#130 - 1 Reyes 15-18: "Asa, un rey bueno; Omri, uno malo"

Usted está aquí

#130 - 1 Reyes 15-18

"Asa, un rey bueno; Omri, uno malo"

Descargar
1301reyes-15-18-print (526.94 KB)

Descargar

#130 - 1 Reyes 15-18: "Asa, un rey bueno; Omri, uno malo"

1301reyes-15-18-print (526.94 KB)
×

"En el año veinte de Jeroboam rey de Israel, Asa comenzó a reinar sobre Judá (era bisnieto de David), y reinó 41 años en Jerusalén… hizo lo recto ante los ojos del Eterno, como David su padre. Porque quitó del país a los sodomitas, y quitó todos los ídolos que sus padres habían hecho. También privó a su madre Maaca de ser reina madre, porque había hecho un ídolo de Asera… Sin embargo, los lugares altos no se quitaron. Con todo, el corazón de Asa fue perfecto para con el Eterno toda su vida” (1 Reyes 15:9-14).

Por fin, Dios tenía un rey que le obedeciera. Hasta con la reina madre Asa no hizo acepción de personas y la corrigió también. Luego removió a los sodomitas de su país. Según el diccionario, un sodomita es quien practica “la relación sexual con alguien del mismo sexo". Hoy día se llama esto" homosexualidad" pero recuerden que es el acto que lo hace pecador, no es un ataque contra, la persona misma. La aparición masiva de sodomitas es un claro indicio de la decadencia moral de la sociedad. Este tipo de inmoralidad sexual está incluido entre las 5 razones por el colapso del Imperio Romano. Hoy día lamentablemente vemos el mismo vicio afectando a nuestra cultura.

Al seguir a Dios, Asa sacó estos focos de inmoralidad del país y removió los ídolos, que representaban a las religiones falsas que se habían enraizado. De este modo el pueblo pudo adorar de nuevo al verdadero Dios en forma limpia. En la iglesia tenemos los mismos principios. Los actos homosexuales se castigan con la expulsión de la iglesia y no se permiten imágenes religiosas en la iglesia, ni que las personas se postren ante ellas. Así podemos adorar a Dios “en espíritu y en verdad” (Juan 4:24).

"Asa… mandó a Judá que buscase al Eterno el Dios de sus padres, y pusiese por obra la ley y sus mandamientos" (2 Crónicas 14:4). Como resultado de obedecer a Dios, "había paz en la tierra, y no había guerra contra él en aquellos tiempos; porque el Eterno le había dado paz" (2 Crónicas 14:6). Veremos ahora cuán importante fue obedecer a Dios en estos momentos.

De repente vino contra Judá una inmensa invasión de africanos de "Cus", generalmente identificado con el Sudán o parte de Egipto. "y salió contra ellos Zera etíope con un ejército de un millón de hombres y trescientos carros; y vino hasta Maresa. Y clamó Asa al Eterno su Dios, y dijo: ¡Oh Eterno, para ti no hay diferencia alguna en dar ayuda al poderoso o al que no tiene fuerzas! Ayúdanos, oh Eterno Dios nuestro, porque en ti nos apoyamos, y en tu nombre venimos contra este ejército. Oh Eterno, tú eres nuestro Dios; no prevalezca contra ti el hombre. Y el Eterno deshizo a los etíopes delante de Asa y delante de Judá; y huyeron los etíopes. Y Asa, y el pueblo que con él estaba, los persiguieron hasta Gerar; y cayeron los etíopes hasta no quedar en ellos aliento, porque fueron deshechos delante del Eterno y de su ejército” (2 Crónicas 14:9-13). Se supone que debido a esta gran derrota, el imperio etíope nunca logró recuperarse y los negros de esa región se hundieron hasta convertirse en las tribus insignificantes de hoy día.

Luego le vino a Asa la Palabra de Dios por medio del profeta Azarías para felicitarlo. Son algunas de las palabras más animadoras en la Biblia. Les dijo: “El eterno estará con vosotros, si vosotros estuviereis con él, y si le buscareis, será hallado de vosotros; mas si le dejareis, él también os dejará. Muchos  días ha estado Israel sin verdadero Dios y sin sacerdote que enseñara, y sin ley; pero cuando en su tribulación se convirtieron al Eterno Dios de Israel, y le buscaron, él fue hallado de ellos. En aquellos tiempos no hubo paz, ni para el que entraba ni para el que salía, sino muchas aflicciones sobre todos los habitantes de las tierras. Y una gente destruía a otra y una ciudad a otra ciudad; porque Dios los turbó con toda clase de calamidades. Pero esforzaos vosotros, y no desfallezcan vuestras manos, pues hay recompensa para vuestra obra” (2 Crónicas 15:2-7).

