#181 - Isaías 61-66: "Últimos detalles del Milenio y la segunda resurrección"

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#181 - Isaías 61-66

"Últimos detalles del Milenio y la segunda resurrección"

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El Plan de Salvación que vemos aquí es el mismo del Nuevo Testamento, pero allí es rellenado con más detalles. Las iglesias tradicionales no enseñan este Plan puesto que, al creer en el alma inmortal y de ir al cielo o al infierno inmediatamente después de la muerte, no les conviene reconocer este verdadero Plan de Dios. Veamos los paralelos con Apocalipsis en forma gráfica: 

Ahora nos toca repasar estas inspiradoras descripciones de ese mundo por venir que Dios ha preparado con tanto esmero. 

Dice Dios: "Por amor de Sión no callaré, y por amor de Jerusalén no descansaré, hasta que salga como resplandor su justicia, y su salvación se encienda como una antorcha. Entonces verán las gentes tu justicia, y todos los reyes tu gloria; y te será puesto un nombre nuevo, que la boca del Eterno nombrará. Y serás corona de gloria en la mano del Eterno... como el gozo del esposo con la esposa, así se gozará contigo el Dios tuyo" (Isaías 62:1-5). Jerusalén será la nueva capital del mundo, Cristo será su rey y nosotros, si perseveramos hasta el fin, seremos sus habitantes. 

Jerusalén, al ser ahora pura, tendrá un nuevo nombre "Hefzi-bá" que significa "Mi deleite está en ella". Continúa Isaías: "He aquí viene tu Salvador; he aquí su recompensa con él, y delante de él su obra. Y les llamarán Pueblo Santo, Redimidos del Eterno; y a ti [Jerusalén] te llamarán Ciudad Deseada, no desamparada" (Isaías 62:11-12). No sólo tendrá Jerusalén un nuevo nombre, sino también sus habitantes. 

En Apocalipsis se explican más detalles al respecto. Cristo les dice a los cristianos vencedores: "Al que venciere... le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe" (Apocalipsis 2:17). Aunque al bautizarnos hemos sido perdonados por Dios, nuestro nombre actual nos identifica como seres humanos aún con una naturaleza pecaminosa (1 Juan 1:8-9). Pero en ese entonces, cuando lo "corruptible se haya vestido de incorrupción" (1 Corintios 15:53) tendremos un nuevo nombre para indicar el nacimiento de un nuevo ser espiritual y perfecto en el Reino de Dios. Respecto al galardón o recompensa, en Apocalipsis se menciona lo mismo que dijo Cristo: "He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra" (Apocalipsis 22:12). 

Luego describe cómo se verá Cristo en su magnífica venida: "...¿éste hermoso en su vestido, que marcha en la grandeza de su poder? Yo, el que hablo en justicia, grande para salvar. ¿Por qué es rojo tu vestido, y tus ropas corno del que ha pisado en lagar? He pisado yo solo el lagar, y de los pueblos nadie había conmigo; los pisé con mi ira, y los hollé con mi furor; y su sangre salpicó mis vestidos, y manché todas mis ropas. Porque el día de la venganza está en mi corazón, y el año de mis redimidos ha llegado... y con mi ira hollé los pueblos" (Isaías 63:1-6). Aclara Apocalipsis sobre Cristo: "Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: El Verbo de Dios... De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso" (Apocalipsis 19:13-15). 

Respecto a por qué menciona que él sólo ha pisado el lagar, dice El Nuevo Comentario Bíblico: "Esta frase que se repite en Apocalipsis 19:15 indica que sólo Dios se preocupa a tal punto y tiene el poder suficiente para llevar a cabo la labor del juicio" (p. 623). 

