El cambio repentino puede ser una trampa
Muchas cosas se pierden en la historia. Procuramos leer lo que podemos, estudiar libros históricos, ver documentales, hacer preguntas apropiadas a quienes vivieron la historia y entender lo que sucedió antes de que naciésemos, pero no podemos saberlo todo. Algunos o la mayoría de los grandes eventos sí, pero no todas las cosas pequeñas y medianas ligadas a ellos. Y a veces, incluso aprender las cosas grandes nos toma más tiempo del que quisiéramos.
Solo a los 17 años me enteré de la pandemia de gripe española de 1918. Me sorprendió la asombrosa cantidad de muertes y las cosas que ocurrieron en Estados Unidos [y otras partes del mundo] durante esa loca y triste época: las pilas de cadáveres, el uso de mascarillas, los hospitales rebasados, los cambios sociales. Y me pregunté por qué no había oído hablar de aquello antes.
Una cosa que a menudo se pierde en la historia son las circunstancias fortuitas detrás de los acontecimientos y qué tan lenta o rápidamente se desarrollaron las condiciones que los provocaron. A veces hay una acumulación lenta, luego un momento crítico y finalmente un impacto, como sucedió con Roma. En otras ocasiones los eventos evolucionan rápido, realmente rápido, como una alfombra sobre la que estamos parados y la cual se nos quita súbitamente. Este fue el caso de los ataques terroristas el 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos, cuando los aviones secuestrados literalmente surgieron de un cielo azul y luminoso.
La última crisis mundial, la pandemia del coronavirus, es otro ejemplo de lo rápido que pueden cambiar las cosas. Las predicciones a principios de enero de 2020 sobre lo que traería el año no mencionaban el cese global de empresas, viajes y economías, la asombrosa pérdida de puestos de trabajo, el miedo, el acaparamiento y el aumento de miles de muertos en todo el mundo.
El mundo no lo vio venir. Ni siquiera los expertos médicos que alzaron sus voces de alerta pudieron haber predicho la naturaleza exacta de la pandemia y la respuesta a ella.
¿Qué podemos aprender de otros momentos de la historia en los que las condiciones mundiales cambiaron rápidamente? ¿Arroja alguna luz la profecía bíblica sobre lo que está sucediendo en la actualidad?
Alemania se transformó en solo cien días
Ahora que nos aproximamos al septuagésimo quinto aniversario del final de la Segunda Guerra Mundial, recordemos algunos de los acontecimientos en Alemania en la década de 1930 que condujeron a dicho conflicto. Probablemente nunca ha habido un período de la historia de la humanidad que haya sido analizado con tanta acuciosidad como el de la Segunda Guerra Mundial. Hay tantos aspectos de este horroroso suceso, que los libros y películas alusivas a él parecen no tener fin.
Un nuevo libro titulado Hitler’s First Hundred Days (Los primeros cien días de Hitler), del historiador Peter Fritzsche, detalla la rapidez con la que Adolf Hitler tomó el control de Alemania. Si consideramos los años venideros, el análisis de aquel período nos muestra lo rápido que pueden deteriorarse las cosas hoy en día, particularmente en Europa.
Esto es lo que un analista del periódico estadounidense The New York Times dijo sobre el nuevo libro:
“El historiador Peter Fritzsche muestra cómo Hitler y los nacionalsocialistas no desperdiciaron tiempo, después de que él fuera nombrado canciller el 30 de enero de 1933, para aplastar lo que quedaba de la República de Weimar [designación histórica no oficial del Estado alemán desde 1918 a 1933] y establecer ‘la dictadura más popular del siglo XX’.
“Los cambios fueron audaces y rápidos. En el día 4, Hitler y sus aliados conservadores censuraron cualquier prensa que mostrara ‘desprecio’ por el gobierno. El día 7, estableció lazos entre sus partidarios paramilitares de camisas pardas y las fuerzas policiacas del Estado.
