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Una de las grandes batallas que ha, lamentablemente, sido influenciada, o el concepto que ha sido influenciado en el hombre, es el tema limítrofe, el tema de las tierras. Muchas veces aquí, México, sin hablar mucho de la historia, tuvo todo un problema con el norte, con las tierras que se vendieron, que se entregaron, que se batallaron. Hay un problema limítrofe bastante grande, no muchos años atrás. También en mi país tuvimos batallas limítrofes, la que ya batalla del Pacífico, con el norte, con Perú, entre Tacna y Arica, también para ver hacia dónde quedaba esta localidad, que era para el otro, dentro de qué país quedaba. Siguiendo habiendo algunas peleas, algunas guerras en la actualidad. De nuevo, no sé si han escuchado que el país de Chile está teniendo problemas ahora con Bolivia, que quiere salir al mar, se dice que puede ser Brasil, que está interesado en una salida al Pacífico, así se ahorra toda la vuelta del Atlántico para entrar al Pacífico, puede ser Perú también, que tenga algunos intereses, pero siguen habiendo problemas limítrofes entre los países, y también ni hablar del Medio Oriente, ni hablar de la Tierra Santa, Jerusalén, Palestina, toda la cantidad de problemas que han sido llevados hasta el día de hoy por un pedazo de tierra, por un dominio, por un terreno. Sin embargo, la raíz del problema de los dominios, lo que si vamos al comienzo de este problema de los dominios, comenzó mucho tiempo atrás, muchos años, cientos de miles de años atrás, problemas que nosotros mismos como seres humanos forjamos, nosotros mismos comenzamos con un problema de dominio, con un problema de jurisdicción, si lo quisiéramos decir también. Entonces, vamos a repasar la historia del hombre en la Tierra, la historia del hombre en la Biblioconal Relación con Dios, para comprender el gran problema que se forjó mucho tiempo atrás, y que hoy día está siendo resuelto de una manera bastante maravillosa, muy, muy increíble.
Muchas personas dicen no creer en Dios, porque uno lee una noticia, uno lee el periódico, uno ve la televisión, y lo único que se ve son problemas, sufrimientos, y la persona que no cree en Dios dice, bueno, si existiera un Dios, no existiría tanto problema, tanto sufrimiento, tanta hambre, gente que muere de hambre. Dios ya habría resuelto tantos problemas, no habría ni siquiera guerras. Si Dios es amor, ¿cómo es posible que existan tantos problemas en el mundo? Vamos entonces a la raísima, acompañan a la primera escritura, aquí en Salmos 8, es un capítulo que se lee también el Nuevo Testamento que vamos a leer después. Aquí en Salmos 8 vamos a comenzar en el versículo 4, es un himno también que nosotros entonamos algunas veces los sábados. Salmos 8, vamos a ver la raíz de los problemas que tiene que ver con el dominio. Salmos 8 y vamos a comenzar en el versículo 4. Digo que es el hombre para que te tengas de él memoria y el hijo del hombre para que lo visites. Le has hecho poco menor que los ángeles y lo coronaste de gloria y de honra. Le hiciste señorear sobre las obras de tus manos. Todo lo pusiste debajo de sus pies, ovejas y bueyes, todo ello y asimismo las bestias del campo, las aves de los cielos y los peces del mar, todo cuanto pasa por los senderos del mar, o eterno, Señor Nuestro, ¿cuán grande es tu nombre en toda la tierra? Hay entonces del versículo 4 al 9 hablando de algo que se le entregó al hombre. La palabra clave en el versículo 6 le dice, le hiciste señorear sobre las obras de tus manos. Le hiciste señorear, es decir, iba a tener a cargo lo que dice aquí las obras de las manos de Dios. Entonces estos versículos hacen referencia a un momento grandioso, maravilloso, en la historia del hombre sobre la tierra, sobre los seres humanos. Este nos dio la facultad de enseñorear sobre las obras de Dios, de administrar la tierra. Vayamos antes aquí al comienzo en Génesis 1 y versículo 26 para seguir viendo el mismo tema. Así que se nos entregó en un comienzo. Génesis 1, versículo 26. Entonces dijo Dios, hagamos al hombre a nuestra imagen conforme a nuestra semejanza y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. Y creo Dios al hombre a su imagen. Hay imagen de Dios lo creo. Barón y hembra los creó. Y los bendijo Dios y les dijo fructificad y multiplicados. Llenad la tierra y sojuzgadla y señoread en los peces del mar, las aves de los cielos y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra. Qué gran responsabilidad se le entregó al hombre. Ahí está toda la tierra, ahí están todas las bestias, las aves, todos los animales están a cargo tuyo, a cargo del hombre. Todas estas obras de Dios, las maravillosas obras de Dios estaban en nuestras manos, a nuestra disposición bajo nuestros pies podríamos decir. Recordemos que no era un mundo violento con dinosaurios que se comían a los seres humanos, nunca el hombre convidió con los dinosaurios. Ese es completamente otro tema entre Génesis 1 y 1, 1 y 1, 2. Si no que era un lugar maravilloso para vivir, maravilloso para vivir para el hombre. Y ahí entonces se le entregó, como podríamos decir, las llaves. Ahí está la casa, cuídala. Ahí está el carro, ahí está las llaves, cuídalo. Era un mundo bueno, era un mundo ideal, pacífico. Y por qué el hombre recibió este dominio?
Porque el hombre recibió esta administración. Bueno, como leíamos unos versículos antes, somos hecho a su imagen y semejanza. Somos hijos de Dios. Y Dios quiso compartir de un principio las obras de sus manos con sus hijos. Por eso recibimos esta administración. Por eso recibimos esta tremenda responsabilidad. Él desea compartir sus obras con nosotros. Y lo hizo de un comienzo. Y es más, lo va a hacer a pesar de todo lo que haya pasado y de lo que esté pasando y de lo que vaya a pasar.
