Cómo enfrentar los tiempos de crisis

Usted está aquí

Cómo enfrentar los tiempos de crisis

Estoy escribiendo este artículo en el cumpleaños de mi esposa, durante la pandemia del Covid-19. El bosque junto a mi casa está empezando a cobrar vida. Tenues briznas de verde anuncian la primavera en el hemisferio norte. Cuando uno observa a los pájaros trabajando mientras recopilan material para sus nidos, nunca se imaginaría que el mundo está luchando contra la pandemia más catastrófica en más de un siglo.

Aquí estamos, lidiando con el prolongado impacto de un evento que nadie hubiera esperado cuando comenzamos el 2020. A fines de abril, cuando se imprimió esta revista, más de 3 millones de personas habían contraído el virus y más de 200  000 habían muerto a raíz de esta plaga mundial. Economías enteras se han trastornado por completo. Los pactos sociales entre el gobierno y los ciudadanos se verán permanentemente alterados, y es posible que suframos las secuelas durante años.

En el punto álgido de esta crisis, nuestro personal de Las Buenas Noticias tomó la decisión de posponer un tema que pronto iba a ir a la imprenta y considerar uno nuevo, enfocado en esta pandemia. Creemos que poner este evento en un contexto bíblico le ayudará a hacer frente a lo que está sucediendo y a estar mejor preparado cuando (no en caso de que) algo de esta magnitud suceda de nuevo.

¿Qué aprenderemos?

Jesucristo se refirió a un aumento de “pestes” o epidemias de enfermedades y también a otros desastres en la seguidilla de eventos que precederán su regreso (Lucas 21:11), y muchos se preguntan si hemos llegado a las etapas finales de esta progresión. Apocalipsis 6 describe a los famosos “cuatro jinetes del Apocalipsis”, que en paralelo a la profecía de Jesús representan el engaño espiritual, la guerra, la hambruna y las plagas de enfermedades y desastres. ¿Hemos llegado a este punto?

Y si bien estas condiciones siempre han formado parte de la historia de la humanidad, un marcado aumento ocurrirá en el tiempo del fin. Hemos visto tal aumento desde las guerras mundiales del siglo pasado, pero el incremento final todavía está por delante. Apocalipsis 6:8 indica que estas catástrofes del tiempo final matarán a una cuarta parte de la población de la Tierra. Con la población mundial acercándose ahora a los 8 000 millones, está claro que aún no nos hemos acercado a esta escala. (Para saber más, ver “Epidemias en la profecía bíblica”, en la página 13).

La profecía bíblica es clara en cuanto a que deben tener lugar otros eventos proféticos cruciales antes de que lleguemos a ese punto. Por tanto, aunque la pandemia global del Covid-19 encaja con la advertencia de Jesús sobre las crecientes epidemias que conducirán al miedo global y a otros problemas, esto es más bien un anticipo de cosas mucho peores que están por venir. Todavía tenemos mucho camino que recorrer antes de los últimos acontecimientos devastadores que precederán el regreso de Cristo.

Saldremos de esta época de pandemia. Con el tiempo volveremos al trabajo, a la escuela y a las rutinas familiares, aunque quizás bajo una “nueva normalidad”, como algunos han especulado. Sin duda los tratamientos para este virus ayudarán a la gente a recuperarse, y es probable que se desarrolle una vacuna que contrarreste esta nueva cepa de virus. Pero debemos esperar dificultades continuas, y esto de ninguna manera será el fin de los virus peligrosos.

Lo que debería preguntarse ahora es esto: ¿Qué ha aprendido a través de esta experiencia? ¿Qué le queda por aprender? ¿Cómo se enfrentará a la próxima crisis?

Porque habrá una próxima crisis, y otras más después de ella. Pero es fundamental que entienda estas crisis en un contexto bíblico. Este es el momento de desarrollar una perspectiva mundial desde el punto de vista bíblico, para entender lo que ha sucedido y lo que la Biblia dice que sucederá en los años venideros.

