Prepárese ahora: el novio ya viene
Poco antes de la muerte de Jesús y mientras él y sus apóstoles se hallaban sentados en la cima del monte de los Olivos, desde donde se divisa Jerusalén, estos le preguntaron sobre los sucesos que anunciarían su futura venida para reinar con pleno poder (Mateo 24:3). Su respuesta, conocida como profecía o sermón del monte de los Olivos, comienza en Mateo 24 describiendo un notable aumento de problemas que desembocan en una catástrofe mundial. Continúa con varias lecciones sobre cómo afrontar ese tiempo, y concluye en Mateo 25 con tres parábolas sobre el estado de nuestra vida espiritual en el día que nos presentemos ante él.
Veamos la primera de ellas: la parábola de las diez vírgenes.
Diez vírgenes comprometidas
Uno de los temas claves en esta parábola comienza al final de Mateo 24, donde Jesús dice: “Vendrá el señor de aquel siervo un día que este no espera, y a la hora que no sabe” (v. 50). Esto indica un regreso repentino, que incluso sorprenderá a los seguidores de Cristo.
Pasando a la parábola, comienza: “Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomando sus lámparas, salieron a recibir al esposo” (Mateo 25:1).
El tema aquí es una boda. En aquella antigua cultura los padres participaban en la unión entre la novia y el novio, y se esperaba que este pagara un precio especial a los padres de la novia por el derecho a casarse con ella.
El período de compromiso podía ser muy prolongado, pero tan pronto se llegaba a un acuerdo, el novio preparaba un lugar para vivir con su futura esposa. A menudo se agregaba una nueva habitación a la casa de sus padres, y tan pronto esta quedaba completamente lista él iba a buscar a la novia, generalmente por la noche, con sus amigos más cercanos. Por las calles del pueblo se oía el grito: “¡Viene el novio!” Luego empezaba la ceremonia de boda y la celebración, que duraba varios días.
En otros pasajes se establece claramente que Jesús es el Novio, que Dios Padre ha preparado una boda y que la Iglesia de Dios, compuesta por los verdaderos seguidores de Cristo, es la Novia de Jesús, ahora comprometida “como una virgen pura a Cristo”, espiritualmente hablando (2 Corintios 11:2; ver Efesios 5:22-32). Así, las diez vírgenes de la parábola representan a aquellos en la Iglesia, descritos como espiritualmente puros, que salen a encontrar a Cristo a su regreso para unirse a él en gloria.
Las lámparas y el suministro de aceite
Cada una de estas vírgenes lleva una lámpara para ver el camino en la oscuridad. La palabra griega lampas que se usa aquí se refiere a una lámpara de aceite hecha de arcilla o a una antorcha. En cualquier caso, para mantener la luz encendida era indispensable llevar aceite suficiente para un período prolongado. Espiritualmente, necesitamos que la luz de Dios nos guíe y brille en nosotros y a través de nosotros. Y el aceite de oliva que produce la luz es comparable al suministro del Espíritu Santo que, como tal, representa el aceite de la unción (compare Filipenses 1:19; Hechos 10:38).
Mateo 25 continúa: “Cinco de ellas eran prudentes y cinco insensatas. Las insensatas, tomando sus lámparas, no tomaron consigo aceite” (vv. 2-3).
Las diez vírgenes aquí representan a toda la Iglesia y salen al encuentro del Esposo, Cristo. Al recibir el Espíritu, tienen la vida de Cristo en ellas (Gálatas 2:20) y viven en constante preparación.
Todas tenían el Espíritu de Dios. Las cinco llamadas prudentes tomaron vasijas con aceite extra, pero las otras cinco, las insensatas, no lo hicieron. La diferencia en la preparación daría como resultado una diferencia también en el crecimiento espiritual y el poder. Las sabias (o prudentes) se mantuvieron abiertas a la influencia del Espíritu Santo, usándolo para adquirir la naturaleza divina y crecer en gracia y conocimiento.
Todas despertaron del sueño
Continuemos: “Y tardándose el esposo, cabecearon todas y se durmieron” (v. 5).
El período de compromiso podría prolongarse. Esto correspondería al tiempo entre la primera y la segunda venida de Cristo. La aparente demora puede hacer que se pierda el sentido de urgencia. Pedro advirtió que los burladores preguntarían: “¿Dónde está la promesa de su advenimiento?” (2 Pedro 3:4). Es una señal de los últimos días que aun aquellos que estén vigilando y aguarden su regreso se cansarán, decepcionarán y adormecerán.
Cristo dijo que “todas cabecearon y durmieron”, es decir, toda la Iglesia. Por supuesto que en nuestra débil condición humana no podemos estar mucho tiempo sin quedarnos dormidos (ver Mateo 26:40-41); físicamente necesitamos dormir. El verdadero problema aquí es una cuestión de preparación, en cuanto a no permanecer alerta permitiendo la guía del Espíritu de Dios.
