidad” (p. 380). Esta reina del cielo, una “madre” en los cielos, ha pasado a muchas religiones, inclusive algunas llamadas cristianas.  

Explica Ralph Woodrow: “Otro título que proviene del paganismo y fue aplicado a María es el de “Reina del Cielo”. En ningún lugar del Nuevo Testamento se dice que María la madre de Jesús sea o tuviera que ser nombrada reina del cielo; pero este título lo poseía la diosa-madre pagana que era adorada siglos antes de que María siquiera hubiera nacido. Sí, hacía mucho tiempo, en los días de Jeremías, que el pueblo adoraba a la “reina del cielo” y practicaba ritos que eran sagrados para ella… Y en este contexto, es interesante notar que actualmente las mujeres de Chipre, hacen ofrendas a la virgen María, como reina del cielo, en las ruinas del antiguo templo de Astarté… los títulos “reina del cielo”, “nuestra señora de los mares”, “mediadora”, “madonna”, “madre de Dios” y otros más, que antes se atribuían a la diosa-madre pagana, fueron poco a poco aplicados a María. Tales títulos indican claramente que el supuesto culto a María de hoy es en realidad una continuación del culto a la diosa pagana… Como hemos visto, el nombre de la diosa-madre en Egipto era Isis… La diosa egipcia Isis era frecuentemente representada como parada en la “Luna creciente” con “doce” estrellas alrededor de su cabeza. Incluso esto fue adoptado para María, pues en casi todas las iglesias católicas romanas del continente europeo, se pueden ver cuadros de María en la misma forma. La ilustración adjunta es de un catequismo oficial y ¡muestra a María con las doce estrellas alrededor de su cabeza y la Luna creciente bajo sus pies!

Ilustración católica de María

“Para satisfacer las mentes supersticiosas de los gentiles, los líderes de la Iglesia apóstata trataron de hacer a María similar a la diosa del paganismo y exaltarla a una superficie divina, para competir con la madre-pagana. Y de igual manera se hicieron estatuas de María, a pesar de que las Sagradas Escrituras prohíben tal práctica. En algunos casos las mismas estatuas que habían sido veneradas como Isis (con su hijo), fueron simplemente cambiadas de nombre y se dieron a conocer como María y su hijo Cristo, de modo que continuara el antiguo culto. ‘Cuando el cristianismo triunfó, dice un autor, estas pinturas y figuras se convirtieron en la Madonna y su hijo, sin interrupción alguna: ningún arqueólogo podría actualmente asegurar si alguno de esos objetos representa a la una o a la otra. Todo esto demuestra a qué grado se han rebajado los líderes apóstatas para tratar de unir el paganismo con el cristianismo. La mayoría de esas figuras con distintos nombres han sido adornadas con joyas en la misma forma en que lo están las imágenes de las vírgenes hindú y egipcia” (Babilonia, Misterio Religioso” p. 28-31).  

Las tortas que le hacían, según los eruditos, tenían la imagen de ella o de una estrella, como era la reina del cielo. Hoy día, las cosas no cambiaron, hay panes con otro tipo de figuras religiosas o cruces. Por toda esta hipocresía, Dios les advierte a Judá que todos los sacrificios del mundo no podrán sustituir el guardar su ley. “Así ha dicho el Eterno de los ejércitos, Dios de Israel: Añadid vuestros holocaustos sobre vuestros sacrificios, y comed la carne. Porque no hablé yo con vuestros padres, ni nada les mandé acerca de holocaustos y de víctimas el día que los saqué de la tierra de Egipto, mas esto les mandé, diciendo: Escuchad mi voz, y seré a vosotros por Dios, y vosotros me seréis por pueblo; y andad en todo camino que os mande, para que os vaya bien. Y no oyeron ni inclinaron su oído; antes caminaron en sus propios consejos, en la dureza de su corazón malvado, y fueron hacia atrás y no hacia adelante” (Jeremías 7:21-24).   

Aquí vemos la diferencia que Dios hace entre darles los 10 Mandamientos y las ramificaciones de estos preceptos de conducta y los que les entregó un año después respecto a los sacrificios. Los sacrificios no podían sustituir la conducta justa, sino que eran dados por un tiempo para mostrar el costo del pecado. A esto se refería Pablo, “Fue añadida [esta ley de obras físicas y ceremoniales] a causa de las transgresiones, hasta que viniese la simiente a quien fue hecha la promesa” (Gálatas 3:19). También en Hebreos dice: “Y ciertamente todo sacerdote está día tras día ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados; pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios… porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados… Pues donde hay remisión de éstos, no hay más ofrenda por el pecado” (Jeremías 10:11-18).   

Dios nunca puso al mismo nivel las leyes sobre los sacrificios que a los 10 Mandamientos. No son un mismo paquete, pues ya hemos visto que los sacrificios son sustituidos por el sacrificio de Cristo, pero como dice Pedro: “la palabra de Dios [es la] que vive y permanece para siempre” (1 Pedro 1:23). El Nuevo Pacto está escribiendo la ley de Dios en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo, hasta que esto se cumpla totalmente en la Venida de Cristo y la resurrección.   

Pero Israel seguía con más abominaciones para provocar a Dios al ofrecer sus hijos al fuego en el valle de Hinom (Jeremías 7:31). A pesar de todo esto, fingían seguir a Dios. “¿Cómo decís: Nosotros somos sabios, y la ley del Eterno está con nosotros? Ciertamente ha cambiado en mentira la pluma mentirosa de los escribas” (Jeremías 8:8).   

La destrucción inminente de Jerusalén tiene a Jeremías afligido. No desea este severo castigo para su pueblo. Dice: “A causa de mi fuerte dolor, mi corazón desfallece en mí… Quebrantado estoy por el quebrantamiento de la hija de mi pueblo; entenebrecido estoy, espanto me ha arrebatado. ¿No hay bálsamo en Galaad? ¿No hay allí médico? ¿Por qué, pues, no hubo medicina para la hija de mi pueblo” (Jeremías 8:18-22). Aquí vemos que usaban una medicina de Galaad para sus enfermedades, y que había médicos que los atendían. No se habla de los médicos ni la medicina en forma negativa, sino en forma positiva. No obstante, siempre se enseñaba que debían ir a Dios, ante todo.