Más que siervos

Parte 2: Horadados

Nuestra pertenencia a Dios requiere de un compromiso total y voluntario con su camino de vida, a su propósito y al amor que de ellos emana. ¿Estaremos a la altura? Mensaje entregado el 9 de abril de 2022.

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Hace dos semanas atrás vimos que la palabra siervo, en la Biblia, ha venido siendo una traducción no tan exacta debido a la estigmatización del concepto que se ha forjado sobre la esclavitud. Vimos que el 90% de las veces en que se menciona la palabra siervo en las escrituras, en realidad debería decir esclavo. Más exactamente hablando este el griego duolo o dolo, ¿qué significa esclavo? Nos enfocamos en Mateo 25 cuando hablamos de la parábola de los talentos, donde se utiliza seis veces la palabra siervo, o mejor dicho, esclavo. Y maduramos la idea de que nosotros, siendo esclavos de Dios, él espera que durante el tiempo que nos da, es decir, nuestra vida física y con lo que nos ha dado los talentos, según nuestras capacidades, tengamos un desempeño productivo. Es decir, Dios desea que seamos esclavos rentables y no esclavos inútiles. Entonces, tomando la primera entrega, ya hace dos semanas atrás, hoy día vamos a ver la segunda parte que le hemos titulado, Más que Siervos, parte 2, Hora dados, Hora dados con H. Este es un mensaje preparatorio para la recta final, para las fiestas santas de Dios que inician en tan solo unos cuantos días. Entonces, más que Siervos, esta es la parte 2, Hora dados, Hora dados. Ser esclavos de Dios sencillamente no suena muy bien y eso lo sabían muy bien los traductores, por eso lo pusieron Siervos de Dios. Porque esclavos, al mismo tiempo de sonar opresivo y poco feliz, suena limitado, es decir, ser esclavos de Dios ¿para qué? ¿para tener comida, para tener bebida, para tener un techo, para tener vestido? Lo que vimos en la parábola de los talentos fue la importancia de la rentabilidad de los esclavos, de su Señor. Además, hay algo que no nos enfocamos mucho, pero que está ahí, que fue la frase final que recibieron los dos esclavos fieles. La frase es, bien buen esclavo y fiel, sobre poco ha sido fiel, sobre mucho te pondré. Entra en el gozo de tu Señor.

¿Hay algo más?

Perdón.

¿Hay algo más que una esclavitud?

¿Hay algo más allá de lo que venimos hablando? Claro que sí. Claro que sí, hay mucho más, que solamente considerarnos como esclavos.

Esto solamente parte del proceso.

Y vamos a ir viendo, entonces, algunos puntos aquí interesantes. Bajo la premisa de que nadie puede servir a dos señores, de Mateo 6.24, o más bien dicho, nadie puede ser esclavo de dos señores, podemos trazar nuestra vida antes de estar en la iglesia.

En el sentido de de quién nosotros éramos esclavos, lo conversamos la vez pasada. ¿De quién éramos esclavos?

La respuesta no es muy difícil, la respuesta es que éramos esclavos del pecado de Satanás.

En este pauperrimo estado de esclavitud fuimos nosotros comprados por precio, con lo más precioso que pueda existir.

Acompáñeme a la primera escritura que está en primera de Pedro.

Capítulo 1 y versículo 18 al 20.

Primera de Pedro Capítulo 1, versículo 18 al 20. Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra van a manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación, ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros.

Hasta ahí. Al ser rescatados o redemidos significa que hubo un precio que pagar para liberarnos de esta van a manera de vivir.

Es la manera de justificarnos frente al Padre, esta compra, este rescate.

Al ser comprados por Dios, entonces le pertenecemos. Somos sus esclavos. Vamos a leer nuevamente lo que leímos hace dos semanas atrás, que creo que puede encaminarnos un poquito más. Vamos a Romanos 6 nuevamente.

Romanos capítulo 6, versículos 16 al 18. Esto ya lo leímos, pero recuerden estamos con el lente del duelo, ¿no? Ciervo, cierto esclavo. Versículo 16 de Romanos 6.

No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel aquí en obedecéis, sea del pecado para muerte, ahí tenemos una parte, o sea de la obediencia para la justicia. Aquí no hay un punto medio.