En ese momento de la intervención, por los acontecimientos de los tiempos del fin, habrá tanta rebelión y guerras por una humanidad engañada por Satanás que la sangre correrá como si se pisara en un lagar, donde que se aplasta todo. Dios lo describe así: "Y salió del altar otro ángel, que tenía poder sobre el fuego. y llamó a gran voz al que tenía la hoz aguda, diciendo: Mete tu hoz aguda, y vendimia los racimos de la tierra porque sus uvas están maduras [los horribles hechos de la humanidad llegarán, como en Apocalipsis 14:18, al colmo, y entonces Dios actuará]. Y el ángel arrojó su hoz en la tierra, y vendimió la viña de la tierra, y echó las uvas en el gran lagar de la ira de Dios. Y fue pisado el lagar fuera de la ciudad, y del lagar salió sangre hasta los frenos de los caballos, por mil seiscientos estadios. Vi en el cielo otra señal, grande y admirable; siete ángeles que tenían las siete plagas postreras; porque en ellas se consumaba la ira de Dios" (Apocalipsis 14:18-20 - Apocalipsis 15:1). Aquí vemos cuántas similitudes hay entre esta última parte de Isaías y el libro de Apocalipsis, y esto continuará, pues Dios es el autor. 

Debido a que las naciones modernas de Israel-Judá estarán en medio de esta Gran Tribulación, Dios no permitirá que sean destruidos del todo. "En toda angustia de ellos él fue angustiado, y el ángel de su faz los salvó. En su amor y en su clemencia los redimió, y los trajo. y los levantó todos los días de la antigüedad. Mas ellos fueron rebeldes, e hicieron enojar su santo espíritu; por lo cual se les volvió enemigo, y él mismo peleó contra ellos. Pero se recordó de los días antiguos, de Moisés y de su pueblo... el que los condujo por los abismos, como un caballo por el desierto, sin que tropezaran ... El Espíritu del Eterno los pastoreó, como a una bestia que desciende al valle; así pastoreaste a tu pueblo, para hacerte nombre glorioso" (Isaías 63:9-14). 

Como los escuchó en Egipto, Dios escuchará el clamor de ellos durante este período tan horroroso, y sus súplicas. Dirán: "Mira desde el cielo, y contempla desde tu santa y gloriosa morada… Vuélvete por amor de tus siervos, por las tribus de tu heredad. Por poco tiempo lo poseyó tu santo pueblo; nuestros enemigos han hollado tu santuario [Jerusalén en los tiempos del fin]... ¡Oh, si rompieses los cielos, y descendieras, y a tu presencia se escurriesen los montes… para que hicieras notorio tu nombre a tus enemigos, y las naciones temblasen a tu presencia!… Tus santas ciudades están desiertas, Sión es un desierto, Jerusalén una soledad, La casa de nuestro santuario y de nuestra gloria… fue consumida fuego... ¿Te estarás quieto, oh Eterno, sobre estas cosas? ¿Callarás, y nos afligirás sobremanera? (Isaías 63:15; Isaías 64:12). 

En Apocalipsis se entrega el relato paralelo: "Y clamaban a gran voz, diciendo: ¿Hasta cuándo, Señor, santo y verdadero, no juzgas y vengas nuestra sangre en los que moran en la tierra?... hollarán la ciudad santa cuarenta y dos meses" (Apocalipsis 6:10; Apocalipsis 11:2). 

Capítulo 65

Dios ahora describe cuáles son algunos de los pecados que provocan tanto su ira: "Extendí mis manos todo el día a pueblo rebelde, el cual anda por camino no bueno, en pos de sus pensamientos; pueblo que en mi rostro me provoca de continuo a ira, sacrificando en huertos, y quemando incienso sobre ladrillos; que se quedan en los sepulcros, y en lugares escondidos pasan la noche; que comen carne de cerdo, y en sus ollas hay caldo de cosas inmundas; que dicen: Estate en tu lugar, no te acerques a mí, porque soy más santo que tú; éstos son humo en mi furor, fuego que arde todo el día. He aquí que escrito está delante de mí; no callaré, sino que recompensaré, y daré el pago en su seno por vuestras iniquidades" (Isaías 65:2-7). 

El pueblo de Dios se había mezclado con todas las religiones que la rodeaban, comían carne de cerdo y muchas otras inmundicias que a Dios le enfurece al ver el daño que le hacen al cuerpo humano que él creó.