Continúa: “Y a la medianoche se oyó un clamor: Aquí, viene el esposo; ¡salid a recibirle!” (Mateo 25:6).
La voz del novio se escuchaba en las calles. ¡Se acercaba el momento del matrimonio! Todo el pueblo se animaría a unirse a las festividades.
El anuncio del regreso de Cristo se produce en medio de la gran oscuridad espiritual del tiempo del fin, en medio de un mundo atrapado en el engaño espiritual y la embriaguez. Sin embargo, aquellos que tienen el Espíritu de Dios cuentan con la ayuda necesaria para discernir el engaño y rechazar el camino del mundo.
El anuncio de la venida de Cristo despierta a la gente. ¿Y entonces?
Responsabilidad personal de prepararse
“En ese momento, todas las vírgenes se levantaron y prepararon sus lámparas” (v. 7, Palabra de Dios para Todos). La preparación consistía en avivar la luz de la lámpara o antorcha. Aquí significa que la Iglesia está despierta y expectante por la venida de Cristo y las bodas con el Cordero (ver Apocalipsis 19:7). Cuando se anuncie la llegada de Cristo, debemos despertar y estar listos para recibirlo y casarnos con él.
Pero algo salió mal con cinco de las vírgenes. Las llamadas insensatas veían que se les apagaba la luz; necesitaban aceite, pero no tenían más para reabastecer sus lámparas. “Y las insensatas dijeron a las prudentes: Dadnos de vuestro aceite; porque nuestras lámparas se apagan” (v. 8). No obstante, en términos espirituales esto no funciona.
“Mas las prudentes respondieron diciendo: Para que no nos falte a nosotras y a vosotras, id más bien a los que venden, y comprad para vosotras mismas” (v. 9). La salvación es un asunto personal. No se puede pedir prestada una relación con Dios. A los cristianos se les dice: “Ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor” (Filipenses 2:12). El poder del Espíritu debe obrar individualmente en cada discípulo.
Para que nuestra reserva de “aceite” espiritual no se agote, debemos renovarnos regularmente con la ayuda de Dios a través de los medios que él nos provee, especialmente la oración, el estudio de la Biblia, la meditación, el ayuno, el compañerismo y el arrepentimiento continuo en obediencia. (Lea nuestra guía de estudio gratuita Herramientas para el crecimiento espiritual para obtener más información).
La venida de Jesucristo no solo asombrará al mundo, sino que incluso aquellos que saben de su regreso y lo anhelan deberán despertar. ¿Lograrán los afanes de este mundo hacer que algunos se duerman?
Una advertencia que no se debe postergar
Sea como sea, esta parábola muestra que muchos despertarán para darse cuenta de que no están completamente preparados para entrar con Cristo a la boda. “Pero mientras ellas iban a comprar, vino el esposo; y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta” (v. 10).
Las vírgenes insensatas regresan y tratan desesperadamente de entrar en la cena. “Después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: ¡Señor, señor, ábrenos! Mas él, respondiendo, dijo: De cierto os digo, que no os conozco. Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir” (vv. 11-13).
Estos versículos encierran un matiz de funesto desenlace. ¿Está todo perdido, sin esperanza? ¿Hay acaso lugar para el arrepentimiento? En algún momento será demasiado tarde. Sin embargo, otra forma de entender esta parábola es reconocer que la predicación actual del evangelio en realidad es parte del anuncio de que viene el Esposo. Así que todavía hay tiempo de hacer lo necesario para mantenerse espiritualmente lleno.
En el caso de los cristianos negligentes, Cristo tocará la puerta de sus corazones para que lo dejen entrar, como en el mensaje a la iglesia “tibia” de Laodicea en Apocalipsis 3. Les dice “yo te aconsejo que de mí compren oro refinado en fuego” (es decir, el carácter piadoso que se obtiene en medio de las pruebas), instándolos al arrepentimiento (Apocalipsis 3:16, 18; 1 Pedro 1:7).
Pero, como enseña la parábola, llegará un momento en que no habrá más oportunidad. ¿Y quién sabe cuánto durará su propia vida? Así que no lo posponga.
Esta parábola también nos da la clave para perseverar hasta el fin de los tiempos y participar en la cena de bodas al regreso de Cristo. Dicha clave es la ayuda del Espíritu Santo. Procure mantener llena su reserva de este Espíritu en su vida. En la oscuridad del tiempo del fin, aquellos que cuenten con suficiente aceite tendrán la luz que los guíe y los mantenga fortalecidos. ¡Asegúrese de estar en ese grupo! BN