Versículo 17, pero gracias a Dios que aunque érais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquella forma de doctrina a la cual fuisteis entregados. Y libertados del precio, vinisteis a ser esclavos de la muerte. Vinisteis a ser esclavos de la justicia, o esclavos de Dios, como hablando de la justicia de Dios.

Así es cuando Dios, perdón, aquí es cuando Dios nos da un tiempo para demostrar nuestra fidelidad hacia él. Es justamente lo que leímos en Mateo 25, con la parábola de los talentos. Es un tiempo para complacerlo, para utilizar lo que nos ha dado, para administrarlo de la mejor manera posible y entonces ser rentable.

Recordemos esa parábola de Mateo 25.

Entonces aquí tenemos esta primera pieza. En la época del Imperio Romano, donde fue escrito los evangelios y las cartas, donde el concepto de esclavitud estaba muy metido en la cultura, era muy normal, muy común. Si un esclavo tenía una buena relación con su dueño y el esclavo era productivo, demostraba rentabilidad, era fiel, lo que podía hacer este esclavo, lo que podía llegar a hacer es ser adoptado por la familia. Adoptado por la familia.

La adopción era algo bastante común en Roma. Incluso esto se ve en algunos emperadores romanos, donde algunos fueron adoptados. No por nada, Pablo utiliza bastante este concepto en su carta a los romanos. Curiosamente, en la carta a los romanos. Vigen aquí, romanos 8. Versículos 15 al 16, un par de hojitas más adelante.

Dice versículo 15 de romanos 8, pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción por el cual clamamos abapadre. El espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios. Abapadre. Abapadre se puede traducir como una manera de expresar, una manera de expresión muy íntima entre un hijo hacia el padre. Podría ser papito o papi. No nos llaman así nuestros hijos en esa relación íntima. El espíritu de adopción que Dios nos redela tiene que ver con esta relación estrecha que se puede formar entre nosotros y Dios. Tiene que ver con esta relación estrecha que se puede formar entre nosotros y Dios, entre sus esclavos y Dios, entre sus hijos y Dios, nosotros y Dios. Recordemos que todo inicia con nuestra esclavitud al pecado. Estamos como viendo esa parte primera también, del cual somos redimidos, somos comprados y somos hechos esclavos de Dios. Y también podemos ser considerados parte de su familia siendo adoptados, es decir, hijos de Dios. Ya aquí suena un poquito más amable la palabra, pero tenemos que considerar la otra también. Y si hijos de Dios, ¿qué más podemos llegar a hacer? Romanos 8-17. Romanos 8-17 estábamos aquí. Y si hijos también herederos, herederos de Dios y coherederos con Cristo, sí es que padecemos juntamente con Él para que juntamente con Él seamos glorificados. En la primera carta de Juan, capítulo 3, nos habla del amor que Dios nos ha tenido para considerarnos hijos de Dios. Y que si bien es cierto que ahora somos hijos de Dios, porque estamos siendo gestados por el Espíritu Santo en nosotros, hemos sido engendrados, estamos en ese proceso, todavía no se ha manifestado lo que hemos de ser.

Nadie ha subido al cielo, nadie le evita, nadie es Espíritu, nadie ha sido salvo todavía. Eso no ha ocurrido. Eso nos habla en primera de Juan 3. 1-2. Lo que todavía no sucede es la formalización de ser hijos de Dios a su semejanza para verlo tal como Él es. Ahí nos dice primera de Juan 3. 1-2. En esos versos. Vamos a ser semejantes. Si hoy día intentáramos ver a Dios, o Él se manifestara como es, nos desintegraríamos inmediatamente. Somos carne y sangre.

Es decir, lo que Dios va a hacer con nosotros es esa relación estrecha íntima donde podamos vernos cara a cara.

Ninguno ha podido hacer esto todavía. Al final del libro de los hebreos, capítulo 11, dice que ninguno ha recibido lo que se le ha sido prometido. Y a nosotros también. Estamos todos esperando que eso suceda. Eso no ha ocurrido todavía.

Entonces, esta es la herencia que Dios nos tiene preparada para todos.

Como menciona Apocalipsis 22.7. El que venciere heredará todas las cosas y yo seré su Dios y Él será mi Hijo. No sé si se acuerdan de ese versículo que vamos a heredar todas las cosas.

