Una epidemia silenciosa

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Una epidemia silenciosa

El mundo ha soportado durante más de un año la pandemia de covid-19 y sus consecuencias. Los gobiernos respondieron lanzando una ofensiva total, que incluyó esfuerzos para desarrollar vacunas a velocidad vertiginosa y la imposición de amplios “confinamientos” domiciliarios en gran parte del mundo. Las autoridades médicas pidieron a toda la gente que se lavara las manos con regularidad, que se cubriera la cara, que se distanciara socialmente de los demás y que se vacunara en cuanto se le presentara la oportunidad.

Todo esto ha sido proclamado incesantemente por los medios de comunicación. Además, los gobiernos de todo el mundo no han escatimado gastos (al punto de acumular enormes deudas) para hacerle frente a este virus que, al momento de escribir este artículo, ya había cobrado las vidas de más de 2.5 millones de personas en todo el mundo. Se dice que solo en los Estados Unidos la cifra alcanza a más de medio millón.

Al mismo tiempo, sin embargo, otra pandemia hace estragos entre nosotros sin que se haga prácticamente nada para detener su propagación. Apenas se oye hablar de esta oleada de muertes, ya que la mayoría de los medios de comunicación básicamente guardan silencio al respecto, excepto, por extraño que parezca, cuando alzan la voz en contra de quienes tratan de detenerla. Increíblemente, algunos gobiernos fomentan esta pérdida masiva de vidas utilizando el dinero de los contribuyentes para financiar organizaciones y clínicas en las que se perpetra esta letal atrocidad.

En 2020 esta terrible pandemia acabó con la vida de casi 43 millones de seres humanos, lo que equivale a más de una muerte por segundo. Esta cifra de fallecidos supera a la de toda la Primera Guerra Mundial, y sin embargo se repite cada año. ¡Solo en los Estados Unidos las muertes por esta plaga superaron en 2020 a las del covid-19 en un 2300 %!

¿Cuál es este azote fatal? Se trata de la espantosa y silenciosa pandemia del aborto, que por un amplio margen es el asesino más prolífico del mundo.

La agencia noticiosa estadounidense Breitbart News comentó: “A nivel mundial, en 2020 las muertes por aborto superaron a todas las muertes por cáncer, malaria, VIH-sida, tabaquismo, alcohol y accidentes de tráfico combinadas, según cálculos del Worldometer [sitio web que proporciona estadísticas en tiempo real sobre diversos tópicos]. De hecho, el impactante número de muertes por aborto ha llevado a ciertos observadores a denominar esta práctica ‘la causa de justicia social de nuestro tiempo’, ya que la enorme magnitud del problema eclipsa por completo a otros asuntos de derechos humanos” (Thomas Williams, Ph. D., “Abortion Leading Global Cause of Death in 2020 With 42.7 Million Killed” [El aborto, mayor causa de muerte en el mundo en 2020 con 42.7 millones de víctimas], 1 de enero de 2021, énfasis nuestro en todo este artículo).

La espantosa cultura de la muerte

Desgraciadamente, la pandemia del aborto –esta abismal cultura de la muerte que opera a plena vista– se ha convertido en un aspecto ampliamente aceptado de la sociedad. Pero, ¿qué escucha la mayoría de la gente en los medios de comunicación sobre el horrendo número de muertes generadas por este asesino? ¡Nada! Solo hay silencio. Por el contrario, la mayoría de las personalidades de los medios de comunicación, el mundo del espectáculo y el gobierno abiertamente apoyan a los que avalan, implementan y llevan a cabo esta mortífera y horripilante labor.

Del total de 195 naciones soberanas del mundo, solo El Salvador, Nicaragua y la República Dominicana han prohibido completamente el aborto. Por otro lado, en algunos países el aborto es tan común que se ha convertido en un método generalizado de control de la natalidad. Por ejemplo, la revista estadounidense Foreign Policy informó que “muchas mujeres rusas utilizan el aborto como su único método de control de la natalidad, y las cifras oficiales revelan que casi 930 000 mujeres interrumpen un embarazo cada año” (Amie Ferris-Rotman, “Putin’s Next Target Is Russia’s Abortion Culture” [El próximo blanco de Putin es la cultura del aborto en Rusia], 3 de octubre de 2017).

