#257 - Mateo 24-25: "Continuación de las 7 señales del fin; parábolas sobre velar"

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#257 - Mateo 24-25

"Continuación de las 7 señales del fin; parábolas sobre velar"

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Cristo explicó que las primeras cuatro señales serían condiciones generales en el mundo (falsas iglesias cristianas, guerras, hambres y pestes) que aumentarían en intensidad hasta desembocar en el período de la Gran Tribulación (o la quinta señal). Jesús añade que habrá “terremotos en diferentes lugares” (Mateo 24:7).

¿Han aumentado los terremotos en este siglo? Según la Oficina Geológica de los EE. UU., la respuesta es un rotundo ¡! Ellos calculan que, según los registros históricos, entre tres y cinco millones de personas han perecido en los últimos mil años debido a los movimientos sísmicos y erupciones volcánicas. Pero sólo en este siglo, ya han muerto más de un millón de personas debido a los terremotos, más del doble que en cualquier siglo anterior. La frecuencia de terremotos es ahora mucho mayor que a principios del siglo. El problema es que nos hemos acostumbrado tanto al escuchar casi cada semana de terremotos “en diversos lugares”, que no notamos lo que han aumentado.

Lamentablemente, en este período de catástrofes mundiales, Cristo revela que muchos miembros “tropezarán entonces, y se entregarán unos a otros, y unos a otros se aborrecerán… y por haberse multiplicado la “maldad” [anomía, o por quebrantar la ley de Dios], el amor [agape, o amor espiritual] de muchos se enfriará. Más el que persevere hasta el fin, éste será salvo. Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin” (Mateo 24:10-14). 

La obra de Dios sigue a través de la revista Las Buenas Noticias y de los programas de televisión e Internet

Está profetizado que la condición espiritual de muchos miembros será afectada por el aumento de pecados en un mundo corrupto y turbulento. A muchos “se les enfriará” ese amor espiritual hacia Dios y su obra. Explica el experto en griego, Robertson: “La frase, ‘se enfriará’, significa, ‘un soplo de viento frío’”. Si los hermanos se enredan por el aumento de pecado en un mundo desenfrenado, su amor espiritual se enfriará. Robertson sigue, “El amor de los hermanos entonces se debilitará y causará que se aborrezcan y se llenen de sospechas mutuas”. Se volverán tibios en la fe. 

Noten que hay tres factores en juego aquí. 

  1. El aumento de pecados en el mundo. 
  2. El que resiste y persevera hasta el fin logrará entrar en el reino de Dios. 
  3. Ellos seguirán firmes ayudando a llevar el evangelio del reino al mundo. 

Así se comprueba en las Escrituras lo que siempre notó el Sr. Armstrong: “Su crecimiento espiritual depende de cuánto está su corazón en la obra de Dios”. Esto no significa que se puede descuidar la vida espiritual con tal que se apoye la obra de Dios. Todo lo contrario, al estar espiritualmente cerca de Dios por medio de la oración y la obediencia, él nos llenará de ese celo para respaldar su Obra. Una vida espiritual saludable y bien desarrollada hará que uno esté, como dijo Jesús, “en los negocios de mi Padre” (Lucas 2:49). 

Cristo ahora menciona cuándo vendría ese “fin”. “Por tanto, cuando veáis en el lugar santo la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel (el que lee, entienda), entonces los que estén en Judea, huyan a los montes” (Mateo 24:15-16).

Jesús señala que el suceso clave sería la abominación desoladora. Se refiere a la invasión de Israel por los ejércitos de una Europa Unida, la profanación de los sacrificios judíos y el establecimiento de la nueva sede del falso profeta, que previamente estuvo en Roma (vea Daniel 11:31, Daniel 11:45). El relato paralelo en Lucas respalda esto: “Pero cuando viereis a Jerusalén rodeada de ejércitos, sabed entonces que su destrucción ha llegado… y Jerusalén será hollada por los gentiles, hasta que los tiempos de los gentiles se cumplan [los 3 ½ años finales]” (Lucas 21:20, Lucas 21:24).