En el orden progresivo del plan de Dios que estamos viendo, será bueno ser esclavo de Dios.

Claro que sí.

Claro que es bueno ser esclavo de Dios. Pedro, Pablo, Tito, Timoteo, Santiago, Judas y muchos otros se dicen ser esclavos de Dios o siervos de Dios. Esto no es algo negativo, en ninguna manera. Al contrario, es algo extraordinariamente positivo, esperanzador.

Vamos a Primera de Pedro, capítulo 5. Primera de Pedro, capítulo 5.

Versículos 6 al 7.

Primera de Pedro, capítulo 5. Versículos 6 al 7.

No es esto algo positivo, algo tranquilizador, esperanzador que le pertenecemos a Dios. ¿Quién fue el que creó todo este universo? ¿Qué le pertenecemos a él? Él tiene cuidado de nosotros. Él sabe lo que nos hace falta. Y sobre él podemos echar todas nuestras preocupaciones. Llevado a mi yugo, como nos habla Mateo, mi yugo liviano.

Nos dice Jesús. Mateo, capítulo 6.

Vamos a salir versículo 31 al 33.

Mateo, capítulo 6.

Y versículos 31 al 36.

Perdón, 31 al 33. No os afanéis, pues diciendo, que comeremos, o que beberemos, o que vestiremos. Porque los ángeles buscan todas estas cosas.

Perdón. Porque los gentiles buscan todas estas cosas. Pero vuestro Padre Celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Más, buscar primeramente el reino de Dios y su justicia.

Y que dice después. Y todas estas cosas, o serán añadidas. La pregunta es, ¿se preocupa el esclavo de qué va a comer, de qué va a vestir?

¿Sobre qué te hecho a descansar? No. Porque de eso se encarga su amo.

Y su amo espera. Recordemos que su esclavo sea rentable.

Buscar primeramente el reino de Dios y su justicia es lo que venimos hablando de la vez pasada. Ser rentables para Dios. Es decir, preocuparnos de los negocios de nuestro Padre. Con lo que nos ha dado. Ser rentables. Utilizar lo que nos ha dado para que produzca más. Todo el resto de las necesidades. Nos dice Mateo 16. Nuestro amo y Señor nos las proveerá.

Ya vimos brevemente el orden progresivo de esclavos, aerederos. Hicimos más o menos un proceso progresivo. Esto de ser esclavos, de ser hijos adoptados, de ser engendrados en el Espíritu Santo. De tener este proceso de algo que debe ocurrir al final. No hemos visto que nadie ha experimentado de ser finalmente herederos. Cuando carne y sangre ya dejen de ser nuestra carcasa. Y podamos ser 100% espíritus. Y podamos heredar todas las cosas como nos habla Apocalipsis. Y también hemos visto que Dios es el mejor amo que podemos tener.

Es el mejor amo que existe y a quien le podemos pertenecer. Y con gusto somos sus esclavos. Y que bueno que le pertenecemos. Ahora, con todo lo que hemos puesto en este momento, me gustaría hablar sobre lo que va a suceder este jueves a la Puesta de Sol. Porque la Pascua tiene mucho que ver con todo esto. La Pascua y los Panisiladuras también se toman como un conjunto.

En estas fiestas, estaremos hablando y ya vamos a hablar. En estas fiestas, estaremos hablando y ya se está hablando. Muchos de Israel y su salida de Egipto. Y siempre hablamos de cuando Israel salió de Egipto, cuando el pueblo de Israel salió de la esclavitud de Egipto y se fue al desierto. Tuvo 40 años para llegar luego a la tierra de Canán, a la tierra prometida de sus padres. Entonces, hablamos de la esclavitud a la libertad. Vamos a tomar todo lo que hemos ponido hablando, pero ahora con uno ulente, algo diferente. Aquí podemos ver que de la esclavitud se sale a la libertad. Vemos que de Egipto, de la tierra, se va a la tierra prometida, pasando por el desierto. Podemos hablar del pecado y podemos hablar de la libertad. Eso es algo, una relación, un simbolismo bastante familiar, con el cual todos los años hablamos. Pero podríamos hacer aquí una fórmula interesante, que salimos de la esclavitud y vamos a la esclavitud. Esclavitud. De una esclavitud a otra esclavitud.

