Un mundo espiritual maligno
¿De dónde surgió?
¿Cuál es la causa principal del sufrimiento y las circunstancias trágicas que afligen a tanta gente? La Biblia revela que un ser poderoso, inteligente y extraordinariamente influyente coordina activamente la maldad que predomina en nuestro planeta. La Biblia a menudo lo llama el diablo y Satanás.
Puede que usted se haya preguntado si este ser verdaderamente existe. Después de todo, el diablo a muchos les parece un personaje de cuentos de hadas: una criatura grotesca, roja como la sangre, con cuernos, cola puntiaguda y alas de murciélago, que lleva en su mano un tridente y habita en una región infernal de llamas eternas. Debido a que se le representa de manera tan fantasiosa, no es extraño que tan pocos tomen al diablo en serio.
¿Existe acaso tal ser? ¿De dónde podría provenir semejante criatura? ¿Cuál es su propósito, meta, e intención? ¿Qué es lo que hace? ¿Es él, como muchos piensan, simplemente una representación mítica de la maldad?
Una fuente confiable de conocimiento
Para encontrar respuestas, necesitamos información confiable y fidedigna acerca del mundo espiritual. Hay solo una fuente que puede revelarnos la información que no podemos encontrar en ninguna otra parte. Esa única fuente confiable es la Biblia. Aparte de ella, todo lo que se refiere a Satanás y al mundo espiritual es solo mitología y especulación.
La Biblia nos muestra que Satanás es un ser espiritual increíblemente poderoso, que ejerce una influencia generalizada sobre la humanidad. Junto con su séquito –compuesto de demonios o espíritus malignos– él es mencionado a menudo en las Escrituras. En ellas aparece de principio a fin, desde Génesis hasta Apocalipsis.
Uno de los temas centrales en la Biblia es que el diablo es el enemigo de toda la humanidad. El mismo nombre Satanás, la designación que la Biblia usa con mayor frecuencia para este ser malvado, ayuda a revelar su malicioso propósito. Dios llama las cosas por su nombre. Satanás es un sustantivo hebreo que significa “adversario”: enemigo, oponente, antagonista o rival. Las formas verbales del sustantivo significan “acusar”, “calumniar” y “ser un adversario” (Anchor Bible Dictionary [Diccionario Anchor (ancla) de la Biblia], vol. 5, 1992, “Satan” [Satanás], p. 985).
Diablo, el otro término que la Biblia usa muy a menudo para referirse a este ser, es igualmente revelador. Diablo es una traducción de la palabra griega diabolos, la raíz de donde proviene la palabra diabólico, que se utiliza para describir algo perverso o siniestro. Diabolos significa “acusador, calumniador” (Diccionario expositivo de palabras del Antiguo y del Nuevo Testamento exhaustivo de Vine,“Diablo”, Editorial Caribe, 1999).
Jesucristo dice que Satanás “es mentiroso, y padre de mentira”, y que “no hay verdad en él” (Juan 8:44). La Biblia revela la enormidad de sus mentiras y del impacto que provoca. En palabras del apóstol Juan, Satanás “engaña al mundo entero”(Apocalipsis 12:9).
Los orígenes de Satanás revelados
Pero ¿de dónde provino el diablo? ¿Creó Dios a propósito a un ser malvado? Para comprender el origen de Satanás debemos remontarnos muy lejos en el pasado, hasta antes de que los seres humanos existieran. Génesis 1:1 nos dice que “en el principio creó Dios los cielos y la tierra”. Sin embargo, la Biblia no cuenta toda la historia en un solo versículo, y ni siquiera en unos cuantos de este libro. Encontramos más detalles en otras partes de la Biblia, en este caso, en el libro de Job.
Cuando Job, afligido de terribles calamidades y sufrimientos a pesar de ser un devoto seguidor de Dios, comenzó a cuestionar el juicio de su Hacedor, él le respondió con preguntas directas para ayudarle a entender que no poseía la sabiduría para cuestionarlo. En su respuesta, la que le entregó en forma de preguntas, Dios reveló algunos detalles acerca de su creación de la Tierra.