Esta profecía ayudó a los cristianos a huir de Israel cuando los ejércitos romanos rodearon a Jerusalén en el año 66 d.C. y momentáneamente levantaron el sitio en el año 69 a.C. Comenta Robertson: “Eusebio, un historiador cristiano, dice que en realidad los cristianos huyeron a Pella, al pie de los montes a unos veintiocho kilómetros al sur del Mar de Galilea. Recordaron la advertencia de Jesús, y huyeron en busca de refugio”.

La huida de la ciudad o de las aldeas se hacía por las azoteas. Robertson dice: “Podían saltar de tejado en tejado, y así escapar por la “carretera de los tejados”, como la llamaban los rabinos. Había que apurarse”. 

Todo esto sucederá en los tiempos del fin cuando comience la quinta señal —el período de la Gran Tribulación. En Daniel, leemos que habrá tres grandes eventos en ese entonces. Dice: “¿Cuándo será el fin de estas maravillas?...un tiempo, tiempos y la mitad de un tiempo [3 ½ años]. Y desde el tiempo que sea quitado el continuo sacrificio [y] la abominación desoladora, habrá mil doscientos noventa días. Bienaventurado el que espere, y llegue a mil trescientos treinta y cinco días”. 

Según entendemos, la Iglesia dejará de enviar el evangelio al mundo 1335 días antes de la venida de Cristo y se alista para la huida. Cuarenta y cinco días más tarde, Jerusalén es atacada e invadida. La abominación desoladora es puesta en su lugar. Treinta días más tarde la Iglesia huye a su lugar donde es cuidada por esos 3 ½ años y entonces comienza la Gran Tribulación. 

El período de la persecución de Satanás contra el remanente que queda de la Iglesia empieza, y se exigirá ponerse la marca de la Bestia para poder trabajar y comer. Los dos testigos, que son los dos principales líderes de la Iglesia, iniciarán la obra de dar testimonio del verdadero evangelio al mundo (Apocalipsis 11). Al final de este período de la Gran Tribulación, Dios intervendrá en el mundo, y comenzará la sexta señal, que son las señales celestiales. “E inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas [meteoritos] caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas [los ángeles quedarán atónitos]” (Mateo 24:29). Estas señales preparan la venida de Cristo y advierten del castigo que viene al que no se arrepienta (Apocalipsis 16:11).

“Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo [todo ojo verá el resplandor de su venida] y entonces lamentarán [de kopto, golpearse el pecho por la angustia], y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria” (Mateo 24:30).

Con la venida de Cristo, los ángeles tocan las trompetas, que derraman los juicios de Dios (Apocalipsis 16). También señalan la resurrección de los muertos en Cristo y de los que están vivos en Cristo. “Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntará a sus escogidos, de los cuatro vientos [las cuatro direcciones cardinales], desde un extremo del cielo hasta el otro [los santos suben en el aire a Cristo, vea 1 Tesalonicenses 4:16-17].

Ahora Cristo les indica a sus discípulos la necesidad de estar pendientes de las señales que les ha entregado. Cada generación verá algunas de estas señales, pero no todas. Sólo la generación que vea todas las señales es la indicada. Engañadores fingiendo representar a Cristo han habido desde el primer siglo, como también guerras, hambres, pestes y persecuciones de cristianos. Pero hay varias señales que no han aparecido hasta este siglo: Guerras mundiales, aumento de terremotos, la explosión demográfica, que permite unas hambrunas mayores, y nuevas pestes que no existían en los siglos pasados. Sobre todo hay cuatro grandes señales que sólo han existido en este siglo

  1. Sólo ahora se puede destruir a la humanidad por completo, cumpliendo por primera vez Mateo 24:22. 
  2. Israel como nación está de vuelta desde el primer siglo para hacer posible la abominación desoladora.
  3. El evangelio se ha estado predicando al mundo entero por los medios de comunicación masiva de sólo este siglo.
  4. La maldad se ha multiplicado (Mateo 24:12). Siempre ha habido maldad, pero no se ha multiplicado. Es la frecuencia y la intensidad lo que la hace distinta. Daniel 8:23 profetiza: “cuando los transgresores lleguen al colmo… [al máximo nivel]”.