Todo es de Dios, como se decía en la oración del comienzo. Todo es tuyo, todo es de Dios. Todo, absolutamente todo. Incluso nosotros mismos somos de Dios. Somos su creación. Dios nos encomendó este dominio. Ahí está la tierra, ahí están los animales. Sojuzgadlo. Señorea sobre la tierra. Pero él sigue siendo el dueño. Todavía es el todo. De él es todo. Él sigue siendo el dueño de este dominio. Sin embargo, se nos dijo, administra esto. Aquí vemos un claro ejemplo. En Efecios 1, uno de los tantos que nos habla. En Efecios capítulo 1 y versículo 15. Recuerden, Dios es dueño de todo y nos entregó una partecita para que nosotros la administremos. Efecios 1, versículo 15.
Por esta causa también yo, habiendo oído de vuestra fe en el Señor Jesús y de vuestro amor para con todos los santos, no sé eso de dar gracias por vosotros, haciendo memoria de vosotros en mis oraciones, para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de Gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de Él. Aquí hablando de una congregación que había recibido entonces la fe del Señor Jesús. Y en el versículo 20, hablando de la grandeza del poder de la autoridad inmensa de Dios, dice, la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales, sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también en el venidero. La grandeza del poder de Dios, este es uno de los ejemplos de ese poder que Dios tiene y que todo es de Él. Hay otros ejemplos de eso. Yo sé que todos tenemos, conocemos que Dios es el dueño de todo, incluso Él está bajo el control de todo. Se recuerda también el relato de Job, en los primeros dos capítulos, cuando Satanás habla con Dios y hablan de Job, Dios siempre le pone un límite, le dice, hasta aquí. Y Satanás no puede seguir más allá, incluso Satanás está limitado a lo que Dios le diga o le permita. Entonces Dios tiene el control de todo y es dueño de todo, es su creación.
Y hablando de Satanás, siguiendo con la historia de Génesis, se nos había entregado a un dominio, una responsabilidad. Y entonces aquí viene este lamentable suceso. Empieza el problema. Entra en escena un ser malvado, un ser que nos engaña y podríamos decir que le dijo al hombre o nos dijo a nosotros como seres humanos, puedes hacer un mejor trabajo en la tierra. Tú estás a cargo del dominio, ¿no? De la tierra, bueno, puedes hacer un mejor trabajo. Puedes hacer como Dios, puedes ser como Dios.
Y puedes hacerlo comiendo del árbol, del fruto de la ciencia, del bien y del mal. Justamente lo que Dios le dijo al hombre que nos hiciera.
Dios nos dio la autoridad y debíamos ser responsables considerando que habían ciertas reglas.
En el ejemplo de la casa o de un auto, bueno, ahí está la llave de la casa, pero tienes que hacer esto, esto y esto. Había entonces que hacer o cumplir ciertas reglas para que esa administración resulte bien. Pero lo único que teníamos que hacer era hacerle caso a Dios. Pero lamentablemente Satanás le dijo al hombre no moriréis. Y entró entonces esa mentira, la primera gran mentira en el hombre.
Nosotros comimos del fruto de ese árbol pensando que íbamos a ser mejores, porque era atractivo, era codiciable, era un fruto de la gente.
Y pensamos que íbamos a ser mejores, pero resultó todo lo contrario. Aquí viene un quiebre y una gran diferencia entre el antes y el después. Satanás, que tiene toda nuestra historia antes del ser humano, con su rebelión, con su golpe de Estado, con los ángeles, que fueron expulsados.
Hay toda una historia detrás, pero no es el tema tampoco el día de hoy, sino que lo que importa es que le hicimos caso a Satanás en vez de a Dios. Dios nos dijo, ahí está el dominio, ahí está las llaves, cuídalo, protégelo. Pero lo único que tenéis que hacer es no comer el fruto de este árbol. Vino a Satanás y dijo, mira, puede ser mejor, pero os vas a comer y aquí está la fruta y va a ser mejor. No le hicimos caso a Dios, le hicimos caso a Satanás. Rompimos las reglas. Y el dominio que teníamos, ya estoy hablando en pasado, el dominio que Dios, Padre, nos entregó con su Hijo, al hacer caso a otro Dios con minúscula. ¿Qué pasó ahí? Perdimos autoridad. Perdimos el dominio. El título del mensaje de hoy es acerca de los dominios. Perdimos el dominio. Ya no estábamos más a cargo de, así abiertamente, como Dios lo expresó en un comienzo. Perdimos esa autoridad y se la entregamos al Dios de este mundo. Al Dios de este mundo. Dios con minúscula. Satanás, el diablo, es el verdadero príncipe de este mundo. Juan nos dice que el mundo entero está bajo el maligno. Apocalipsis 12 nos dice que el mundo entero está en ese engaño. Como perdimos el dominio, perdimos esa autoridad. Lo hicimos mal. Dios nos sacó del huerto del edén y desde entonces la vida del hombre en la tierra ha sido muy, muy difícil. Basta con darle una mirada al mundo, como decíamos en las noticias, o en la política, o en el mundo del entretenimiento. Y sacaríamos conclusiones de que en realidad el mundo no está siendo guiado por Dios Padre, sino que por un Dios con minúscula, que es el Dios de este mundo. Entonces, aquí hay tres conceptos que entran en juego desde aquí en adelante. Primero, Satanás, en la historia del hombre sobre la tierra. Luego, el pecado. Entra el pecado en el hombre y por consecuencia, la muerte.