“¿Dónde estabas cuando puse las bases de la tierra?” le preguntó Dios a Job. “¡Dímelo, si de veras sabes tanto! ¡Seguramente sabes quién estableció sus dimensiones y quién tendió sobre ella la cinta de medir! ¿Sobre qué están puestos sus cimientos, o quién puso su piedra angular mientras cantaban a coro las estrellas matutinas y todos los ángeles gritaban de alegría?” (Job 38:4-7, Nueva Versión Internacional).
En este pasaje Dios revela información que ningún hombre podría haber sabido, ya que ningún ser humano estuvo presente durante la creación. Dios describió la Tierra en el momento de su creación como una joya de deslumbrante belleza que flotaba en el espacio. Los eventos de la creación fueron tan magníficos, que “todos los ángeles gritaban de alegría”.
Los ángeles, seres espirituales creados por Dios, ya existían cuando él creó la Tierra. Dios dice que todos manifestaron unidos su alegría cuando él creó el mundo, cantando y gritando de júbilo. En aquel momento estaban en perfecto acuerdo y armonía. Entonces, ¿dónde encaja el diablo en esta descripción?
La hermosa Tierra se convierte en un caos
Sin embargo, tiempo después de que el mundo fuera creado la situación cambió dramáticamente. Génesis 1:2 nos dice que, después de su creación, la Tierra “estaba desordenada y vacía”. Esta traducción al español no expresa el significado preciso del hebreo original. Las palabras tohu va-bohu, traducidas como “desordenada y vacía”, se traducen mejor “devastada y vacía”.
Sin embargo, en Isaías 45:18 Dios expresamente dice acerca de la Tierra que “no la creó en vano”. Aquí se utiliza la misma palabra en hebreo, tohu. Si Dios no creó la Tierra en un estado de caos, ¿cómo llegó a esa condición?
Parte de la respuesta aparece en Génesis 1:2. La palabra en hebreo hayah, traducida como “estaba”, también puede ser traducida correctamente como “se convirtió”, según aparece en Génesis 2:7 y 19:26 (NVI). La Tierra no fue creada en un estado de caos y desolación, sino que se convirtió en eso en algún momento después de su creación. La versión de la Biblia Rotherharm Emphasized Bible (Biblia enfatizada de Rotherharm, sin versión en español) expresa apropiadamente Génesis 1:2: “Ahora la Tierra se había convertido en [una zona] caótica y vacía”.
Dios creó la Tierra con una belleza tan deslumbrante, que los ángeles se maravillaron al verla. Sin embargo, algo pasó que la hizo convertirse en un lugar de devastación y caos y su belleza original fue destruida. Más tarde Dios la restauró y transformó en un hermoso hogar para el primer hombre y la primera mujer, como se registra en el resto de Génesis 1. Pero el relato de Génesis no nos cuenta la historia completa. Entre los primeros dos versículos sucedió algo más, que no está registrado ahí.
No obstante, Dios nos da más detalles acerca de lo que la llevó a esta condición de caos y confusión en varios otros capítulos de la Biblia.
En 2 Pedro 2 la Biblia registra varios ejemplos del juicio de Dios contra quienes hagan el mal. Los versículos 5 y 6 se refieren al diluvio del tiempo de Noé y luego a la destrucción por fuego de Sodoma y Gomorra. Pero antes de esto, en el versículo 4, leemos que “Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que arrojándolos al infierno los entregó a prisiones de oscuridad, para ser reservados al juicio”. ¿Cuándo pecaron estos ángeles, y cuál fue su pecado?
Como dijimos, debemos examinar otros versículos para encontrar la respuesta. Judas 1:5 nos entrega detalles adicionales: “Y a los ángeles que no guardaron su dignidad, sino que abandonaron su propia morada [o “su propio lugar”, Palabra de Dios para Todos], los ha guardado bajo oscuridad, en prisiones eternas, para el juicio del gran día”.