El pueblo de Dios se había mezclado con todas las religiones que la rodeaban, Comían carne de cerdo y muchas otras inmundicias que a Dios lo enfurece al ver el daño que le hacen al cuerpo humano que El creó, Practicaban la necromancia, que es invocar a los muertos mediante sesiones con espiritistas, muchas veces en los cementerios. Y a pesar de todas estas violaciones claras de la ley de Dios, decían que eran muy religiosos y piadosos. Asistían con gran sacrificio a todos estos ritos y se veían muy "espirituales". 

En cambio, Dios dice que sus verdaderos seguidores obedientes a sus leyes no harán estas cosas "Sacaré descendencia de Jacob, y de Judá heredero de mis montes; y mis escogidos poseerán por heredad la tierra, y mis siervos habitarán allí" (Isaías 65:9). 

También otra abominación que hacía el pueblo en contra de Dios era llenar la tierra con apuestas y loterías de ese entonces. Dice: "Pero vosotros los que dejáis al Eterno, que olvidáis mi santo monte, que ponéis mesa para la Fortuna, y suministras libaciones para el Destino; yo también os destinaré a la espada" (Isaías 65:11). 

Le rogaban a estos dioses de los `Juegos" para que les fuera bien, Explica el Comentario Exegético de la Biblia: "La Fortuna, Gad en hebreo, era el dios babilónico de la fortuna, el planeta Júpiter, que corresponde a Baal. La diosa del Destino, Meni, que corresponde al planeta Venus, era la buena fortuna menor... llamada Astarte… se tendían mesas a estos ídolos [para tener buena suerte]... se creía que, como diosa de la fortuna, señalaba el número de los sucesos (de la vida de los hombres" (p. 653). 

En cambio, Dios describe el destino de los fieles durante el Milenio y más allá. "El que se bendijere en la tierra, en el Dios de verdad se bendecirá; y el que jurare en la tierra, por el Dios de verdad jurará; porque las angustias primeras serán olvidadas; y serán cubiertas de mis ojos. Porque he aquí que yo crearé nuevos cielos y nueva tierra; y de lo primero no habrá memoria, ni más vendrá al pensamiento" (Isaías 65:16-17). 

Noten que este período de tiempo incluye al Milenio y lo que llamamos la Segunda Resurrección. Aquí todo se describe en forma compacta. Pero en Apocalipsis se separan los eventos en forma cronológica. "Mas os gozaréis y os alegraréis para siempre en las cosas que yo he creado; porque he aquí que yo traigo Jerusalén alegría, y a su pueblo gozo. Y me alegraré con Jerusalén, y me gozaré con mi pueblo: y nunca más se oirán en ella voz de lloro, ni voz de clamor" (Isaías 65:18-19) La sede del mundo será Jerusalén, donde Cristo morará y administrará su gobierno mundial de paz, amor y justicia 

Ahora parece describir cuánto durará la Segunda Resurrección. `No habrá más allí niño que muera de pocos días, ni viejo que sus días no cumpla; porque el niño morirá de cien años, y el pecador de cien años será maldito" (Isaías 65:20). Esta es una escritura enigmática, pues no parece aplicarse al Milenio, que no dura cien arios sino mil. Es un tiempo en que todos morirán, el justo y el injusto luego de un periodo de 100 años. Unos para resucitar y vivir eternamente y otros para morir la segunda muerte en el lago de fuego (Apocalipsis 20:12-15). 

En Apocalipsis 20, es claro que el Milenio y el otro período aquí mencionado de 100 años son dos lapsos distintos de tiempo. Dice: “Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar… y vivieron y reinaron con Cristo mil años. Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años… [cuando se cumplieron los mil años viene el siguiente período]. Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él [Cristo, vea Romanos 14:10] Y vi a los muertos [ahora les toca a ellos resucitar] grandes y pequeños [desde los reyes a los esclavos], de pie ante Dios; y los libros [Biblia en el griego, que se refiere a nuestra Biblia, vea Hebreos 4:12-13)] fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida [la oportunidad para recibir el Espíritu Santo, vea Filipenses 4:3]; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras… Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago del fuego" (Apocalipsis 20:4-15). 