Satanás hizo engaño. Entra el pecado, que es no guardar la ley, la ley de Dios, no comer del árbol, comir del árbol. Entonces, entró el pecado y entonces en consecuencia entra la muerte en el ser humano. Fíjense aquí en Primera Yacorintios 15. Por un hombre, dice aquí la escritura, por un hombre, entró la muerte.
Y en lo que estamos hablando aquí, Primera Yacorintios 15 es el capítulo de las resurrecciones. Vamos a estar leyendo un poco también de aquí. Primera Yacorintios, capítulo 15, versículo 21. Recuerden, Satanás, pecado, muerte. Los tres conceptos que entran ahora en la historia del hombre. Primera Yacorintios 15, versículo 21. Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre, la resurrección de los muertos.
Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados. Y aquí estamos hablando por ahora de esa muerte que entró por medio de ese hombre, de Adán. Quien engaña el mundo entero nos engañó desde un principio con mentiras para no obedecer a Dios, cometiendo ese pecado. Y la paga de ese pecado fue la muerte. O es la muerte. Desde entonces, desde entonces que somos esclavos. El reino del imperio de la muerte está en este mundo. Tenemos cadenas que nos pesan, que arrastramos sin darnos cuenta de que como dice Pablo, que somos hijos por naturaleza, somos hijos de la ira.
En su enespecio es dos, tres hijos de la ira. Por naturaleza somos físicos y tendemos así. Estamos sujetos a servidumbre. En nosotros gobierna un dominio de muerte del que somos esclavos. Y el dueño de ese imperio de la muerte es Satanás. Él es el dueño de ese imperio de la muerte. Y hablando de la muerte y su antónimo, que es la muerte de la muerte, y su antónimo, que es vivir por siempre.
Fíjense, volviendo aquí a Genesis 3, Dios quería que viviéramos para siempre. De un comienzo, en Genesis 3, 22, alguna vez leemos este versículo, pero no nos detenemos en pensar que en Genesis 3, 22, nos dice y dijo el Eterno Dios, «Ei, aquí el hombre es como uno de nosotros sabiendo el bien y el mal. Ahora pues, que no alargue su mano y tome también del árbol de la vida, y coma y viva para siempre.
La oportunidad de vivir para siempre estaba de un comienzo. Ahí estaba la oportunidad. De hecho, este árbol de la vida es el mismo que se habla en Apocalipsis, al final de la historia del hombre sobre la tierra y la relación con Dios. Es el mismo árbol, pero el punto es que de un comienzo se nos había dado esa oportunidad. ¿Y qué sucedió? La rechazamos. Hicimos todo lo opuesto, todo lo contrario. Desobedecimos. Y entonces entra el pecado y la muerte.
Entró ese imperio de la muerte. Perdimos el dominio que Dios nos había dado, y nos lo arrebató este gran estafador que nos mintió. Este gran estafador, el padre de mentira, por eso se le llama el padre de la mentira también, él no quería que llegásemos a ser como Dios a la manera de Dios.
Esa oportunidad estaba de un principio. Él quería que lo hiciéramos rápido, rapidito, que no tuviéramos ese proceso, que hoy día muchos de nosotros estamos viviendo. Entonces tenemos todo este gran lío, este gran problema. Teníamos el dominio, teníamos un mundo pacífico, animales que hasta se nos dio la oportunidad de nombrar. Recuerden que Adán nombró a cada uno de los animales. Estaba administrando ese mundo hasta que entonces llegó Satanás.
Entró el pecado con ese engaño y entró la muerte. ¿Cómo se arregla esto? ¿Cómo arreglamos este gran problema? ¿Que no lo inició Dios? Por eso estaba aquí la respuesta de que la gente dice si Dios fuese tan amoroso no habría tanto problema. Bueno, pero espérate, que el problema lo provocamos nosotros. No fue Dios.
Él jugó bastante limpio y nos entregó todos nuestras manos. Pero nosotros fallamos. Nosotros fallamos. Entonces ¿qué hacemos ahora? ¿Quién podrá salvarnos? decía ahí el chapulín colorado. O todavía dice por ahí en la televisión que dimos cuando niños allá en Chile también. ¿Quién podrá ayudarnos? No es el chapulín colorado. Recuerden que Dios tiene el control de todo. Absolutamente de todo. Y ha planificado su plan desde antes que el mundo existiera.
Desde antes. Y así como cuando el hombre falló, recuerdan que hubieron las tres sentencias. Para la serpiente, para la mujer y para el hombre. Y aquí en esta sentencia también está la solución. Que Dios entrega por medio de aquí la Biblia. Genesis 3.15, que es un versículo muy, muy interesante, revelador, profético, esperanzador. Genesis 3.15, aquí hablando de lo que le iba a suceder a la serpiente. Dice, y pondré en amistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya.
Esta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar. Algunas veces es un poco extraño leerlo, pero por ejemplo aquí tengo una versión de Dios nos habla hoy, y dice, haré que tú, hablándola la serpiente, y la mujer sean enemigas. Lo mismo que tu descendencia, y su descendencia. Su descendencia te aplastará la cabeza, y tú le morderás el talón.
La serpiente no puede trepar un cuerpo y puede morder el talón. Entonces dijo que le iba a morder el talón a la descendencia de la mujer, pero esta misma descendencia le va a pegar un golpe en la cabeza. ¿Cuál es el punto de debil de una serpiente? La cabeza. Un solo golpe y hasta ahí no más llegó la serpiente. No podemos cortar la cola, pero no va a morir. La descendencia de la mujer le daría el golpe maestro a Satanás en la cabeza, no sin antes haber recibido esta mordida en el talón, que es el calcañar.