“El incendio del Reichstag el día 29 le dio a Hitler el pretexto que necesitaba para que el presidente Paul von Hindenburg firmara un decreto de emergencia suspendiendo las libertades civiles, y las elecciones en el Reichstag [sede del parlamento alemán en Berlín] una semana después consolidaron el poder y control de los nazis. El día 61, los nazis organizaron un boicot nacional contra los negocios judíos, y seis días después sacaron a todos los judíos que trabajaban en el servicio civil” (Jennifer Szalai, “A Sobering Look at How Quickly Hitler Transformed Germany” [Un vistazo aleccionador a la rapidez con que Hitler transformó Alemania], 17 de marzo de 2020).
¡Impactante, pero cierto! En solo cien días, o poco más de tres meses, Alemania ya no era la misma. Era algo completamente diferente, más siniestro y peligroso.
El crítico continúa con esta observación sobre lo que expone el libro: “Hay algo particularmente revelador sobre ese periodo de cien días, especialmente por la forma en que se presenta en este elegante y aleccionador libro, que muestra cómo una inimaginable transformación política puede ocurrir sorprendentemente rápido . . . “La narración de los cien días de Fritzsche nos transporta al 9 de mayo de 1933, cuando Alemania se había vuelto irreconocible: ya no era la república de unos pocos meses antes. La fragmentada oposición a los nazis había sido absorbida o destruida. La nueva ‘constitución’ del país, decretada por el gobierno nazi en calidad de emergencia, equivalía a lo que un académico exiliado llamó ‘un estado de sitio’ permanente. El día 101 hubo quemas de libros organizadas por estudiantes nazis; el día 166 se anunciaron las leyes de esterilización”.
Al igual que en Alemania en la década de 1930, las condiciones mundiales actuales pueden cambiar rápidamente. El coronavirus nos sorprendió a todos, y con el paso de los días la vida nos ha parecido algo surreal, algo nunca antes visto. La economía global se transformó en cuestión de semanas, y puede que aún se produzcan grandes cambios geopolíticos.
La pandemia nos ha demostrado que no siempre podemos ver las cosas que vienen, y que incluso los expertos fracasan al predecir los eventos fuera de lo normal — acontecimientos raros e inesperados con consecuencias potencialmente catastróficas.
Pero, ¿qué pasaría si hubiera una fuente, una autoridad a la que pudiéramos recurrir para obtener respuestas sobre nuestro futuro?
La hay. Pero, tristemente, la mayoría no toma en serio lo que sus páginas nos dicen.
El futuro revelado
La mayoría de la gente, incluyendo a los cristianos profesos, no conoce los detalles de la profecía como se revela en la Biblia. Pero Dios no nos ha dejado en la oscuridad sobre lo que nos espera. En varios lugares, Jesucristo explicó claramente lo que sucedería antes de su segunda venida. Dijo que antes de la llegada del Reino de Dios, que establecerá la paz y la prosperidad universal, horrendos acontecimientos afectarían a todas las naciones.
Como dice el dicho, “Siempre es más oscuro antes del amanecer”.
Jesús advirtió sobre el tiempo de su venida y los eventos que la acompañarían: “Porque como un lazo vendrá sobre todos los que habitan sobre la faz de toda la tierra” (Lucas 21:35, énfasis nuestro en todo este artículo). Un lazo es un tipo de trampa que se utiliza para cazar animales. A menudo bien escondidos, los lazos atrapan a sus presas de forma repentina e inesperada. Con esta analogía Jesús advierte a todos aquellos que tienen “oídos para oír” sobre lo que viene en los años futuros.
Justo antes de esto, Jesús explicó lo que sus seguidores deben hacer para evitar ser sorprendidos por el “lazo” [o trampa] de los sucesos del tiempo del fin: “Mirad también por vosotros mismos, que vuestros corazones no se carguen de glotonería y embriaguez y de los afanes de esta vida [distracciones], y venga de repente sobre vosotros aquel día” (v. 34).
Cristo dice entonces: “Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre” (v. 36).
