Trasfondo histórico de los evangelios
Lección 32 - Mateo 24
Una vez que Jesús terminó de proclamar sus ayes contra los líderes judíos, como leemos en Mateo 23, salió del área del templo y subió con sus discípulos al monte de los Olivos. Desde allí tenían una vista impresionante del magnífico complejo del templo. Debido a que él entregó profecías trascendentales en dicho monte, esta sección se llama “La profecía del monte de los Olivos” y abarca Mateo 24-25, Marcos 13 y Lucas 21.
Mateo 24:1-3 comienza así: “Cuando Jesús salió del templo y se iba, se acercaron sus discípulos para mostrarle los edificios del templo. Respondiendo él, les dijo: ¿Veis todo esto? De cierto os digo, que no quedará aquí piedra sobre piedra, que no sea derribada. Y estando él sentado en el monte de los Olivos . . .” (énfasis nuestro en todo este artículo).
Como Jesús revelaría, hay una dualidad en estas profecías. La profecía sobre la destrucción de Jerusalén se cumpliría parcialmente unos cuarenta años más tarde, en 70 d. C., pero el cumplimiento final, como él indica en Mateo 24:15-22, tendrá lugar en los últimos tiempos, cuando Jerusalén sea rodeada de ejércitos y se lleve a cabo la abominación desoladora (ver también Daniel 11:31; 12:9-11).
¿Por qué sería quitada de su lugar cada piedra en el área del templo? Como explica Believer’s Bible Commentary (Comentario bíblico del creyente), “[El general romano] Tito intentó infructuosamente salvar el templo pero sus soldados le prendieron fuego, cumpliéndose así la profecía de Cristo. Cuando el fuego derritió la moldura de oro, el metal fundido se escurrió entre las piedras. Para recuperarlo, los soldados tuvieron que quitar cada una de ellas, tal como había predicho nuestro Señor. Este juicio tuvo lugar en 70 d. C., cuando los romanos bajo Tito saquearon Jerusalén” (nota sobre Mateo 24:2).
Cuando los discípulos escucharon sus predicciones, se sorprendieron mucho y quisieron saber cuándo sucederían estas cosas. Mateo registró sus preguntas: “Y estando él sentado en el monte de los Olivos, los discípulos se le acercaron aparte, diciendo: Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo?” (Mateo 24:3).
Jesús procede a hacer un bosquejo de estas profecías, algunas para su tiempo y otras para el tiempo del fin. Este bosquejo tiene una considerable semejanza con los sellos de Apocalipsis 6-8.
Como explica nuestro folleto Usted puede entender la profecía bíblica: “Estas seis primeras secciones del rollo corresponden a las señales que Jesús describió en su profecía del monte de los Olivos, consignada en Mateo 24, Marcos 13 y Lucas 21. Jesús las llama ‘principio de dolores’ (Mateo 24:8). Estas señales preceden al tiempo de la ira de Dios, que es el Día del Señor. Desde el momento en que comienzan estos sucesos y condiciones, continúan hasta el fin de ese período. A medida que se acerca el fin, la intensidad de la destrucción aumenta con rapidez debido a los efectos acumulativos” (pp. 55-56).
En primer lugar, los falsos profetas se multiplicarán y engañarán a muchos (Mateo 24:4-5, 11). Esto finalmente conducirá al falso profeta, quien se unirá a un líder político-militar llamado la bestia (ambos se mencionan en Apocalipsis 16:13), dando inicio al período de la gran tribulación, poco después de que se lleve a cabo la abominación desoladora en el lugar santo (Mateo 24:15).
En segundo lugar, las guerras en el mundo se intensificarán hasta desembocar en el equivalente a una última guerra mundial que hará necesario el regreso de Jesucristo para evitar que la humanidad se autodestruya (Mateo 24:6, 22). Pareciera que además de la intervención directa de Dios también se usarán las armas del hombre para destruir gran parte de la Tierra, según se describe en Apocalipsis 8-9. Así lo explica Jesús: “Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo; mas por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados” (Mateo 24:22).
En tercer lugar, en el mundo aumentarán las hambrunas y las guerras producirán más sequías y hambre (Mateo 24:7). Esta tendencia mundial es preocupante; solo este año, el covid-19 interrumpió el suministro de alimentos, redujo la producción económica y aumentó los niveles de pobreza. Una inminente hambruna amenaza a varios países de África Oriental.
En cuarto lugar, habrá epidemias de enfermedades generalizadas en toda la Tierra (Mateo 24:7). Cabe destacar que ahora nos encontramos en medio de una pandemia global. Jesús nos dijo que Dios permitiría que las plagas se multiplicaran durante el tiempo del fin, y ya vivimos en un mundo lleno de plagas, muchas a causa de la inmoralidad desenfrenada que incrementa las enfermedades venéreas. Otras plagas, como el covid-19, se originan a partir de virus súper resistentes que se propagan a través de los medios de transporte mundial.