El sitio web LifeNews.com, dedicado a presentar la perspectiva a favor de la vida de defensores y activistas, informó que “según un nuevo informe del Instituto Guttmacher, partidario del aborto, más de la mitad de las mujeres que abortaron entre 2008 y 2014 [en Estados Unidos] ya tenían al menos un hijo” (Micaiah Bilger, “Women Using Abortion as Birth Control: 59% Already Had One Child, 33% Had Two Kids” [Mujeres que usan el aborto como método de control de la natalidad: el 59 % ya tenía un hijo, el 33 % tenía dos], 13 de mayo de 2016).

Trágicamente, el aborto –el asesinato deliberado y premeditado de un ser humano indefenso en el vientre de su madre– se ha convertido simplemente en otro método de control de la natalidad en gran parte del mundo.

¿Qué hay detrás de este horroroso estado de cosas? Como señaló Breitbart, “la abominable decisión tomada el 22 de enero de 1973 por el Tribunal Supremo de Estados Unidos en el caso Roe contra Wade . . . junto con el [fallo en el] caso Planned Parenthood contra Casey en 1992, invalidó 50 leyes estatales e hizo que el aborto fuera legal y estuviese disponible con solo solicitarlo en todo Estados Unidos”.

Estas repugnantes decisiones han provocado, desde 1973, la muerte cruel y despiadada de más de 64 millones de inocentes bebés en gestación solo en los Estados Unidos. ¡Esta cifra supera la población total de la mayoría de las naciones!

Las víctimas son las más pequeñas e indefensas

Sin embargo, ¡al parecer todavía no hay suficientes muertes! A través de los años se han hecho variados esfuerzos para minimizar o abolir las restricciones a las leyes sobre el aborto. Un ejemplo reciente tuvo lugar el 22 de enero de 2019, en el cuadragésimo sexto aniversario de la decisión Roe contra Wade.

Ese día el gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, firmó la Ley de Salud Reproductiva. Este proyecto de ley anuló una parte de la ley de salud pública del estado eliminando las protecciones a los bebés nacidos vivos después de un aborto, lo que significa que estos pequeños, los más indefensos de la sociedad, pueden ser abandonados para que mueran después de nacer, lo que equivale a un infanticidio. Esta despreciable ley también permite el aborto a lo largo de los nueve meses de embarazo cuando “la vida o la salud de la madre están en peligro”, excusa que puede esgrimirse para prácticamente cualquier embarazo.

¿Cómo reaccionaron los principales medios de comunicación ante la firma de la ley de aborto de Nueva York? ¡Con un silencio absoluto! La plataforma noticiosa The Global Dispatch informó: “Ninguna de las principales cadenas nacionales de televisión se ha molestado en mencionar la noticia. Este silencio ensordecedor contrasta con la alarmista cobertura que vemos cuando un estado aprueba una legislación percibida por los medios de comunicación como un impedimento al ‘derecho al aborto’” (Brandon Jones, “Media Avoiding Coverage of New York’s ‘Ghoulish Radical’ Abortion Law” [Medios de comunicación evitan cobertura de la ‘macabra y extrema’ ley de aborto], 29 de enero de 2019).

Junto con Nueva York, otros cinco gobiernos estatales han ratificado legislaciones similarmente horríficas. Por ejemplo, un proyecto de ley aprobado en la legislatura del estado de Massachusetts y firmado por el gobernador permite a las mujeres obtener un aborto en cualquier momento durante el tercer trimestre del embarazo (28-40 semanas), un periodo en el que los bebés pueden sobrevivir, y de hecho lo hacen, fuera del útero. La revista conservadora National Review informó que “esta definición indulgente esencialmente permite el aborto a petición hasta el momento mismo del nacimiento” (Alexandra DeSanctis, “Massachusetts Bill Would Allow Abortion Until Birth” [Massachusetts permitirá el aborto hasta el momento mismo de dar a luz], 3 de enero de 2020).

Se acelera el espeluznante ritmo de la muerte

El ritmo de la muerte por aborto se aceleró en varios estados en 2020. El gobierno federal de Estados Unidos siguió este curso cuando la nueva administración presidencial asumió el poder a principios de 2021. El 28 de enero de este año Joe Biden restableció el financiamiento de Estados Unidos al Fondo de Población de las Naciones Unidas, la agencia responsable de la llamada “salud reproductiva”, que incluye el aborto. Anteriormente, en abril de 2017, el presidente Donald Trump había puesto fin a la financiación estadounidense de 32.5 millones de dólares a esta agencia por su apoyo a un programa chino que utilizaba abortos y esterilizaciones forzadas en el marco de su política de dos hijos.