Una vez que esta pandemia desaparezca, los temas de comercio, nacionalismo y globalismo volverán a estar en primer plano. Las relaciones internacionales se verán afectadas por esta crisis y muy bien podremos referirnos al mundo de los años pasados como “a. C.”, o “antes del Covid-19”. El mundo que le seguirá será diferente.

Nuevamente le preguntamos: ¿Qué está aprendiendo de esto, y cómo reaccionará cuando nos golpee la próxima crisis?

Dos “ensayos generales” de crisis anteriores

Para una perspectiva más amplia, examinemos en retrospectiva las últimas dos décadas. Estados Unidos y el mundo experimentaron dos momentos de crisis importantes en ese periodo.

El primero fue el ataque a los Estados Unidos por terroristas islámicos el 11 de septiembre de 2001, cuando el Centro de Comercio Internacional de Nueva York fue derribado por dos aviones secuestrados. Un tercer avión de pasajeros fue estrellado contra el Pentágono en Washington D. C. Un cuarto avión secuestrado, que según se pensaba se dirigía al Capitolio o a la Casa Blanca, se estrelló en un campo de Pensilvania cuando los pasajeros irrumpieron en su cabina. Ese día fatídico transformó los protocolos de seguridad nacional en Estados Unidos y dio origen a una guerra que cambió las reglas del juego en el Medio Oriente y que todavía continúa, muchos años después.

Inicialmente, Estados Unidos disfrutó un momento de unidad nacional y un breve respiro en la división política. Recuerdo que los miembros del Congreso se reunieron en las escaleras del Capitolio cantando “Dios bendiga a los Estados Unidos” [God Bless America]. Hubo un servicio de oración nacional y un momento para acudir a Dios en busca de respuestas. El presidente George W. Bush llamó a la nación a servir con mayor ahínco, mientras organizaba el contraataque al terrorismo global. Pero aun cuando se produjo una oleada de patriotismo, la unidad política pronto se desvaneció y todos continuamos con nuestras vidas.

La guerra que llegó a Estados Unidos [como se le llamó] no cambió la esencia interna de su gente. Los grandes pecados nacionales del aborto, la pornografía, la drogadicción y la decadencia moral continuaron, y aunque la asistencia a las iglesias aumentó durante un corto tiempo, pronto esas cifras retrocedieron e igualaron a las anteriores al 11 de septiembre de 2001.

La vida espiritual de Estados Unidos continúa decayendo y ejerciendo un impacto muy mínimo en la política y el comportamiento social de la gente. La putrefacción moral y la decadencia espiritual están muy arraigadas en su sociedad. Ninguna reforma, por bien intencionada que haya sido, ha puesto a Estados Unidos de rodillas ante Dios mediante un gran arrepentimiento nacional.

En segundo lugar vino la crisis económica de septiembre de 2008, en la que todo el sistema financiero de Estados Unidos llegó al borde del colapso. Y aunque este descalabro comenzó principalmente en esta nación como resultado de un audaz juego financiero que involucraba préstamos hipotecarios de alto riesgo, se extendió y convirtió en una recesión económica mundial.

Las principales empresas de Wall Street en Estados Unidos, como Lehman Brothers, desaparecieron de la noche a la mañana. Los bancos y los mercados se tambaleaban bajo el peso de dudosos préstamos, y la confianza en la economía estaba al borde del colapso. Se cuentan historias de reuniones de crisis en Washington, de conversaciones frenéticas entre funcionarios que buscaban soluciones a problemas para los que ninguno estaba preparado.

Algunos analistas dicen que Estados Unidos estuvo a 48 horas de que todos los cajeros automáticos se cerraran y rechazaran las transacciones. Incluso hubo preocupación ante la posibilidad de que los dispositivos que leen las tarjetas de crédito en los supermercados y gasolineras no funcionaran.

