La cultura de la cancelación y el futuro del cristianismo

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La cultura de la cancelación y el futuro del cristianismo

Los apóstoles Pedro y Juan habían predicado con gran éxito el evangelio del Reino de Dios en las calles de Jerusalén. Tras la espectacular respuesta del día de Pentecostés, en el que se convirtieron unas 3000 personas, Dios había abierto las mentes de otros cientos al mensaje del evangelio. En poco tiempo, los miembros de la Iglesia de Jerusalén se contaban por miles (Hechos 2:41, 47; 4:4).

El Sanedrín, el más alto consejo gubernamental judío, no pudo menos que notar el éxito de los apóstoles. Sus integrantes, en su mayoría saduceos (una secta sacerdotal que controlaba el templo de Jerusalén), veían el creciente poder e influencia del mensaje de Jesucristo como una amenaza. ¡Había que detener a Pedro y a los demás apóstoles!

La ocasión de arrestar a Pedro y Juan se presentó cuando estos sanaron milagrosamente a un hombre cojo de nacimiento (Hechos 3). Valiéndose de la guardia del templo para que impusiera su fuerza, los líderes del Sanedrín entraron y arrestaron a los dos apóstoles (Hechos 4:1-6).

“¿Con qué poder, o en nombre de quién, hicieron ustedes esto?”, les preguntaron los del Sanedrín a Pedro y a Juan (v. 7, Nueva Versión Internacional). Pedro les respondió: “Sepan, pues, todos ustedes y todo el pueblo de Israel que este hombre está aquí delante de ustedes, sano gracias al nombre de Jesucristo de Nazaret, crucificado por ustedes, pero resucitado por Dios” (v. 10, NVI).

El Sanedrín no podía negar que muchos habían sido testigos de la sanación. Esto no era una simple casualidad, así que en lo que podría considerarse uno de los primeros casos de intento de cancelación, el Sanedrín impuso un mandato de silencio a los apóstoles ordenándoles que dejaran de predicar en nombre de Cristo. Pero Pedro respondió audazmente: “¿Es justo delante de Dios obedecerlos a ustedes en vez de obedecerlo a él? ¡Júzguenlo ustedes mismos! Nosotros no podemos dejar de hablar de lo que hemos visto y oído” (Hechos 4:19-20, NVI, énfasis nuestro en todo este artículo). Es decir, ¡se negaron a ser cancelados!

En los Estados Unidos de hoy vemos la cultura de la cancelación por todas partes, pero su blanco principal son los estadounidenses religiosos, especialmente los cristianos. La moral, la ética y los valores tradicionales se hallan bajo asalto. Quienes se rigen por los valores judeocristianos, tan comunes durante los primeros 200 años de existencia de esta nación, ahora son ridiculizados, menospreciados y atacados si se atreven a expresar o defender sus puntos de vista.

En la medida que la influencia de la cultura atea y humanista secular sigue en aumento, crecen también los esfuerzos por eliminar las referencias a Dios y al cristianismo en los lugares de trabajo, las redes sociales, las aulas, el gobierno y los medios de comunicación. Y cuando se llega a mencionar a Dios y al cristianismo en alguno de estos medios, por lo general es en un tono de odio y desprecio.

Se prohíben los valores tradicionales,mientras las creencias cristianas disminuyen

A pesar de estar fundada en una ética judeocristiana, la influencia religiosa en Estados Unidos ha ido disminuyendo constantemente, como muestran las estadísticas más recientes del Instituto de Investigación de Religión Pública (PRRI, por sus siglas en inglés).

Su encuesta revela que la proporción de estadounidenses de raza blanca que se identifican como evangélicos descendió del 23 % en 2006 al 14.5 % en 2020. Los católicos blancos disminuyeron del 16 al 11.7 %. Durante el mismo tiempo, el porcentaje de encuestados de todas las etnias que no están afiliados a ninguna religión aumentó del 16 a casi el 24 %.

Esto se ha producido simultáneamente con los ataques a los valores tradicionales. Durante décadas, los secularistas anti-Dios han librado una guerra contra el cristianismo con objeto de expulsarlo de la vida estadounidense.

La oración en las aulas, por ejemplo, fue algo común en las escuelas públicas estadounidenses durante los primeros dos siglos de la historia de la nación. Sin embargo, tergiversando completamente la Primera Enmienda de la Constitución de EE.UU., en 1962 la Corte Suprema de este país dictaminó que tal práctica violaba la Primera Enmienda, a pesar de que esta claramente dice: “El Congreso no hará ley alguna por la que se adopte una religión como oficial del Estado o se prohíba practicarla libremente . . .”

