¿Dónde y cómo se originaron Satanás y el mal?

Usted está aquí

¿Dónde y cómo se originaron Satanás y el mal?

Para comprender la dimensión espiritual que está ejerciendo un creciente  impacto sobre lo que ocurre en la sociedad actual y la razón de los males que prosperan a nuestro alrededor, debemos remontarnos muy atrás en el tiempo, hasta antes de que existiera la humanidad. Génesis 1:1 nos dice que “En el principio creó Dios los cielos y la tierra”. Job 38:7 nos dice además que en ese momento “todos los ángeles gritaban de alegría” (Nueva Versión Internacional).

Los ángeles, seres espirituales que Dios creó, ya existían cuando Dios hizo la Tierra. Sin embargo, algún tiempo después la situación cambió radicalmente. Génesis 1:2 nos dice que “la tierra estaba desordenada y vacía”. Esta traducción al español no transmite adecuadamente el significado del hebreo original. Las palabras tohu y bohu, traducidas como “desordenada” y “vacía”, se traducen mejor como “caótica y vacía” (Biblia de Jerusalén).

La palabra hebrea hayah, traducida aquí como “estaba”, también puede traducirse como “llegó a ser”, según aparece en Génesis 2:7 y 19:26. La Tierra no fue creada desierta y vacía, sino que se convirtió en eso en algún momento después de su creación.

Dios creó la Tierra con una belleza tan extraordinaria, que los ángeles se alegraron. Pero algo la llevó a una condición de devastación y desorden. Más tarde Dios la remodeló, convirtiéndola en un hermoso hogar para el primer hombre y la primera mujer, como se describe en el resto de Génesis 1. Pero el relato del Génesis no nos cuenta toda la historia.

Dios nos da en otra parte detalles adicionales de lo que provocó esta condición de destrucción y caos. En 2 Pedro 2:4 leemos que “Dios no perdonó a los ángeles cuando pecaron, sino que los arrojó al abismo [del griego tartarus, un lugar o condición de restricción], metiéndolos en tenebrosas cavernas y reservándolos para el juicio” (NVI). ¿Cuándo pecaron estos ángeles en particular, y cuál fue su pecado?

La respuesta breve es que fue antes de la creación del hombre, ¡y su pecado fue rebelarse contra su Creador!

La primera guerra

En Isaías 14 encontramos más información. Este capítulo describe aquella rebelión angélica y también a su cabecilla, y nos proporciona muchos detalles importantes que no podríamos conocer de ninguna otra manera.

En el versículo 4 Dios se dirige al “rey de Babilonia”. En tiempos de Isaías, la ciudad-Estado de Babilonia se estaba convirtiendo en la mayor potencia de la región. Su belicoso rey saqueaba y esclavizaba a las naciones a su alrededor, adquiriendo riqueza y poder mediante la violencia. Este rey de Babilonia ejemplificaba a Satanás y sus características.

En el versículo 12, el tema cambia de este rey físico a otro ser poderoso, traducido aquí como “Lucifer”. La palabra hebrea original para este ser (utilizada solo esta vez en la Biblia) es Heylel, que aparentemente significa “resplandor”, o “el resplandeciente”.

Dios se dirige entonces a este ser, diciéndole: “Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo, en lo alto, junto a las estrellas de Dios levantaré mi trono . . . y seré semejante al Altísimo” (vv. 13-14, énfasis nuestro en todo este recuadro).

¿Quién es este ser que se atrevió a desafiar al mismísimo Dios?

Dios nos da la respuesta en Ezequiel 28. Este capítulo está escrito de forma muy parecida a Isaías 14. Dios comienza hablando de un gobernante humano, y luego pasa al poder espiritual detrás del trono terrenal (compárese con Lucas 4:5-7).

En Ezequiel 28:2 Dios se dirige “al príncipe de Tiro”.  Tiro era un famoso centro comercial portuario cuyos gobernantes se habían envanecido a causa de su poder. En los versículos 6 al 10 Dios le dice a este gobernante que su poderío va fracasar y que será derrocado. Pero en el versículo 12, Dios comienza a dirigirse al “rey de Tiro” en vez de “al príncipe”. Este ser es el verdadero gobernante, el verdadero poder detrás del trono.