¡Imagine el pánico que se hubiera desatado! La estructura social hubiera comenzado a desmoronarse, lo que felizmente no ocurrió, pero las acciones se derrumbaron. Grandes empresas, como General Motors, necesitaban la ayuda del gobierno para mantenerse a flote. Fue un momento difícil que se produjo unas pocas semanas antes de las elecciones presidenciales. La crisis financiera impactó significativamente las elecciones de noviembre, que pusieron al presidente Barack Obama en el cargo. Pero Estados Unidos y el mundo se recuperaron de esta crisis financiera y los mercados mundiales de valores volvieron a funcionar.

Demos un salto hasta hoy, 12 años después. Estados Unidos estaba bastante bien: el mercado de valores había alcanzado un máximo histórico y el país experimentaba las cifras de desempleo más bajas de su historia. Pero de repente llegó la pandemia del Covid-19, y de la noche a la mañana nos enfrentamos a un evento que la mayoría jamás había experimentado en su vida.

¿Cuál debe ser nuestra perspectiva frente a estas circunstancias que cambian al mundo? Yo las considero “ensayos generales” de lo que la Biblia dice que serán sucesos más grandes y de mayor impacto al final de esta era. Cada una de estas crisis ha incluido elementos que acompañan la cabalgata de los cuatro jinetes del Apocalipsis, aunque lo que hemos visto es relativamente insignificante en comparación con lo que se avecina. Estamos en un momento en el cual podemos aprender lecciones vitales y así no ser sorprendidos en ignorancia cuando ocurran los grandes acontecimientos profetizados.

La profecía de Cristo sobre el tiempo del fin

Veamos más de cerca lo que Jesucristo dijo que debíamos aprender en este momento crucial de la historia humana.

Jesús fue el más grande de los profetas, pero esta faceta de su misión ha sido descuidada e incomprendida de manera muy lamentable por quienes dicen hablar en su nombre. Nunca ha sido más importante que ahora entender lo que él enseñó sobre esta era actual de la humanidad.

Mientras estaba con sus discípulos en el monte de los Olivos, algunos le preguntaron en privado: “Dinos, ¿cuándo serán estas cosas? ¿Y qué señal habrá cuando todas estas cosas hayan de cumplirse?” La respuesta de Jesús comenzó con advertencias sobre engaños espirituales, guerras, terremotos y problemas globales que incluirían hambrunas y pestes (Marcos 13:3-8).

Como ya dijimos, todos estos problemas han estado con nosotros durante siglos y siguen con nosotros hasta hoy. El versículo 8 concluye con estas palabras de Jesús: “. . . principios de dolores son estos” (énfasis nuestro en todo este artículo). La versión Nueva Traducción Viviente expresa así este versículo: “. . . pero eso es solo el comienzo de los dolores del parto”. Efectivamente lo son, y están aumentando en frecuencia e intensidad para señalar que una nueva era está a punto de comenzar.

Jesús dice enseguida: “Cuando esas cosas comiencen a suceder, ¡tengan cuidado!” (v. 9, NTV). Él describe a continuación las persecuciones y traiciones que sus seguidores experimentarían. Pero los alienta a perseverar a pesar de todo y les promete que estará con ellos y que no los dejará solos (versículos 9-13).

Los siguientes versículos dan más detalles sobre los eventos que acompañarán su venida. Un indicador clave es el versículo 14, que habla de un suceso particular que aún no ha ocurrido: “Pero cuando veáis la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel, puesta donde no debe estar (el que lee, entienda) entonces que los que estén en Judea huyan a los montes”.

Esta profecía tendría más de un cumplimiento. Cristo se estaba refiriendo a un incidente acaecido por primera vez unos 200 años antes, cuando en el templo de Jerusalén erigieron un ídolo pagano y ofrecieron carne de cerdo como sacrificio en el altar. Sus discípulos, conscientes de la historia de su nación, sabían precisamente de qué hablaba.