Vimos anteriormente que al ser creada la Tierra, todos los ángeles estaban contentos y llenos de gozo, cantando al unísono y gritando de alegría. Por lo tanto, si algunos pecaron, obviamente lo hicieron después, destruyendo con ello la maravillosa armonía y cooperación que habían disfrutado. ¿Cuál fue su pecado? Que no se mantuvieron dentro de los límites que Dios les había impuesto y, en vez, abandonaron el papel que se les había asignado. Se rebelaron en contra de su Hacedor, ¡el Creador del universo físico y del mundo espiritual de los seres angelicales!
Una rebelión en contra de Dios
En Isaías 14 encontramos aún más información. Este capítulo hace alusión a la rebelión angelical identificando a su líder, y nos entrega detalles muy importantes que no podríamos conocer de ninguna otra forma.
En el versículo 4 Dios se refiere al “rey de Babilonia”. En tiempos de Isaías, la ciudad-estado de Babilonia estaba emergiendo como la principal potencia en esa región del mundo. Su rey era muy belicoso y había expandido su imperio mediante la fuerza bruta, esclavizando, saqueando y arrasando las naciones a su alrededor. (En contexto, este pasaje tiene un significado dual, ya que también se refiere a un tirano del tiempo del fin que gobernará sobre un imperio global postrero, al cual Apocalipsis 17 y 18 se refieren como Babilonia la Grande).
La filosofía del rey de Babilonia descrita aquí es satánica: la adquisición de riquezas y poder a expensas de otros mediante la violencia y la matanza. El rey de Babilonia ejemplifica a Satanás y sus características. De hecho, tal como leeremos acerca de esto más adelante, Satanás es el verdadero poder tras el trono de los reinos del mundo (compare con Lucas 4:5-7; Juan 12:31; Apocalipsis 12:9; 13:2).
En el versículo 12 el tema cambia, del rey físico a un gobernador incluso más poderoso. Muchos eruditos reconocen que el lenguaje original de este pasaje está escrito en forma de lamento, como reflejo del luto de Dios y su sentimiento de gran pérdida debido a los acontecimientos descritos:
“¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste por tierra, tú que debilitabas a las naciones. Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo” (vv. 12-14).
¿Quién es este ser que se atreve a exaltarse a sí mismo por sobre todo el resto de los ángeles de Dios (las estrellas simbolizan a los ángeles, Apocalipsis 1:20), y a desafiar a Dios mismo para gobernar el universo?
La Biblia revela más detalles
En Ezequiel 28 Dios nos da la respuesta. Este capítulo está escrito de manera muy similar a Isaías 14. Dios comienza hablando sobre cierto gobernador humano, y luego cambia y habla acerca del poder espiritual detrás del trono terrestre: el gobernador que controla los reinos de este mundo tras bambalinas.
En Ezequiel 28:2 Dios habla del “príncipe de Tiro”. Tiro, una ciudad portuaria al norte del antiguo Israel y ubicada en la costa del mar Mediterráneo, era famosa como importante centro de intercambio. Sus gobernadores se habían vuelto arrogantes y presuntuosos debido a sus riquezas e influencia. En los versículos 6-10, Dios le dice a uno de los gobernadores que debido a su arrogancia, su poderío y riquezas desaparecerán y será derrocado.
Pero note en el versículo 12 cómo Dios comienza a dirigirse al “rey de Tiro” y no al príncipe. Este personaje es el verdadero gobernador, el verdadero poder detrás del trono. ¡De hecho, la descripción que Dios hace de este “rey de Tiro” deja en claro que no le está hablando a un ser humano!
“Tú eras el sello de la perfección, lleno de sabiduría, y acabado de hermosura. En Edén, en el huerto de Dios estuviste; de toda piedra preciosa era tu vestidura; de cornerina, topacio, jaspe, crisólito, berilo y ónice; de zafiro, carbunclo, esmeralda y oro; los primores de tus tamboriles y flautas estuvieron preparados para ti en el día de tu creación” (vv. 12-13).