Ese mismo 28 de enero, el presidente Biden ordenó al Departamento de Salud y Servicios Humanos que suprimiera la acción ejecutiva de la administración Trump (adoptada en 2019) que había despojado de decenas de millones de dólares en subvenciones a Planned Parenthood y otros proveedores de abortos. Sin embargo, según Jessica Lea, de ChurchLeaders.com, a pesar de que Planned Parenthood perdió dicho financiamiento durante la administración Trump, igual “llevó a cabo 354 871 abortos en 2019 y 2020 y recibió 618.1 millones de dólares en fondos gubernamentales, todo un récord en ambos casos”.

Si se tiene en cuenta que el deber de los representantes y funcionarios del gobierno es proteger y defender la vida de los habitantes de su nación, incluidos los más indefensos y desvalidos, los ejemplos anteriores revelan que los líderes gubernamentales no solo han fracasado en el cumplimiento de su responsabilidad, sino que luchan ferozmente para no cumplirla y seguir fomentando la escalofriante y macabra cultura del aborto.

Negación de los derechos fundamentales de las víctimas

En su libro The Snapping of the American Mind (La insensatez de la mente estadounidense), el periodista David Kupelian, editor jefe de WND.com (antes llamada WorldNetDaily), afirmó: “En este extraño mundo paralelo, el mismo asesinato de un bebé que en el mundo real nos indigna y tiene como consecuencia el enjuiciamiento, la prisión y posiblemente la ejecución, misteriosamente se transforma en un ‘procedimiento médico’ y un ‘derecho constitucional’ proporcionado y defendido enconadamente por una industria [del aborto] multimillonaria y por todos los poderes del gobierno, financiado por los contribuyentes” (2015, p. 179).

La Declaración de Independencia de los Estados Unidos declara: “Sostenemos . . . que todos los hombres [es decir, todos los seres humanos] son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre estos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad”. Sin embargo, ¿qué vemos? Cada día estos derechos fundamentales otorgados por Dios son negados a miles de bebés en gestación cuyas vidas son truncadas brutalmente por medio de los fórceps, curetas (instrumentos para realizar raspajes), tijeras, jeringas y aspiradoras de los despiadados abortistas.

Pero, ¿por qué? ¿Qué ha ocurrido en Estados Unidos que ha contribuido a este horrendo resultado, cuando décadas antes apenas se hablaba del aborto? A partir de los años sesenta y setenta, muchísimas personas en Estados Unidos rechazaron y abandonaron su fundamento moral bíblico. El así llamado “movimiento del amor libre”, que implicaba un estilo de vida sexualmente promiscuo con muchas parejas ocasionales, echó raíces. Esta decadencia, impulsada por el creciente acceso a las píldoras anticonceptivas, se promovió en el cine, la televisión y las revistas, trastornando y debilitando gravemente las instituciones del matrimonio y la familia, los verdaderos pilares de una sociedad sólida.

Esta cancerosa degeneración cultural ha continuado inexorablemente su marcha, hasta el punto de que hoy por hoy prácticamente cualquier forma de conducta o desviación sexual es aceptada como “normal”, y a menudo fomentada agresivamente por los supuestos líderes de la sociedad.

¿Qué sucede cuando se abandona la moralidad divina y se ignoran las sabias leyes del Creador en una nación que fue fundada originalmente para honrarlo y someterse a su gobierno? Dios advirtió por medio del antiguo profeta Oseas: “Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento. Por cuanto desechaste el conocimiento, yo te echaré del sacerdocio; y porque olvidaste la ley de tu Dios, también yo me olvidaré de tus hijos” (Oseas 4:6).

Cómo se propagó este mensaje destructivo

A lo largo de las décadas, las consecuencias de esta degradación moral han cobrado su previsible y enorme precio en forma de hogares rotos, crimen, violencia, narcisismo, enfermedades mentales y físicas, brutalidad y desprecio por Dios como Creador, Protector y Proveedor (2 Timoteo 3:1-5).

Tristemente, Estados Unidos y otras naciones están cumpliendo las palabras del profeta Isaías, quien escribió: “¡Qué nación tan pecadora, pueblo cargado con el peso de su culpa! Está lleno de gente malvada, hijos corruptos que han rechazado al Señor. Han despreciado al Santo de Israel y le han dado la espalda. ¿Por qué buscar más castigo? ¿Se rebelarán para siempre? Tienen la cabeza herida y el corazón angustiado” (Isaías 1:4-5, Nueva Traducción Viviente).

Cuando los seres humanos decidieron determinar por sí mismos qué era bueno y qué era malo, formaron una sociedad en la que “todo vale”, y eso incluye la forma de abordar el sexo. Mientras que Dios dice en las Escrituras que el sexo debe ser reservado solo para la relación amorosa y comprometida del matrimonio, la gente ha rechazado su instrucción y ha decidido que sabe más que el Dios que realmente diseñó y creó el sexo.