Como consecuencia, el pueblo de Judá se volvió hacia Dios y “prometieron solemnemente que buscaría al Eterno el dios de sus padres, de todo su corazón, y de toda su alma, y que cualquiera que no buscase al Eterno el Dios de Israel, muriese, grande o pequeño, hombre o mujer…Todos los de Judá se alegraron de este juramento; porque de todo su corazón lo juraban, y de toda su voluntad lo buscaban, y fue hallado de ellos; y el Eterno les dio paz por todas partes…y no hubo más guerra hasta los treinta y cinco años del reinado de Asa” (2 Crónicas 15:12-15,19).

A pesar de su actitud religiosa, al final de su largo reinado, Asa cayó en la presunción y cometió dos errores. Uno de ellos fue hacer una alianza con los sirios contra Israel. “Hubo guerra entre Asa y Baasa (nieto de Jeroboam)… todo el tiempo de ambos. Entonces tomando asa toda la plata y el oro que había quedado… los envió a Ben-adad… rey de Siria, el cual residía en Damasco, diciendo: “Haya alianza entre nosotros, como entre mi padre y el tuyo… y rompe tu pacto con Baasa, para que se aparte de mí. Y Ben-adad consintió con el rey Asa, y envió los príncipes de los ejercitos que tenía contra las ciudades de Israel, y conquistó Ijón, Dan, abelbet-maaca, y toda Cineret, con toda la tierra de Neftalí” (1 Reyes 15:16-20).

Al respecto, lo interesante del relato es que en 1992 se encontró un fragmento de unos monumentos donde el rey sirio Ben-adad menciona estas mismas guerras contra Israel. También es la primera mención del rey David fuera de las fuentes relacionadas con la Biblia. A continuación tenemos un artículo que apareció en un diario local:

Importante descubrimiento – 1993

Arqueólogos israelíes han hallado los restos de un monumento de piedra de hace 3000 años en la cual, por primera vez fuera de las Sagradas Escrituras, se menciona al rey David de Jerusalén.

El monumento, que conmemora una victoria militar y en el que pueden leerse con nitidez las palabras Casa de David junto a las de Rey de Israel, se exhibe en el Museo Nacional Israelí.

El testimonio, grabado en una piedra de basalto en lengua aramea data del siglo IX antes de la era cristiana y fue hallado en Tel-Dan por un equipo de arqueólogos encabezado por Abraham Birán, por la Universidad hebrea de Jerusalén.

Los investigadores creen que la inscripción se relaciona con el episodio bíblico que relata en el libro de los Reyes la guerra entre los monarcas Asa de Judea y Baasa de Israel.

Al cercar Baasa a Asa, este último juntó toda la plata y el oro que había quedado en la casa de Jehová, y los tesoros de la casa real y se los envió a Ben-adad, nieto de Hezión, rey de siria residente en Damasco, para que aceptase aliarse con él.

He aquí una foto del fragmento del monumento con su traducción:

Mi padre subió – y mi padre murió y se – antes en la tierra de mi rey y los maté - y dos mil jinetes - el rey de Israel y maté de la casa de David y su tierra – otro – dirigí – sitié.

Mi padre subió – y mi padre murió y se – antes en la tierra de mi rey y los maté - y dos mil jinetes - el rey de Israel y maté de la casa de David y su tierra – otro – dirigí – sitié.

 

Luego de hacer esta alianza con el rey de Siria, “vino el vidente Hananí de Asa rey de Judá, y le dijo: Por cuanto te has apoyado en el rey de Siria, y no te apoyaste en el Eterno tu Dios, por eso el ejército del rey de Siria ha escapado de tus manos. Los etíopes y los libios, ¿no eran un ejército numerosísimo, con carros y  mucha gente de a caballo? Con todo, porque te apoyaste en el Eterno, él los entregó en tus manos. Porque los ojos del Eterno contemplan toda la tierra, para mostrar su poder a favor de los que tienen corazón perfecto para con él. Locamente has hecho esto; porque de aquí en adelante habrá más guerra contra ti. Entonces se enojó Asa contra el vidente y lo echó en la cárcel, porque se encolerizó grandemente a causa de esto. Y oprimió Asa en aquel tiempo a algunos del pueblo… En el año treinta y nueve de su reinado, Asa enfermó gravemente de los pies, y en su enfermedad no buscó al Eterno, sino a los médicos. Y durmió Asa con sus padres, y murió en el año cuarenta y uno de su reinado… Reinó en su lugar Josafat” (2 Crónicas 16:7-13).