Fíjense aquí, en Génesis 3.15, Dios en este momento, en este punto al comienzo de la Biblia, que algunas religiones dicen que es solamente faula, pero aquí en Génesis 3.15, en un comienzo, profetizó que la cabeza de la serpiente sería aplastada. O sea, tu serpiente en algún punto, hasta ahí no más vas a llegar.
Y este golpe no lo daría la descendencia de la mujer con el gran poder que desearíamos humanamente que fuera, porque claro, es Satanás, aquí hablándole a Satanás, que es la simiente de la mujer.
Si no, no sé, aquí el desarrollo completo de la descendencia de la mujer es lo que sucedió también con Cristo. La descendencia de la mujer a través de los años, en la historia aquí, hablándole a la descendencia que, por eso se le dice, hijo de hombre también a Jesucristo. Jesucristo se hizo hombre, fue una descendencia de una mujer. No fue con su autoridad divina y máximo poder que tenía para derrocar a la serpiente. Él se hizo un siervo, y desde ahí entonces comenzaría esas batallas.
Pero Dios aquí entonces, en la profecía, no es que la serpiente sería aplastada por una persona o por un tremendo poder sobre ella, sino que sería la descendencia de la mujer. Entonces, ¿se imaginan que los que quizás pensó Satanás en ese momento? ¡Ah! Me van a mandar estos pobres hombrecitos que aquí yo puedo engañar. Y en realidad quizás pensó que no iba a tener ningún problema. Que no iba a tener ningún problema y que él podía seguir engañando al hombre, porque de esa simiente iba a salir entonces este golpe de la simiente de la mujer, que sería un ser humano.
¿Cómo iba a ser posible que un simple hombre pudiera derrotar a Satanás? Si lo leemos así tal cual, como lo vemos acá. ¿Cómo iba a ser posible que un simple hombre pudiera derrotar a Satanás? Lo que sucede es que no era un simple hombre. Veamos aquí Nisaías 9. ¿No iba a ser un simple hombre? En Nisaías 9. Una de las profecías mesiánicas respecto a la avenida de Jesucristo sobre la Tierra. Muy interesante aquí cómo habla. En el versículo 6, Nisaías 9. Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado. Y el principado sobre su hombro. Hasta ahí podríamos decir que podría ser un hombre que venía con una autoridad o algo así.
Pero fíjense los cinco títulos que se le da a este niño. Se llamará su nombre admirable, consejero, Dios fuerte, padre eterno, príncipe de paz. ¿No es un simple hombre? Versículo 7. Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndole y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre, el celo del eterno de los ejércitos hará esto.
Tremenda profecía para el tiempo de Isaías de que vendría este Mesías, que no sería cualquier hombre, que vendría una autoridad. Si limité, lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndole y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre, no era cualquier persona. Cinco títulos. Incluso se le llama a padre eterno. Recuerden que Jesucristo estaba al comienzo de la creación. Él también funciona algunas veces como padre en las escrituras, muy poquitas veces, pero se le dice padre también.
Al verbo, al logos o a la parte activa de la familia de Dios, Dios Padre y Dios El Hijo. Cinco títulos de que no sería cualquier hombre y que comenzaría a derrotar a Satanás como un simple hombre. Como un simple hombre. Y sería un imperio que no tendría límite. Un imperio que no tendría límite. Filipenses 2. Filipenses capítulo 2 y versículo 5.
Filipenses capítulo 2 y versículo 5. Este simple hombre no era un simple hombre, pero aquí vemos algo que es muy importante y que es muy asombroso. Versículo 5 de Filipenses 2. Hay a poes en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús. El cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, como mando forma de siervo hecho semejante a los hombres. Y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte y muerte de cruz.
Por lo cual, Dios también le exaltó hasta lo sumo y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en el cielo y en la tierra y debajo de la tierra. Y toda lengua confiense que Jesucristo es el Señor para la gloria de Dios Padre. Aquí vemos este simple hombre entre comillas ya, que no sería un simple hombre, sería Dios en la carne. La diferencia es que, aquí dice, se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo hecho semejante a los hombres.
Cristo comenzó a derrotar a Satanás como un simple siervo, como un simple siervo, y de su divinidad, como lo vemos aquí en el Filipeces, ¿se acuerdan bien cuando Cristo es tentado en el desierto? ¿Qué su Cristo podría haber hecho muchas cosas divinas y maravillosas? Y el que hizo ayuno y oración, lo que hacemos todos nosotros. Esas tres tentaciones que vemos ahí en Mateo 4, que Satanás le entrega a Dios, esas tres tentaciones, pero aquí Dios en la carne despojado de su divinidad podría haber hecho algo bastante maravilloso de decirle, ya, hago esto, esto y sacaó la cosa.
Pero, que su Cristo actuó igual que uno de nosotros, con ayuno y con oración, y le rindió culto al único creador digno de toda gloria y honra, Dios. Y Satanás le dijo, si me alabas a mí, entonces te voy a dar tal cosa. Pero Cristo resistió a la tentación y Satanás huyó. Es lo mismo que nosotros hacemos cuando podemos resistir a una tentación, acercarnos a Dios y Satanás va a huir de nosotros, porque ya vas a ver que no puede hacernos nada.
Además de la tentación de Cristo, Dios en la carne, Él también padeció todo tipo de sufrimientos, todo tipo de sufrimientos, tantos físicos como espirituales. No sé si alguien ha llorado, ha derramado lágrimas de sangre, de ese sufrimiento. Yo creo que ninguno aquí ha llegado algo así. Cristo sí lo hizo. Se sintió tremendamente solo. ¿Alguien se ha sentido solo? Bueno, ¿recuerden las palabras de Jesús que están aquí en Narameo? Elí, elí, la masa, Bactányi. Dios mío, ¿por qué me has desamparado? El Padre y Cristo se sentía solo.