Ningún hombre mortal podría ser descrito como “sello de perfección, lleno de sabiduría, y acabado de hermosura”.Este ser había sido creado automáticamente con perfección y sabiduría, a diferencia de los seres humanos, quienes deben desarrollar paulatinamente su madurez y sabiduría (las únicas excepciones fueron Adán y Eva). Este ser había estado además “en Edén, en el huerto de Dios”. Fuera de Adán y Eva, ninguna otra persona había estado en el huerto de Edén. Dios los había expulsado, después de lo cual colocó ángeles ahí con el exclusivo propósito de impedir la entrada a cualquiera que quisiera hacerlo (Génesis 3:24).
La caída de un superángel
En el siguiente versículo Dios revela parte de la historia de este ser: “Tú, querubín grande, protector, yo te puse en el santo monte de Dios, allí estuviste; en medio de las piedras de fuego te paseabas” (Ezequiel 28:14).
¿Qué significan estas notables declaraciones? ¿Qué es un “querubín grande, protector”? Hebreos 8:5 nos dice que el tabernáculo establecido a través de Moisés (el santuario portátil que los Israelitas llevaron con ellos durante su travesía por el desierto) era “copia y sombra del que está en el cielo” (NVI).
En Éxodo 25:18-20 vemos que Dios ordenó a los israelitas hacer una representación (un modelo físico) de su trono para el arca que llevarían con ellos al desierto. A ambos lados del “propiciatorio”, el cual representaba el trono de Dios, había un querubín de oro con alas que se extendían para cubrir el propiciatorio. Los dos querubines, hechos de oro, representaban a dos seres angelicales reales: los magníficos superángeles, cuyas alas cubren el trono de Dios.
El ser al que Dios se dirige por medio de Ezequiel es llamado “querubín protector”, lo cual indica que en algún momento fue uno de los magníficos ángeles representados en el modelo del trono de Dios. ¡Dios les otorgó a estos ángeles la gran distinción de servir y proteger su trono en el cielo!
Muchas otras Escrituras dicen que Dios “mora entre querubines”, mostrando que estas maravillosas criaturas lo acompañan, le sirven y moran junto a su trono (1 Samuel 4:4; 2 Samuel 6:2; 2 Reyes 19:15; 1 Crónicas 13:6; Salmos 80:1; Isaías 37:16). Este magnífico ser al que Dios le habla aparentemente había ostentado un puesto de alta honra y distinción en el ámbito angelical de Dios.
Dios también le dice a este querubín: “Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste creado, hasta que se halló en ti maldad” (Ezequiel 28:15). Tal como en la descripción de Isaías 14, este pasaje describe a un ser creado con madurez, no a un hombre. Este ser era extraordinario y perfecto hasta que pecó, envanecido por su propia belleza y esplendor, lo que corrompió su sabiduría (Ezequiel 28:17).
“. . . te llenaste de violencia, y pecaste. Por eso te expulsé del monte de Dios, como a un objeto profano. A ti, querubín protector, te borré de entre las piedras de fuego” (v. 16, NVI). Este ser, que una vez fuera extraordinario, pecó y fue expulsado del trono de Dios en completa deshonra.
Satanás decide rebelarse contra Dios
El pecado de orgullo y vanidad de Satanás finalmente culminó con su rotunda y abierta rebelión en contra de Dios. Isaías 14:13-14, que leímos anteriormente, dice: “Decías en tu corazón: Subiré hasta los cielos. ¡Levantaré mi trono por encima de las estrellas [ángeles]de Dios! Gobernaré desde el extremo norte, en el monte de los dioses. Subiré a la cresta de las más altas nubes, seré semejante al Altísimo” (NVI). ¡Este poderoso ente espiritual decidió desafiar a Dios para ganar el control del universo!
Aquel ser espiritual increíblemente hermoso, inmensamente talentoso y con grandes responsabilidades en el reino angelical de Dios, se convirtió en una criatura reprensible y despreciable por haberse rebelado en contra del Dios Todopoderoso. Por lo tanto, Dios no creó al diablo. Lo que Dios creó fue un ser magnífico y perfecto, pero este poderoso ser luego se convirtió, según su propia voluntad, en el diablo y Satanás: el adversario, calumniador, acusador y destruidor. ¡Él se hizo a sí mismo el enemigo de Dios y de la humanidad!