Pero Jesús dijo que nuevamente ocurriría un evento similar y así fue, cuando los romanos destruyeron Jerusalén en el año 70 d. C. Pero ese no fue el tiempo final que Jesús predijo, sino un precursor, y su principal cumplimiento aún no ha tenido lugar. No creemos que pueda ocurrir bajo la actual configuración política de Jerusalén. Las condiciones deben cambiar. Concluimos entonces, como dijo Jesús en el versículo 7, que “aún no es el fin”.

No obstante, debemos observar y comprender nuestra época (versículos 33, 35, 37). Al leer las declaraciones de Jesús sobre el engaño espiritual, la guerra y otros problemas, vemos su énfasis en nuestra necesidad de entender estos acontecimientos en su contexto histórico y profético.

Cuando analizamos retrospectivamente los casi 2000 años desde que se dio esta profecía, podemos ver fácilmente cómo estos eventos han ocurrido en oleadas a través de los siglos. Hubo un tiempo en el que poderosas combinaciones de poder entre la iglesia y el Estado mataron a personas de fe que se atrevieron a creer lo opuesto a los edictos de la Iglesia católica romana. Las guerras religiosas entre protestantes y católicos, musulmanes y cristianos, e incluso musulmanes contra musulmanes, han cobrado la vida de millones de personas.

La guerra moderna, los gobiernos sádicos y otros problemas también han sido un azote en la Tierra y han segado la vida de más de 100 millones. Jesús dijo: “Y si el Señor no hubiese acortado aquellos días [mediante su intervención], nadie sería salvo” (v. 20). El exterminio de la raza humana solo podría ocurrir en nuestros días debido a la invención de las armas nucleares, químicas y biológicas. La enfática enseñanza de Cristo para nosotros es esta: “Mas vosotros mirad; os lo he dicho todo antes” (v. 23).

Velad y orad

En el versículo 33 de Marcos 13, Jesús nuevamente nos recuerda lo que debemos hacer ahora al reflexionar sobre las grandes lecciones de esta pandemia del Covid-19. Nos advierte: “Mirad, velad y orad; porque no sabéis cuándo será el tiempo”. Hoy no sabemos cuándo volverá Cristo, sin embargo, debemos “velar y orar”. ¿Qué significa esto exactamente?

En un sentido bíblico, “velar” y “mirar” tienen un amplio significado que se desprende de las profecías de Ezequiel, el profeta del cual se dijo que era como un vigilante que se paraba en los muros de la ciudad y advertía a la gente del peligro que se avecinaba (véase Ezequiel 33:1-7). El objetivo de su mensaje de advertencia era que la gente se preparara para un tiempo de peligro y asedio y todo lo que conllevaría, incluyendo el hambre y la peste. Debían tomar precauciones para afrontar la prueba, de modo que pudieran resistir y prevalecer.

Cristo usa el término “velar” para decirnos que estemos conscientes y alertas a fin de discernir las condiciones del mundo que nos rodea y entender dónde estamos en la progresión del plan profético de Dios para este mundo. Pero, más que eso, también debemos estar atentos a nuestra propia condición espiritual.

Un discípulo desea entender las señales que anuncian el tiempo del fin y permite que ello lo motive a vivir una vida sobria, santa y piadosa. Cuando uno sabe que un tiempo de problemas y el juicio final están llegando al mundo, vive de manera diferente. Sabe que Dios es real, que su Palabra es una guía segura para la vida, y toma medidas para vivir de acuerdo a su verdad. Eso es lo que hace a un verdadero discípulo.

Un verdadero discípulo también ora a Dios de manera de desarrollar una relación, una conexión espiritual de amor con él. Confiar en el amor de Dios es la fe central que nos permite manejar nuestra salud emocional durante un tiempo de estrés como la presente pandemia. Muchos de nosotros nos enfrentamos a la incertidumbre en el trabajo, la salud y el panorama general de lo que está sucediendo en nuestro país y en el mundo. Cuando vemos naciones y ciudades encerradas bajo cuarentena, estamos frente a algo que nunca hemos experimentado. Es desconcertante y aterrador, y puede provocar que algunos se alteren emocionalmente. Lo veo en algunas de las personas más fuertes que conozco: la preocupación y el miedo están a las puertas.