Sería lógico pensarlo con lo que hemos venido a hablar hablando. Sí, pero recuerden, depende del dueño. Depende del dueño. Eso es lo que hemos estado viendo.

Si la salida de Israel de Egipto simboliza nuestra liberación del pecado de Egipto, podemos entonces hacer ahora lo que queramos, porque somos libres. Podemos trazar nuestro entendimiento sobre el bien y el mal para vivir, quizás como nuestro corazón lo sienta. Podemos escucharlo y tal vez pensar que vamos a guardar unos cuantos mandamientos, porque los otros no me gustan y son muy antiguos. Vamos a reunirnos el día que nosotros queramos, el día que nuestro corazón lo diga.

¿Somos libres? Claro que sí, somos libres del pecado, pero no de hacer lo que queramos. ¿Cuándo queramos? ¿Con quién queramos? ¿Las veces que queramos? Porque fuimos redimidos con un precio impensable. La sangre de Cristo, la muerte del Hijo de Dios, la muerte del Hijo del Hombro, la muerte de la cimiente que vendría a golpear la cabeza de la serpiente, como nos habla en Génesis 3.15.

Este precio ya lo vimos, 1. Pedro 1. 18. al 20. Una vez que hemos sido comprados, ahora le pertenecemos a Dios. No nos pertenecemos a nosotros mismos. Somos esclavos de Dios, no somos nuestros propios dueños. Ahora, esto no es lo mismo que un siervo. Lo vimos la vez pasada también, las diferencias, porque un siervo que podría ser como un empleado en la actualidad, es libre de marcharse. Su dependencia es parcial, es decir, tiene sus propios recursos y depende 50-50 de los otros recursos de a quien le trabaja. Todo depende de un contrato, de la paga y un siervo hace lo que le piden. Por eso también que su Cristo habla de esa mía extra, hablando de que hay que ser más que siervos. Lo que estamos y día analizando y venimos analizando más que siervos.

La semana pasada me llamó la atención una frase del señor Sabley, que creo que vale la pena. Sabley decía que quizás en este tiempo va a haber personas y las hay cada año que no consideran su pascua por múltiples motivos, por muchas cosas. No hay una preparación, ese día algo pasó, etc. Y él le hacía una pregunta muy, que me llamó mucho la atención. Cuando Cristo esté en su reino, cuando Él venga a tomar la pascua con los apóstoles y con todas las miles de personas resucitadas y las personas físicas en Jerusalén, a celebrar fiesta de pascua, ¿va a faltar a alguien a celebrar esa pascua? Es un pensamiento muy potente. ¿Va a faltar a alguien en ese milenio, en ese mundo del mañana? ¿Llegar a tarde la persona a la ceremonia porque se le olvidó el día?

¿Se le olvidó la hora? Hermanos, no somos siervos, no somos amedias. Somos esclavos de Dios. Y un esclavo es de propiedad exclusiva de su amor. Tiene una dependencia, una obediencia, una sumisión completa. Y un esclavo está siempre pensando en cómo complacer al dueño.

Ahora me gustaría ver este concepto de la esclavitud con un lente dentro del orden civil de la nación de Israel. Y que creo que va a ser bastante llamativo, por lo menos para mí lo fue. Y vamos a ir al exodo. Vamos a ir al libro del exodo capítulo 21.

Exodo capítulo 21. Y vamos a leer versículo 1 y 2.

Exodo capítulo 21 versículos 1 y 2.

Dice, estamos hablando en el contexto de las leyes que se les dio al pueblo de Israel. De hecho, capítulo 20 está los demandamientos. Fíjese aquí, empiezan algunas leyes más civiles, el código, el trabajo y otras en adelante que se van a ir viendo y las fiestas santas de Dios en el 23. Pero notemos aquí algo interesante sobre la relación amo esclavo o amo siervo. Aquí dice, estas son las leyes que les propondrás. Si comprar el siervo hebreo, seis años servirá más al séptimo saldrá libre de Valde. Aquí la palabra siervo se puede traducir como cortesano, criado, servidor, sirviente y esclavo. Es indistinta en el idioma hebreo, algo que no ocurre en el griego, que es un poco más diferente.