Cristo les dice: “De la higuera aprended la parábola: Cuando ya su rama está tierna, y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca. Así también vosotros, cuando veáis todas estas cosas, conoced que está cerca [el fin], a las puertas. De cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre” (Mateo 24:32-36). Los brotes de la higuera anunciaban el verano, y era una señal segura. De modo que la generación que viera todas estas señales sería la que pasaría por los tiempos del fin. En otras palabras, las señales no durarían por siglos, sino sólo por una generación, que normalmente dura unos cuarenta años.

Cristo sigue ayudando a sus discípulos a discernir los tiempos del fin. “Mas como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre. Porque como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca, y no entendieron, hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también la venida del Hijo del Hombre” (Mateo 24:37-39). 

Las condiciones de los últimos días serían parecidas a los tiempos de Noé. Hay cuatro condiciones que tomar en cuenta: 

  1. La tierra se llenó de violencia (Génesis 6:11).
  2. Hubo una explosión demográfica (Génesis 6:1).
  3. La inmoralidad llegó al colmo, y sólo una minúscula parte de la humanidad siguió el camino de Dios (Génesis 6:12-13).
  4. Nadie tomó en cuenta las predicaciones de Noé, y todos fueron sorprendidos y por fin castigados. 

Cuando lleguen estos días del fin, los que se prepararon espiritualmente serán protegidos (o “tomados”), tal como lo fueron Noé y su familia. “Entonces estarán dos en el campo; el uno será tomado, y el otro será dejado. Dos mujeres estarán moliendo en un molino; la una será tomada, y la otra dejada” (Mateo 24:40-41). 

Cristo entrega la parábola del padre de familia para ilustrar la importancia de estar pendiente de estas señales. “Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor. Pero sabed esto, que si el padre de familia supiese a qué hora el ladrón habría de venir, velaría, y no dejaría minar su casa. Por tanto, también vosotros estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis”. Si vemos las señales de que alguien está merodeando alrededor de nuestra casa, estaremos preparados para sorprender al ladrón. Así también debemos estar alertas acerca de estas señales.

Luego viene la parábola del mayordomo: “¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, al cual puso su señor sobre su casa para que les dé el alimento a su tiempo? Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así. De cierto os digo que sobre todos sus bienes le pondrá”. Dios ahora nos deja a cargo de su obra aquí en la tierra, que incluye alimentar a su rebaño y enviar el evangelio al mundo. Si los miembros siguen siendo “siervos fieles”, recibirán una recompensa de grandes responsabilidades en el reino de Dios. Pero si no, entonces Jesús aclara: “Pero si aquel siervo malo dijere en su corazón: Mi señor tarda en venir [los tiempos del fin todavía quedan muy distantes] y comenzare a golpear a sus consiervos, y van a comer y a beber con los borrachos [vuelve al mundo y a quebrantar los mandamientos de Dios], vendrá el señor de aquel siervo en día que éste no espera y a la hora que no sabe [se olvidó de estar pendiente de las señales], y lo castigará duramente, y pondrá su parte con los hipócritas [los actores religiosos que fingen estar conversos]; allí será el lloro y el crujir de dientes [por el castigo]” (Mateo 24:48-51). Noten que se refiere aquí al miembro, o “siervo” que Dios dejó a cargo de sus cosas. Uno puede dejar el camino de Dios y volver al mundo. Así pierde toda sensibilidad hacia las profecías y deja de temer a Dios. Dejará de guardar los sábados y las Fiestas Santas.

Cristo ahora sigue en Mateo 25 con más parábolas para estar pendientes de las señales. “Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomando sus lámparas, salieron a recibir al esposo. Cinco de ellas eran prudentes y cinco insensatas. Las insensatas, tomando sus lámparas, no tomaron consigo aceite, mas las prudentes tomaron aceite en sus vasijas, juntamente con sus lámparas. Y tardándose el esposo, cabecearon todas y se durmieron. Y a la medianoche se oyó un clamor: ¡Aquí viene el esposo; salid a recibirle! Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron, y arreglaron sus lámparas. Y las insensatas dijeron a las prudentes: Dadnos de vuestro aceite; porque nuestras lámparas se apagan. Mas las prudentes respondieron diciendo: Para que no nos falte a nosotras y a vosotras, id más bien a los que venden, y comprad para vosotras mismas. Pero mientras ellas iban a comprar, vino el esposo; y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta. Después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: ¡Señor, señor, ábrenos! Mas él, respondiendo, dijo: De cierto os digo, que no os conozco. Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir”.

