La batalla por su mente

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La batalla por su mente

¿Cuántas cerraduras y pestillos protegen su propiedad? Para la mayoría de nosotros, esto probablemente incluye cerrojos en nuestras puertas de entrada y trasera, toda puerta lateral, la puerta del garaje, varias ventanas y cualquier cobertizo o bodega de almacenaje exterior que tengamos. 

Es probable que usted también tenga seguros en su cerca, si es que tiene una. Y, por supuesto, nuestros vehículos vienen con seguros, muchos de los cuales además tienen alarmas. 

Puede que además tenga alarmas en su casa. Yo recientemente instalé una cámara de video para ver a toda persona que se acerque a mi puerta principal. Y como casi todas las otras casas de mi comunidad, la mía tiene una cerca alrededor, especialmente porque en la parte trasera hay un área común a todo el vecindario. 

¿Por qué tenemos cercas, alarmas y seguros? La respuesta es obvia: sentimos la necesidad de proteger nuestra propiedad: nuestros hogares, nuestros seres amados y nuestras cosas de valor. Y tenemos toda la razón de esforzarnos e invertir tanto para protegerlos. 

¿Pero cuánto esfuerzo y dinero invertimos en proteger algo mucho más valioso — nuestra mente?

¿Qué tan importante es para usted proteger sus pensamientos y los de sus seres queridos, incluyendo a sus hijos en caso de que los tenga?

Nosotros nunca daríamos veneno a nuestras familias intencionalmente ni dejaríamos que alguien lo hiciera. Pero, ¿permitiríamos –o permitimos– que otros envenenen nuestras propias mentes y forma de pensar como también las de nuestras familias y seres amados? ¡Este tema en realidad es así de serio!

La importancia de cómo y en qué pensamos

La Biblia tiene mucho que decir acerca de cómo y en qué pensamos. Esto es importante porque, en última instancia, cómo y en qué pensamos es lo que determina quiénes y qué somos. 

Proverbios 4:23 lo expresa de esta manera: “Y sobre todas las cosas, cuida tu mente, porque ella es la fuente de la vida” (Traducción en Lenguaje Actual). Proverbios 23:7 nos dice de manera similar, “Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él”. 

Hay una conexión clara entre lo que permitimos que entre en nuestras mentes, cómo moldea ello nuestros pensamientos, y cómo se convierte en lo que somos. Un dicho popular de varias décadas atrás lo dice de esta manera: “Cuida tus pensamientos, porque estos se convierten en acciones. Cuida tus acciones, porque estas se convierten en hábitos. Cuida tus hábitos, porque estos se convierten en carácter. Cuida tu carácter, porque este se convierte en tu destino”.

Por esta razón, el apóstol Pablo nos da este consejo en Filipenses 4:8: “Y ahora . . . Concéntrense en todo lo que es verdadero, todo lo honorable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo bello y todo lo admirable. Piensen en cosas excelentes y dignas de alabanza” (Nueva Traducción Viviente). 

Al poner esto en práctica es posible influenciar mejor nuestra perspectiva y manera de pensar.

Viviendo en un mundo de mentiras

El gran problema es que estamos viviendo en un mundo de mentiras. La Biblia revela que este mundo está dominado por la influencia de un ser espiritual inmensamente inteligente y poderoso, que es el diablo o Satanás (que significa “enemigo” o “adversario”). Su influencia es tan grande, que él “engaña al mundo entero” (Apocalipsis 12:9). 

Su herramienta principal es la mentira. Jesucristo dijo de él: “Cuando miente, expresa su propia naturaleza, porque es un mentiroso. ¡Es el padre de la mentira!” (Juan 8:44, Nueva Versión Internacional). Al referirse a Satanás como “el padre de la mentira”, Jesús está diciendo que el diablo es el originador de las mentiras y del acto de mentir (habiéndole mentido a Eva en el huerto de Edén y, antes de eso, probablemente a los otros ángeles en la rebelión que lideró contra Dios).

Satanás ha hecho esto desde el comienzo de los tiempos, ¡y es muy eficaz! Y como resultado de engañar “al mundo entero”, cegándolo ante el verdadero conocimiento de Dios, la humanidad “está bajo el control del maligno” (1 Juan 5:19, NVI). 

El resultado trágico, dice Dios, es que “No hay verdad, ni misericordia, ni conocimiento de Dios en la tierra . . . Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento” (Oseas 4:1, 6). La gente ha sido engañada en cuanto a Dios. Ha sido engañada en cuanto a la Biblia. Ha sido engañada en cuanto las leyes e instrucciones de Dios. Ha sucumbido a las mentiras de Satanás y, como resultado, está siendo destruida. 