No obstante, el libre ejercicio de la religión en las escuelas quedó prohibido de la noche a la mañana, y al año siguiente la Corte Suprema prohibió las Biblias en las escuelas. Estas dos regulaciones se han utilizado para suprimir la libre práctica de la religión en Estados Unidos desde entonces.

Prácticas perversas legalizadas y normalizadas

Dios es el Creador de la vida. Para él toda vida es preciosa, y eso incluye la de los niños en gestación. Sin embargo, solo diez años después la Corte Suprema decretó que las mujeres estadounidenses tenían un “derecho constitucional” a abortar las diminutas vidas que crecían en sus vientres, a pesar de que nunca había existido tal derecho en la Constitución en los casi 200 años anteriores. Desde entonces, en Estados Unidos han sido asesinados unos 60 millones de bebés en gestación, una cifra que supera la de la población de la mayoría de los países.

Y por si esto fuera poco, en 2015 la Corte Suprema abolió todas las restricciones al matrimonio homosexual. Luego, en 2020, emitió un fallo que redefine el significado de “sexo” (en la ley contra la discriminación) para incluir la orientación sexual y la identidad de género elegidas personalmente, de modo que ahora los hombres pueden afirmar que son mujeres y las mujeres pueden afirmar que son hombres, y todo el mundo está obligado legalmente a aceptar estas fantasías obvias como si fueran verdaderas y normales.

Como resultado, hablar en contra del aborto o de la agenda LGBTQ como algo que se opone a la moralidad básica, e incluso a la realidad científica, provoca un descomunal rechazo, ya que se considera que estos puntos de vista no son más que expresiones de odio y homofobia.

Ahora se considera que los roles de género “son definidos culturalmente”, ignorando las evidentes diferencias biológicas. ¿No quieres identificarte como hombre o mujer? No hay problema, dice Facebook, que desde 2014 ofrece 56 formas de autoidentificación en términos de sexo, incluyendo: agénero (que no se considera de género masculino ni femenino), transgénero (su identidad de género se opone a su género biológico), MTF (Man To Woman, es decir, que está cambiando de hombre a mujer) y pangénero (que siente tener todos los géneros simultáneamente).

Para no quedarse atrás, Apple ha introducido un nuevo emoji para sus teléfonos: un hombre embarazado. Y se espera que el resto de nosotros aceptemos tales barbaridades como algo normal y verdadero.

Libertad de expresión, una noción anticuada

Estados Unidos ha llegado al punto en el cual quienes controlan las palancas del poder solo permiten un conjunto de creencias y una visión del mundo, y cualquier discrepancia con los mismos es censurada y prohibida. ¿Qué ha sucedido con la libertad de expresión, es decir, el derecho a manifestar una amplia variedad de opiniones?

Los Padres Fundadores de Estados Unidos consideraban que la libertad de expresión era un derecho básico. Los firmantes de la Declaración de Independencia entendían que nuestros derechos no provienen del gobierno, sino de nuestro Creador.

Cuando muchos de esos mismos hombres se reunieron posteriormente para redactar la Constitución de los Estados Unidos, dieron el paso adicional de asegurar los derechos de las personas en una serie de enmiendas a la Constitución, conocidas como la Carta de Derechos. La Primera Enmienda garantizaba la libertad de expresión, de religión y de prensa. Durante más de dos siglos, estas libertades han permitido a los estadounidenses expresarse sobre prácticamente cualquier tema. En su mayor parte el Gobierno protegía estos derechos, incluso en los casos de posturas muy controvertidas o impopulares.

En la última década, sin embargo, el respeto a estos derechos se ha desmoronado precipitadamente. La libertad de expresión ha dado paso a una nueva ortodoxia: las actitudes “políticamente correctas”, como se las consideraba inicialmente en la década de 1990, se han transformado en enormes exigencias que ejercen una fuerte presión social para expresar solo lo que “la policía del pensamiento” liberal-progresista permite. Con una velocidad asombrosa, esta nueva cultura “woke” [término que describe a quien ha “despertado” a las injusticias sociales y raciales] ha vilipendiado y, en algunos casos, incluso criminalizado la libertad de expresión en Estados Unidos.