El relato retrata fielmente una boda en los tiempos de Jesús. Explica El Comentario Evangélico: “Al finalizar la ceremonia religiosa, era costumbre que el novio se dirigiera con sus amigos a la casa de la novia, para recogerla y llevarla, junto a sus amigas (las vírgenes) que se encontraban en el camino a su nuevo hogar, para celebrar la fiesta de bodas (vea Mateo 22:1-14). 

Las lámparas en este caso son en realidad antorchas (lampas) y no la lámpara de aceite (luchnos)”. Robertson las describe: “Eran antorchas hechas de un mango de madera y un plato encima en el que se colocaba un trozo de cordel o de tela sumergida en aceite”. El problema era que las antorchas usaban mucho aceite, y pronto se extinguían si no se reabastecían de aceite. Si las prudentes hubieran compartido su aceite con las insensatas, pronto se habrían apagado todas. A veces la pareja se demoraba bastante en la casa de los padres de la novia por las largas despedidas. Las vírgenes en el camino no sabían cuándo pasarían y debían estar alertas. Era costumbre que, si pasaba y los convidados no estaban listos con sus lámparas, sería una gran ofensa, y una vez cerrada la puerta, a los atrasados no se les permitía entrar. Explica Fred Wight: “El novio sale con la novia de la casa de sus padres, y le sigue una gran procesión por todo el camino hasta su casa. Las calles de las ciudades eran oscuras y era necesario que cualquiera que se aventurara por ellas en la noche, llevara una lámpara o antorcha. Sin lámparas o antorchas no pueden unirse a la procesión, o entrar a la casa del novio. Las diez vírgenes esperaron la procesión a que llegara al punto en que ellas esperaban, y las cinco prudentes pudieron unirse porque ellas tenían reserva de aceite para sus lámparas. Pero las vírgenes insensatas no tenían reserva de aceite y así, no estando preparadas, no pudieron entrar a las bodas” (Usos y Costumbres de las Tierras Bíblicas, p. 139).

Antorcha

Cristo explica aquí que no todos los miembros [las vírgenes espirituales] estarán listos para su llegada. La lámpara en la Biblia simboliza la Palabra de Dios (Salmos 119:105), y el aceite, el Espíritu Santo (Hechos 10:38). La lección es que, si uno tiene su vasija espiritual llena, podrá estar listo para la venida del reino, pero si no, puede quedar excluido por su negligencia espiritual.

Además, esta ceremonia de bodas tiene un paralelo para cuando Jesús vuelva. Su Iglesia, la novia, lo espera aquí en la tierra, y él viene de la casa de su padre, en el cielo, junto con los santos ángeles a recoger a su novia. Llega la señal de su venida, y Cristo “arrebata” a su novia [la Iglesia] “en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor” (1 Tesalonicenses 4:17). El nuevo hogar del Novio será la tierra, pues afirmará “sus pies en aquel día sobre el monte de los Olivos… Y el Eterno será rey sobre toda la tierra. En aquel día el Eterno será uno [no más religiones falsas], y uno su nombre… Y todos los que sobrevivieren de las naciones que vinieron contra Jerusalén, subirán de año en año para adorar al Rey, al Eterno de los ejércitos y a celebrar la fiesta de los tabernáculos” (Zacarías 14:4-16). 

Ahora Cristo celebra las bodas con su esposa en una nueva Jerusalén hecha por él. “Y oí… la voz… que decía: ¡Aleluya, porque el Señor nuestro Dios Todopoderoso reina! Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado Las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado” (Apocalipsis 19:6-7). Todos los santos estarán presentes, y se entregarán las responsabilidades del reino de Dios para gobernar bajo Cristo por mil años (Apocalipsis 20:4-6). Habrá un gran banquete (Isaías 25:6-9; Lucas 13:28). 

¡Qué gran escena! Esperamos todos poder ser dignos de este llamado y perseverar hasta el fin para estar allí.