Cambios masivos en los medios de comunicación en décadas recientes

¿Por qué estamos cubriendo tantos temas polémicos en estas últimas ediciones de Las Buenas Noticias? Por el simple hecho de que se le está mintiendo a la gente. Está siendo engañada. No sabe lo que Dios y la Biblia dicen acerca de estos temas porque nuestros noticieros no están dispuestos a cubrir esto. Pero nosotros sí, porque nuestro trabajo es decirle a usted lo que Dios piensa de estos temas. Nuestra perspectiva es bíblica y no pedimos disculpas por ello, y por tal razón es que lo que decimos está en desacuerdo con lo que usted ve y escucha de otros con respecto a estos temas. 

Los noticieros han dejado de informar los hechos para dar opiniones disfrazadas como hechos. Permítame darle un poco de trasfondo histórico: he trabajado en los medios de comunicación masivos casi toda mi vida adulta. Me gradué de la universidad con una mención en periodismo mientras trabajé por un año en una imprenta y dos años en un periódico. Después de graduarme trabajé en una variedad de revistas por más de cuarenta años, y por veintitrés años he sido el director editorial de Las Buenas Noticias. 

Declaro francamente que estoy pasmado y avergonzado de cómo los noticieros han cambiado durante este período. El primer director de periódico que tuve exigía de sus empleados el nivel más alto de precisión. “Ustedes deben amar la verdad”, decía con frecuencia. Él inculcaba continuamente en nosotros la necesidad de informar los hechos y dejar de lado nuestra opinión. Exigía los estándares más altos y no aceptaba nada inferior. 

Hoy en día, aquello que asegura ser “periodismo imparcial” es una vergüenza. La mayoría de las publicaciones y programas de televisión ya ni siquiera tratan de esconder su parcialidad. Varios años atrás cancelé mi suscripción al periódico local porque me aburrí de la continua alabanza a los inmigrantes ilegales, los transgénero, “familias” homosexuales e iglesias con líderes homosexuales, todo ello mezclado con la promoción de la legalización de drogas, alza de impuestos y posiciones políticas ultraizquierdistas que iban en contra de todo lo que yo consideraba valores cristianos. 

Después de haber sido suscriptor de una popular revista de los Estados Unidos por casi veinte años, cancelé mi suscripción cuando esta hizo tan evidente su parcialidad hacia la izquierda, que ya no pude ignorarlo más. Dicha revista publicó un artículo acerca de un personaje conservador en los medios de comunicación, y el titular en la portada preguntaba si él era “bueno para Estados Unidos”, a lo cual respondían que definitivamente no lo era. Luego, un mes más tarde, su artículo de la portada ensalzaba a Fidel Castro como “El león en invierno”, en vez de un dictador comunista implacable que gobernaba sobre una isla prisión donde miles murieron por oponérsele. 

Información altamente parcial de los medios de comunicación

En las sociedades occidentales de la actualidad estamos completamente rodeados por una “cámara de eco” de noticieros, programas de entretenimiento televisivo, televisión por cable, películas, música, periódicos, revistas, instituciones educativas, comités asesores, burocracia gubernamental, movimientos culturales y gigantes del Internet como Google y Facebook, todos los cuales fomentan el mismo punto de vista secular y liberal que elimina completamente a Dios del panorama y apoya causas diametralmente opuestas a la instrucción de Dios. 

Esto se ve reflejado en estudios que manifiestan el alto grado de parcialidad en los reportajes de noticias. Como ejemplo, un estudio de la Universidad de Harvard acerca de la cobertura de los primeros cien días de gobierno del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump (durante los cuales llevó a cabo una clara agenda conservadora y sin pedir disculpas), reveló que esta fue 80% negativa y solo 20% positiva. En comparación con el presidente anterior, Barack Obama, la cobertura de estos primeros cien días fue 60% positiva y solo 40% negativa.

Y a pesar de lo prejuiciada que fue dicha cobertura, llegó a ser incluso peor. Durante los cuatro meses (de junio a septiembre de 2018) antes de las elecciones del Congreso de los Estados Unidos, la cobertura televisiva del presidente Trump fue “la más hostil de un presidente en la historia de los noticieros televisivos”, siendo 92% negativa, según un nuevo informe del Centro de Investigación de los Medios de Comunicación. Al mismo tiempo, noticias altamente positivas, como el auge económico de la nación y los niveles de desempleo más bajos en cincuenta años, recibieron menos de 1% del tiempo de cobertura de los noticieros. 

Pero el público estadounidense parece estar descubriendo la realidad. Una encuesta realizada en octubre por la compañía tecnológica Morning Consult encontró que casi dos de cada tres votantes (64%) se han dado cuenta de que los medios han hecho más por dividir al país que por unirlo. Además, encontró que solo 14% de los votantes tenían “mucha” confianza en los periódicos, y solo 13% dijo lo mismo respecto a los noticieros televisivos. 