Entretanto, Cristo exhorta a los miembros de la Iglesia a ser espiritualmente celosos y a mantenerse involucrados en la obra de Dios. Él dice que “por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará. Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo. Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin” (Mateo 24:12-14).
The Complete Word Study Dictionary (Diccionario completo de estudio de palabras) señala algo importante sobre el término “maldad”, o anomia en griego, que se usa aquí: “En la mayoría de los casos en el N. T. no significa la ausencia de la ley, sino la violación de la ley . . . no de una ley subjetiva que creamos nosotros mismos para nuestra conveniencia, sino principalmente de una ley instituida divinamente” (nota sobre Mateo 24:12).
A. T. Robertson enseguida explica la frase “se enfriará” en Mateo 24:12: “enfriar mediante el soplido, enfriarse, ‘energía espiritual deteriorada o mermada por un viento maligno o venenoso’ (Vincent). ‘El amor de muchos’: el amor de la hermandad da paso al odio y la desconfianza mutuos” (Word Pictures of the N.T. [Imágenes en palabras del N. T.]).
A continuación Jesús agrega: “Por tanto, cuando veáis en el lugar santo la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel (el que lee, entienda), entonces los que estén en Judea, huyan a los montes . . . Mas ¡ay de las que estén encintas, y de las que críen en aquellos días! Orad, pues, que vuestra huida no sea en invierno ni en día de reposo” (Mateo 24:15-20).
Como mencionáramos, esta profecía acerca de la huida se cumplió parcialmente durante la guerra judía contra los romanos (66-70 d. C.), ocasión en que Jerusalén fue rodeada por el ejército de Roma y la Iglesia huyó de allí, aparentemente alrededor del año 68 d. C., cuando el general Vespasiano levantó temporalmente el asedio. Como dice A. T. Robertson acerca de la frase “‘Huyan a las montañas’: [se refiere a] las montañas al este del Jordán. Eusebio dice que los cristianos en realidad huyeron a Pella, al pie de las montañas, unos 27 kilómetros al sur del mar de Galilea. Recordaron la advertencia de Jesús y huyeron en busca de seguridad” (ibíd., nota sobre Mateo 24:16).
En quinto lugar vendrá un período de intensa persecución y martirio que Jesús llama “gran tribulación”. Él dijo que “habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá. Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo; mas por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados” (Mateo 24:21-22). Gran parte de esta persecución será obra de la bestia y del falso profeta, como se explica en Apocalipsis 13, y aquellos que en los últimos tiempos se rehúsen a venerar “la imagen de la bestia” enfrentarán la posibilidad de morir por la fe (Apocalipsis 13:15). Los fieles tienen dos cualidades que los identifican: “guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo” (Apocalipsis 12:17).
Lo que sigue es la sexta etapa, que incluye señales celestiales y trompetas que suenan en el cielo a medida que cada castigo se desata sobre la Tierra. Como explica nuestro folleto El Apocalipsis sin velos: “¿Dijo Jesús cuándo ocurrirían estos estremecedores acontecimientos en los cielos? Claro que sí: ‘E inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas’ (Mateo 24:29) . . . Notemos el orden de estos tres acontecimientos: primero viene la tribulación, que está descrita al abrirse el quinto sello. Luego vienen las señales cósmicas que se describen al abrirse el sexto sello. Después de las señales cósmicas viene el Día del Señor, el tiempo de la ira de Dios. Las señales cósmicas ocurrirán después de que la gran tribulación haya empezado, pero antes de que comience el Día del Señor” (p. 35).
Por último, Cristo describe la etapa final: “Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria. Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro” (Mateo 24:30-31). En 1 Tesalonicenses 4:16-17 se encuentra un pasaje paralelo: “Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor”.
Después de explicar los acontecimientos del tiempo del fin, Jesús pasa a enfocarse en cómo los fieles pueden prepararse espiritualmente para su venida. Dice en Mateo 24:32-36: “De la higuera aprended la parábola: Cuando ya su rama está tierna, y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca. Así también vosotros, cuando veáis todas estas cosas, conoced que está cerca, a las puertas. De cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca . . . Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre”.
Esta parábola de la higuera nos exhorta a observar el “brote” de los eventos mundiales y a estar atentos cuando surjan en el escenario mundial los sucesos del tiempo del fin (ver también Lucas 21:36). Para estar alerta a estas señales es importante observar atentamente los acontecimientos preliminares ya profetizados. La mayor parte del mundo no percibirá su importancia. Como dice Daniel 12:9-10 de ese tiempo: “El respondió: Anda, Daniel, pues estas palabras están cerradas y selladas hasta el tiempo del fin. Muchos serán limpios, y emblanquecidos y purificados; los impíos procederán impíamente, y ninguno de los impíos entenderá, pero los entendidos comprenderán”.