El rechazo a las normas morales de Dios ha dado lugar a la caótica y decadente cultura del sexo casual, la cohabitación, la normalización de la homosexualidad, el matrimonio entre personas del mismo sexo y la transexualidad. Este comportamiento pecaminoso y autodestructivo está condenado en la Biblia (ver Mateo 5:28; Levítico 18:22; Deuteronomio 22:5; Romanos 1:26-29; Génesis 5:2).

¿Debe sorprendernos entonces que la espantosa cultura del “aborto a la carta” haya ido a la par de esta depravación? Trágicamente, otras culturas de todo el mundo se han degradado al punto de asesinar a sus miembros más inocentes y vulnerables. ¿Y para qué? Para que otras personas puedan satisfacer sus propios deseos depravados y autocomplacientes (vea nuevamente 2 Timoteo 3:1-5).

Una vida única al momento de la concepción

Demasiada gente ha creído la terrible mentira de que un bebé no nacido es simplemente “una masa de tejido inviable” y que, por lo tanto, la madre tiene “derecho” a hacer con él lo que quiera. Otra falsedad es que la vida humana no comienza sino en algún momento próximo al nacimiento, cuando el bebé sería viable por sí mismo. En este caso, los abortistas intentan usar el argumento de la autosuficiencia. Les dicen a las mujeres que dado que el feto depende de la madre para vivir y no puede sobrevivir sin ella, el aborto es perfectamente aceptable si la madre lo desea.

Pero lo que está claro según la ciencia, y también según lo que Dios nos dice, es que la vida humana comienza en la concepción. En ese momento nace una vida única con su propio código genético, el cual contiene todo lo que esta persona en miniatura llegará a ser: su altura, color de ojos, personalidad y mucho más.

A continuación, esta nueva vida humana en el vientre de la madre experimenta un proceso asombroso de rápido crecimiento y desarrollo. En tan solo 18 días ya se perciben los latidos del corazón. A las tres semanas, aproximadamente, comienzan a formarse los ojos, la médula espinal y el sistema digestivo del bebé. Alrededor de los 43 días ya se pueden detectar las ondas cerebrales y más o menos a los 60 días empiezan a aparecer los dedos de las manos y de los pies. A los 65 días ya funcionan las glándulas tiroides y suprarrenales del embrión y este puede tragar y responder a los ruidos.

A los 70 días el feto tiene básicamente todo lo que tiene un recién nacido. A los 84 días se forman las huellas dactilares. El pequeño niño o niña ya mide más de 7 centímetros y pesa alrededor de 28 gramos. A los 125 días ya se mueve y da pataditas. El bebé en gestación responde al dolor, al tacto, al frío, al sonido y la luz, tiene hipo, pasa por ciclos de vigilia y sueño, puede chuparse el pulgar, sonreír, expresar emociones, responder a la voz de su madre, bostezar, e incluso soñar.

¿Qué dice nuestro Creador?

La Biblia explica que Dios considera al bebé no nacido como un individuo separado de su madre. Por ejemplo, Dios especificó que mucho antes de que naciera el profeta Jeremías él ya lo había seleccionado para una comisión especial. Dios le dijo a Jeremías: “Antes de que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones” (Jeremías 1:5). Además, el patriarca Job dijo respecto a sí mismo y a los demás: “¿Acaso aquel que me hizo a mí en el seno materno, no lo hizo también a él? ¿No fue uno mismo el que nos formó en la matriz?” (Job 31:15, La Biblia de las Américas).

Vemos, pues, que la Palabra inspirada de Dios muestra que nuestro Creador considera al bebé en gestación, incluso en los primeros momentos de su vida y desarrollo, como un individuo singularmente nuevo y valioso. Él tiene derecho, como todos los demás, a vivir, jugar, sonreír, reír, aprender y soñar. Por tanto, aunque el aborto no se menciona directamente en las Escrituras, los pasajes anteriores muestran claramente que Dios considera a los bebés no nacidos como seres humanos individuales. Esto significa que la matanza deliberada de un bebé antes de nacer es un asesinato, un acto prohibido por el sexto de los Diez Mandamientos de Dios.

Ahora llevemos esto a un nivel aún más alto, más allá de lo físico. ¿Qué importancia espiritual tiene cada ser humano para nuestro Creador eterno? Aunque él creó todas las cosas, incluyendo el universo entero y todo lo que hay en él, ¿sabía que lo que él está haciendo con los seres humanos es, sin duda, su mejor creación?