¿Cuál es el pensamiento de aquellos que nos dicen cómo pensar?

Los resultados señalados arriba no deben sorprendernos, ya que un estudio realizado por el Centro Público de Integridad acerca de las donaciones políticas de los periodistas y organizaciones noticieras entre enero de 2015 y agosto de 2016 (antes de la elección presidencial de 2016), concluyó que 96% del monto total donado benefició a la candidata liberal Hillary Clinton, mientras que solo 4% a Donald Trump. 

Esto también ilustra cómo los periodistas y editores están fuera de sintonía con los valores y perspectivas del público estadounidense. El libro de 1986 The Media Elite (La elite de los medios de comunicación) habla de un gran estudio de 240 periodistas de los medios de comunicación más importantes, que encontró que 80% de ellos, o más, consistentemente votan por candidatos liberales (demócratas), y otros estudios de los patrones de votación de los periodistas realizados posteriormente confirman que es así. 

Los autores también informan que solo 8% de los periodistas asistía a servicios religiosos semanales y que 86% nunca o rara vez lo ha hecho. Aún más, 54% no consideraba el adulterio como algo erróneo, y solo 15% creía firmemente que las relaciones extramaritales eran algo malo. Un estudio subsiguiente en 2001 informó que 97% de las elites de los medios de comunicación cree que el aborto debe ser legal, y 75% estuvo de acuerdo con que “la homosexualidad es igual de aceptable que la heterosexualidad”. 

El periódico Los Angeles Times condujo un exhaustivo estudio en 1985 comparando las actitudes de tres mil periodistas y editores con un número similar de miembros del público en general respecto a temas como el aborto, el empleo de homosexuales, la igualdad salarial, la oración en las escuelas, la pena de muerte para asesinos convictos, el derecho a portar armas, el presupuesto de defensa y la regulación gubernamental de las empresas. 

¿Qué reveló este estudio? En todos los temas, excepto uno, las respuestas de la prensa eran más liberales que las del público en general, y muy a menudo de manera abrumadora. Una gran mayoría (entre 81 y 89%) apoyaba el aborto. ¡Y esto fue hace más de treinta años!

Una estadística final aquí –de las docenas que podrían citarse– es que de los 59 periódicos principales de los Estados Unidos que apoyaron a un candidato presidencial de este país en las elecciones de 2016, solo dos apoyaron al eventual ganador, Donald Trump. El resto apoyó abrumadoramente a la candidata liberal Hillary Clinton.

¿Qué aprendemos de estos y otros estudios sobre las actitudes y perspectivas de quienes nos dicen cómo pensar? Un breve resumen sería que apoyan contundentemente el aborto, un gobierno más grande e intrusivo, la redistribución socialista de las ganancias, inmigración sin restricciones, derechos especiales para personas homosexuales y transgénero, castigo criminal más ligero y una mayor permisividad sexual.

Vemos esto en lo que dicen, lo cual demuestra parcialidad, y también en lo que deciden informar o no. Por ejemplo, es muy difícil encontrar reportajes noticiosos acerca del enorme costo de la inmigración ilegal y de propuestas progresistas como la salud universal y estudios superiores “gratuitos”, de los crímenes cometidos por inmigrantes ilegales o de cómo estos pueden ser portadores de enfermedades que fueron erradicadas hace mucho en Occidente, los altos riesgos de salud asociados con el estilo de vida homosexual, las altas tasas de suicido entre los transgénero, o la persecución de los cristianos alrededor del mundo (¡a veces por gobiernos occidentales!). 

En vista de todo esto, ¿por qué debiéramos permitir que esta gente nos diga cómo pensar? Debemos escuchar la advertencia de Dios en Isaías 5:20, la cual en muchos sentidos es una perfecta descripción de muchas cosas que vemos actualmente en los medios de comunicación: “¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo!” (Isaías 5:20).

Una poderosa e invisible influencia tras bambalinas

¿Quién está realmente detrás de estas tendencias en contra de Dios y la Biblia que vemos en los medios de comunicación? ¿Quién está tratando de influenciar nuestra manera de pensar y nuestras opiniones diciéndonos qué debemos pensar? ¿Acaso hay algo que se está llevando a cabo que muchos no captan o comprenden? Nos referimos brevemente a este tema anteriormente, pero hay mucho más que decir al respecto. 

La Biblia nos entrega información que de otra manera no podríamos conocer. Además, revela la influencia malévola de una enorme y poderosa presencia invisible que trabaja duro tratando de influenciar a toda persona en la Tierra para que piense de otra manera — una manera de pensar basada en el rechazo a Dios y la aceptación de un punto de vista basado en mentiras. 