Sin embargo, a través de la Biblia, Dios el Padre y Jesucristo nos dan la base para entender lo que significa esta crisis global. Al hablar con Dios de rodillas en oración, el Padre y su Hijo nos brindan comprensión y consuelo arraigados en la verdad espiritual. Esa es la clave para superar este momento.

Dios está dando al mundo una llamada de atención, un momento de crisis que puede traer claridad a nuestra vida en 2020. Este mundo nunca será el mismo después de esta pandemia, tal como nunca fue el mismo después de los ataques del 11 de septiembre de 2001.

El manejo de otros problemas mundiales solo se ha pospuesto temporalmente mientras la atención del mundo se centra en la lucha contra este virus y el impacto que ha creado. Irán y Corea del Norte continuarán desarrollando armas nucleares y amenazando la estabilidad mundial. Millones de personas continuarán huyendo de la guerra, la violencia y la pobreza en el Medio Oriente y América Latina y buscando asilo en Europa y América del Norte.

China hará su próxima jugada para crear una mayor huella global. Las naciones volverán a la meta de forjar un nuevo orden mundial. Ciertas lecciones del manejo de esta crisis actual no serán olvidadas por aquellos que desean un orden global transnacional.

Pronto veremos cómo estas y otras tendencias relacionadas regresan y continúan, alineándose así con la profecía bíblica.

¿Qué tan repentino es de repente?

En menos de dos semanas vimos cómo el mundo pasó de una sensación de normalidad a una reacción urgente ante el Covid-19, lo que cambió la vida cotidiana de cientos de millones de personas. Su brusquedad dejó a muchos sin tiempo para prepararse. Escuelas y negocios fueron cerrados. Grandes eventos deportivos, desde las Olimpiadas de Tokio hasta todos los grandes torneos deportivos del mundo, fueron cancelados abruptamente.

Los vuelos de las aerolíneas se redujeron en un 80 por ciento y más, obligando a quedarse en tierra a la mayoría de los aviones de las principales empresas aéreas y poniendo a estas en peligro financiero. El Congreso de los Estados Unidos aprobó un paquete de ayuda y estímulo multimillonario, lejos el más grande de la historia. Todos estos son eventos sin precedentes, y todos se desataron de la noche a la mañana. Incluso mientras escribo esto, estamos tratando de comprender la magnitud de lo que ha sucedido.

Cristo dijo en Marcos 13: “Mirad, velad y orad; porque no sabéis cuándo será el tiempo. Es como el hombre que yéndose lejos, dejó su casa, y dio autoridad a sus siervos, y a cada uno su obra, y al portero mandó que velase” (vv. 33-34). Él es el Señor de la casa y nosotros los siervos, cada uno con una cuota de autoridad y un trabajo por hacer.

“Velad, pues, porque no sabéis cuándo vendrá el señor de la casa; si al anochecer, o a la medianoche, o al canto del gallo, o a la mañana” (v. 35). Así es para nosotros en este momento: no sabemos cuándo regresará Cristo, pero sí sabemos que tenemos un mandato de él para vigilar, orar y continuar la obra que nos ha encomendado hacer.

Su Iglesia tiene la autoridad del Reino de Dios como respaldo. Quienes producimos Las Buenas Noticias y el programa Beyond Today en español entendemos nuestra parte en la proclamación del mensaje que anuncia la llegada del Reino de Dios. Esto lo hacemos con autoridad, para explicar lo que dicen las profecías de la Palabra de Dios sobre los sucesos del mundo de hoy. Esta autoridad incluye darles a conocer a ustedes y a todos los que escuchan la verdad suprema que Dios está creando su propia familia espiritual, comenzando en esta era con su Iglesia, el Cuerpo de Cristo. Esta es la obra que estamos llamados a hacer, una obra de la cual Dios quiere que usted forme parte.