Ahora, las leyes civiles en Israel, uno puede dar una mirada a todo lo que como un abogado, las leyes de Israel.

Las leyes civiles en Israel no permitían el enriquecimiento de familias en el tiempo. Hoy día, aquí es lo que ocurre y creo que les comentaba en algún tiempo atrás, una vez se encendí la radio. Y entonces se entregaban ahí el relator un curso, un curso para poder enriquecerse y que esa riqueza se le pasara a la otra familia y a la otra familia y a la otra familia. Era como una especie de curso que daba el burú de la economía de un país X.

Me llamo la atención y cuando uno lo compara con las leyes civiles en Israel que Dios le dio a su pueblo por medio de Moisés, es que no podían enriquecerse como nación por familias porque bueno, estaba el año del jubileo, el año 50, se regresaban los terrenos. Y aquí, fíjense, estamos hablando de los esclavos que también podían ellos adquirir por seis años y el séptimo saldría libre. Por lo tanto, no podría acumularse de estos recursos humanos. Sigamos leyendo el versículo 3 al 6. Esto también es interesante. Si entró solo, solo saldrá. Si tenía mujer, saldrá él y su mujer con él. Si su amo le hubiera dado mujer y ella le diera hijos o hijas, la mujer y sus hijos serán de su amo y él saldrá solo.

Y si el siervo digiere, yo amo a mi Señor, a mi mujer y a mis hijos, no saldré libre, entonces su amo lo llevará ante los jueces y le hará estar junto a la puerta o al poste y su amo le orará, dará a la oreja con lesna y será su siervo para siempre. Es interesante notar que un esclavo era considerado rentable por su desempeño, por su trabajo, por trabajar en la tierra, que siguió y también por la cantidad de hijos que podía dar.

Por eso aquí está la posibilidad de que el dueño le podía dar una mujer para que tuvieran hijos. Y esto de los hijos era hasta hace poco un hecho para atrapar a su hija. Nuestros padres, nuestros abuelos, cuántos hijos tenían? No tenían dos hijos, cinco los que tenían menos, 8, 10, 15, 16, he escuchado yo historias de ustedes, de cantidad de hijos impresionante, y uno apenas está con unos cuantos, no sé cómo, nunca vamos a entender esos tiempos.

¿Por qué el esclavo se le da la opción de elegir no ser libre? Es decir, si el esclavo quiere quedarse, quédese. Y viene ahí entonces como algo interesante, que es lo que estamos aquí empezando a madurar. Vemos que el dueño no se lo impone, no le dice con un látigo, con un látigo tú te quedas aquí porque yo te di comida, te di techo, te di esto, así que te quedas aquí porque yo soy tu dueño, no.

Dios tenía esta manera de equilibrar la economía, de equilibrar un país en este sentido. Obviamente eran corrompibles todas estas leyes que después se transformaron en otras cosas, pero estos son los principios por los cuales se regía la nación de Israel. No era una clavitud a la fuerza. No es como lo conceptualizamos hoy. Y es de mucha utilidad insertar a este versículo algo interesante que viene desde el punto de vista del esclavo.

Y lo podemos encontrar en Deuteronomio, capítulo 15. Vamos a Deuteronomio, donde nos habla nuevamente de esta segunda ley o de la repetición de la ley a los hijos del desierto y nos vuelve a hablar sobre estas leyes. Aquí hay algo interesante que lo complementan de Deuteronomio, capítulo 15 y versículo 16 y 17. Versículo 16 y 17, hablando del esclavo. Si él te digiere, no te dejaré porque te ama a ti y a tu casa y porque le va bien contigo, eso no está en lo que vimos recién en Éxodo.

De ahí se entonces, entonces tomarás una lesna y orarás su oreja contra la puerta y será tu siervo para siempre. Así también harás a tu criada. ¿Qué podemos preguntar con esto? ¿Cómo empezamos a aplicarlo a nosotros? Con una pregunta tan simple como ¿Cómo nos ha ido con nuestro amo y señor? ¿Le amamos a él y a su casa? ¿Ya nos hemos oradado nuestra oreja en señal de haber confirmado el pacto que hemos hecho con él para siempre?