Los medios de comunicación social como fuerza impulsora de la censura

Históricamente, los medios de comunicación estadounidenses han defendido la libertad de expresión y de prensa. Pero cada vez hay más pruebas de que la clase dirigente de los medios de comunicación quiere limitar la libertad de expresión. Las personas religiosas y conservadoras ven cada vez más censuradas y anuladas sus opiniones.

Más de dos tercios de los estadounidenses utilizan las redes sociales –Facebook, Instagram, Twitter, YouTube, TikTok y otras– para mantenerse conectados con amigos, familiares, compañeros de trabajo y otros. Pero en la medida que hemos visto crecer la popularidad de estas plataformas, también hemos visto crecer su poder. Y estas plataformas han sobrepasado claramente la línea de la censura y la manipulación del pensamiento político y cultural.

A ellas y a sus líderes corporativos les disgusta especialmente la expresión religiosa y conservadora.

Facebook emplea a un pequeño ejército de “supervisores de contenido”, cuyo trabajo es filtrar el material religioso o conservador. Sus directrices sobre la incitación al odio condenan explícitamente las expresiones que puedan ofender a alguien por su orientación sexual, género o identidad de género. Pero esas directrices también se han utilizado para cancelar el discurso que expresa opiniones religiosas, tradicionales o conservadoras.

No es difícil entender el prejuicio de estos gigantes tecnológicos, ya que reflejan en gran medida las actitudes y prácticas de la cultura “woke” de extrema izquierda. Aplican esos prejuicios como los nuevos árbitros de la información, controlando cuál información se difunde y cuál debe cancelarse.

Su poder en este sentido es impresionante. Twitter eliminó de su plataforma al entonces presidente Donald Trump después de que este hiciera acusaciones de fraude electoral en las elecciones de 2020.

Se ha demostrado que Twitter, Facebook y YouTube, propiedad de Google, bloquean y eliminan habitualmente contenidos conservadores o religiosos. Aunque sus directrices afirman que son justas para todos los grupos y prohíben el discurso de odio evidente, grupos religiosos y conservadores han denunciado la eliminación de sus publicaciones, y otros han alegado que sus publicaciones están “prohibidas en la sombra”, es decir, ocultas deliberadamente de la mayor parte de la visualización pública.

Los principales programas de búsqueda en Internet como Google, Yahoo y Microsoft Bing, han sido acusados de manipular los resultados para desfavorecer y ocultar el contenido conservador y religioso y las noticias adversas para las causas y los políticos liberales, etiquetándolos convenientemente de “desinformación”.

¿Cómo se deterioró tanto todo?

Cada vez hay más conciencia de que la izquierda progresista lleva mucho tiempo librando una guerra contra Dios, el cristianismo y la moral bíblica. ¿Pero por qué pareciera que la guerra se ha intensificado en los últimos años?

Si bien los esfuerzos de la izquierda para implantar una forma secular humanista de salvación en un mundo malo e injusto ha estado en marcha durante casi 200 años, sus esfuerzos para expulsar a Dios de la vida estadounidense se aceleraron hace poco con el movimiento radical de “libertad de expresión” de los años sesenta.

El autor David Horowitz, quien fuera un estudiante radical durante la década de 1960, se convirtió en conservador a principios de los ochenta después de disgustarse con los males de la izquierda. En su libro Dark Agenda: The War to Destroy Christian America (Agenda siniestra: La guerra para destruir al cristianismo en Estados Unidos), Horowitz muestra cómo la izquierda se burla de los cristianos por rezar y creer en Dios, y expone el profundo odio de los marxistas hacia el cristianismo.

Refiriéndose a los millones de cristianos asesinados en los regímenes totalitarios del siglo xx, Horowitz escribe: “Los radicales de Estados Unidos hoy en día no tienen el poder político para ejecutar a la gente y destruir sus lugares de culto. Sin embargo, declaran abiertamente su deseo de eliminar la religión. En sus propias mentes, sus intenciones son nobles: quieren salvar a la raza humana de la injusticia social y la opresión que la religión supuestamente inflige a la humanidad” (2018, p. 4).

En otras palabras, la izquierda ve a quienes creen en los valores bíblicos como personas ignorantes y supersticiosas que necesitan ser reeducadas (o eliminadas en caso de que no puedan ser reformadas) para salvar al mundo.