Jesús concluye sus instrucciones advirtiéndonos: “Velad, pues . . . para que cuando venga de repente, no os halle durmiendo. Y lo que a vosotros digo, a todos lo digo: Velad” (vv. 35-37). Como hemos visto, “de repente” significa sin aviso, cuando menos se espera.

Las hojas de la higuera

Poco antes de esto, en la misma sesión de enseñanza con sus discípulos, Cristo les entregó una breve parábola sobre la higuera. Ellos estaban familiarizados con estos árboles, ya que en aquellos tiempos abundaban en la Tierra Santa. Las higueras eran muy importantes para la economía, un alimento básico de la dieta y una importante fuente de ingresos y comercio. La destrucción de las higueras y otros productos agrícolas estaba vinculada a las profecías apocalípticas de las Escrituras.

Cristo dijo: “De la higuera aprended la parábola: Cuando ya su rama está tierna, y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca. Así también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, conoced que está cerca, a las puertas. De cierto os digo, que no pasará esta generación [la generación viva en el momento del tiempo del fin] hasta que todo esto [los eventos que conducen al regreso de Cristo] acontezca. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán” (Marcos 13:28-31).

Cuando veo que aparecen hojas verdes en la vegetación del bosque, pienso en este pasaje. Lo que veo en él no son higueras (cuyas hojas brotaban antes de la cosecha temprana de trigo en la tierra de Israel más o menos en esta época del año), pero la lección del cambio estacional sigue siendo gráfica y poderosa. Jesús nos dice que habrá un momento en el que todo lo que enseñó sobre el fin del siglo estará cerca y “estas cosas” sucederán. Aquellos que estén atentos a las hojas verdes de las higueras sabrán y actuarán con prudencia y sabiduría.

Vivimos un momento en el que Dios está midiendo a las naciones. Una peste se ha extendido por todo el mundo y la preocupación financiera está en todas partes. Pero tenga la seguridad de que Dios está plenamente consciente de lo que está sucediendo. Él ha permitido esto, así como permite que sucedan todos los asuntos del hombre. Dios está dando a las naciones una oportunidad de detenerse y analizar su Palabra y nuestras vidas.

¿Qué aprenderá de esta pandemia? ¿Aprovechará este momento para buscar a Dios mientras se le puede encontrar, y para entender su verdad?

“¡Cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir!”

Previamente mencioné dos momentos de crisis anteriores que golpearon al mundo: el 11 de septiembre de 2001 y la crisis financiera de 2008. En ambos casos, el mundo volvió a la normalidad. Disney World reabrió, los mercados de valores volvieron a subir y continuamos nuestra vida como si nada dramático hubiera ocurrido. Pero, ¿qué pasará ahora?

No desperdicie este momento de crisis pensando que el regreso a la normalidad en las semanas y meses venideros quiere decir que no ha ocurrido nada significativo. Algo significativo sí ha ocurrido, algo muy significativo: Dios nos ha mostrado la absoluta fragilidad de la vida y de la civilización moderna, y que nadie es inmune. ¡Usted debe actuar!

Durante esta pandemia, el tráfico de nuestra página web ha mostrado una pronunciada alza en su actividad, ya que la gente viene a nosotros buscando información sobre lo que esto significa. Vemos a la gente hambrienta de material sobre las profecías de la Biblia, y es que la profecía es verdaderamente crucial: puede ayudarnos a entender mucho sobre Dios y su plan y, lo más importante, debería motivarlo a usted a cambiar su vida y a aferrarse a la esperanza segura de la intervención de Dios en los asuntos humanos.

Fíjese en lo que Pedro dice sobre los eventos proféticos: “Puesto que todas estas cosas han de ser desechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir!” (2 Pedro 3:11). Él está diciendo que el entendimiento de la profecía debería obligarnos a vivir una vida santa y piadosa, porque sabemos que se acerca un juicio y debemos prepararnos para enfrentar el próximo momento de prueba con fe y valentía. Este es el momento de preparar su vida. ¡Este es el momento de buscar a Dios y preparar su vida para la era que viene! BN