Traje algo aquí ilustrativo que nos puede ayudar a entender y a imaginarnos lo que está pasando. Es una hoja que está ahora dada con varios agujeros. Me faltan unos pocos que los voy a hacer ahora. No son mucho los que faltaban.

Ahí está, completo.

Ya entendimos que somos sus esclavos, que debemos ser rentables, que fuimos adoptados como sus hijos y que recibiremos la herencia de todas las cosas. ¿Ya entendido todo eso? En Pascua, nosotros recordamos que nos hemos oradado voluntariamente las orejas. ¿Por qué nos ha ido bien? ¿Por qué nos ha ido bien?

Aquí hay una cantidad de perforaciones y son la cantidad de agujeros de las personas que tenemos que tomar Pascua este año. Y espero que todos estemos estos jueves en Pascua. Curiosamente, sin ponerse de acuerdo, algunos de ustedes me hicieron un comentario muy similar en referencia a una persona que hoy día se le está dando una oportunidad para que empiece como a regresar a la iglesia. Tiene una buena disposición.

Y por ahí, un par de personas me dijeron que había que darle la oportunidad. Y me dijeron porque yo vengo de ahí. Y eso me causó algo ahí que les comparto. ¿De dónde venimos? ¿De dónde venían estas personas? Bueno, de la esclavitud al pecado. Todos venimos de aquí. Todos venimos de aquí. Pero Dios nos ha comprado a todos. Dios nos ha comprado a todos.

Envió a su hijo para morir por toda la humanidad. No por los judíos, no por los intelectuales y eruditos, no por los iluminados secretos o por los predestinados con nombre y apellido, sino por todos. El deseo de Dios, como dice Segunda de Pedro 3.9, ¿cuál es? Que nadie se pierda. Y que todos procedan al arrepentimiento. Eso es páscoa. Eso es lo que viene ahora.

Pero todo esto está a sujeto a que voluntariamente nos orademos nuestras orejas y que nos mantengamos fielmente complaciendo su voluntad. Eso es lo que vemos a recordar este jueves. Por eso, mis hermanos, somos más que siervos. Somos esclavos de Dios. Y si somos esclavos, también somos hijos. Somos hijos adoptados. También somos herederos. Con todo esto, yo espero de corazón que todo lo que hemos visto hasta este punto nos sirva para poder todos tomar una páscua en paz.

En paz con nosotros mismos. En paz con nuestros hermanos. En paz con Dios. Todavía estamos a tiempo de disponer tiempo para la oración, para ayunar, para estudiar, para meditar, para pedir consejería. Todavía estamos a tiempo de perdonar. Todavía estamos a tiempo de buscar al hermano para que a solas le manifestemos que estamos ofendidos y tristes por algo. Vamos aquí. No lo tenían mente, pero vamos a Mateo 18-15.

Algunas veces el cómo viene páscua viene, como Dios la ha manifestado y a través de los mensajes y de lo que hablamos en la Iglesia. Este año creo que es una páscua especial por toda la pandemia y todo esto. Y algunas veces el enfoque fuerte está aquí, en esto del perdón, que Dios nos perdona y que nos pide que nosotros perderemos el resto.

Y aquí hay una mecánica, una dinámica para que nosotros podamos resolver nuestras diferencias cuando estamos ofendidos. Y dice a Mateo 18-15, por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y reprende el estando tú y él solos, si te oyere, has ganado a tu hermano. Hay todo un procedimiento que viene después, pero el punto es y la pregunta es ¿Quién se acerca al hermano para ganárselo? Aquí dice muy claro, si algún hermano peca contra ti, es decir, si yo estoy ofendido, la persona ofendida es la que se debe acercar al hermano.

Hay veces en que no sabemos que ofendemos, pero agradecemos que nos digan ¿Sabe qué? Lo que dijo me ofendió. Perdón, me no fue mi intención. Comercemos, aclaremos el punto. Disculpe, me no fue mi intención. ¿Se acabó? ¿Alguna vez en que podemos llegar a ofender? ¡Adrede! Y hay que empezar a lidiar con esas cosas. Ya tendríamos que haber hecho gran parte de esto a estas alturas, pero todavía hay tiempo. Todavía hay tiempo de tener el ánimo de ganar a nuestros hermanos y de no que pase páscoa, traspáscoa y que da y quede y que la mure se junte debajo de la alfombra.