Luego de este tiempo de la segunda resurrección, Cristo termina la renovación de la tierra. "Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más. Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido… juzgará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron" (Apocalipsis 21:1-4). Dios el Padre por fin vendrá.

Un vistazo al Milenio

Vemos que en Isaías ya se divisaba todo esto, pero no los detalles. Continúa describiendo las condiciones ambientales del Milenio y de la Segunda Resurrección: "Edificarán casa, y morarán en ellas... Disfrutarán la obra de sus manos. No trabajarán en vano, ni darán a luz para maldición... Y antes que clamen, responderé yo; mientras aún hablan, yo habré oído. El lobo y el cordero serán apacentados juntos, y el león comerá paja [será herbívoro] como el buey; y el polvo será el alimento de la serpiente [como lo es para las lombrices]. No afligirán, ni harán mal en todo mi santo monte dijo el Eterno" (Isaías 65:21-25). 

Capítulo 66

El último capítulo de Isaías es muy parecido al último capítulo de Apocalipsis, pues provienen del mismo autor divino. Dios entrega aquí la perfecta descripción de sus verdaderos seguidores: "Mi mano hizo todas estas cosas, y así todas estas cosas fueron, dice el Eterno; pero miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla a mi palabra" (Isaías 66:2). El que tiene el Espíritu Santo sentirá esto sobre todo lo demás. 

Estas personas se convierten en su nación, no importa de qué raza o nacionalidad son. "¿Nacerá una nación de una vez? Pues en cuanto Sion estuvo de parto, dio a luz sus hijos… Yo que hago engendrar, ¿impediré el nacimiento? dice tu Dios" (Isaías 66:8-9). 

Definitivamente este pueblo que nace de nuevo, su Iglesia, cuando él vuelva a la tierra, no habrán estado comiendo cerdo. "Porque he aquí que el Eterno vendrá con fuego, y sus carros, como torbellino, para descargar su ira con furor, y su reprensión con llama de fuego. Porque el Eterno juzgará con fuego y con su espada a todo hombre; y los muertos del Eterno serán multiplicados, [¿Quiénes morirán?] Los que se santifican y los que se purifican en los huertos, unos tras otros, los que comen carne de cerdo y abominación y ratón, juntamente serán talados, dice el Eterno. Porque yo conozco sus obras y sus pensamientos; tiempo vendrá para juntar a todas las naciones y lenguas; y vendrán y verán mi gloria" (Isaías 66:15-18). 

Al final del libro, describe la conversión del mundo en el Milenio y en la Segunda Resurrección, que son las dos etapas del Reino de Dios hasta que Cristo le entregue el reino al Padre que descenderá del cielo para estar con nosotros, sus hijos engendrados por su espíritu (1 Corintios 15:23-28). `Y pondré entre ellos señal (Éxoso 31:17, el sábado), y enviaré de los escapados de ellos... a las costas lejanas que no oyeron de mí, ni vieron mi gloria; y publicarán mi gloria entre las naciones… Y de mes en mes, y de día de reposo /sábado) en día de reposo [sábado], vendrán todos a adorar delante de mí, dijo el Eterno. Y saldrán, y verán los cadáveres de los hombres que se rebelaron contra mí; porque su gusano nunca morirá, ni su fuego se apagará, y serán abominables a todo hombre" (Isaías 66:19-24). Para Dios, aunque no para muchos hombres, es muy grave comer carne de cerdo; lo relaciona como una rebelión contra él. 

La descripción de la batalla entre estas naciones y Cristo está en Zacarías 14:12-16 y Apocalipsis 19:17-21. Sus cadáveres serán consumidos por los gusanos o por el fuego hasta no quedar nada de ellos. 

Así terminamos uno de los libros proféticos más importantes de la Biblia. Es un tipo de evangelio, porque describe en tantos detalles la futura vida de Cristo. Es también parecido al libro de Apocalipsis, ya que usa muchas de sus mismas palabras y descripciones. Es una excelente introducción a los demás libros proféticos.