Aquí vemos el segundo error de Asa, que al igual que se confió en los sirios en vez de Dios, también no recurrió a Dios para ser sanado, sino buscó a los médicos que en ese entonces usaban la magia. No hay que confundir el término con los que hay hoy día. Menciona la Enciclopedia Internacional Bíblica: “En el Medio Oriente, las enfermedades eran vistas como consecuencias de malos espíritus que afectaban al cuerpo. Por ende, usaban el conjuro de la magia, pociones y hechizos para tratar a las enfermedades. El uso de la magia fue prohibido en Israel y debían considerar a Dios como el autor de la salud y de la sanidad. Eran los únicos en el Medio Oriente que no tenían médicos por muchos siglos después de Moisés” (p. 865).

Añade el Diccionario Ilustrado de la Biblia: “Para el pueblo judío el Eterno es el único Dios, fuente de toda vida, de salud y de enfermedad; por lo anterior tiene poca importancia la medicina empírica, como tampoco la medicina mágica o la hechicería. En la teocracia judía, la medicina estaba en manos de los sacerdotes, y por ello los médicos casi no existían” (p. 413). El grave error de Asa fue no acudir ni a Dios ni a los sacerdotes con conocimientos médicos sin la magia.

Según la descripción de la enfermedad de Asa es probable que fuera la “gota”, que es una hinchazón muy dolorosa de los pies y se extiende hacia arriba. Como duró dos años, probablemente se volvió en gangrena hasta matarlo, Dice el Comentario Exegético: “Antiguamente, los médicos egipcios eran de alta estima en las cortes extranjeras, y quienes fingían expeler  las enfermedades por medio de hechizos, encantos y artes mágicas. La falta de Asa consistía en que confiaba en semejantes médicos, mientras dejaba de suplicar la ayuda y bendición de Dios. Debido a que Asa fue declarado hombre bueno puede suponerse que él también fue restaurado a un estado de espiritualidad mejor” (p. 344).

Por eso en la iglesia existe el ungimiento según Santiago 5:14-15 que es la oración para que Dios esté activamente en la vida del enfermo y supervise su recuperación. Sin embargo, al igual que existían las leyes médicas en Levítico y los sacerdotes eran los expertos, Dios espera que uno haga la parte física, es decir que use la ciencia médica pero no la magia médica para su recuperación y confiar en él.

Mientras que Asa reinaba en Judá, murieron los reyes Baasa, Ela y Zimri de la casa de Israel. El que sigue fue un famoso general, Omri que las naciones vecinas dejaron constancia. Hay tres inscripciones halladas por los arqueólogos con el nombre de Omri, y muestran que fue una persona real e histórica – La Piedra Moabita; el Obelisco Negro de Salmanasar III y una inscripción de Adadnirari, un rey asirio. A pesar de ser un gran militar, “Omri hizo lo malo ante los ojos del Eterno, e hizo peor que todos los que habían reinado antes de él” (1 Reyes 16:25). Permitió que la idolatría fenicia de Baal y Asera se extendiera.

Dice el Atlas de la Biblia: "Aunque sólo reinó siete años, Omri fue el fundador de una dinastía muy capaz...quiso reemprender la política iniciada por Salomón, asegurando la paz y ampliando las relaciones comerciales con los países vecinos. Esto produjo estabilidad y prosperidad. En cuanto a la política exterior, selló su alianza con los fenicios desposando a su hijo Acab con Jezabel, hija del rey de Tiro… Como una prueba más de su nueva orientación política, Omri trasladó la capital a Samaria, que fue construida por arquitectos y albañiles fenicios" (p. 118).

Capitales del Reino del Norte y del Sur

Dice Keller: “La necesidad de establecer una nueva capital bien fortalecida se debe a la primera invasión Asiria un poco al norte. En Asiria está grabada esta incursión del rey Asurnasirpal II: “Desde el río Orontes emprendí la marcha… conquisté las ciudades… hice una gran carnicería entre ellos, destruí, derribé, encendí con fuego. Cogí prisioneros a muchos guerreros. Los hice empalar ante sus ciudades. Establecí en ellas a los asirios… En el gran mar (el Mediterráneo) limpié mis armas”. El rey Omri de Israel tiene un presentimiento… En medio de Samaria, la región de las colinas, adquiere una montaña sobre la cual construye la nueva capital de Israel, fuertemente fortificada. Está seguro de que muy pronto Israel tendrá necesidad de ella” (p. 235).