Y Cristo, bueno, ahí también podemos relatar todo lo que Cristo sufrió. Es todo un tema también que viene ahora con la Pascua, que vamos a estar tocando poco a poco. Y murió. Cristo murió y obedeció hasta el último segundo de su vida. Hasta el último suspiro Él obedeció la voluntad del Padre, no su voluntad, la voluntad del Padre, de quien lo envió cargando con todo el pecado de la humanidad. Aquella vez. Todo el pecado de la humanidad que se forjó de Adán cuando entró el pecado y la muerte, Cristo entonces cargó con todo ese pecado. Fíjense aquí en Hebreos 2.
Hebreos capítulo 2 y versículo 6.
Esto es lo mismo que leímos en Salmos, retomando ahora el hilo del Aldominio que se le había dado al hombre, que vimos en Génesis. Aquí Hebreos 2, en versículo 6, por eso dice, comienza, dice, pero alguien testificó en cierto lugar diciendo, aquí está hablando de Salmos 8, el que acabamos de leer, pero alguien testificó en cierto lugar diciendo, ¿qué es el hombre para que te acuerdes de él o el hijo del hombre para que le visites?
Le hiciste un poco menor que los ángeles, le coronaste de gloria y de honra y le pusiste sobre las obras de tus manos. Ahí está el dominio. Esa autoridad que nos dio Dios al crearnos. Todo lo sujetaste bajo sus pies, porque en cuanto le sujetó todas las cosas, nada dejó que no sea sujeto a él, pero todavía no vemos que todas las cosas le sean sujetas.
Todavía faltan cosas, todavía no vemos. El hombre de hoy en realidad no tiene el verdadero dominio. No tiene el verdadero dominio. Como hemos visto, lo perdimos y piensa que puede delimitar países, que puede tener guerras, que los gobernantes se levantan y con fuerza arrasan a las ciudades, se matan a la gente. Entonces, este es mío, esto es tuyo, se las reparten. Todo el gran problema del Medio Oriente es por el problema que también hubo en las guerras mundiales.
Esto de haber dividido la tierra a su manera, a su propio beneficio, y ahora hay muchas dialectos y culturas que no se juntan con nada. Entonces el hombre no tiene el dominio en realidad de la tierra, lo hemos perdido y creemos que está todo controlado, pero lo único que está haciendo el hombre es auto destruirse. Eso es lo único que está logrando el hombre con todo su supuesto dominio. Por eso la escritura dice por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados. Por causa de los escogidos, el hombre se podría auto destruir. Dios no lo permite, pero está trabajando con un grupo de escogidos.
Y esos días serían acortados. Mateo 24-22 nos habla eso. Aquí vemos el problema actual y ya hemos desarrollado por qué estamos donde estamos. Ya uno podría decir en realidad el mundo no es muy bueno, hay cosas buenas, Dios lo hizo bueno en un principio o todo, pero metimos la pata al comienzo y la metimos mal.
Y estamos haciendo consecuencia de todo lo que hoy día vivimos. No fue culpa de Dios, fue culpa nuestra. Y perdimos ese dominio. Y aquí viene, entonces, el versículo 9 de donde estamos leyendo aquí, tiene una frase muy similar, pero ahora habla de otra persona que es la que ya hemos estado hablando de Jesucristo. Versículo 9 dice, pero vemos a aquel que fue hecho un poco menor que los ángeles, a Jesús, coronado de gloria y de honra a causa del padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios custase la muerte por todos.
Porque convenía aquel por cuya causa son todas las cosas y por quien todas las cosas subsisten que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria perfeccionase por aflicciones al autor de la salvación de ellos. ¿No está hablando del ser humano acá? Está hablando de Jesucristo. Hebreos 2.10 resume el angelio del reino de Dios de llevar muchos hijos a la gloria. Y aquí está hablando de Jesús. Pero fíjense que Cristo no vino a recuperar el dominio que Él había perdido. ¿A quién le quitó el dominio satanás?
Al ser humano. Porque en el versículo 10 dice por cuya causa son todas las cosas y por quien todas las cosas subsisten es de Cristo todo también. ¿Cristó no vino a recuperar ese dominio? A nosotros se nos había dado ese dominio. Pero nosotros lo perdimos. Cristo vino a restaurar lo que Dios había hecho en un comienzo. Pero nosotros entregamos ese dominio aquí a Satanás. Cristo no lo perdió, lo perdimos nosotros. Cristo vino para quitar de nosotros eso que entró por medio de la desobediencia, el pecado. Cuando Juan el Bautista lo ve, ¿qué es lo que dice? El cordero que quita el pecado del mundo. Eso fue lo primero que Él vio e inspiraba por el Espíritu Santo. Cristo no lo perdió.
Cristo vino a rescatarnos de esa esclavitud que es todo el tema de Pascua, del antiguo testamento, de pintar los dinteles con sangre. Para quitar de nosotros ese imperio de la muerte, ese que entró por ese hombre.
Para dar ese golpe letal en la cabeza a Satanás. De Genesis 3.15. Recuerden, Satanás entra al pecado y entra a la muerte.
Todo lo que estamos hablando aquí es el tema de la Pascua.
Si Cristo nos ayuda a que nuestros pecados sean considerados por sobre, con la culpa, tenemos una... esa culpa no la podemos sacar nosotros mismos, es Cristo que lo hace.
Entonces, no tenemos la consecuencia de tal culpa. Esto es la muerte. Si Cristo saca de nosotros el pecado, ya no morimos. Ya no morimos por esa gravedad del pecado. Que es justamente lo que se cumplió al venir Dios en la carne. Al morir, para que la gracia de Dios nos cubra y para que finalmente Satanás sea golpeado en la cabeza. La gracia de la sangre de Jesucristo nos cubre.