El apóstol Pablo llama esta fuerza espiritual invisible “el Dios de este siglo” (2 Corintios 4:4). El apóstol Juan se refiere a este ser como “el gran dragón . . . que se llama diablo y Satanás” (Apocalipsis 12:9). 

El diablo no es una figura caricaturesca vestida de rojo, con cuernos y un tridente. Es muy real y mucho más exitoso en su trabajo de lo que la mayoría de la gente se imagina. ¿Qué tan eficaz ha sido Satanás en su obra engañosa de manipular y moldear el pensamiento de la humanidad? Juan nos responde diciendo que “el mundo entero está bajo el maligno” (1 Juan 5:19). Y, reiteramos, este ser malvado “engaña al mundo entero” (Apocalipsis 12:9). 

Desde luego, Satanás no es tan necio como para presentar sus caminos como realmente son — dañinos y autodestructivos, ocasionando sufrimiento a todo aquel que cae en sus mentiras. (Esto se explica en gran detalle en nuestros folletos gratuitos ¿Existe realmente el diablo? y ¿Por qué Dios permite el sufrimiento?). Más bien, Satanás “se disfraza como ángel [mensajero] de luz” (2 Corintios 11:14), es decir, como alguien cuyos caminos son atractivos. 

Satanás presenta sus mentiras como “iluminadas” y “sabias”, cuando en realidad son exactamente lo opuesto. Él sabe cómo ser atractivo frente a nuestra forma de pensar humana, la cual es hostil hacia Dios y sus leyes (Romanos 8:7) y se enfoca mayormente en satisfacer nuestros deseos egoístas y autodestructivos (Gálatas 5:19-21). ¡Su habilidad de atraer estos instintos básicos es lo que hace que Satanás tenga tanto éxito influenciando a las personas para que sigan sus caminos en vez de los de Dios!

Dios no permite que el diablo destruya a la humanidad directamente, pero este ha concebido innumerables formas de influenciar a los seres humanos para que nos destruyamos a nosotros mismos. Lleva a las naciones a la guerra, en las cuales miles y millones perecen. Engaña a multitudes de personas para que adquieran hábitos autodestructivos, como el abuso de drogas, que causa millones de muertes prematuras cada año. Ha convencido a millones de mujeres de que es aceptable matar a sus propios hijos aún en gestación. Guía a otros a llevar estilos de vida dañinos, condenados en las Escrituras, que comúnmente acarrean enfermedades y otras aflicciones que acortan drásticamente sus vidas. 

Y estos son solo algunos de sus engaños. Las religiones falsas, la teoría de la evolución, el naturalismo y otros sistemas de creencia similares han esclavizado a la humanidad y la han sumido en la oscuridad por siglos. Satanás sabe muy bien que si no puede matar a la humanidad a través de la guerra, enfermedades autoinfligidas y estilos de vida destructivos, puede cambiar su estrategia y mantener al hombre engañado. 

El apóstol Pablo nos dice que el diablo exitosamente “cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz de evangelio de la gloria de Cristo” (2 Corintios 4:4). Él está empeñado en que los seres humanos permanezcan engañados y confundidos y llena sus mentes con parcialidad destructiva y corrupta que los separa de Dios e impide que accedan el entendimiento y la forma de pensar correctos. 

En Efesios 2:2, Pablo llama a Satanás “el líder de los poderes del mundo invisible, quien es el espíritu que actúa en el corazón de los que se niegan a obedecer a Dios” (NTV). Aquí, muchos siglos antes de la invención de la televisión y la radio, Pablo mostró que este ser malvado transmite lo que podríamos llamar “una emisora espiritual” de actitudes y temperamentos con los cuales las mentes humanas se sintonizan naturalmente y se rebelan contra Dios (vea Gálatas 5:19-21). 

Desde luego, como “el dios de este siglo” y el ser que “engaña al mundo entero”, Satanás es también el gobernador y manipulador que trabaja duro tras bambalinas utilizando los medios de comunicación del mundo –televisión, películas, música, noticias, Internet, libros, revistas, juegos y otras cosas– para difundir pensamientos y conductas que van directamente en contra de las instrucciones de Dios. 

Es así como él ha moldeado drásticamente las opiniones de la gente del mundo en cuanto al comportamiento y los estilos de vida que eran ampliamente considerados como pecaminosos y dañinos hace solo unos cuantos años. Es así como ha engañado al mundo entero y lo ha sometido a su destructiva influencia. 

Pero no somos obreros inútiles. Al someternos a nuestro Dios amado, arrepintiéndonos de aceptar el engaño de Satanás y en vez llenar nuestras mentes con la Palabra de Dios y pidiéndole sinceramente que nos ayude, podemos seguir la sana instrucción de Santiago 4:7-8: “Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros. Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros”. 

¡Ojalá que escuchemos y prestemos atención a esta instrucción!  BN