Él transformó los inmensos poderes que había puesto al servicio de Dios en una herramienta para frustrar los objetivos del Eterno. Esta criatura continúa siendo un ser espiritual extraordinariamente poderoso, pero sus poderes ahora son utilizados para fines malvados y destructivos.
Como hemos visto, se volvió tan vanidoso y orgulloso que pensó que merecía ser el gobernador del universo. Sus enormes talentos y habilidades lo llevaron a creer que él era igual o mejor que Dios mismo. Su forma de pensar se corrompió; se rebeló contra su Creador y trató de derrocarlo, convirtiéndose así en Satanás el diablo.
Otros ángeles se unen a la rebelión
Pero Satanás no estaba solo en su rebelión. Millones de ángeles se le unieron y rechazaron la autoridad y el liderazgo de Dios. Encontramos esto simbólicamente descrito en Apocalipsis 12:3-4: “También apareció otra señal en el cielo: he aquí un gran dragón escarlata . . . su cola arrastraba la tercera parte de las estrellas del cielo, y las arrojó sobre la tierra”. El versículo 9 identifica a este dragón como Satanás. Como vimos anteriormente, la Biblia utiliza las estrellas como símbolos de los ángeles (Apocalipsis 1:20). Esto aparentemente indica que un tercio de los ángeles siguió a Satanás en su rebelión y fue arrojado a la Tierra junto con él.
El intento de tomar control del cielo fue, desde luego, un fracaso. Dos tercios de los ángeles permanecieron leales a Dios y por lo tanto constituyeron una fuerza más numerosa. Pero, aún más importante, Dios es omnipotente y no puede ser derrocado.
Jesús dijo: “Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo” (Lucas 10:18). Es muy posible que esta lucha titánica haya sido lo que provocó el estado caótico y devastador de la Tierra descrito en Génesis 1:2. Como se mencionó anteriormente, Dios más tarde renovó la superficie de la Tierra y la preparó para que los humanos pudieran habitarla, según se describe en el resto de Génesis 1. Sin embargo, para cumplir su propósito de desarrollar un carácter justo en los seres humanos, Dios permitió que Satanás y sus secuaces permaneciesen en la Tierra por un tiempo. Consecuentemente, se le permitió a Satanás tentar a Adán y a Eva en el huerto de Edén.
La Biblia se refiere a Satanás y a otros ángeles rebeldes como espíritus malos, espíritus inmundos, y demonios. Ellos son ángeles caídos, que abandonaron su propósito de servir a Dios y al hombre y fueron consumidos por su odio y amargura hacia Dios y su santo propósito para la humanidad.
Las causas de los problemas de la humanidad
Una vez que comprendemos la magnitud del engaño de Satanás, podemos entender mejor las raíces de los numerosos problemas que aquejan a la humanidad. Como sociedad, hemos tenido miles de años para experimentar con gobiernos, filosofías y maneras de vivir. ¿Por qué, entonces, no hemos podido solucionar nuestros problemas? ¿Por qué hay tantas dificultades que persisten año tras año y siglo tras siglo?
Satanás ha engañado eficazmente al mundo a lo largo de la historia, influenciando a los seres humanos para que se aparten de la guía de Dios. Él nos ha llevado a querer hacer las cosas a nuestra manera y a depender de nosotros mismos y no de Dios como la autoridad final.
A pesar de que Dios siempre tiene completo control, las Escrituras dejan en claro que él no tiene la culpa de tantos problemas crónicos que aquejan al mundo. Como Jesucristo dijo en Juan 18:36, “Mi reino no es de este mundo” (NVI).
Dios tampoco tiene la culpa de todo el sufrimiento que plaga a nuestro planeta. Satanás el diablo es el verdadero “príncipe de este mundo” (Juan 12:31; 14:30; 16:11). Juan nos dice que “el mundo entero está bajo el maligno” (1 Juan 5:19). Como ya dijimos, Satanás es el dios de esta era (2 Corintios 4:4).