No es que nosotros seamos mejores. No es que nosotros... ya no. Yo ya no soy pecador. Seguimos siendo pecadores. Pero hay un elemento vital que nos cubre. Y esa es la gracia. Pero nosotros seguimos siendo humanos. Y el problema de Adán y Eva, cuando entró el pecado, cuando entró la muerte, y estamos malditos como seres humanos, no se ha compuesto del todo.
Todo el problema que iniciamos al perder el dominio, al permitir el pecado y como consecuencia la muerte, está siendo restaurado, comenzando primeramente con Jesús, con Cristo. Primero, a Egorintios 15 también habla de el orden de la resurrección, en las primicias. Hablan de Cristo en las primicias. Luego, los que son de Cristo. Es un orden también. Es un orden que debe llevarse a cabo. Es por eso que el discurso muy popular, muy llamativo de mucha gente, queda desintegrado en el aire, porque ese discurso popular que me refiero es, Cristo ya murió por nosotros, ya Cristo te perdona, acepta Cristo en el corazón y ya estás listo. Ya te salvaste y aquí no pasa nada. Si solo por medio de Jesucristo podemos vencer al pecado, si solo por medio de Cristo podemos no tener esa pena de muerte que nos cubre la gracia de Jesús, si solo por medio de Cristo podemos alejarnos de Satanás, aún cuando esto sea así y sea el Evangelio, lo que nos dice no nos cambia, no cambia nuestra naturaleza, de que somos pecadores, de que somos humanos, de que nos equivocamos, de que somos tentados, seguimos siendo seres humanos. Lo único que puede hacer santo algo es Dios, pero eso no creemos en santos. Sigan siendo seres humanos, seguimos siendo limitados, seguimos bajo el sistema en que hemos nacido, seres físicos. Por eso aquí, en Primaria Coriente, es quince, dice que ni la carne ni sangre pueden heredar el reino. ¿Cómo diría yo voy a ser salvo si no puedo heredar ese reino, si soy carne y sangre? No cambia mi naturaleza.
Por lo tanto, nadie debería gritar a los cuatro vientos que ha sido salvados porque ha aceptado a Jesucristo. Eso es una falacia. Hay mucho por hacer. Y primero hay que intentar llegar al reino.
A nuestros nombres pueden ser borrados. Esa decisión de haber sido parte del cuerpo espiritual de Jesucristo se renueva en Pascua cada año. Y es lo que tenemos que estar ya enfocándonos. Quedan siete sábados. Quedan bastante poco.
No podemos creer ni un poquito en lo que se dice popularmente. Por eso esos estadios se llenan de personas. Porque es bastante sencillo. Puedo sentirme muy emocionado y muy emotivo. Pero hay una decisión racional aquí. Como en Romero los 12 nos habla de que es algo que debemos creer con convicciones, no solamente con emociones.
Hay trabajo que hacer. Hay trabajo que hacer y que estamos haciendo.
¿Ustedes creen que Dios, el Padre y Cristo están descansando, esperándonos?
Dios, el Padre y Cristo trabajan, como dice Juan 517. Ellos están trabajando, están preparando un lugar para nosotros. Están escuchándonos. Hay mucho trabajo que hacer. Y ellos los están haciendo. Y nosotros también debemos trabajar. Debemos estar de manera continua combatiendo contra nuestra naturaleza humana, contra este mundo, contra Satanás. Es una lucha continua. Es un trabajo constante. Y todavía decimos más.
Aceptar aquí su Cristo, nuestra Pascua, nuestra Pascua, implica que debemos vivir una vida sin pecado.
Y esto es lo que significa la segunda fiesta de los Panes y la Evadura. Una vida sin pecado. Sacarla de evaduras a nuestras vidas. No es un simple limpiar por aquí una amiguita. Eso es el símbolo de sacar el pecado a nuestras vidas por esos siete días. Y no solamente esos siete días. Pero eso es lo que nos enseña. Como Dios Padre amorosamente nos enseña con cosas tan sencillas, sus verdades, que cualquier niño pudiera entender. Explíquelo a un niño por qué sacamos las amigas o la devora de casa y lo va a entender. Porque la gente de afuera no lo entiende.
Estas fiestas son las que estamos muy próximas a celebrar.
Y encierran esta tremenda verdad. ¿Recuerdan Juan 822 y la verdad os hará libres? ¿Qué verdad? ¿De qué libertad estamos hablando acá? ¿Recuerden por qué perdimos el dominio? Y que desde ese momento estamos bajo esclavitud. Todo el tema también del pueblo de Israel saliendo de Egipto. Egipto como símbolo de esclavitud. El faraón como símbolo de Satanás. A cargo de todo, entre comillas. Entonces, es mucho más que libres de qué. De ese yugo, de esa muerte, de ese pecado de Satanás. Aceptar a Jesucristo y vivir una vida sin pecado no es una frase de decir sí, acepto. No es solamente una fe, también son obras, fe y obras. Esto se hace única y esclavitud.
Esto se hace única y exclusivamente por medio de Jesús. No hay otro hombre que pueda realizar este trabajo. No hay otra opción. Y esta es la solución perfecta. Hablamos de la solución que nosotros iniciamos de un comienzo. Esto de perder la autoridad. Gran problema. Y estamos hablando de la solución. Empezamos a hablar aquí de la solución que Jesús aquí vino a rescatarnos.
Y que está escrito en Génesis 3.15. Eso va a suceder. Eso debería estar sucediendo también. Cristo nos enseñó a vencer el pecado, no como un Dios y toda su divinidad. Recuerden que se despojó de su divinidad. Y Él venció el pecado como usted y como yo, como seres humanos.
