#134 - 1 Reyes 21-22
"Los asirios; muerte de Acab"
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#134 - 1 Reyes 21-22: "Los asirios; muerte de Acab"
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En ese entonces se le acercaba un enemigo mucho más grande – Asiria, por lo cual hizo una alianza con su enemigo Ben-adad. “Hizo, pues, pacto con él, y le dejó ir y…Tres años pasaron sin guerra entre los sirios e Israel” (1 Reyes 20:34; 1 Reyes 22:1).
Keller explica el terror que la potencia Asiria suscitó en Israel: “A Israel, el peligro de muerte le llega del norte y se llama – Asiria… Dieciocho años después de la muerte de Omri se realiza lo que se temía. Salmanasar III invade Karkemish en el Éufrates y emprende el camino a Israel. Acab, hijo de Omri, presiente el empuje del encuentro asirio y hace lo único razonable (en forma carnal) en tal situación. Acaba de vencer a su enemigo Ben-adad pero en vez de hacerle sentir la fuerza del vencedor, lo trata con una deferencia desacostumbrada. Le hace "montar en su carro", le llama "mi hermano", y, no contento con esto, "concluye con él un pacto y lo deja en libertad" (1 Reyes 20:32-34). Así, convierte a un enemigo en aliado… cuán bien meditado era su comportamiento lo demostrará el porvenir. La guerra de los dos frentes fue evitada” (p. 236).
Desde ahora en adelante, los asirios aparecen en el relato bíblico, y lo que es importante, también Israel aparece en la historia asiria. Como a ellos les gusta tallar sus grandes victorias, veremos monumentos que confirman a los personajes bíblicos, que aparecen hasta retratados por los asirios.
En el Museo Británico están las cubiertas de las puertas del palacio de Salmanasar III, el que peleó contra el rey Acab de Israel. Aquí quedó grabado el relato de su guerra contra Israel.
Dicen sobre Israel: “En Karkar destruí a… 2000 carros y 10,000 hombres de Acab rey de Israel”. También menciona a Ben-adad, el rey de Siria como aliado de Acab. Es interesante notar que Acab aportó más carros que cualquiera de los otros reyes, y muestra que “las ciudades de los carros de Salomón” seguían en buen nivel de eficacia. Salmanasar menciona que tuvo una victoria aplastante…el hecho fue que regresó a Asiria y no volvió a molestarlos por 12 años. Abajo, la estatua de Salmanasar III, quién habla de Acab.
Mientras que estas batallas ocurrían, la Biblia menciona otro gran pecado de Acab. Al querer expandir unas de sus casas en Jezreel, quiso comprar un terreno adyacente. El dueño, Nabot, rehusó, no por falta de respeto, sino por guardar la ley bíblica de la propiedad. Dijo: "Guárdame Eterno de que yo te dé a ti la heredad de mis padres” (1 Reyes 21:3). Acab y Nabot conocían la ley de Dios: "La tierra no se venderá a perpetuidad" (Levítico 25:23). Por eso, Acab "vino a su casa triste y enojado… y se acostó en su cama, y volvió su rostro, y no comió" (1 Reyes 21:4).
Cuando Jezabel, su mujer, vio a su esposo malhumorado, se burló de él y le dijo que ella le conseguiría la viña. Ella buscó a dos testigos falsos que atestiguaran que Nabot había blasfemado a Dios y al rey y luego de un juicio montado, hacen que el pueblo apedree a Nabot (y en 2 Reyes 9:26 agrega a sus hijos). Así Acab tomó posesión de la viña por medio del asesinato.
Pero Dios se enfurece por esta injusticia y envía a Elías a que pase juicio sobre Acab y su mujer. "He aquí yo traigo mal sobre ti, y barreré tu posteridad y destruiré hasta el último varón de la casa de Acab… En el mismo lugar donde lamieron los perros la sangre de Nabot, los perros lamieron también tu sangre, tu misma sangre... De Jezabel también ha hablado el Eterno, diciendo: Los perros comerán a Jezabel en el muro de Jezreel... y cuando Acab oyó estas palabras, rasgó sus vestidos y puso cilicio sobre su carne, ayunó, y durmió en cilicio, y anduvo humillado. Entonces vino palabra del Eterno a Elías tisbita, diciendo: ¿No has visto cómo Acab se ha humillado delante de mí? Pues por cuanto se ha humillado delante de mí, no traeré el mal en sus días; en los días de su hijo traeré el mal sobre su casa" (1 Reyes 21:27-29).
Vemos aquí que aunque se cometan graves pecados, Dios es misericordioso con el que se arrepiente y se humilla. Dice el Comentario Exegético: "Acab no estaba endurecido, como Jezabel. Este terrible anuncio hizo una impresión profunda en el corazón del rey y lo llevó, por un tiempo, al sincero arrepentimiento. Él manifestó todas las señales externas del profundo pesar. Se sentía miserable, y tan grande es la misericordia de Dios, que, como resultado de su humillación, el castigo fue aplazado” (p.289).
Luego de la batalla con Salmanasar III, Acab volvió a Israel y parece que estuvieron satisfechos con haber impedido el avance del rey asirio. Así las cosas volvieron a la normalidad. Dice Keller: “El pacto de Israel con Damasco fue de corta duración”. En la Biblia dice que duró tres años (1 Reyes 22:1).