Aún más, el séquito demoniaco de Satanás también ejerce control sobre este mundo, influenciando poderosamente a veces incluso a los gobiernos humanos. En el libro de Daniel un ángel justo, Gabriel, le dice a Daniel que acaba de luchar, con la ayuda del arcángel Miguel, contra un formidable personaje espiritual al que denomina “el príncipe de Persia”, y que luego tendrá que luchar con otro, al que llama “el rey de Grecia” (Daniel 10:13, 20). (Vea “Reinos en guerra”, comenzando en la página 4). Desde luego, estos seres solo son subordinados del diablo. En un intento de llevar a Jesús por mal camino en Mateo 4:8-9, Satanás le ofreció “todos los reinos del mundo y la gloria de ellos”, ya que en realidad estaban bajo su dominio (compare con Lucas 4:5-7).
Y aunque no podemos ver a Satanás, su influjo es poderoso y generalizado. El diablo influye espiritualmente sobre la humanidad para que rechace a Dios y su ley. Bajo su poder, “la mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo” (Romanos 8:7, NVI).
Apartado de Dios, el hombre escoge su propio camino con resultados devastadores. Debido a la intervención de Satanás, la humanidad ha rechazado la revelación y guía de Dios y ha construido sociedades y civilizaciones sobre fundamentos erróneos. ¡Pero no será de esta manera para siempre!
El reino de Satanás llegará a su fin
Satanás no dominará este planeta para siempre. La profecía bíblica revela que una increíble serie de acontecimientos sacudirán a nuestro mundo como nunca antes y darán paso a una nueva era, un periodo de mil años bajo el gobierno de Jesucristo en el Reino de Dios (Mateo 6:10; Lucas 21:31).
Estas buenas noticias acerca del reino venidero de Dios son el meollo de las enseñanzas de Cristo: “Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios, diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio” (Marcos 1:14-15).
La transición del dominio de Satanás en la Tierra al gobierno de Jesucristo no será ni fácil ni indolora. El profeta Daniel la describe como “un período de angustia como no lo ha habido jamás desde que las naciones existen” (Daniel 12:1, NVI).
Cristo dijo que el mundo se tornaría cada vez más peligroso a medida que su regreso se acerque. “Porque habrá una gran tribulación”, advierte él, “como no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá jamás. Si no se acortaran esos días, nadie sobreviviría,pero por causa de los elegidos se acortarán” (Mateo 24:21-22, NVI).
Satanás no renunciará a su reino sin luchar. En Apocalipsis 12:12 se nos entrega una advertencia que da mucho que pensar: “¡Ay de los moradores de la tierra y del mar! porque el diablo ha descendido a vosotros con gran ira, sabiendo que tiene poco tiempo”. Muchas profecías describen una frenética destrucción dirigida a la Iglesia de Dios, al pueblo de Israel, a la humanidad como un todo, y a Jesucristo a su regreso.
El fin del gobierno de Satanás sobre el mundo marcará el término de “este presente siglo malo” (Gálatas 1:4). Una vez que acabe la batalla por el control de la Tierra, ¡por fin llegará el comienzo de una nueva era!
Jesucristo estará a cargo de un reino literal, el Reino de Dios en la Tierra. Note Apocalipsis 11:15: “Tocó el séptimo ángel su trompeta, y en el cielo resonaron fuertes voces que decían: El reino del mundo ha pasado a ser de nuestro Señor y de su Cristo, y él reinará por los siglos de los siglos” (NVI).
Apocalipsis 21:4 nos dice cómo será el mundo cuando la influencia de Satanás ya no exista: “[Dios] les enjugará toda lágrima de los ojos. Ya no habrá muerte, ni llanto, ni lamento ni dolor, porque las primeras cosas han dejado de existir” (NVI).
¿Hay realmente un diablo? Sí. Absolutamente. Y otros demonios además de él. Pero Dios nos asegura que ya viene el tiempo en que Satanás, sus demonios y sus obras (el sufrimiento físico, la miseria, la angustia mental y el luto que acarrean) ya no existirán.
Nuestro deseo es que usted tenga la sabiduría, la fortaleza y el amor por la verdad de Dios y sus caminos para resistir los engaños de Satanás ¡y estar ahí para presenciar ese maravilloso día! BN