Cristo nos enseñó a vencer la muerte, a resistir a Satanás. Y cada vez que nosotros lo hacemos, cada vez que nosotros aceptamos a Jesús, guardamos sus mandamientos, cada vez que hacemos eso en la Pascua, vamos dando un pequeño golpe en la cabeza al serpiente. Vamos prefigurando ese gran golpe que se va a dar en el futuro. Un poquito a poco va avanzando ese día. Pero vamos ganando y vamos avanzando, como decían los hermanos de Acapulco, que sí caminan, vamos caminando, vamos marchando hacia ese gran golpe que se le dará al serpiente.
Primeramente, recuerden ustedes los eventos proféticos. Satanás sería encadenado por mil años, pero eso no es el golpe final. Ahí se va a mantener por mil años, después va a ser suelto por un poco de tiempo. Y entonces van a ser lanzados al Lago del Fuego. Satanás no puede morir, los ángeles no pueden morir, son espirituales. Pero después que es lanzado, bueno, es lanzado el Lago del Fuego, pero recuerdan ustedes que otros elementos se lanzan al Lago del Fuego. La bestia al falso profeta, Satanás.
Apocalipsis 20.
Apocalipsis 20. Es un capítulo muy también revelador respecto a las resurrecciones. Capítulo 20, versículo 14, ya al final del capítulo. Apocalipsis 20. Y versículo 14. Y la muerte y elades fueron lanzados al Lago del Fuego. La muerte. Esa que entró mucho tiempo atrás, iba a ser lanzada al Lago del Fuego. Esta es la muerte segunda. Y el que no se hayó inscrito en el libro de la vida fue lanzado al Lago del Fuego. Después del milenio, después de aquellos años que todos deseamos participar de ese mundo del mañana y de las resurrecciones, si pueden leer el capítulo completo de apocalipsis 20, ya no habrá más muerte. No habrá más muerte. No habrá vida física. Sólo estarán los hijos de Dios en un mundo restaurado con un gobierno, con Cristo y su equipo, con sus hermanos. ¿Cristó no se avergüenza de llamarnos a nosotros hermanos?
Eimidamente después que esto sucede, que es lanzada la muerte, el aves y que el que no se hayó inscrito en el libro de la vida fue lanzado al Lago del Fuego, ¿qué viene la nueva Jerusalén? Dios Padre viene a la tierra. Dios Padre viene a la tierra. Se imaginó esa escena amorosa, familiar de Cristo y Dios el Padre cuando venga a la tierra.
Podría ser un diálogo como el siguiente. Padre, restauré las cosas. Aquí está el dominio que ellos perdieron y que desecharon en un comienzo. Pero todo ya pasó ya no hay más llanto, ni muerte, ni dolor. Ellos ya han sido perfeccionados y son como tú y yo. Seamos ahora la familia que siempre hemos querido ser. Comencemos a vivir lo que planeamos con tantos deseos antes de la Fundación del Mundo. Esta frase es bíblica, pero es quizás un resumen de lo que debería ser de ahí.
De lo que Cristo vino a hacer, a restaurar esto. Y ya Satanás iba a estar en ese lado del fuego. Y lo más bonito aquí es que en Apocalipsis 21.4 en jugar a Dios toda lágrima de los ojos de ellos y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas pasaron. Entonces son las primeras cosas.
Todavía faltan las cosas. Todavía falta mucho para adelante, que no tenemos ni la menor idea cómo hacer, porque nuestra mente física es muy limitada. Lo único que sabemos es que va a ser maravilloso. Dios, que ese espíritu, que ese amor, se hizo carne y nos vino a rescatar. Esa carne, como usted y como yo, venció y se volvió a espíritu. Eso podemos hacer nosotros. Ese es el gran mensaje que deja a Jesús también, de todo lo que hemos hablado. Espíritu, carne, carne, espíritu.
Nosotros somos carne. Podemos ser espíritu. Cristo dio las indicaciones, dejó el camino y venció. Venció. Entonces mis hermanos, como ya concluyendo, repasando a la vida de Dios, repasando aquí, tuvimos un dominio, que nos entregó Dios en un comienzo, tuvimos esa facultad, pero lo perdimos. Este dominio fue entregado a nosotros, como bien comentábamos, porque Dios, en nuestro Padre, Él nos hizo a Su imagen y semejanza y Él desea compartir sus obras, como hablábamos al comienzo.
De un comienzo lo quería hacer, pero también lo va a hacer igual. Dios es perfecto, es un genio. Lo desarrolló perfectamente. Lo va a hacer igual. Y lo vemos aquí en Apocalipsis, que al final esto va a ser así. El problema del dominio original que perdimos, es mucho más que haberse lo entregado a Satanás. Porque está bien, lo perdimos y se lo entregamos a Satanás. Pero no es solamente que perdimos una autoridad, porque no es una cosa de recuperar el dominio solamente. El problema es que entró el pecado en nosotros.
Entró la muerte en nosotros. Entonces ahí se complicó más la cosa. No es solamente una llave de una casa, de un auto. Ahí nosotros caímos en esa esclavitud del pecado. Todos hoy día estamos luchando y batallando cada día. Como perdimos el dominio, se nos sacó fuera del huerto del edén. Y desde entonces la vida ha sido muy difícil.
Hay un Dios con minúscula que influye sobre los reyes. Influye sobre los gobernantes. De una manera maligna. Nosotros vemos a nuestros gobernantes hablando de paz, hablando de justicia. ¿Y dónde está? La justicia del hombre que es como trapo de inmundicia. ¿No es la justicia de Dios? Es la justicia del hombre y eso es para Dios como un trapo de inmundicia.