Como dijo Jesús, una vez que ocurra la abominación desoladora comenzará una cuenta regresiva, como una mujer embarazada que inicia su trabajo final de parto (Mateo 24:8): ya no es posible revertir el curso ni la intensidad. Al parecer todo esto sucederá durante la generación que presencie estos sucesos del tiempo del fin. Es decir, no pasarán dos generaciones antes de que todo esto ocurra. Asimismo, también advierte que no seamos dogmáticos sobre el momento preciso de su regreso (Mateo 24:36).
Enseguida Cristo describe las condiciones morales de esa época. Él ya había comparado las condiciones morales del tiempo del fin con dos épocas anteriores: los tiempos de Noé y los de Lot en Sodoma (Lucas 17:26-30). Así, Mateo escribe: “Mas como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre. Porque como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca, y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también la venida del Hijo del Hombre. Entonces estarán dos en el campo; el uno será tomado, y el otro será dejado. Dos mujeres estarán moliendo en un molino; la una será tomada, y la otra será dejada. Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor. Pero sabed esto, que si el padre de familia supiese a qué hora el ladrón habría de venir, velaría, y no dejaría minar su casa. Por tanto, también vosotros estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis” (Mateo 24:37-44).
Como señala Believer's Bible Commentary: “En aquellos días, sin embargo, la mayoría de la gente será indiferente, al igual que en los días de Noé . . . La gente comía, bebía, se casaba, se daba en matrimonio; en otras palabras, se comportaban como si fueran a vivir para siempre. Aunque se les advirtió que se avecinaba una inundación, siguieron viviendo como si hubieran sido inmunes a este tipo de catástrofe. Cuando esta sucedió, no estaban preparados y quedaron fuera del único lugar seguro. Así será cuando Cristo regrese” (nota sobre Mateo 24:37).
Lucas 21:34-36 arroja luz sobre esta sección: “Mirad también por vosotros mismos, que vuestros corazones no se carguen de glotonería y embriaguez y de los afanes de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día. Porque como un lazo vendrá sobre todos los que habitan sobre la faz de toda la tierra. Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre”.
Así, pues, Cristo termina el capítulo 24 enfocándose nuevamente en la condición espiritual de los miembros de la Iglesia: “¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, al cual puso su señor sobre su casa para que les dé el alimento a tiempo? Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así. De cierto os digo que sobre todos sus bienes le pondrá. Pero si aquel siervo malo dijere en su corazón: Mi señor tarda en venir; y comenzare a golpear a sus consiervos, y aun a comer y a beber con los borrachos, vendrá el señor de aquel siervo en día que éste no espera, y a la hora que no sabe, y lo castigará duramente, y pondrá su parte con los hipócritas; allí será el lloro y el crujir de dientes” (Mateo 24:45-51).
Como explica The Bible Knowledge Commentary (Comentario del conocimiento bíblico), “La venida del Señor será una prueba para los siervos. Así como el señor en la historia de Jesús confió todas sus posesiones a su siervo, así Dios ha confiado el cuidado de todas las cosas en esta Tierra a sus siervos. Las respuestas de los siervos son indicio de sus condiciones internas. El Señor quiere encontrar a sus siervos, como el primer mayordomo, cumpliendo fielmente su voluntad. Tal siervo será recompensado por su fiel servicio cuando el Señor regrese. Pero el siervo que no cumpla con su mayordomía será juzgado severamente. Tal siervo, pensando que su amo tardaría mucho tiempo en regresar, se aprovechó de los demás (golpeó a sus compañeros de servicio) y vivió perversamente (comiendo y bebiendo con borrachos). Como la gente malvada de los días de Noé, no se dio cuenta del repentino juicio que se avecinaba. Pero vendrá el juicio y será tratado como se trataría con un hipócrita, que es precisamente lo que significa un siervo infiel. Su rechazo consistirá en un juicio eterno (llanto y crujir de dientes) lejos de su amo. Asimismo, la sentencia sobre los impíos en la segunda venida del Señor será la separación eterna de Dios” (nota sobre Mateo 24:45).
Otro comentario agrega: “Habrá llanto y crujir de dientes es una expresión que se usa en todo Mateo, siempre en alusión al remordimiento que se siente por haber sufrido una gran pérdida. Aquellos que no sean siervos diligentes de Dios no participarán de ninguna de sus bendiciones cuando comience el reino milenario” (Nelson's Bible Commentary [Comentario bíblico de Nelson], nota sobre Mateo 24:45). EC