De modo que los eternos rivales vuelven a la guerra. Esta vez, Josafat, rey de Judá, que ha entablado una amistad con Acab, es invitado a participar en la batalla para tomar de los sirios (no los asirios) un territorio que había pertenecido a Israel. "y dijo a Josafat: ¿Quieres venir conmigo a pelear contra Ramot de Galaad? Y Josafat respondió al rey de Israel: Yo soy como tú, y mi pueblo como tu pueblo, y mis caballos como tus caballos" (1 Reyes 22:4). Como Josafat era un rey justo, pidió primero que llamaran a un profeta de Dios para saber qué decía sobre la batalla contra Ben-adad.
Acab sacó a su corte de profetas falsos, quienes le dijeron que Dios había dicho que ganarían. Pero Josafat no se dejó engañar. "y dijo Josafat: ¿Hay aún aquí algún profeta del Eterno, por el cual consultemos? El rey de Israel respondió a Josafat: Aún hay un varón por el cual podríamos consultar al Eterno, Micaías hijo de Imla; mas yo le aborrezco porque nunca me profetiza bien, sino solamente mal". Traen al profeta que se burla fingiendo decir lo que Acab deseaba. "y el rey le dijo: ¿Hasta cuántas veces he de exigirte que no me digas sino la verdad en el nombre del Eterno? Entonces dijo: Yo vi a todo Israel esparcido por los montes, como ovejas que no tienen pastor; y el Eterno dijo. Estos no tienen señor; vuélvase cada uno a su casa en paz y el rey dijo a Josafat: ¿No te lo había yo dicho? Ninguna cosa buena profetizará él acerca de mí, sino solamente el mal" (1 Reyes 22:16-18).
Luego el profeta nos entrega una increíble escena de cómo Dios a veces opera para llevar a cabo su voluntad. "Yo vi al Eterno sentado en su trono, y todo el ejército de los cielos estaba junto a él, a su derecha y a su izquierda. Y el Eterno dijo: ¿Quién inducirá a Acab, para que suba y caiga en Ramot de Galaad? Y uno decía de una manera, y otro decía de otra. Y salió un espíritu y se puso delante del Eterno, y dijo: Yo le induciré. Y el Eterno dijo: ¿De qué manera? Él dijo: Yo saldré, y seré espíritu de mentira en boca de todos sus profetas. Y él dijo: Le inducirás, y aún lo conseguirás; ve, pues, y hazlo así. Y ahora, he aquí el Eterno ha puesto espíritu de mentira en la boca de todos tus profetas, y el Eterno ha decretado el mal acerca de ti” (1 Reyes 22:19-23).
Aquí vemos que Dios realmente prepara el camino para los castigos que vienen sobre los impíos. Dice el apóstol Pablo: “¿Y qué, si Dios, queriendo mostrar su ira y hacer notorio su poder, soportó con mucha paciencia los vasos de ira preparados para destrucción” (Romanos 9:22). Ya que los falsos profetas eran mentirosos, Dios puede inducirlos por medio de sus ángeles a que digan lo que él quiere.
Al decir estas palabras, el jefe de los falsos profetas le abofetea e insulta. Acab mete a Micaías en la cárcel y se va a la batalla. Micaías le responde: “Si llegas a volver en paz, el Eterno no ha hablado por mí”. Para evitar que se cumpliera la profecía, Acab puso sus ropas reales sobre Josafat y así el rey de Judá dirigió la batalla. Sin embargo, toda profecía de Dios se cumplirá y no sabían que el rey de Siria había dado órdenes de sólo matar al rey de Israel. Cuando rodearon a Josafat, se dieron cuenta que no era Acab y retrocedieron. “Y un hombre disparó su arco a la ventura e hirió al rey de Israel por entre las junturas de la armadura, por lo que dijo él a su cochero: Da la vuelta, y sácame del campo, pues estoy herido” (1 Reyes 22:34). Josefo añade: “Un criado del rey Ben-adad, de nombre Amán, arrojando flechas contra el enemigo, hirió al rey en el pulmón, atravesándole el tórax…A pesar de los sufrimientos, permaneció en el carro hasta la puesta del sol, y murió por la pérdida de sangre” (El Cid, p.130).
Sigue la Biblia: “Murió, pues, el rey, y fue traído a Samaria; y sepultaron al rey en Samaria. Y lavaron el carro en el estanque de Samaria; y los perros lamieron su sangre…conforme a la palabra que el Eterno había hablado (por el asesinato de Nabot y sus hijos). El resto de los hechos de Acab, y todo lo que hizo, y la casa de marfil que construyó, y todas las ciudades que edificó, ¿no está escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Israel? Y durmió Acab con sus padres, y reinó en su lugar Ocozías su hijo” (1 Reyes 22:37-40).
Es interesante que entre los años 1910 y 1940 se llevaron a cabo numerosas excavaciones en Samaria de Omri y Acab. Keller explica: “Después de Omri residió aquí su hijo Acab. Este prosiguió las construcciones siguiendo los planes de su padre. Las obras son realizadas con notable maestría, empleándose únicamente bloques de piedra calcárea cuidadosamente labrados”. Dice otro autor: “Los bloques de piedra rectangulares, colocados sin argamasa, ajustaban tan perfectamente que no podían introducirse ni la hoja de un cuchillo entre ellos” (Personajes Bíblicos, p. 209).
Werner Keller continua: “Al retirar los escombros llama enseguida la atención la enorme cantidad de astillas de marfil que se encuentra por todas partes…En Samaria el suelo está literalmente sembrado de ellos. Tales hallazgos sólo tienen una explicación: ¡este palacio fue seguramente el célebre “palacio de marfil” del rey Acab! (p. 238).