Todo, absolutamente todo es de Dios. Nadie le ha quitado nada y nadie lo va a hacer tampoco. Dios nos confió en una partecita de su dominio, la tierra y sus grandes obras en ella. Pero Satanás nos engañó, le hicimos caso a él, perdimos el dominio y se lo entregamos al Dios de este mundo. Satanás tomó el dominio nuestro, no el de Dios. Nosotros lo perdimos. Nosotros lo perdimos. El resultado de esto fue, Satanás se convirtió en Dios de este mundo. Él está a cargo de todo.
Él se jacta de tener, recuerden lo que le ofreció a Jesús, todos los imperios aquí y todos los puedo dar. Él se jacta de lo que tiene, tal cual como lo hacen los hombres de la tierra. Y se convirtió entonces en Dios de este mundo, entró el pecado, entró la muerte. Y aún cuando fuimos nosotros los que provocamos este gran lío, este gran problema, Dios como un padre desde un comienzo estableció la solución.
Estableció la solución cuando finalmente la muerte sería lanzada al Lago del Fuego, como lo vimos aquí en Apocalipsis, que no habría vida física, ni el pecado morará en la incorrupción de la carne. Y Satanás sería apartado definitivamente de la presencia de una bella familia, la familia de Dios, una bella familia. Cristo es quien vence. Esta solución no la podríamos haber llevado a cada uno de nosotros, lo que hizo Jesucristo. No era un simple hombre. La batalla de Satanás y el ser humano no es justa.
Si nosotros quisiéramos enfrentarnos a Satanás así, no es justa. Incluso dicen ahí el dicho más sábel, el diablo que... por viejo que por diablo. No es justa esa batalla. No es factible. Y no es el camino que hay que tomar. El factor fundamental para nuestra batalla es Cristo, no es trapasco. Eso es lo que tenemos que hacer rano. Que a pesar de haber tenido esa herida en el talón, que es la muerte, de esos tres días y tres noches, se recuperó y experimentó ese dolor humano.
Y ahora no se entiende como un hermano mayor. Cristo vino a derrotar a Satanás y lo hizo muriendo. Recuerden todo ese pecado? Él murió para pagar el pecado a nuestro.
Apaga el pecado a la muerte.
Cada vez que tenemos a Cristo como nuestro único mediador, entre nosotros y Dios el Padre, cada vez que reconocemos que no podemos solos con esta gran batalla, cada vez que tomamos la Pascua, estamos ganando la batalla. Estamos golpeando la cabeza de la serpiente. Estamos prefigurándose golpe final.
Es la única y bella manera de llevar a cabo el plan de Dios. Y como veíamos en el Véreos 2-10, lo único que quiere hacer es llevar muchos hijos a la gloria. Y todo se complica en el camino, pero él lo va a hacer igual. Él lo va a hacer igual. El otro día leí a un relato de un padre cristiano que le preguntaba a su pequeña hijita, ¿Quién eres? Y la hijita de tres años le decía, por ejemplo, Valentina, Génesis decía, o Joaquina, decía su nombre. Pero el padre le volvió a decir, ¿Quién eres? Y la hijita entonces empezó así su segundo nombre, sus apellidos, y el padre le seguía preguntando, ¿Quién eres? El padre solamente dejó de responder cuando su hijita lo miró y le dijo, ¡Soy tu hija! Ahí está lo que nosotros somos. Somos hijos de Dios. Tenemos nombres, tenemos nuestros problemas, pero lo fundamental de lo que somos, que somos hijos de un padre creador, que desde un comienzo lo único que quiso es hacer un bien y de compartir todo lo que le había hecho. Un Dios amoroso, un Dios generoso, un Dios de la que nos hemos hecho. Un Dios amoroso, un Dios generoso, con un hermano mayor que nos vino a rescatar. El hermano mayor siempre es la figura de él que resuelve los problemas de los hermanos menores. Aquí está Jesucristo, que nos vino a rescatar de esta esclavitud, que nosotros, lamentablemente, fuimos esclavos. El reino de Dios va a ser un reino literal que regirá sobre la tierra. Veamos aquí ya para cerrar en Daniel 7. Daniel. El libro de Daniel, capítulo 7, versículo 27.
Daniel, capítulo 7, versículo 27.
Y que el reino y el dominio y la majestad de los reinos debajo de todo el cielo se ha dado al pueblo de los santos del Altísimo. Cuyo reino es reino eterno, y todos los dominios le servirán y obedecerán. Se restaura, se dominio. Y Cristo lo soluciona, Dios lo soluciona. Y versículo 14, un poco antes. Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos se denuncaran y que los pueblos se denuncen. Y los pueblos se denuncen. Y los pueblos se denuncen. Y los pueblos se denuncen. Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran. Su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino, uno que no será destruido. Cristo es quien tiene ese dominio eterno. Seremos parte de ese dominio. Recordemos entonces, mis hermanos, las temporadas de las fiestas santas de Dios que ya comienzan. Este plan, por medio de sus fiestas, que nos explican y nos desarrollan, mucho más allá, un simple rito o un simple mensaje o versículo, es el carácter de Dios y lo que Él desea hacer con nosotros. Es algo mucho más allá, y las fiestas nos ayudan a entender todo ese plan. Recapacitemos en estas cosas para que este año tengamos una mejor pascua. Estamos hablando como que viene la próxima semana, no. Pero viene pronto. Tomemos entonces el conocimiento de esto. Apliquémoslo en nuestra vida. Y ojalá que tengamos un mejor año, una mejor pascua y pánese elevadora más profundo, más pacífico, para que finalmente, por medio de Cristo, vivir alegres el dominio que siempre quisieron ellos, que nosotros tuviéramos.
Buenas tardes a todos.