Dios registró estas cosas en su Palabra para advertirnos de antemano. ¡Él quiere que escapemos! Quiere que nos arrepintamos y nos volvamos a él. ¡No desea que nadie muera, sino que todos los hombres se arrepientan y vivan! Fíjese en lo que dijo por medio del profeta Ezequiel: “Vivo yo . . . que no quiero la muerte del impío, sino que se vuelva el impío de su camino, y que viva” (33:11).
No es el plan de Dios que la raza humana sea aniquilada o que se aniquile a sí misma, aunque él permita que vengan terribles calamidades al mundo. Dios está elaborando un propósito para enseñar a la humanidad importantes lecciones de manera que nos dirijamos a él. Él creó a todos los seres humanos para un futuro increíble, y usted puede aprender sobre este propósito para su vida en las páginas de la Biblia.
Finalmente, el maravilloso plan de Dios se llevará a cabo y todos los pueblos aprenderán a vivir en armonía con los demás y con Dios.
Las buenas noticias
Pero a pesar de todas las malas noticias que nos rodean, Jesús dijo en Lucas 21:31 que podemos consolarnos sabiendo que el Reino de Dios está a la vuelta de la esquina. Fíjese: “Así también vosotros, cuando veáis estas cosas [refiriéndose a las calamitosas condiciones del final de los tiempos], sabed que está cerca el reino de Dios”.
¡Aún hay esperanza! ¡Hay luz al final del túnel!
Mientras vivimos en lo que la Biblia llama el tiempo del fin, esto no significa que la raza humana o la Tierra estén llegando a su fin. Más bien, significa que la era del mal gobierno del hombre bajo la influencia de Satanás está terminando, para ser seguida del regreso de Jesucristo, que marcará el comienzo del Reino de Dios que gobernará al mundo. Como proclama el mensaje del evangelio de Cristo, el mundo experimentará una gloriosa era de paz y estabilidad libre de enfermedades, durante la cual todos los pueblos aprenderán a vivir de acuerdo a un modo de vida justo.
Pero, como dijimos, habrá días tenebrosos antes de eso, el peor y más conflictivo momento que el mundo haya visto.
Aún no hemos entrado en la fase final de este período lúgubre. Aún podemos ver un lapso de una “nueva normalidad” después de que la crisis actual haya quedado atrás; sin embargo, los acontecimientos actuales muestran claramente que el mundo puede cambiar de rumbo de la noche a la mañana, y en algún momento esto ocurrirá a una escala mucho mayor.
Aunque la mayoría de la gente no se despertará y prestará atención a la advertencia de Dios ahora, ¡usted puede ser una excepción!
Las dramáticas crisis mundiales profetizadas no tienen por qué afectarle sin previo aviso. Usted puede saber exactamente lo que Jesús predijo que vendría sobre un mundo desprevenido. Pandemias como el coronavirus son solo una de las condiciones que él dijo que ocurrirían antes de su regreso.
¡Ahora es el momento!
Un poderoso pasaje del apóstol Pablo hace gran énfasis en las advertencias de Cristo: “Porque vosotros sabéis perfectamente que el día del Señor vendrá así como ladrón en la noche, que cuando digan: Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina, como los dolores a la mujer encinta, y no escaparán. Mas vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas, para que aquel día os sorprenda como ladrón. Porque todos vosotros sois hijos de luz e hijos del día; no somos de la noche ni de las tinieblas. Por tanto, no durmamos como los demás, sino velemos y seamos sobrios” (1 Tesalonicenses 5:2-6).
Entonces, ¿qué hará usted? ¿Dormirá o permanecerá alerta y vigilante? ¿Qué cambios hará en su vida hoy en día como parte de su esfuerzo por seguir a Dios y obedecer lo que él dice?
Ahora es el momento de cambiar, de acercarse a Dios en el estudio de la Biblia, oración y ayuno. Busque a Dios mientras pueda ser encontrado (Isaías 55:6).
¡Todavía hay tiempo de prepararse y esforzarse para ser considerado digno de escapar de las catástrofes venideras y de presentarse ante Jesucristo a su regreso! BN