Eso no es lo que nos dice la escritura. Por favor, no se vale un mensajito en WhatsApp para pedirme disculpas. Seamos un poquito más cercanos. Seamos un poquito más cercanos esta vez. La lucha no es fácil, pero recordemos a quién le pertenecemos. No estamos complaciéndonos a nosotros mismos. ¿A quién le pertenecemos? Estamos complaciendo a nuestro Dios, a nuestro dueño, porque somos sus esclavos. Y recuerden, si somos esclavos, también somos sus hijos, que somos adoptados. Somos considerados dentro de su familia y podemos llegar a ser incluso los herederos. Y coherederos con Cristo. ¿Es bueno ser esclavo de Dios?

Vamos a concluir. Vamos a Romanos 8. Romanos 8.

Romanos 8. 21 al 23. Dice, Porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de la corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que toda la creación gime a una, y aún está con dolores de parto hasta ahora. Y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del espíritu. Nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo.

El plan de Dios nos conduce a una libertad gloriosa.

Pero no es un libertinaje. Ojo con eso. El plan de Dios nos conduce a una libertad gloriosa. Libertad de todo lo que hoy nos pesa.

¿Qué nos pesa tanto? Con lo cual luchamos. Con lo cual nos arrastramos algunas veces y llegamos a la Pascua muy cansados y fatigados. Y decimos, por fin llegó la Pascua. ¡Va a sacarme todo esto que tengo en el año! Vamos aquí a otra escritura, en Hebreos, que no la tengo considerada, pero la agregamos rápido. Me apoyen arriba. Hebreos 12.

¿Qué es lo que nos pesa? ¿Qué es lo que nos amarra algunas veces?

Hebreos 12.1. Por tanto, nosotros también teniendo en derrador nuestro tan grande nube de testigos despojémonos de todo peso y del pecado que nos acedia y corramos con paciencia en la carrera que tenemos por delante. Puesto los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de Él sufrió la cruz, menospreciando lo propio y se sentó a la diestra del trono de Dios. La lucha es difícil, la lucha es dura, la lucha es pesada, pero no tiene aquí lo que dice de Cristo.

El cual por el gozo puesto delante de Él, justamente es lo que nosotros tenemos que tener, ese gozo delante de nosotros. Eso de ser esclavos, de ser hijos, de ser adoptados, de ser herederos y coherederos con Cristo. ¿No es acaso un gozo para sentir, para avanzar hacia delante dejando todo de lado? Si somos esclavos del pecado, vamos a tener maldiciones. Si somos esclavos de Dios, vamos a tener bendiciones. Si somos esclavos del pecado, vamos a estar en rebelión con Dios y Su ley. Evidentemente va a haber una rebelión con Dios y Su ley. Si somos esclavos de Dios, vamos a tener una vida de santidad y de justicia. Si somos esclavos del pecado, vamos a tener una vida de vergüenza. Si somos esclavos de Dios, vamos a tener una vida de gozo, de alegría. Si somos esclavos del pecado, tenemos una vida de sufrimiento y opresión. Si somos esclavos de Dios, tendremos esta verdadera libertad o libertad gloriosa que nos habla aquí romanos. Si somos esclavos del pecado, vamos a tener una muerte, una muerte eterna. Y si somos esclavos de Dios, podemos llegar a tener una vida, una vida eterna. Si siendo esclavos de Dios, podemos llegar a ser herederos. Entonces, ser esclavos de Dios es algo muy bueno. Por lo tanto, recordemos que hemos decidido oradarnos la oreja aquí, que tengo esta pieza, por la cual hice todos estos agujeros. Recordemos esto. Recordemos este papel. Recordemos nuestros agujeros. No voy a ser más porque estábamos justos. Recordemos nuestros agujeros, nuestras orejas. Recordemos quién es nuestro dueño, a quién tenemos que complacer cada día y sobre todo en esta pascua que viene, cuando renovamos el pacto con nuestro amor. Recordemos todo esto y que ninguna oreja oradada falte en esta pascua. Buenas tardes a todos.

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Pastor para la República Mexicana. Junto a su esposa y sus tres hijos, viven en la Ciudad de México. Sirve de tiempo completo a las congregaciones del país, y produce y administra contenido para los medios digitales de la iglesia.