Creciente persecución del cristianismo por parte de los Gobiernos

En los últimos años, Australia, Canadá, Gran Bretaña y otras naciones occidentales han aprobado leyes contra la “incitación al odio” que prohíben enseñar lo que dice la Biblia sobre la homosexualidad, el transgenerismo y la falsa religión. Como resultado, muchos pastores religiosos y otras personas que hablan sobre la moralidad han sido multados y encarcelados simplemente por citar lo que dice la Biblia. En Estados Unidos se han impulsado leyes similares que hasta ahora han sido bloqueadas, aunque puede que no siempre sea así.

En medio de su campaña presidencial de 2008, Barack Obama ridiculizó abiertamente varias leyes bíblicas. Durante una recaudación de fondos en San Francisco, en un momento de descuido reveló ante sus acaudalados donantes su desprecio personal por los estadounidenses religiosos de los pueblos pequeños: “Se amargan, se aferran a sus armas, a la religión o a la antipatía hacia la gente que no es como ellos . . . como manera de explicar sus frustraciones”.

Cuando ya como presidente consiguió que se aprobara su legislación sobre el programa de salud pública Obamacare, atacó a las organizaciones religiosas que se rebelaron contra las exigencias legales de proporcionar anticonceptivos, e incluso fármacos inductores del aborto. Una orden católica, las Hermanitas de los Pobres, se opuso a tales requisitos.

Obama se desquitó aplicando todo el peso del Gobierno federal, lo que obligó a las Hermanitas a embarcarse en años de costosas batallas legales. Esto se prolongó hasta que en 2016, en una rara votación unánime, la Corte Suprema falló a favor de las Hermanitas y sus derechos estipulados en la Primera Enmienda.

Los Gobiernos nacionales, estatales y locales de los principales países occidentales utilizaron la reciente pandemia de coronavirus para discriminar y perseguir abiertamente a las iglesias. Mediante regulaciones bloquearon o restringieron fuertemente lo que las iglesias podían hacer, mientras permitían que otros negocios, incluyendo bares, licorerías y tiendas expendedoras de marihuana, permanecieran abiertos. Algunas iglesias llevaron a juicio esta flagrante discriminación, y solo cuando sus demandas legales tuvieron éxito se les permitió reabrir.

Mientras tanto, el ejército estadounidense denegó el 99.9 % de las aproximadamente 16 000 solicitudes de exención religiosa para las vacunas covid obligatorias, y está en proceso de expulsar a miles de valiosos miembros de su personal capacitado.

Al mismo tiempo, la Corte Suprema de Estados Unidos se negó reiteradamente a escuchar las apelaciones sobre las vacunas covid obligatorias de individuos y grupos que argumentaban que la imposición de vacunas que consideraban potencialmente dañinas, muchas de las cuales fueron desarrolladas utilizando células fetales abortadas, violaba sus creencias y convicciones religiosas. Millones de estadounidenses se vieron obligados a violar su conciencia para no perder sus empleos.

Cómo soportar el dominio de lo demoníaco

¿A qué conduce todo esto? ¿Existe acaso un desenlace en el que la cancelación de Dios de la arena pública es un paso importante? Apocalipsis 13 describe un sistema gubernamental mundial emergente llamado “la bestia”, que controlará gran parte de la humanidad. Dicho sistema hará guerra contra los que sigan la Palabra de Dios, al tiempo que se ganará la admiración de la mayor parte del mundo.

La bestia es el término utilizado tanto para el malvado imperio político como para su líder tremendamente poderoso que opera bajo la influencia del “dragón”, identificado como Satanás. “El dragón le confirió a la bestia su poder, su trono y gran autoridad” (Apocalipsis 13:2, NVI).

La profecía también muestra que la bestia se alineará con un sistema religioso falso que se hará pasar por cristiano. Esta coalición va a “hacer la guerra a los santos” y el mundo en general se someterá a su dominio, de modo que “A la bestia la adorarán todos los habitantes de la tierra” (vv. 7-8, NVI).

La guerra emprendida por la cultura de la cancelación contra la moral bíblica ha contribuido enormemente a que las naciones se encaminen hacia ese sendero tenebroso, y la Biblia indica que esta situación solo empeorará. Los individuos no pueden cambiar esto, pero hay esperanza y propósito para cada persona que se comprometa a resistir el control de Satanás sobre la sociedad y sobre su propia vida. ¡Defienda a Dios y sus caminos!  BN