¿A qué se refería Pablo con la expresión “ausentes del cuerpo” en 2 Corintios 5:8?
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¿A qué se refería Pablo con la expresión “ausentes del cuerpo” en 2 Corintios 5:8?
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Al momento de analizar un pasaje bíblico para tratar de determinar su significado, es importante seguir un conjunto de reglas de interpretación que se conocen como “hermenéutica”. En esencia, se trata de lineamientos que nos ayudan a interpretar la Biblia con exactitud y consistencia.
La hermenéutica incluye el análisis de definiciones, el contexto, el contexto histórico, y el uso y precedente bíblico. A decir verdad, abarca más que eso, pero no podemos extendernos en el presente artículo por limitaciones de espacio.
Cuando se examina un pasaje bíblico como 2 Corintios 5:8, no es posible interpretar su significado sin analizar el contexto bíblico, así como el contexto de toda la epístola.
2 Corintios 5:1-10 dice:
“Porque sabemos que si nuestra morada terrestre, este tabernáculo, se deshiciere, tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha de manos, eterna, en los cielos. Y por esto también gemimos, deseando ser revestidos de aquella nuestra habitación celestial; pues así seremos hallados vestidos, y no desnudos. Porque asimismo los que estamos en este tabernáculo gemimos con angustia; porque no quisiéramos ser desnudados, sino revestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida. Mas el que nos hizo para esto mismo es Dios, quien nos ha dado las arras del Espíritu. Así que vivimos confiados siempre, y sabiendo que entre tanto que estamos en el cuerpo, estamos ausentes del Señor (porque por fe andamos, no por vista); pero confiamos, y más quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y presentes al Señor. Por tanto procuramos también, o ausentes o presentes, serle agradables. Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo” (énfasis nuestro).
En primer lugar, es importante señalar que las divisiones en capítulos y versículos en nuestras Biblias se establecieron en el siglo XVI, por Robert Estienne. La epístola original carecía de ellas. Por lo tanto, no representan, necesariamente, la manera en la que el autor deseaba dividirla.
Si examinamos el contexto, el pasaje que comienza en el capítulo 5 retoma los conceptos mencionados en el 4.
En la segunda mitad de 2 Corintios 4, vemos que Pablo habla de la naturaleza transitoria de la vida. Explica que sus dificultades y sus luchas también son pasajeras y que hay esperanza en la resurrección.
2 Corintios 4:14:
“Sabiendo que el que resucitó al Señor Jesús, a nosotros también nos resucitará con Jesús, y nos presentará juntamente con vosotros.”
Pablo habla a continuación de la importancia de que a medida que el hombre exterior disminuya —es decir, que se desgaste un poco cada día—, el interior se renueve a través de la transformación de nuestras vidas por Jesucristo. Por lo tanto, nuestra atención debe concentrarse en lo que no se ve —lo espiritual— y no en lo físico que podemos ver.
Lo anterior conduce a los conceptos de 2 Corintios 5.
El oficio del apóstol Pablo era fabricar tiendas. Las tiendas son moradas temporales. Su propósito no es ser estructuras permanentes que se construyen para toda la eternidad, sino que cumplen una función pasajera y luego se desarman.
Cuando este “tabernáculo” —o esta tienda— se destruya (es decir, cuando se termine la vida física), “tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha de manos, eterna en los cielos”. Pablo habla de la resurrección y la transformación en seres espirituales que menciona en otras cartas (ver 1 Corintios 15:50-55 y 1 Tesalonicenses 4:16-17).
Luego, el apóstol habla de gemir anhelando nuestra casa permanente en el reino de Dios. En esta vida, llevamos una carga y gemimos por las dificultades y angustias que atravesamos. No deseamos perder la vida, sino ser revestidos de vida; es decir, obtener la vida eterna en el reino de Dios.
Para que lo anterior ocurra —ya sea que muramos, o seamos transformados al retorno de Cristo— debemos separarnos de esta vida física, de nuestro tabernáculo. Mientras estemos en esta vida, estamos ausentes del Señor, de la vida eterna en su reino que él nos ha prometido. Confiamos en la promesa de la vida eterna porque ha salido de la boca de Dios (Hebreos 6:17-20) y la esperanza en la resurrección nos da cimientos.
Pablo sigue diciendo que, como resultado de lo anterior, quisiéramos morir. No debemos temerle a la muerte o verla como algo devastador. Por el contrario, quisiéramos estar ausentes de esta tienda o tabernáculo y, en el instante siguiente de nuestra consciencia, estar presentes con el Señor después de la resurrección. Ya que todos compareceremos ante el tribunal de Cristo —ya sea en esta vida (1 Pedro 4:17) o después de la resurrección (Apocalipsis 20:11-13)— es importante llevar una vida que le agrade a Dios.
Al leer estos escritos del apóstol Pablo, podemos recibir una fuerte dosis de ánimo en el mensaje que nos transmite, ya que constituyen una promesa llena de esperanza que nuestro gran Dios sin duda alguna cumplirá.