En realidad, la intención de Dios para la vida humana es el meollo del extraordinario y notable plan divino que él ha preparado. Considere estas inspiradoras palabras de David, rey del antiguo Israel:

“Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que tú formaste, digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre, para que lo visites? Le has hecho poco menor que los ángeles, y lo coronaste de gloria y de honra. Le hiciste señorear sobre las obras de tus manos; todo lo pusiste bajo sus pies, ovejas y bueyes, todo ello, y asimismo las bestias del campo, las aves de los cielo y los peces del mar . . .” (Salmo 8:3-8).

Reflexione también sobre el siguiente pasaje del Nuevo Testamento que, al elaborar acerca de estas palabras, ofrece una explicación más completa sobre el asombroso destino de la humanidad: “Si Dios puso bajo él [bajo el hombre] todas las cosas, entonces no hay nada que [a Dios] no le esté sujeto. Ahora bien, es cierto que todavía no vemos que todo le esté sujeto. Sin embargo, vemos a Jesús, que fue hecho un poco inferior a los ángeles, coronado de gloria y honra por haber padecido la muerte. Así, por la gracia de Dios, la muerte que él sufrió resulta en beneficio de todos. En efecto, a fin de llevar a muchos hijos a la gloria, convenía que Dios, para quien y por medio de quien todo existe, perfeccionara mediante el sufrimiento al autor de la salvación de ellos” (Hebreos 2:8-10, Nueva Versión Internacional).

El impresionante propósito divino para la vida humana

Por tanto, como acabamos de leer, la gran misión de Jesucristo es llevar “a muchos hijos a la gloria”. ¿Pero qué significa esto? La asombrosa intención y propósito de Dios al crear a los seres humanos es producir su propia familia divina. Él hace esta notable declaración en 2 Corintios 6:18: “Y seré para vosotros por Padre, y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso”. Él llevará a cabo esto mediante un proceso por el cual los individuos de carne y hueso serán transformados en seres espirituales en una resurrección de los muertos.

El acto de la reproducción humana es un paralelo físico del proceso espiritual que lleva al nacimiento de hijos divinos en la familia espiritual e inmortal de Dios. Cuando los seres humanos ponen fin a la vida de un niño en gestación, se interponen de forma insensata e irreverente en el camino del plan divino de Dios. Por lo tanto, la vida de todos los bebés no nacidos debe ser considerada como inmensamente valiosa. ¡Dios planeó que cada uno de ellos tuviera un destino futuro magnífico y sin parangón! (Vea “¿Cuándo comienza la vida humana?” en la página 3).

Con todo esto en mente, si conoce a alguien que esté pensando en abortar a su bebé, le pedimos encarecidamente que le muestre este artículo y otros de esta revista y le sugiera que busque consejo fiable y bueno. La Iglesia de Dios Unida, editora de la revista Las Buenas Noticias, cuenta con ministros en todo el mundo que con gusto le brindarán orientación espiritual. Por favor visite nuestro sitio web para encontrar la congregación u oficina más cercana a usted.

Nuestro gran Creador desea que todos rechacemos por completo los caminos de la cultura de iniquidad y muerte de este mundo, que está poderosamente influenciada por fuerzas espirituales tenebrosas, engañosas e invisibles (ver Efesios 2:2; 6:12; 2 Corintios 11:14). Teniendo en cuenta la creciente maldad de los tiempos en que vivimos, es crucial que entreguemos plenamente nuestras vidas a Dios a través de Jesucristo y sigamos diligentemente sus enseñanzas perfectas que transforman la vida (Mateo 5:19).

Por último, si en el pasado usted tomó la decisión de interrumpir su embarazo, sepa que su bondadoso y compasivo Padre Celestial le ofrece perdón y una enorme esperanza. Su gracia divina está disponible para usted cuando se acerque a él con un arrepentimiento sincero.

Puede dejar atrás sus errores del pasado y construir una vida maravillosa hoy en preparación para un futuro radiante en su reino venidero, todo ello basado en la verdad y la sabiduría que Dios pone a su disposición por medio de la Biblia.

Sí, nuestro magnífico Creador tiene un emocionante plan y un propósito para todas las personas, ¡incluida usted! De hecho, usted tiene la maravillosa promesa de una vida divina incomparablemente plena y alegre en su familia espiritual. Mientras tanto, recordemos que toda vida humana, incluyendo la vida de cada niño en gestación, es extraordinaria e infinitamente preciosa para él. BN