La descripción que Dios hace de este “rey de Tiro” deja claro que no se dirige a ningún ser humano físico: “Tú eras el sello de la perfección, lleno de sabiduría, y acabado de hermosura. En Edén, en el huerto de Dios estuviste . . .” (vv. 12-13).

Ningún ser humano mortal podría ser descrito con tal exactitud. Este ser fue creado (versículo 13), a diferencia de los seres humanos, que nacen. Este ser también había estado “en Edén, en el huerto de Dios”. Aparte de Adán y Eva, ninguna otra persona había estado en el Edén.

En el versículo siguiente, Dios menciona parte de la historia de este ser. “Tú, querubín grande, protector . . .” (Ezequiel 28:14).

Caída de un superángel

¿Qué significa esta afirmación? ¿Qué es un “querubín protector”?

Hebreos 8:5 nos dice que el tabernáculo que Israel construyó en el desierto era “copia y sombra de lo que hay en el cielo” (NVI). En Éxodo 25:18-20 Dios ordenó a los israelitas que hicieran una representación (un modelo físico) de su trono celestial para el tabernáculo. A cada lado del “propiciatorio”, que representaba el trono de Dios, había un querubín de oro con alas extendidas para cubrir el propiciatorio.

Estos dos querubines representaban seres angélicos reales, grandes
superángeles cuyas alas cubren el trono de Dios.

El ser al que Dios se dirigió por medio de Ezequiel es llamado “querubín protector”, lo cual indica que en algún momento fue uno de los grandes ángeles representados en el modelo del trono de Dios. Muchas otras escrituras dicen que Dios “moraba entre los querubines”, mostrando que estas maravillosas criaturas lo acompañan y le sirven (1 Samuel 4:4; 2 Samuel 6:2; 2 Reyes 19:15; 1 Crónicas 13:6; Salmos 80:1; Isaías 37:16). Este magnífico ser aparentemente ocupaba una posición de gran honor y distinción en el reino angélico de Dios.

Dios también le dice a este querubín: “Perfecto eras en todos tus caminos desde el día en que fuiste creado, hasta que se halló en ti maldad . . . fuiste lleno de iniquidad, y pecaste; por lo que yo te eché del monte de Dios, y te arrojé de entre las piedras del fuego, oh querubín protector” (Ezequiel
28:15-16). Este ser, que había sido maravilloso, pecó y fue expulsado del trono de Dios, cayendo así en desgracia.

Aquel ser espiritual asombrosamente bello e inmensamente talentoso se transformó, por su rebelión, en una criatura reprobable y despreciable. Se convirtió en Satanás, el adversario, calumniador, acusador y destructor. Pasó a ser el diablo, el enemigo de Dios y de la humanidad.

Los inmensos poderes que había utilizado para servir a Dios ahora pretendían arruinar los propósitos divinos. Actualmente, ¡sus poderes se utilizan para fines perversos y destructivos!

Y no estaba solo en esta rebelión, ya que millones de otros ángeles se unieron a él para rechazar la autoridad y el liderazgo de Dios. Encontramos esto descrito simbólicamente en Apocalipsis 12:3-4: “También apareció otra señal en el cielo: he aquí un gran dragón escarlata . . . y su cola arrastraba la tercera parte de las estrellas del cielo, y las arrojó sobre la tierra . . .”  El
versículo 9 identifica a este dragón como Satanás. La Biblia utiliza las estrellas como símbolo de los ángeles (Apocalipsis 1:20). Esto indica que un tercio de los ángeles siguieron a Satanás en su rebelión.

La Biblia se refiere a estos ángeles rebeldes como demonios o espíritus malignos. Son ángeles caídos, que rechazaron su propósito de servir a Dios y a la humanidad (Hebreos 1:13-14) y se llenaron de odio y amargura hacia Dios y su santo propósito para los seres humanos. BN